Por Carlos A. Abarca Vásquez

I. INTRODUCCIÓN

En 1939 el dirigente obrero Rodolfo Guzmán esbozó tres períodos del movimiento sindical. Primero, el desplazamiento de los dirigentes ligados con el reformismo y  surgimiento de los cuadros comunistas. Segundo, el cambio de criterio y orientación de las clases gobernantes sobre las causas de la combatividad de la clase obrera; los comienzos de la legislación social y el crecimiento de los sindicatos en la sociedad. Tercero, el sindicalismo comienza a adquirir un papel activo en la vida nacional, ligado al desarrollo de la economía y la política. El cuarto momento debía culminar en la creación de una confederación obrera. (Trabajo 13-5-1939: 5-6).

Esta construcción exalta la ideología de los dirigentes y obreros sindicalizados, el cambio de actitud en   los gobernantes acerca del conflicto obrero patronal en tanto dato objetivo de las relaciones sociales y en consecuencia, sus apelaciones al Derecho, a  medidas de control social y a la búsqueda de consenso ciudadano. Por último, la relación entre sindicalismo, desarrollo económico y las formas de ejercer el poder. Según esta percepción para comprender el significado social e histórico del sindicalismo no basta con conocer sus fines, objetivos, funciones y estructura. Es necesario, además, insertarlo en la dinámica de los conflictos sociales, la dominación ideológica y el ejercicio democrático burgués del poder estatal.  

El dirigente del Sindicato Nacional de Zapateros no hace cronología del movimiento. Los estudios del historiador Vladimir de la Cruz, permiten afirmar que la primera fase coincide con el decenio 1913-1923, años de actividad de la Confederación General de Trabajadores y su disolución para fundar el Partido Reformista que lideró el exsacerdote Jorge Volio. 

El segundo período se ubica entre 1923 y 1933. El 9 de abril de 1923 varios sindicatos y un sector de la CGT que no siguieron al Partido Reformista, se agruparon en una Federación Obrera, editaron el boletín La Lucha e impulsaron una nueva Confederación Obrera. Entre 1927 y 1928 los trabajadores asalariados declararon varias huelgas, nacieron 15 sindicatos y hubo 10 conflictos de tierras. (De la Cruz, 1981:222). Al año siguiente el capitalismo entró en una profunda depresión y en esa coyuntura se formó otro frente sindical: La Unión General de Trabajadores. Entre 1931 y 1933 esta agrupación se sumó a la CGT y a la Sociedad de Ebanistas y Carpinteros -creada en 1919- y le dieron forma y contenido al proceso de sindicalización que surgió como respuesta a los abusos de los patronos, el  desempleo, la contracción salarial, el alza en el costo de vida y la devaluación monetaria, derivadas de la crisis económica.

El tercer período remite a los años 1934-1943 y se puede ampliar como objeto de observación y análisis hasta la Guerra civil del 48 para incluir la fundación, auge y disolución de la Confederación de Trabajadores de Costa Rica, CTCR, con los siguientes objetivos.     

1) Relacionar la protesta laboral y otros conflictos entre trabajadores y patronos, con la continuidad de las luchas sindicales y el crecimiento de este tipo de organizaciones de obreros ligados con el Partido Comunista entre 1934 y 1943.

2) Comprender la constitución y el funcionamiento de la CTCR en el contexto de las alianzas políticas ante la crisis del Estado liberal que culminó en la reforma constitucional y la adopción de un Estado de derechos y garantías sociales.

3) Conocer acontecimientos de la historia del movimiento obrero internacional y de la historia del Partido Comunista que influyeron en el nacimiento y los primeros años de actividad de la CTCR, hasta la Guerra Civil de 1948.

II.   CONTEXTO PRODUCTIVO Y ORGANIZACIÓN SINDICAL

Entre 1890 y 1940 la economía nacional quedó delimitada en los cultivos de exportación localizados en el Valle Central, el Atlántico, Guanacaste y el Pacífico Sur. Los trabajadores, empresarios y comerciantes de café dinamizaron las estadísticas del crecimiento, pues el enclave bananero casi no favoreció la acumulación interna de capital, ni la distribución de riqueza. Ambos cultivos resintieron la contracción de la producción, comercio e inversiones a raíz de la Primera Guerra Mundial y la depresión de 1929-1933.       

