Por José René Tamariz
Este proceso de lucha refleja un ascenso del movimiento de masas que tiene un carácter de resistencia y defensivo contra las pretensiones del gobierno y del conjunto de las fuerzas neoliberales y patronales de reducir los niveles de los salarios y de vida de los trabajadores en general y, en particular a los trabajadores del sector público, sectores populares y de clase medias. Las fuerzas de la reacción quieren imponer, mediante la aprobación del combo fiscal, el pago del déficit fiscal al conjunto de los trabajadores, sectores populares y clases medias.
En este verdadero y agudo proceso de confrontación social se están midiendo las fuerzas antagónicas de la lucha de clases. La fortaleza del movimiento de masas reside en su masividad, en la unidad nacional de las organizaciones sindicales (sindicatos, centrales sindicales, bloques sindicales, asociaciones y otras) y en la justeza de sus demandas económicas y sociales. Por su parte, las fuerzas reaccionarias (gobierno, partidos neoliberales, cámaras patronales, medios de comunicación y otras), minoritarias en su número, son fuerte por el control del aparato del Estado, recursos económicos y las campañas de desinformación, pero, principalmente, por el control de las fuerzas represivas. Sin embargo, no hay que llamar a engaño, las fuerzas represivas tienen sus límites, a estas alturas el combate callejero, ya reflejan su nivel de cansancio y agotamiento en el enfrentamiento con los manifestantes y sus pésimas condiciones, por ejemplo, el día 15 de septiembre 9 policías tuvieron un choque de calor, desmayándose algunos, mientras que otros tuvieron que ser atendidos por la cruz roja. Sin embargo, es importante señalar que el Estado aún cuenta con fuerzas frescas a las cuales puede recurrir, en caso de emergencia, tales son las tropas élites que combaten el crimen organizado. 
Son en estos procesos de gran confrontación y antagonismos sociales que, llevados a su mayor agudeza, el Estado y el gobierno demuestran su verdadera naturaleza. La insensibilidad y sordera demostrada por Carlos Alvarado, presidente de la República, así como de los diputados neoliberales de la Asamblea Legislativa para negociar con la “Unidad Sindical” las demandas del movimiento huelguístico y el uso continuo y masivo de las fuerzas policiales contra los manifestantes, están dejando al descubierto la EVOLUCIÓN HACIA EL AUTORITARISMO DEL GOBIERNO DE CARLOS ALVARADO. Este carácter autoritario del gobierno de Alvarado se ve reforzado, en cuatro cortos meses, si los juntamos a las violaciones de la Constitución Política cometidas en dos oportunidades por este gobierno, el pago de 182.000 millones de colones en servicio de la deuda pública, sin autorización del Congreso y la violación de la autonomía universitaria de la UCR por fuerzas policiales el 12 de septiembre. Estos hechos, son apenas unas muestras, de que el gobierno de Alvarado está dispuesto a llegar más allá de las facultades otorgadas por la Constitución Política para imponer, a fuego, sangre y violaciones, el combo fiscal, exigido por los organismos financieros internacionales para otorgarle financiamiento futuro, así como avanzar hacia la reconfiguración del Estado que pretende llevar durante su gestión económica y política.
La huelga indefinida, como la expresión del mayor grado de antagonismo social, iniciada el 10 de septiembre está entrando en su segunda semana, que puede ser decisiva y determinante,  demostrando su gran fuerza y fortaleza, no solo por los miles de trabajadores del sector público participantes sino también porque cuenta con un alto nivel de apoyo popular entre la población. Movilizaciones masivas diarias, marchas lentas, tortuguismo, bloqueos intermitentes y otras series de formas de lucha se están produciendo en este proceso huelguístico. Sin embargo, se requiere, para su triunfo y victoria definitiva contra el gobierno de Carlos Alvarado y su combo fiscal, mejores formas de organización, mejor planificación de las acciones y la urgencia de incorporar a nuevos sectores sociales al proceso de lucha, tales como los sectores populares y el movimiento estudiantil universitarios y en general. Hay que generalizar la formación de los los comités de huelga regionalizados. Las dirigencias sindicales de la “Unidad Sindical” deben convocar de emergencia una asamblea nacional de luchadores que haga un balance de la primera etapa de la huelga y vote de forma democrática todas las acciones y métodos de lucha del movimiento de los trabajadores que permita y posibilite la victoria de este grandioso y heroico proceso huelguístico indefinido.

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