Por Silvia Pavón

Después de la  leve distracción audiovisual en que estaba sumido el país por las elecciones internas, los graves problemas cotidianos poco a poco vuelven a acaparar la atención pública.  Durante el período electoral observamos a las multitudes atadas a coros y retratos de sus movimientos de preferencia, presas enajenadas pendientes de las encuestas, testigos de los vergonzosos alegatos  de los candidatos involucrados que mas que prospectos presidenciables parecen participantes de algún burdo reality show falto de seriedad, una completa alegoría de la democracia. 1200 Millones de lempiras fueron invertidos en este proceso desastroso, en el que igual quedó evidenciado lo fácil que es hacer fraude a la luz pública; y al otro lado de esta misma realidad, como una sombra que abraza sin pedir permiso, la criminalidad, el narcotráfico apoderándose y enraizándose en todos los órganos de poder del estado de manera escandalosa ¡Que más se puede esperar en este punto de ingobernabilidad!

Es altamente condenable que el gobierno priorice estos financiamientos y no previera el compromiso serio del pago de salarios,  y que de la manera más fresca se reconozca ante los medios, tal como lo dijo viceministro de la Secretaria de finanzas, Carlos Borjas,  “del aguinaldo son más de 2,000 millones de lempiras, pero esos ingresos no los tenemos reservados en este momento” (tribuna 13-10-12). Esto desnuda  la incapacidad de efectuar el pago de los salarios de empleados públicos y muestra la falta de compromiso del gobierno, el cual no tiene la menor intención de cumplir con los derechos de los trabajadores. El tic tac resuena en todas las instituciones públicas, y las enfermeras, empleados del IHSS, abogados, maestros y demás han comenzado a manifestarse para que se haga efectivo el pago de sus salarios.

¿Qué queda por hacer ante este triste y calamitoso horizonte económico y social? Suena irónico el comentario que hizo la presidenta del Banco Central, María Elena Mondragón, quien dijo que no hay por qué sobresaltarse. ¿Por qué se asustan?, si “eso es lo que se había proyectado —en cuanto a devaluación— desde un principio. Y se agrega con tranquilidad (…) Esperamos que se sigan monitoreando las variables” (Diario Tiempo, 23-11-12). Como si estar consientes de las variables nos libra un poco de la precariedad. El déficit fiscal en que se ha sumido el Estado es incomparable al de años atrás y qué respuestas da el señor presidente con su conocida retorica demagógica “que como las elecciones ya pasaron toca trabajar para poder hacer frente a los retos económicos en que Honduras se encuentra con la aprobación de importantes leyes, y ésta no afectará a los pobres sino a los empresarios” (La Tribuna 27-11-12).

Son 205,982 los empleados de la administración pública que están a la espera de pago a nivel nacional, entre los que se incluye a unos 60 mil profesores. La tabla de salvación para cubrir estos pagos será un fideicomiso y se supone que con esta medida se pretende poner fin a las constantes tomas de instituciones y protestas de trabajadores por el incumplimiento en el pago de salarios y otros beneficios que gozan los empleados de gobierno. En una declaración hecha en el diario El Heraldo, el presidente Porfirio Lobo Sosa afirmó que el gobierno planea quitar la responsabilidad de pago a la Secretaría de Finanzas y trasladarla a la banca privada a través de la constitución de un fideicomiso que garantice la cancelación de salarios en tiempo y forma (diario El Heraldo 29/11/12).

En este momento de urgencias en el que es cuestión de tiempo que se declare un Estado fallido, es preciso endurecer la lucha. Por la mala administración de las arcas del Estado, por haber aumentado el número de burócratas y mantener puntuales sus onerosos salarios y ese sin fin de paracaídas parasitarios, el Estado está en crisis. Debemos hacer saber al gobierno que no se vive de promesas, que no se puede sostener el diálogo cuando hay hambre. El gobierno no ve otra manera de obtener dinero más que pidiendo préstamos, tapar un hueco y abrir otro que con el tiempo se vuelven profundos abismos. Debemos impedir este paso acelerado a la mendicidad. Debemos exigir sin tregua que se  eliminen las partidas confidenciales y sueldos vitalicios. El camino consiste en encauzar nuestros intereses en una lucha unitaria y retomar esa fuerza que las organizaciones populares tenían antes de que Manuel Zelaya y los dirigentes oportunistas priorizaran la vía electorera.