Esa coyuntura afectó en menor grado la producción de cacao; no así al ciclo agrícola e industrial del azúcar y destilación de licores. La producción de fibras y caucho se activó con las guerras mundiales. La ganadería transitó del engorde, a la empresa de cría y pasteurización de leche y el comercio de grasas y cueros. La explotación de  bosques y canteras fluviales complementó la extracción e industria maderera y de construcción urbana. La crisis del 29 paralizó la minería de plata y oro. Desde 1936 una amplia red de caminos lastrados y una faja más angosta de carreteras asfaltadas transitadas por unos pocos camiones y vehículos, delinearon la ruta del comercio y consumo de importaciones, provenientes ahora del mercado norteamericano.

Casi todo el territorio era área de bosques, montañas o baldíos denunciados como propiedad privada, pero aún sin cultivar. La población, con tasas ascendentes, siguió  arraigada al Valle Central. En 1896 culminó una fase de regalías de tierras ganaderas, bananeras, auríferas y forestales que consolidaron la tenencia latifundista. Entre 1909 y 1934 la presión sobre las tierras cafetaleras y las crisis alimentarias justificaron el reparto de tierras a las municipalidades y las leyes de cabezas de familia. Pero en 1939 se reglamentó la apropiación de baldíos y al calor de la Segunda Guerra se generó una ola de migraciones de campesinos al interior del país que hizo aflorar la ocupación ilegal de parcelas y fundos bajo la forma de tenencia precarista de la tierra. El proceso gestó la Unión Campesina de Lucha por Tierras y Créditos, creada en 1942 y al año siguiente “la Ley de Parásitos” para legalizar las ocupaciones de hecho.

A comienzos del siglo XX se acentuó la transición de la artesanía a la manufactura. También el paso de la vida aldeana al ajetreo y “la aglomeración” citadina. En 1907 operaban 46 empresas que requerían 744 obreros productores de bienes de consumo no duradero, alimentos y artículos de uso doméstico. En 1927 la población censal ocupada era 150.000. El sector absorbía el 14% de la ocupación y los asalariados representaron del 40% al 72% entre 1927 y 1950. La ley de protección industrial de 1940 exoneró de impuestos la importación de materias primas y bienes de capital. Ese año había 1112 industrias, el 43% para producir alimentos y bebidas. En 1943 se fundó la Cámara de Industrias con 370 empresarios afiliados y el ramo ocupó el 8.5% del PIB entre 1946 y 1950.                  

Las inversiones del Estado priorizaron la enseñanza primaria, saneamiento de ciudades, organización del espacio urbano, regulación policial del orden público y más atención a las demandas de pobladores del Valle Central que a las necesidades de los habitantes del campo. Los puntos de fricción entre el interés público y los afanes de lucro privado tuvieron matices álgidos en los campos de la explotación hidráulica, dominio de las aguas, contratos eléctricos, los convenios bananeros en el Pacífico, transporte ferroviario y explotación minera. Desde 1928 la Liga Cívica Juan Rafael Mora izó otra bandera de soberanía y dignidad nacional con la noción de  antiimperialismo. (Abarca et al. 2009: 107-121).

En ese entramado, el legado histórico de disidencia política y lucha social recreó la tesitura del movimiento obrero y popular. Entre 1934 y 1947 los obreros de empresas  manufacturas y agrícolas y trabajadores del Estado realizaron 72 huelgas, el 69.4% hasta 1943. En 1934 se presentó la mayor densidad de conflictos debido a las huelgas de los zapateros. Diez protestas ocurrieron en la agricultura del café, caña, banano y la minería; ocho en transporte y servicios del Estado; 2 en el comercio de carnes y 50 en talleres y empresas de manufacturas. De éstas 34 ocurrieron en zapaterías, 6 en panaderías, 4 en tipografías  y 2 en fábricas textiles. Las restantes en labores como ebanistería, electricidad, marineros, metalúrgicos, cremación, bebidas y alimentos, y en San José hubo una huelga comunal de no pago de tarifas de agua  El 1 de mayo de 1937 varias organizaciones firmaron un pliego de 22 demandas sobre las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores que fue presentado a la Asamblea Legislativa. (Trabajo. Varios números. 1934-1947)

Esas protestas no siempre fueron propiciadas y dirigidas, previa organización sindical. Conjugaron diversas experiencias de lucha comandadas por asociaciones, uniones y coaliciones de trabajadores; aunque en 1930 existía un número respetable de sindicatos, tres federaciones y una confederación. De manera que el impacto de la crisis económica en los salarios, ocupación, escasez y alza en el costo de la vida no cayó en un ambiente social de pasividad, ni de incapacidad de los trabajadores para responder a las condiciones de explotación, agravadas por la depresión económica y la  crisis de la Segunda Guerra Mundial.   

