Por Horacio Villegas y Mateo Raudales

Previo a la realización del congreso de estudiantes, varias de las decisiones tomadas por los supuestos dirigentes del MEU provocaron malestar en la colectividad de estudiantes universitarios: el hecho de haber sido financiados en gran parte por las autoridades de la institución, también por la actitud acrítica y cerrada de parte de la cúpula del movimiento, de amenazar a las demás organizaciones de estudiantes independientes para que no mostraran ningún tipo de volante alusivo al cuestionamiento directo sobre el congreso, o propuestas para establecer discusiones sobre temas de importancia nacional.

El 19 de abril se llevó a cabo la inauguración del congreso de estudiantes con la expectativa de abarrotar los espacios y conseguir el ingreso de la mayoría de los compañeros que en algún momento se sentían identificados con el MEU. La fuerza de los hechos no se hizo esperar: hubo minoría de gente en este caricaturesco espacio. Parece pues, que cuando se allanan los límites de la crítica y se dejan sentar sospechas por la vulneración de la autonomía de los estudiantes –debido a la intromisión de las autoridades–, un tremendo rechazo se presenta sin más.

El fracaso de este congreso no reside tanto en estas situaciones mencionadas, tiene que ver más con el apaciguamiento de las movilizaciones, la falta de reformular los alcances políticos y académicos del movimiento, el hecho de que una minoría de supuestos dirigentes sean los depositarios y dueños de las discusiones, y no tener claro el horizonte de largo alcance dentro del espacio universitario y el país. De todo esto deviene el poco impacto que tiene la existencia del MEU, y las negativas que se presentan a la hora de las convocatorias a cualquier actividad.

La tragicomedia dentro del congreso de estudiantes

Varias actividades fueron realizadas en la inauguración del congreso estudiantil, hubo una excelente participación de artistas afines a las luchas sociales, y también se invitó a académicos que por su experiencia combativa en el siglo pasado, resultarían ser grandes conversadores de nuestro tiempo actual. La tragedia se mostró inmediatamente: un congreso anunciado con bombos y platillos, que estuvo planeado para miles de estudiantes, supuso una inevitable tragedia porque se perdió el vínculo de los tantos compañeros universitarios con el movimiento estudiantil. Estamos en un tiempo de reflujo, estancados por haber hecho patente la subordinación del movimiento hacia las autoridades, y también por no perseguir reclamos que ya rocen el acomodamiento de los gobiernos corruptos como el de Juan Orlando.

La comedia no pudo ser otra que el hecho de levantarse en son de triunfo en pleno congreso y elevar los cánticos que otrora se hicieran en el ardor de la protesta, dentro y fuera de la institución, pero siempre a expensas del visto bueno de las autoridades; pero ahora fueron expuestos en un espacio cedido por rectoría y sus vasallos. El movimiento estudiantil nació en el agite, en los momentos duros y de golpes fuertes dados a la mayoría de la estudiantada, y no es posible replicar con consignas en un espacio dado por los que dieron orden de desalojo y represión a los compañeros; y no es rehuirle a la academia, como muchos dicen, solamente es hacerle justicia a los espacios construidos en la lucha.

¿Teoría o fantasmagoría?

“Sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario” decía Lenin hace ya un siglo, hoy se presenta en un estado de abuso el enunciar una teoría que pueda acomodarse a las luchas sociales; lo cierto es que dentro de los programas reformistas y no revolucionarios cuaja una sobre elaboración teórica que pierde de vista los momentos fundacionales y de recorridos de un movimiento. En la teoría expuesta en los planteamientos metodológicos del congreso de estudiantes primó la sobreestimación teórica por encima de la comprensión de etapas concretas del movimiento estudiantil. Por estar ilusionados al creer que somos los primeros que darán rumbo a la universidad, perdimos de vista la condición real de la estudiantada. Y al parecer poco les interesa integrarse a las actividades del movimiento universitario, pues mientras los supuestos dirigentes del MEU intentan “destruir la modernidad”, la mayoría de estudiantes no se inmuta por esta nebulosa noticia.

