Por María Armas

Ser feminista en un país conservador, religioso, de doble moral, en el cual la identificación social respecto al feminismo la tienen organizaciones y colectivas de mujeres privilegiadas de clase burguesa o media alta no es y no puede ser fácil. Esto es así porque las demandas, necesidades y vivencias de nosotras como mujeres proletarias o excluidas del sistema económico, y en el caso del pueblo mestizo hasta cultural, no son las mismas de quienes tienen garantizadas sus necesidades básicas y se encuentran en la búsqueda la autorrealización. Pero el feminismo proporciona las ideas que orientan la búsqueda de un mundo en el que seamos socialmente iguales en oportunidades, sin roles establecidos que nos obligan y condicionan a vidas mecanizadas ya creadas, para engordar las arcas de los empresarios y oligarcas que dominan el sistema económico de este país. Solo si somos conscientes de esto, podemos buscar la organización y luchar por nuestros derechos, y esta es responsabilidad toda mujer y hombre conscientes de su realidad y necesidades, este es un acto feminista. 

El pasado 8 de marzo en la Ciudad de Guatemala se llevó a cabo la marcha en conmemoración al día Internacional de la Mujer en la cual participaron: Organizaciones sociales, Grupos de Mujeres Indígenas, Estudiantes, agrupaciones, colectivas y personas individuales; una marcha histórica e internacional que en su concepción propuso y exigió la reivindicación y derechos de la Mujer Trabajadora, conmemorándose en esta fecha para recordar la lucha de las mujeres textileras que por alzar la voz fueron heridas de bala en medio de la movilización.

Pero las marchas fueron creciendo en popularidad y más mujeres salieron a reclamar a las calles por: aquella que trabaja, es madre, estudiante, esposa o tiene que asumir todos estos roles, teniendo que hacer un doble esfuerzo para desarrollarse en la sociedad. A la mayoría de estas mujeres, sus condiciones de vida no les permiten ir a una marcha, por temor a que le descuenten el día y el séptimo, peor aún la despidan, teniendo acceso únicamente a medios de comunicación oligárquicos en Guatemala que dan cobertura a las notas que pueden prestarse al amarillismo y generan desinformación, dejando de lado la organización de las mujeres para realizar la marcha y sus demandas.

Este año la bomba fue “La Procesión de la Poderosa Vulva”, que se llevó acabo como un evento paralelo a la marcha, ya que entre las demandas del 8 de marzo está inmerso el derecho a la libertad sexual y la decisión sobre nuestros cuerpos. Sin embargo, esto no pasó desapercibido, ni para la sociedad guatemalteca ni para la iglesia, quien de manera conveniente se vio ofendida por este acto; también fue aprovechado por los diputados vinculados a grupos corruptos, al punto de promover una campaña política que tenía por objetivo la destitución del Procurador de los Derechos Humanos criminalizando su participación en la marcha. Tal parece que las burlas a la iglesia que son manifestadas en el desfile Bufo de la USAC son pasadas por alto, pero contribuir a la desacreditación social a la teoría feminista no podía pasarse por alto, atacando a un grupo de mujeres socialmente mal llamadas “feminazis”, lo que denota un desconocimiento de la historia y las propuestas de una teoría que considera mecanismos de equidad ante la desigualdad social para mujeres y hombres, prestándose a burlas, misoginia y violencia colectiva.

Ante este suceso se creó una pugna entre las “feministas” (pues estas no representan la totalidad de mujeres afines al feminismo) y la sociedad conservadora del país, pero las primeras toman actitudes defensivas, como si olvidaran que el patriarcado nos jode a todas y todos, que la deconstrucción social es tarea colectiva. Pero más aún, que el conocimiento y acceso a la información es un privilegio, por lo que si nos toca ser maestras y exponer de manera permanente lo que propone el feminismo, debe ser una tarea que se asuma como compromiso de vida, que las felicitaciones no son ofensas, representan más bien invitaciones a crear diálogos de construcción de pensamiento, para no dar pie a que mecanismos de poder sigan desvirtuando el propósito de la marcha y botando la oportunidad de aprovechar un espacio reconocido para hacer el llamado al aglutinamiento de masas entre las mujeres trabajadoras del país, los sectores excluidos y marginados, con propuestas que sean de sensibilidad para la clase trabajadora, en la búsqueda de la igualdad en la casa, en la cama, en el trabajo y en lo social.

Consideramos que el verdadero feminismo debe plantear una lucha contra la opresión capitalista, y debe edificarse sobre luchas como que haya guarderías en las maquilas, que las mujeres podamos ejercer nuestra profesión sin que ser madres sea un impedimento, que tangamos iguales salarios que los hombres, iguales oportunidades de educación, etc.

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