Asimismo, la conciencia de clase y de identidad social de los asalariados obreros, artesanos y empleados, contrapuesta a la situación de los patronos y de las clases adineradas, se cultivaba con intensidad desde 1890. Periódicos liberales, anarquistas, católicos, hojas y boletines gremiales y sindicales, bibliotecas privadas y públicas, textos de Derecho y literatura para la enseñanza en los liceos retroalimentaban nuevas visiones de sociedad. Se divulgaba sin mucha censura las proposiciones generales de las doctrinas de la Iglesia Católica, el anarquismo, el socialismo, el reformismo liberal y el comunismo; éste último en las experiencias de los partidos de Europa, México, Centroamérica y  América Latina. Ante todo, acerca del antiimperialismo; en la versión de repudio a las invasiones de las tropas norteamericanas y su apoyo a sangrientas dictaduras o contra las inversiones en ferrocarriles, electricidad, muelles, minería y plantaciones, las cuales constreñían el mercado interno.  

Hasta 1943 la constitución de organizaciones sociales y laborales tenía sustento en el Código Civil.  Pero los sindicatos defendían el salario mínimo, las condiciones de trabajo, el respeto a la dignidad y buen trato en el empleo, la resistencia a la cesantía forzosa, y la libertad de asociación y de crítica a la dominación ideológica y al régimen político. El movimiento irrumpió ascendente desde 1920 y recibió influencia ideológica marxista desde instancias como el Grupo Germinal, la Asociación Revolucionaria de Cultura Obrera, el Bloque de Obreros, Campesinos e Intelectuales, creado en 1929, la Liga Cívica “Juan Rafael Mora”, las lecciones de la Universidad Popular y la agitación del Partido Comunista, fundado el 6 de junio de 1931. La organización sindical que realizaban sus militantes y dirigentes la divulgó el semanario Trabajo desde 1931 con marcado acento de beligerancia y confrontación de clases, hasta 1941.    

Según ese periódico entre 1934 y 1947 se crearon 128 organizaciones, el 69% después de 1943. Estuvieron activos 106 sindicatos, 3 uniones, 5 asociaciones, 4 federaciones, 5 secciones del Comité de Enlace Sindical y 5 secciones de la Unión Campesina de Lucha por Tierra y Crédito. De 114 organismos de base 39 sindicatos se ubican en la manufactura, 25 en agricultura, 3 en minería, 5 en plantaciones bananeras, 5 en plantas eléctricas, 10 en construcción y afines, 5 en explotación y aserrío de maderas, 7 en labores ferroviarias y transporte marítimo, 6 en comercio, 3 en oficios varios y 6 en instituciones estatales.       

La efervescencia social influyó en la percepción, actitudes y leyes específicas que emitieron los gobiernos liberales. Hasta 1943 las relaciones de trabajo se definían como contratos de servicios, según los Art. 1169 al 1174 del Código Civil. Las leyes laborales surgieron de manera dispersa entre 1900 y 1920 y algunas sugieren resabios de relaciones señoriales. Por ejemplo, la Ley No. 81 del 20 de agosto de 1902 penaba las deudas por trabajo y el patrono podía retener hasta un 1/3 del jornal; había multas y arrestos por no prestación de servicios y los días de incapacidad se pagaban con deudas. La Ley No. 61 del 12 de agosto de 1912 estableció el salario en dinero pues se usaba el sistema de vales y cupones. La Ley No. 51 del 28 de octubre de 1922 autorizó al Poder Ejecutivo para reclutar trabajadores fuera del país y previó la repatriación forzosa por razones socioculturales o políticas.   

Tales condiciones de trabajo fueron cambiando desde la constitución de la OIT en 1919. En Costa Rica, la huelga de 1920 conquistó la jornada de 8 horas en talleres, fincas y empresas según la  Ley No. 100 del 9 de diciembre; no así en el comercio, que dejó la jornada en 10 horas. La Ley No. 51 del 24 de febrero de 1924 prohibió el empleo de mujeres y niños en sitios insalubres y en el manejo de máquinas. El Art. 74 obligó al patrono a tener médicos o pagar hospital a los obreros. En 1925 el Partido Reformista logró la Ley de Accidentes de Trabajo No. 53 del 31 de enero. Pero excluyó al servicio doméstico, agricultura, ganadería, transporte y las empresas agroindustriales que contrataban menos de 5 obreros o que no usaban maquinaria.

