Por Ramona Itzep

El concepto salario mínimo en Guatemala ha sido aprovechado por los diversos sectores empresariales del país, bajo el pretexto de que las y los trabajadores asumen el salario mínimo como el sueldo máximo a pagar y que se está mal interpretando el establecimiento un salario mínimo. Lo que la gente no puede mal interpretar es la situación precaria en la que sobreviven todos los días las y los trabajadores a causa de tener una política de salario mínimo y no una política de salario digno.

Variadas opiniones hemos observado desde el 30 de diciembre de 2015, cuando el ex presidente Alejandro Maldonado, siguiendo la línea de mando establecida por la oligarquía de este país, hizo el esperado aumento salarial, un tímido y ridículo aumento, considerando que es el porcentaje de incremento más bajo desde el año 2006, cuando en el gobierno de Óscar Berger aumentó los salarios mínimos en un 10% (Berger no aumentó los salarios mínimos para los años 2004 y 2005). En 2008 el gobierno de Colom (2008-2012) unificó los salarios mínimos del campo y la ciudad, y decretó un salario mínimo más bajo para las actividades de maquila y exportación; los porcentajes de incremento durante su gobierno oscilaron entre 5.13% y 14.88%. Pérez Molina decretó incrementos del 5% durante su gobierno. Tomando en cuenta las declaraciones que hizo el INE acerca del costo actual que tiene la canasta básica alimentaria Q.3,540.60 y la canasta básica vital Q.6,460.95, y comparándolo con el salario mínimo actual, el cual se establece de la siguiente manera: para trabajadores agrícolas y no agrícolas es de Q.2,747.00 mensuales (4% de aumento) mientras que para empleados del sector exportador y de maquila Q.2,534.15 mensuales (3.5 %), vemos que el monto no alcanza para satisfacer las necesidades mínimas de una familia trabajadora. Entre las opiniones encontramos desde las que se basan en la defensa de los derechos humanos y laborales hasta las mesiánicas conservadoras ignorantes, en donde aducen que hay que darle gracias a Dios por tener trabajo en medio de un país con altos índices de desempleo; estas son las que le sirven al empresariado para justificar los bajos salarios y aún más, tener el segundo salario mínimo más bajo en Centroamérica.

Además el desacierto de plantear salarios mínimos diferenciados, que en ningún momento se pueden plantear con la interrogante ¿oportunidad? No en países con los índices de pobreza que Guatemala tiene, no en países en donde los más ricos y los que ostentan el poder económico son quienes deciden cuanto pagar, teniendo como un objetivo la concentración de la riqueza en sus manos. Claro no desde mi ideología, no desde mi experiencia de vida como madre soltera, no desde mi experiencia de vida como asalariada algunas veces y desempleada otras, no desde mi contexto de vida como pobladora de un asentamiento humano, en donde la pobreza, la miseria, la violencia, y el hambre es lo que se observa todos los días; sí desde ellos, desde la oligarquía, a ellos sí que les conviene implantar en el imaginario colectivo que es una oportunidad para abrir nuevas oportunidades de empleos.

La miseria en la que vive sumido el 70% de la población en Guatemala tiene que ver con muchos factores, baja inversión en educación, baja inversión en salud pública, desempleo y ahora la práctica neoliberal de salarios míninos y salarios mínimos diferenciados que se está extendiendo y no dudemos que continúen insistiendo en esta práctica del capitalismo, aunque la Corte de Constitucionalidad el 8 de septiembre del 2015, ya había dictado sentencia de inconstitucionalidad al intento de Otto Pérez Molina de implantar salarios diferenciados los municipios de Masagua, Escuintla; Guastatoya y San Agustín Acasaguastlán, El Progreso; y Estanzuela, Zacapa.

Lo que si queda claro ahora es que en este sistema capitalista y patriarcal, no vamos a tener salarios justos, porque no se puede pedir salarios justos en un sistema que no es justo, en un sistema en donde prevalece el dinero y no la dignidad de las personas. No se puede tener una vida plena dentro del capitalismo, y debemos retomar la historia, retomar las paredes, retomar nuestras voces en todos los espacios para describir lo que como mujeres y hombres diversos estamos viviendo y retomar la lucha obrera, campesina, indígena, estudiantil, de las mujeres, de los jóvenes, entre muchas otras, reconociendo nuestra identidad de clase, la apuesta es el socialismo para retomar el camino al comunismo, el cual es un sistema heterogéneo, respetuoso de la diversidad, que busca eliminar las injusticias y brindar condiciones de vida en dignidad.

Por lo pronto se hace urgente que las diferentes centrales sindicales se planteen seriamente una lucha unitaria por el incremento del salario mínimo, para que se conviertan en salarios dignos.

Hemeroteca

Archivo