Por Nassar Echeverría

Las revelaciones de Edward Snowden, el ex contratista especialista en informática de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), desnudó la hipocresía de la administración del Presidente Obama, causando una conmoción en las relaciones diplomáticas, lo que originó una feroz cacería en su contra.

 

Snowden denunció la existencia de un sofisticado sistema de espionaje electrónico montado por NSA, sobre el internet, que espía no solo a los ciudadanos de Estados Unidos sino a todos los habitantes del planeta. Usando alta tecnología, desconocida para la gente común, los Estados Unidos tienen la capacidad de penetrar cualquier sitio de internet (Google, Facebook, Apple y Skype) o software (Microsoft), vigilar y copiar correos electrónicos, controlar y grabar llamadas telefónicas, almacenar cualquier cantidad de datos, con el objetivo de obtener información de inteligencia.

La conciencia democrática

En el transcurso de dos siglos de vida independiente, el pueblo de Estados Unidos ha desarrollado una conciencia democrática burguesa, y una cultura amante de la libertad individual y de la privacidad. Este sentimiento ha sido reproducido y manipulado, en cierta medida, por los aparatos de poder de Estados Unidos, proyectando al imperialismo norteamericano como la fuente de inspiración de la libertad.

Esta tradición de lucha por los derechos civiles y políticos tomó mucho auge después de 1945, cuando Estados Unidos salió de la Segunda Guerra Mundial como la gran potencia que ayudó a la derrota militar del fascismo y reconquistar la libertad en Europa y el mundo.

No obstante, con el pretexto de luchar contra el terrorismo, especialmente después de los ataques del 11 de septiembre del 2001, la administración Bush inició una serie de ataques a las libertades democráticas y a los derechos individuales, permitiendo las escuchas telefónicas y el espionaje, todo por “motivos de seguridad nacional”.

Desde entonces el tema del recorte de las libertades y la invasión de la privacidad por parte del Estado, ha sido un tema de permanente discusión en los medios de comunicación, y en las deliberaciones del Congreso. Por eso las declaraciones de Snowden cayeron como un balde de agua fría, cuando todos pudieron enterarse que eran espiados por el gobierno.

Prisma, Tempora y “Cinco Ojos”

Snowden denunció la existencia del programa Prisma, mediante el cual la NSA tiene acceso ilimitado a los correos electrónicos, búsquedas de internet, archivos enviados y conversaciones online de cualquier ciudadano del planeta no estadounidense fuera de las fronteras de Estados Unidos Todo ello gracias a una ley aprobada por el expresidente George Bush Jr. y refrendada por Barack Obama.

También denunció, el programa Tempora de la agencia de inteligencia británica conocida como “Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno británico (GCHQ)”; almacena todas las comunicaciones que pasan por servidores británicos por espacio de tres días, para procesar la información.

Existe otro programa, producto de la cooperación de las principales potencias, denominado Cinco Ojos (Five Eyes) o Servicios de Inteligencia de señales (SIGINT), conformado por los servicios secretos de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Nueva Zelanda y Australia que coordinan esfuerzos y recursos para obtener información. Este programa tiene “la capacidad prácticamente ilimitada, tanto en la potencia de los procesadores informáticos como en el espacio físico del que disponen o por las posibilidades de refrigeración de los ordenadores”. También denuncio que la administración Obama está construyendo un gigantesco centro de almacenamiento en Utah, Estados Unidos, para “almacenar para siempre los metadatos de las comunicaciones”.

Snowden denunció que cuando la NSA fija su mira sobre algún sospechoso… “su ordenador ya no le pertenecerá a él, sino al Gobierno de Estados Unidos”. La copia de datos ha sido posible por la cooperación de todas las potencias occidentales.

¿Héroe o traidor?

Snowden justificó su deserción en una entrevista con el diario británico The Guardian, de la siguiente manera: “no puedo permitir que el gobierno de EE UU destruya la intimidad, la libertad de Internet y las libertades fundamentales de las personas con esta máquina de vigilancia que está construyendo en secreto” (El País, 30/06/2013).

El escándalo causó una seria crisis a la administración Obama. Mientras el debate en torno a las denuncias de Snowden agitaba el panorama político en Estados Unidos, y colocaba a la administración Obama en aprietos, Lonni Snowden, padre de Edward Snowden, solicitó a Eric Holder, Fiscal General de los Estados Unidos, garantías para que su hijo regresara a ese país y las autoridades la garantizara un juicio justo, conforme la tradición norteamericana.

La repuesta de la administración Obama fue el silencio y la persecución internacional contra el desertor. Lonni Snowden puso el dedo en la llaga: “No creo que mi hijo sea un traidor. Es cierto que ha violado la ley de Estados Unidos, en el sentido de que ha hecho pública información clasificada, y sí, él ha traicionado a su Gobierno pero no creo que haya traicionado a los ciudadanos de este país” (El País, 28/6/2013).