La  creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social por Ley No. 33 del 2 de julio de 1928 acentuó la mediación del Estado en materia ocupacional e higiene laboral. En 1929 la jornada de 8 horas se extendió a otros oficios. La norma No. 14 del 22 de noviembre de 1933 creó el Consejo Obrero Patronal para fijar los salarios; estableció el jornal mínimo en 1 colón y creó la Oficina Técnica de Trabajo encargada de arbitrar los conflictos laborales. En 1934 se crearon Comisiones Cantonales de Salarios, presididas por los Jefes Políticos. La Ley No. 157 del 21 de agosto de 1935 fijó en 0.25 por hora el salario en fincas de café, azúcar y tabaco, y 0.50 en labores bananeras. (Avilés, 1973: 51-69).   

En síntesis, en la década 1929-1939 se fue forjando otra realidad económica y aspiraciones subjetivas en la clase trabajadora, no sólo para desarrollar el movimiento obrero y popular, sino también para legitimar la fundación del Partido Comunista. Las funciones ideológicas, de agitación social y control político, parlamentario y municipal que desplegaron los dirigentes comunistas, estimularon las protestas reivindicativas de obreros, campesinos e intelectuales. Esta vez, en bastante sincronía con la crisis del régimen liberal incubada en el advenimiento del totalitarismo nazi, fascista y falangista, y el comienzo de La Segunda Guerra Mundial.     

III. LA CONFEDERACIÓN DE TRABAJADORES DE COSTA RICA

La huelga general de zapateros de 1934, más que la huelga bananera de ese año, generó un proceso de organización y aglutinación de los sindicatos manufactureros y agrícolas. Entre 1935 y 1939 los sindicatos del calzado fueron el frente laboral más combativo para que los patronos aceptaran las leyes de salario mínimo, la libertad de organización, los comités de empresa y el saneamiento de talleres y fábricas. Entre julio y octubre de 1939 celebraron tres Conferencias Nacionales. Fundaron el Sindicato Nacional de Zapateros y un Comité Nacional para impulsar una Federación Obrera. Reactivaron un Comité de Enlace Sindical (CNE) creado en 1938 y convocaron al Congreso Obrero Nacional que se celebró del 1 al 4 de noviembre  de 1942. (Abarca, 2012. En http://www.monografias.com/trabajos94/)

El CES creado en abril de 1941 lo integraron Rodolfo Guzmán, Secretario General, por el SNTC; José Gutiérrez, finanzas, por los trabadores de la Harina; Miguel A. Guevara, Actas, del Sindicato de Artes Gráficas y Francisco Brizuela, Fiscal, por la Asociación de Empleados Eléctricos. El Comité se propuso unir y coordinar las luchas en el nivel nacional. Hacer efectiva la solidaridad de los sindicatos entre sí y con los actos de apoyo al gobierno o a particulares que obliguen al respaldo del movimiento obrero. Intensificar la organización sindical. Crear la Confederación de Trabajadores de Costa Rica (CTCR) (Trabajo 23-5-1941: 4). Entre enero y octubre de 1942 se integraron las secciones de los CES en Puntarenas, Limón, Heredia, Alajuela y Cartago. Convocaron a dos conferencias provinciales con asistencia de 63 organismos y a dos asambleas nacionales, previo el congreso que creó la Confederación, en setiembre de 1943. Los CES no desaparecieron con la fundación de la CTCR.

El Congreso sesionó en el Estadio Mendoza con delegados de 96 sindicatos y federaciones que tenían 3.000 afiliados. Vicente Lombardo Toledano (1894-1968) vino al país en noviembre de 1942 y presidio la inauguración. En otro discurso, Rodolfo Guzmán estimó el evento, “un paso hacia la unidad de la clase trabajadora” y la Confederación, “una instancia para defender la democracia con contenido económico y la política social del Dr. Calderón Guardia”. Nombraron Presidente Honorario al Dr. Calderón Guardia. Acordaron enviar un saludo a Winston Churchill, José Stalin y Teodoro Roosevelt. Dar un voto de simpatía al Arzobispo Sanabria. Pedir relaciones diplomáticas con La URSS. (Trabajo 18-9-1943: 1-2 y 9-10-1943:1-4)  

Esos acuerdos denotan la orientación ideológica, sindical y de política internacional y electoral que entonces propiciaba el Partido Comunista al cabo de siete años de adhesión a la Tercera Internacional, durante el período de Stalin. El PCCR ingresó a ese organismo en 1935 y ese año el VII Congreso de la Internacional aprobó las tesis sobre la alianza de la clase obrera con el proletariado y las clases medias no comunistas, antifascistas y democráticas, conocida como los frentes populares. La solidaridad con los republicanos en la Guerra Civil Española (1936-1938) y la primera fase de la Guerra Mundial, entre 1939 y julio de 1941, fortalecieron los objetivos antifascistas y el acercamiento entre partidos y movimientos políticos, antes divorciados por la oposición a la URSS y a la ideología comunista. Pero también propiciaron el surgimiento desde 1938, del movimiento comunista inspirado y dirigido por León Trotsky (1879-1940), el cual reivindicó la tradición revolucionaria de las Internacionales Comunistas, hasta 1935.