Los primeros pasos a ser absorbidos por la institución

La supuesta dirigencia del MEU entiende a las asociaciones de estudiantes como engendros que parangonan la fútil labor de las autoridades universitarias. Las asociaciones son algo más que el efecto de leyes o reglamentos, o simplemente el retrato de la estructura parasitaria de la universidad, podrían ser el núcleo del cuestionamiento permanente de la frágil habilidad de la institución universitaria, que no arrebata la palabra en el debate público a los políticos tradicionales, quienes se mofan y aprovechan de la desgracia social.

Un movimiento universitario integrado por asociaciones, no debe suponerse como una extensión más de la burocracia universitaria, por lo que se torna importante dar por sentada su autonomía de cualquier intento de la administración por captarle, sino estaríamos frente a un club de burócratas que se alimentan de las nuevas luchas estudiantiles, amén de todos los frentes universitarios. En este sentido, el congreso estudiantil podría ser el acto de conciliación del movimiento universitario y las autoridades, quienes pueden aprovechar el reflujo actual y la falta de claridad de la supuesta dirigencia, para coronar su sórdida alineación.

Se perdió una valiosa organización

La plataforma de los movimientos sociales acompañó al movimiento universitario en muchas de sus actividades, lo que demostró que en sus inicios el MEU tuvo el respaldo de organizaciones de peso que tienen ya un largo recorrido en las luchas sociales, por ejemplo, la de los pueblos originarios que luchan por el resguardo de los recursos de la naturaleza y sus territorios (Copinh y Ofraneh, entre otras). Tal parece que la esperada actitud dócil y conciliadora de los supuestos dirigentes del MEU se dejó ver un día antes del congreso de estudiantes: uno de ellos dio a conocer su repugnante conversación con Marlon Escoto, y esto pareció ser la gota que derramó el vaso.

De fondo este desencuentro de la plataforma de movimientos sociales con el MEU quizá responda a la corta visión de los supuestos dirigentes del movimiento que cerraron espacio a la crítica, y financiaron su congreso con presupuesto de la universidad, si bien salió de nuestros bolsillos el dinero, el solo hecho de su aprobación compromete a favores posteriores con las autoridades. Se perdió una valiosa organización, pues el liderazgo de los movimientos sociales, al plantearse luchas con valor antigubernamental, ofrecen cátedras de resistencia prolongada de los sectores populares hacia las políticas represivas del Estado, manejado por gobiernos de corte conservador como el actual.

¿Epitafio de tragedia anunciada o sobre el movimiento estudiantil hoy?

El momento de reflujo del movimiento estudiantil se ha evidenciado en el proceso de inmovilización que a partir de la firma del acuerdo (28 de julio 2016) ha caracterizado la política de la mayoría de las organizaciones estudiantiles, tanto las asociaciones como movimientos independientes; supeditando las discusiones, posturas y acciones a una cúpula de dirigentes, que no han dejado de “dirigir” una constante de episodios de fracaso y retroceso: desde el consenso del reglamento electoral estudiantil que terminó desgastando discusiones con la vieja guardia de los frentes y, por lo tanto, orientados por su lógica; pasando por la extensión de las políticas de las asociaciones a una comidilla jurídica sin horizontes ni proyectos de largo plazo; hasta el ya mencionado financiamiento y acreditación de las autoridades a un Congreso Estudiantil que no hizo sino despilfarrar el dinero que la UNAH, mientras nuestros catapultados y muy entusiastas “burócratas estudiantiles” disfrutaban de gafetes, mochilas, comidas, escenarios y otras parafernalias fundadas en un agotamiento político del MEU, toma del trabajo de un pueblo que diariamente muere por las garras de la delincuencia, la pobreza y la violencia de un Estado militar.

Este momento de reflujo ha pasado de la comedia, la tragedia, a una irremediable burla de la organización que permitió una articulación acumulada de procesos desde el 2009, con la experiencia “popular” de formación desde el Golpe de Estado. A unas horas después del tan alabado Congreso, los estudiantes debatían todavía qué o quiénes eran los culpables de la falta de políticas, vida orgánica y, en un todo, porqué después de un evento que intentó replantear un proyecto político-académico de la UNAH (bajo la muy profanada fraseología: la “academia al servicio del pueblo”) en las estructuras y bajo los límites de la institución que suponen replantear, no pudo sino exponer a la comunidad nacional e internacional el desencuentro de una política estudiantil con más marketing que política, sin objetivos, planes estratégicos o una cohesión estudiantil a través de un trabajo de base.

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