Las declaraciones del padre de Snowden reavivaron la discusión sobre el tema de las libertades democráticas y el derecho a la privacidad, algo sagrado e intocable para los ciudadanos norteamericanos.

Persecución y solicitud de asilo

Snowden huyó de Hawái a Hong Kong, confiado en la tradición de no extradición de la ex colonia británica, pero las presiones de Estados Unidos sobre las autoridades de China dieron resultados y Snowden debió huir a Moscú, Rusia, donde solicitó asilo político.

En el ínterin, la administración Obama, sin juicio previo, canceló el pasaporte norteamericano y la ciudadanía a Snowden, ocasionando un problema legal al no tener pasaporte, lo que obligó al fugitivo a mantenerse en la zona internacional del aeropuerto de Moscú. Snowden declaró “pese a que no existe ninguna sentencia contra mí, me han despojado de mi pasaporte de forma unilateral y me han convertido en un ciudadano sin Estado (…). Obama me ha dejado sin patria”.

Sin poder moverse a ningún lado, Snowden solicitó asilo a Ecuador y otros países, argumentando que: “Como resultado de mis opiniones políticas y del ejercicio de mi derecho a la libertad de expresión (...), el Gobierno de los Estados Unidos ha anunciado una investigación criminal en mi contra (…) Mi caso es muy similar al del soldado Bradley Manning, que publicó información gubernamental a través de Wikileaks, revelando crímenes de guerra. Él fue arrestado y recibió tratos crueles (….) Es improbable que reciba un juicio justo, corriendo el riesgo de cadena perpetua y muerte”.

Estados Unidos comenzó a ejercer presiones sobre sus aliados, amenazando, incluso con represalias a aquellos gobiernos que se atrevieran a dar asilo al fugitivo Snowden.

Hipocresía de los países imperialistas y sus aliados

Las potencias imperialistas de Europa y los propios Estados Unidos se consideran a sí mismas, como legítimas herederas y continuadoras de las grandes revoluciones democráticas burguesas (inglesa, francesa y norteamericana).

Pero las libertades nunca fueron una concesión de las timoratas burguesías. Fue la heroica lucha de las masas, dentro de las revoluciones burguesas y posteriormente a ellas, la que generó libertades democráticas y conquistas sociales. El derecho de asilo forma parte de esa larga lucha por las libertades democráticas, contra la opresión política. En casi todas las Constituciones de la mayoría de países que se reclaman democráticos, el derecho de refugio y asilo está considerado como un derecho fundamental, inherente al ser humano. Muchos tratados internacionales consagran este derecho.

Sin embargo, en el caso del desertor Snowden, los países Europeos se han negado a dar asilo a un perseguido de Estados Unidos. Todos cierran filas porque como denunció Snowden, son cómplices y partícipes del sistema de espionaje mundial.

El juego de intereses de Rusia

La posición de Rusia ha sido la de sacar mayor provecho posible con el asunto Snowden. Inicialmente Putin, un ex general de la KGB, dijo que daría asilo, pero después, bajo la presión de Estados Unidos, retrocedió y condicionó el asilo a que Snowden no hiciera más declaraciones, pero en realidad Rusia está tratando de obtener la mayor información de inteligencia que le beneficie. Por eso Putin emitió una declaración cínica en la que afirmaba que el asunto Snowden era como “trasquilar a un cerdo: mucho chillido y poca lana” (El País, 27/06/2013).

Pero el juego diplomático de Rusia tiene un límite, porque a inicios de septiembre de este año se realizará la Cumbre del G-20 en Moscú, con la presencia de Obama. Y todo indica que Rusia no está dispuesta a arriesgar sus buenas relaciones con Estados Unidos por el asunto Snowden.

Países del ALBA ofrecen asilo

Como una enorme excepción, los países del Alba (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua) ofrecieron asilo político a Snowden. Las humillaciones sufridas por el presidente Evo Morales, cuando España, Francia e Italia le cerraron el espacio aéreo, obligó a cerrar filas a estos gobiernos.

El problema técnico-legal que tiene Snowden es que para solicitar asilo, necesita llegar al menos a algunas de las embajadas de estos países, y después trasladarse al sitio del asilo. Estados Unidos presiona para que esa posibilidad no ocurra.

Defender el derecho de asilo

Snowden trabajó para los servicios de espionaje de Estados Unidos y eso puede provocar algún tipo de justa de desconfianza entre los revolucionarios y los luchadores antiimperialistas, aunque ahora sea un desertor que denuncia esa oprobiosa maquinaria de espionaje planetario. No obstante, corresponde a la clase trabajadora luchar por la defensa de las libertades democráticas, derechos que la burguesía y el imperialismo tiran a la basura.

Sin firmar un cheque en blanco a favor de Snowden, debemos exigir a todos los gobiernos de Centroamérica y América Latina, que sean consecuentes y otorguen asilo a Edward Snowden. Esta lucha por la defensa del derecho de asilo se extiende contra esa ignominiosa maquinaria de espionaje político que el imperialismo norteamericano ha montado contra la humanidad.

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