Después de los ataques de Hitler a la URSS y a Pearl Harbour, en la mayoría de los países occidentales, las alianzas políticas democrático-burguesas derivaron, en el plano de la lucha social y nacional, hacia la colaboración de la clase obrera con los capitalistas y la tolerancia con la política imperialista de las potencias del eje antifascismo. Los partidos comunistas acogieron con gozo los acuerdos de la Carta del Atlántico del 14 de setiembre de 1941, en la cual, Roosevelt y Churchill firmaron un acuerdo de respeto a la autodeterminación de los pueblos, libre comercio y colaboración entre las naciones con los países de menor desarrollo.

Por su parte, el PCUSA dirigido por Earl Browder (1891-1973) proclamó en 1942 el fin de la era del imperialismo y el despertar mundial de la democracia. Al año siguiente, el inicio de la Conferencia de Teherán el 28 de noviembre de 1943 formalizó la alianza de Inglaterra, La URSS y Estados Unidos para enfrentar conjuntamente al totalitarismo alemán, italiano y japonés. Producto de estas coincidencias ideológicas y de las luchas internas que despertó en Costa Rica la aprobación de las Garantías Sociales, el PC se disolvió en setiembre de 1943 y surgió el Partido Vanguardia Popular (PVP) para darle forma al Bloque de la Victoria; alianza que facilitó al Partido Republicano la Presidencia del Lic. Teodoro Picado en 1944. (Cerdas y Contreras, 1988: 44-107).

El cambio ideológico y el enfoque político de unidad nacional del PCCR, permeó a la dirigencia sindical desde octubre de 1942. En la Asamblea constitutiva del Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Siquirres, representantes de las fincas bananeras San Alberto, Canadá, Esperanza, Cultivés y Las Indias aprobaron la moción de Arnoldo Ferreto, Secretario de Organización del PC y Regidor por Heredia, tendiente “a no apelar a la huelga ni a métodos que interrumpan el trabajo y la producción, dado que el cultivo de caucho y abacá es necesario para abastecer necesidades de la Segunda Guerra, en la cual se resuelve el porvenir del país” (sic). (Trabajo 3-10-1942:2). En la Conferencia Nacional de Sindicatos del 18 de octubre, 63 organizaciones acordaron renunciar a la huelga, tramitar los conflictos en la Junta de Conciliación y Arbitraje, previo dictamen de la Oficina Técnica del Trabajo creada en 1936, y centralizar la dirección en el CNSE. (Trabajo 24-10-1942:2-4).

Por ello la CTCR se abocó a organizar el trabajo burocrático, ahora como requisito contemplado en el Código laboral y privilegió la conciliación laboral. En enero de 1944 informó la apertura de una oficina para cada una de las 7 secretarías. Tramitó 27 demandas individuales de trabajo y 17 colectivas, 14 denuncias a la Inspección General de Trabajo y había pendientes 36 quejas individuales, 3 colectivas y 4 en fase de Inspección. Tenía inscritos 91 sindicatos y participaba en la Comisión Mixta de Salarios y el Consejo Nacional de la Producción.  (Trabajo 22-1-1944: 1-4 y 29 1-1944:1-4) En el primer congreso realizado los días 8 y 9 de julio estaban afiliadas a la CTCR 135 organizaciones. (Trabajo 15 julio de 1944: 2-4). Otro informe del mes de octubre, indica que envió 67 comunicados a los patronos por demandas de trabajadores, tramitó 66 denuncias ante la Inspección de Trabajo y 43 arreglos extrajudiciales con empresas. En un año habían tramitado 300 denuncias contra empresas industriales, entre ellas 90 conflictos colectivos. (Trabajo 20-1-1945:11)

