Por Leoh Santiago Caballeros.

Desde que el capitalismo se instauró como sistema social de producción, los trabajadores han construido organizaciones para defender sus derechos; por todo el mundo los trabajadores han aunado esfuerzos para combatir la sobreexplotación. Así nacen los sindicatos y gremios; de éstos han surgido grandes figuras que han defendido a los explotados y han apostado su vida por un cambio radical. Desgraciadamente, otros han pasado por organizaciones sindicales y gremiales, y con el paso del tiempo han sido asimilados por el sistema, pasan de ser luchadores para convertirse en grandes defensores del status quo, y al final el sistema los transforma en lo que tanto criticaron. Lo que pasa hoy en UNAH nos invita a reflexionar al respecto, más aún cuando en la misma los otrora grandes dirigentes magisteriales y sindicales pasaron de las luchas gremiales a ser los grandes represores de los trabajadores y estudiantes.

Un poco de historia

El 13 de Mayo de 1997 el periódico El Día le dedicó su titular a la hoy rectora Julieta Castellanos; en éste, ella anunciaba el paro de labores que haría la ADUNAH. La entonces dirigente, líder de los catedráticos universitarios en aquel entonces, Julieta Castellanos, manejaba un discurso que en estos días le costaría el trabajo, o la expulsión. Veamos que decía: “ayer en la cita de negociación del décimo contrato colectivo la parte patronal no presentó ninguna mejora a la oferta salarial planteada desde febrero, los catedráticos no tienen otra alternativa que recurrir a la suspensión de labores.” (El Día 13/05/1997).

En la misma entrevista, la entonces combativa Julieta Castellanos llama a los estudiantes a hacer aquello por lo que hoy condena a la nueva generación de dirigentes: “la presidenta de los docentes llamó a los dirigentes de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH), a buscar también una solución a esa problemática ya que el paro de labores pone en precario el período actual y el que está por iniciar” (Ídem). Los medios de comunicación jugaron un rol preponderante, defendiendo el poder instituido; el 19 de mayo las portadas de los periódicos denunciaban el costo monetario de la lucha de la ADUNAH, 3 millones de lempiras, indudablemente Castellanos aprendió muy bien su lección.

No solo la rectora de la UNAH ha tenido un papel “deshonroso”. El Vicerrector de Asuntos Estudiantiles Áyax Irías, que hoy se encarga de difamar las protestas estudiantiles y apoya a la rectora criminalizando a los estudiantes, fue dirigente sindical del SITRAUNAH. Y qué decir de la autoritaria Jacinta Ruiz, encargada de aplicar las medidas de ajustes a los trabajadores y docentes, algo impensable cuando perteneció a la junta directiva del SITRAUNAH. Sin duda, la lista de ex dirigentes gremiales y sindicales vinculados a la rectoría es larga, pero un caso en el que debemos detenernos es en la asociación de estos viejos dirigentes con Roger Aguilar Flores, jefe de seguridad en la UNAH, encargado de perseguir y acosar a los dirigentes estudiantiles, levantar perfiles de los mismos. De este personaje se ha especulado que tiene un origen oscuro, y que perteneció a los órganos de represión, concretamente del famoso batallón 3-16, encargado de desaparecer y torturar personas luchadoras.

Hoy los represores

Esta generación dejó las aulas y ahora están dirigiendo la educación superior en la UNAH; sin duda, han planteado cambios importantes, que se han logrado destruyendo a quienes se les han opuesto, incluyendo al sindicato al que en otros tiempos Áyax Irías y Jacinta Ruiz asesoraron, y dejando sin aumento salarial a los docentes que Julieta Castellanos decía defender hace más de 15 años. Qué ironía, la gestión de Julieta Castellanos tiene más de 5 años sin aumentar el salario a los catedráticos.

No permiten cuestionamientos, se han abrogado el derecho a elegir a los representantes estudiantiles y han criminalizado cualquier intento de oposición. La última gran hazaña fue entrar y saquear la sede del Movimiento Amplio Universitario (MAU); sin ninguna orden o garantía constitucional, robaron el equipo de sonido e información del movimiento. El saqueo se hizo simple y sencillamente para hacer politiquería e intentar intimidar a los compañeros, el gran hallazgo lo relata la rectora: “Los banners que se encontraron en la sede del MAU se habían colocado para difundir el artículo 157 de la Ley Orgánica de la UNAH, el cual indica que ‘el uso de los recintos universitarios deberá apegarse estrictamente al desarrollo de actividades académicas, científicas, tecnológicas, culturales, artísticas o deportivas’” (La Tribuna 19/08/15).

El poder les corroyó el cerebro. Ahora estas “autoridades” se dan el lujo de ser agentes policías e investigan a los estudiantes fuera de ciudad universitaria. Julieta Castellanos en una pobre y panfletaria caracterización de Sherlock Holmes declararía: "El día de ayer este estudiante estaba por el Inter (hotel) y andaba con su rostro cubierto y en un arranque que tuvo frente a una autoridad, se descubrió el rostro y fue identificado" (El Heraldo15/08/15).

Sin duda ellos son un ejemplo de cómo se puede destruir una generación apuntalada por el neoliberalismo y los privilegios del poder. El ridículo ha llegado al absurdo de que la bebida oficial que nos imponen dentro de la casa magna es la Coca Cola. Todo esto nos debe llamar a la reflexión, sobre todo para que esta nueva generación de dirigentes estudiantiles sepa entender los cambios que nos trae el capitalismo, comprendiendo que nuestra defensa no solo es la formación política y teórica, sino que debemos construir organizaciones políticas sólidas que nos pongan los pies sobre la tierra, haciéndonos entender que nuestra lucha va más allá del simple gremialismo, que pasa por destruir las estructuras de expoliación para construir una sociedad mejor. Es nuestro deber hacer comprender, como decía Salvador Allende, que el “ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica”

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