Por: Alberto Castro.

El domingo 3 de febrero de 2019 se realizará la elección presidencial en El Salvador, para elegir al presidente de la republica que asumirá el periodo 2019-2024. El escenario está listo, habiendo cuatro formulas en la contienda. A la cabeza están: Hugo Martínez por el FMLN; Carlos Callejas por ARENA; Nayib Bukele por GANA y Josué Alvarado por Vamos. De estas candidaturas solo existe una coalición formal inscrita ante el TSE compuesta por ARENA, PCN, PDC y DS. Para que exista una victoria en primera vuelta, es necesario que alguno de los candidatos obtenga la mitad más uno del total de votos válidos, de un padrón que probablemente se acercará a los 5,6 millones de votantes.

Se calcula que la participación electoral merodeará el 60 % de los inscritos (3,360,000). En la elección presidencial de 2014, el padrón fue de 4,955,107, incluidos los votantes del exterior. Ese año, en la primera ronda el FMLN alcanzó 1,315,768 votos, equivalentes al 48,93 %, ARENA logró 1,047,592 para un 38,96 %, y Unidad (GANA-PCN-PDC) con 307,603 votos representó el 11,44 %. Las otras dos fórmulas (PSP, FPS), sumadas, alcanzaron 17,973 votos, un 0.67 %.

En la elección de 2018 el padrón de electores, incluido los votantes del exterior, fue de 5,489,603. En la elección del 2019, de llegar a una segunda vuelta, es muy probable que se produzca una nueva alianza: FMLN-GANA, con los reacomodos concernientes.  Porque habrá una elección muy reñida, es importante que la clase trabajadora y pueblo salvadoreño inicie, dentro de los espacios de participación democrática, la discusión acerca de los alcances de la contienda electoral ya establecida. Las siguientes líneas pretenden aportar algunas estimaciones, para mejorar el análisis.

Bukele, el falso mesías

Desde que Nayib Bukele fuera expulsado del FMLN, después de la disputa interna por definir la candidatura presidencial en dicho partido, ganó mayor popularidad, prestigio y credibilidad en su actividad política, llegando a autoproclamarse futuro contendiente presidencial, aun sin partido. Después, logró atraer un núcleo organizativo que pasó a denominarse Nuevas Ideas, organismo que falló en su intento por constituirse como partido político legal. Cerrada esta posibilidad, también le fue impuesto un cerco con la cancelación del partido Cambio Democrático (CD). Bukele no retrocedió a su aspiración encaprichada de ser presidente de la República, al punto de establecer una alianza con el partido más ultraderechista del régimen, GANA, escisión de ARENA, convirtiéndose recientemente en su candidato presidencial.

Con este giro, Bukele se bajó del pedestal en que había sido colocado por el gueto de la izquierda salvadoreña, del que antes había sido referente. Ciertos grupos y personas de izquierda habían dado a conocer su sumatoria al tren de Nuevas Ideas, las cuales ahora deben admitir su error, asumiendo la responsabilidad de haberle dado empuje al candidato presidencial de la ultraderecha, ¿o acaso será posible que cínicamente aun continúen justificando su apoyo?

El mismo programa neoliberal

Las expectativas sobre quién debe ser el presidente de El Salvador superan la oferta electoral, debido a que todos los partidos giran alrededor de una misma agenda neoliberal, coincidiendo con los organismos financieros internacionales. Ninguno de los actuales candidatos plantea un cambio estructural alterno al neoliberalismo, sino que son vertientes del mismo breviario, por lo que, con toda seguridad, ante la ausencia de candidaturas de los trabajadores, el próximo presidente se convertirá en el séptimo gobernante de este extenso y agobiante periodo neoliberal.

Perspectiva electoral

Debido al desgaste de las dos administraciones del FMLN, el candidato presidencial de ARENA es quien obtiene más simpatías en la disputa por la presidencia, Si ARENA logra recuperar el gobierno en 2019, puede acumular demasiado poder al tener una mayoría favorable dentro de la Asamblea Legislativa y una Sala de lo Constitucional flexible a sus intereses, con lo que se sellaría un proceso de recuperación del control de las instituciones del Estado.

Las organizaciones sindicales deben discutir sobre este peligro, anticipar la resistencia de las masas populares mediante la lucha organizada. El FMLN está muy desgastado y todo indica que en caso de una segunda vuelta podría establecer una negociación con Bukele.  Sin lugar a dudas, la separación entre Bukele y el FMLN es parte de una estrategia para cerrarle el paso a ARENA en una segunda vuelta. Aunque suene progresivo detener a ARENA, lo pretenden hacer como una nueva variante burguesa, que no representa a la clase trabajadora. Por ello, el mejor ejercicio de participación democrática debe ser votar nulo y prepararse para las luchas que inevitablemente vendrán.

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