La euforia por las tesis de política reformadora y los métodos conciliatorios de trabajo sindical, se vivió en los años 1944-45. En febrero de 1944 el directorio de la CTCR y los secretarios de los CES acordaron “realizar una labor conjunta con la Confederación de Trabajadores “Rerum Novarum”, brazo sindical del Partido Demócrata constituido en 1943, para “garantizar de manera efectiva el derecho de organización”. (Trabajo 11-3-1944:3). En otro ángulo, el primer Consejo Nacional de la CTCR reunido el 8 y 9 de julio, acordó defender los precios del café en el mercado norteamericano por medio de la Confederación de Trabajadores de América Latina, CTAL, creada en 1938, y editar el boletín sindical Combate. (Trabajo 8-7-1944:2)

El 2 de octubre de 1944 el congreso constitutivo de la Federación de Trabajadores de Limón (FETRAL) acordó “cooperar con todas las fuerzas progresistas de la provincia y del país, de todas las clases sociales y de todas las razas, a fin de que se resuelvan los problemas más urgentes. Procurar un acercamiento cordial y sincero entre ésta y la UFCo para que en un ambiente conciliatorio se atiendan todos los conflictos obrero patronales e igualmente con la Northern Railway Co.” Firma, Joaquín Hernández P. Secretario General. (Trabajo 7-10-1944:1).

Ese mismo mes, el Congreso Extraordinario del PVP trazó línea al movimiento obrero. El Partido “debe procurar que los conflictos entre el capital y los trabajadores se resuelvan pacíficamente, pero en un plano de justicia para los trabajadores… Los dirigentes sindicales afiliados al Partido deben encontrar la forma de entenderse cordialmente con las compañías norteamericanas y los capitalistas nacionales… en vista de la nueva política de las potencias democráticas en Teherán… Se trata de llegar a un entendimiento… mediante el cual se mejoren las condiciones de vida de las masas y se dé garantía al capital para trabajar sin los choques violentos de clases”. (Trabajo 7-10-1944:1). En noviembre, hubo varias reformas al Código de Trabajo, aprobado en agosto de 1943, una de las cuales eliminó el derecho a la huelga a los trabajadores del transporte público, café, banano, ganadería y actividades del Estado. (Trabajo 11-11-1944:1-3).

En enero de 1945 la Federación de Trabajadores de Turrialba divulgó la actitud colaboradora de los empresarios Herzog, dueños de la Hacienda Atirro. (Trabajo 20-1-1945: 11) Ese Primero de Mayo los sindicatos desfilaron con la consigna: “Por la colaboración entre las clases y la defensa económica de la República”. El Pleno del Comité Central del PC, de febrero del mismo año, reiteró: “que se haga toda clase de esfuerzos para evitar que los conflictos entre el capital y el trabajo tengan que resolverse por la vía de la violencia”. (Trabajo 17-3-1945:3-6) El Partido tenía 2.535 militantes (Trabajo 27-1-1945:3).

A raíz de una campaña contra el sindicalismo, ese año Rodolfo Guzmán salió en defensa de la Confederación, a través de la emisora la Voz de la Víctor. “La CTCR es un hecho social más que una institución legal, cuyo origen fue el proyecto de enviar a la Asamblea Legislativa la reforma constitucional para incluir las Garantías Sociales y el Código de Trabajo”. (Trabajo 20-1-1945: 11). En esas circunstancias, los días 15 y 16 de junio de 1946, después de dos años y medio de haber sido aprobado el Código, la CTCR convocó al Congreso para elegir al Comité Nacional Ejecutivo, al cual asistieron 150 delegados. El Dr. Calderón Guardia fue nombrado de nuevo Presidente Honorario. El Comité Ejecutivo quedó integrado por 13 secretarías: 4 representantes de sindicatos zapateros, 4 del sector de construcción, 1 tipógrafo, 1 mecánico, 1 abogado y 2 estudiantes de leyes.  (Trabajo 22-6-1946:2). 

La Confederación quedó inscrita en el libro de organizaciones sindicales de la Secretaría de Trabajo en el Tomo IV, Folios 241-250 y Tomo V, Folios 6 y 7 del 20 de setiembre de  1946. En el Acta protocolar del 12 de agosto firmaron 34 delegados: 9 zapateros, 4 sastres, 2 ebanistas, 3 tipógrafos, 2 estibadores, 3 jornaleros, 1 agricultor, 2 misceláneos, 2 comerciantes, un representante de oficinistas, obreros bananeros, marineros y 2 no especificados. De ellos 15 casados, 15 solteros, 1 viudo, 1 divorciado y 2 sin especificar. La Federación de Trabajadores de San José tuvo 12 delegados, 5 las de Alajuela y Cartago, 4 por Puntarenas y 3 de Limón. El acta de 43 artículos indica las jerarquías: el Congreso Nacional, el Consejo Nacional y el Comité Ejecutivo Nacional. Se definieron las funciones de cada órgano y su dinámica interna: quórum, sesiones ordinarias y extraordinarias, criterios de votación, etc.

El Art. 30, incisos 9-10 centralizó las decisiones sobre el ejercicio del derecho a la huelga.  Estableció que las organizaciones quedaban obligadas a “informar previamente al Comité Nacional Ejecutivo de cualquier huelga parcial que se pretenda llevar a cabo” y a “no celebrar pactos o convenios con otras organizaciones no confederadas o de otra índole, sin la aprobación del Comité Ejecutivo”. El Art. 31 establece como derecho de los afiliados, “solicitar y obtener intervención del CNES en los conflictos que se presenten entre los gremios o de tipo obrero patronal”. Se estableció la cuota de 2% del dinero efectivo disponible por la organización al momento de ingresar a la confederación; 20% de la cuota ordinaria del sindicato o federación y el 40% de los ingresos, en el caso de sindicatos no federados.

La Confederación convocó al Primer Consejo Nacional para los días 22 y 23 de abril de 1944. Editó el segundo número del boletín Combate e inauguró los planes de estudio del programa de Universidad Popular; cursos que impartían Carlos Luis Fallas, Enrique Benavides y Carlos Luis Sáenz. (Trabajo 11-3-1844:3) La escuela universitaria comenzó lecciones el 16 de julio con 125 estudiantes. Simultáneamente la CTCR inició una campaña económica para financiar una imprenta. (Trabajo 8-7-1944:2)

La Segunda Guerra Mundial entró en fase final en mayo de 1945. Entre abril y mayo de 1946 los jefes de Estado de Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y la URSS reunidos en la Conferencia de París, definieron el futuro mapa político de Europa de la postguerra. La alianza antifascista de las potencias quedó sin efecto desde la Conferencia de Yalta de febrero de 1945 y al año siguiente, Inglaterra y Estados Unidos firmaron la alianza preventiva contra la presencia del Ejército Rojo en Europa. Con ello se inició “la Guerra Fría”.   

En ese contexto la CTCR participó en el Congreso de la CTAL que se realizó en Costa Rica en noviembre de 1946. Se discutió la nueva coyuntura de confrontación y división sindical entre la Federación Americana del Trabajo (AFL) y la CTAL, ahora censurada por sus nexos con los partidos comunistas y con la URSS. Se analizó el Plan militar del Presidente Trumann sobre América Latina que originó el TIAR, y el Plan Clyton relacionado con la protección a los monopolios norteamericanos en un sistema de libre comercio internacional. (Trabajo 16-11-1946:1)

En concordancia, los dirigentes sindicales redefinieron el alcance del imperialismo. “Se puede afirmar que la causa de la emancipación económica de nuestros pueblos, de su desarrollo industrial, de la solución de su problema agrario, de su educación y de su cultura, desde México hasta Argentina y Chile, está indisolublemente ligada a la lucha contra el imperialismo y las fuerzas internas divisionistas en el seno del movimiento obrero que conducen a desarmar las luchas de la clase obrera y del campesinado”. (Trabajo 16-11-1946:1)

Seis meses después, la CTCR celebró el Sexto Consejo Nacional y aprobó resoluciones para reformar el Código de Trabajo en beneficio de los trabajadores del campo; acerca de la deducción de la cuota sindical y de tipo disciplinario. La  oficina legal informó que, del 18 al 26 de junio tramitó 76 demandas por cesantía contra la Secretaría de Fomento y 11 arreglos por la misma causa. Acordó convocar al Tercer Congreso, pospuesto hasta finales de setiembre “ante la gravedad de la situación política” creada  por la huelga de brazos caídos que organizó el Partido Social Demócrata. (Trabajo 28-6-1947:1-6). El Congreso se realizó a finales de setiembre, con asistencia de 150 delegados. Analizó un nuevo arancel de aduanas para proteger la manufactura “amenazada por el Plan Clyton”; acordó convocar al Primer Congreso Nacional de los obreros del Calzado y enviar a Rodolfo Guzmán al Congreso de la CTAL, en Santiago de Chile. (Trabajo 20-9-1947:2) 

Por su parte, en el pleno ampliado del Comité Político del PVP que se reunió el 13 y 14 de de julio de 1947 irrumpió la autocrítica a las desviaciones del período 1939-1945. Consideró la debilidad frente a las medidas del gobierno de Picado y la necesidad de “vigorizar la acción de masas”. Valoró un error “no realizar movimientos de masa frente a las compañías imperialistas”. Rechazó la tolerancia frente “a los ataques furiosos de las facciones burguesas reaccionarias”. Reconoció haber descuidado las diferencias ideológicas con el Partido Republicano y la iglesia católica en las luchas para aprobar las garantías sociales. Estimó que la “colaboración entre las clases fue una tesis política falsa en su forma y fondo… y como consecuencia, se limitó el derecho de huelga por una reforma al Código de Trabajo y se dejó desprotegidos a los recolectores de café”.

Con relación a la CTCR, el pleno criticó los convenios con la UFCO, empresas ferroviarias y compañías eléctricas. Consideró que se “abandonó la acción combativa para encharcarse  en una política saturada de burocratismo y legalismo, por lo cual los sindicatos devinieron en simples agencias de reclamos de prestaciones y pospusieron la lucha por alzas de salarios en la agricultura de la caña y el café. (Trabajo 20-7-1946:1-2; 2-4-1947:3; 21-7-1947:3)

Mientras tanto, José Figueres Ferrer negociaba en Guatemala la adquisición de armas y el ingreso de mercenarios para expulsar el comunismo entronizado en el gobierno de Picado. En Cartago, Mario Echandi organizaba la huelga de brazos caídos y, el PVP por su parte, movilizó la Columna Liniera en un recorrido de 200 km. a pie desde el Pacífico Sur bananero, a la capital. Sus objetivos eran  apoyar al gobierno, neutralizar la ofensiva golpista del Partido Socialdemócrata, presionar por la reducción en el precio de los alquileres, carne y azúcar, y por un alza general de salarios. Ese mismo día, la CCTRN organizó otra manifestación de empleados ferroviarios y trabajadores del Estado en actitud contestaría a la CTCR. (Trabajo 27-9-1947:7)   

Seis meses después, estalló la Guerra Civil. La confrontación militar trajo la derrota del PVP y del sindicalismo de la CTCR. En julio de 1950 terminó el juicio que promovió el Pbro. Benjamín Núñez para disolver la Confederación con base en el decreto No 105 de la Junta de Gobierno. El acta legal disolvió 101 organizaciones obreras: 7 federaciones provinciales y regionales, 8 sindicatos del sector estatal, 49 de agricultura y afines y 44 de las ramas minería, comercio y manufactura. Sindicatos por provincias: 8 de San José, 10 de Heredia, 14 de Cartago, 4 de Turrialba, 19 de Alajuela, 21 de Puntarenas, 20 de Limón y 2 de Guanacaste. (Archivo Judicial, 1949. R467, A416, E186, S5. Folios Nos. 20560, 20561, 21228,17403, 17405 y 26422.). La CTCR había sido destruida de hecho desde abril de 1948. 

IV. CONCLUSIONES

La fundación de la Confederación de Trabajadores de Costa Rica en 1943 no es un acontecimiento aislado del pasado del movimiento obrero. Culmina el legado histórico de los artesanos y obreros que desde 1875 irrumpen en las luchas sociales del país. Se sitúa en relación de continuidad con las jornadas rebeldes de los sectores medios y de los combatientes que derrocaron la dictadura de Tinoco, en 1919. Hereda la lucha por la jornada de 8 horas conquistada en 1920 y la negociación política que hizo posible, entre otras, la ley de accidentes de trabajo de 1925.

La CTCR sintetiza un renacimiento del movimiento sindical impulsado desde 1934 por los sindicatos que, bajo el Código Civil, reivindicaron jornadas y salarios justos, identidad como clase trabajadora, dignidad como personas y ciudadanos. No obstante, las luchas y experiencias de los sindicatos y federaciones confederados en 1943, quedaron inmersas en la coyuntura histórica que, entre 1939 y 1945, influyó negativamente en la autonomía sindical frente al Partido Comunista y privilegió la conciliación laboral y la reforma política en aras del cambio jurídico e institucional que configuró el Estado Social de Derecho.

Pero, además, la Confederación fue columna y espina dorsal de las contradicciones entre el capital y trabajo, entre el Estado nación y el imperialismo, entre el interés privado y la autonomía del Estado. Los errores y desviaciones ideológicas, reconocidos desde 1946 por los dirigentes sindicales y políticos, es otro legado de la historia de liberación social e independencia nacional. Menos relevantes, quizás, que la osadía de la burguesía agrícola y empresarial que emergió en el período de entre guerras mundiales y  condujo al país a la Guerra Civil contrariando las tradiciones liberales, de derechos ciudadanos y cultura política adquiridos hasta la primera mitad del siglo XX.

 

 

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