Rigoberto López Pérez

Por Carlos A. Abarca V.

El 21 de septiembre de 1956 el poeta leonés Rigoberto López Pérez ajustició al dictador Anastasio Somoza García. Heredero de las ideas impulsadas por el General de Hombres y Mujeres Libres, Augusto C. Sandino, Rigoberto sufría desde lo más profundo de su alma la caótica situación del país bajo el puño asesino del dictador. Rigoberto, un leonés de versos y hechos. Un poeta, símbolo importante de la revolución, que se inmoló al ejecutar el tiranicidio de Somoza García.

Nació el 13 de mayo de 1929. Fue hijo de Soledad López y Francisco Pérez. Los primeros estudios de Rigoberto López Pérez como sastre, los cursó en el Hospicio de San Juan de Dios, donde había sido internado por mediación de su padrino, el sacerdote Agustín Hernández. Luego ingresó en la Escuela de Comercio Silviano Matamoros para estudiar Taquimecanografía y redacción. La plena conciencia revolucionaria no está presente. La mayoría de los connacionales tienen que descifrar a diario el milagro de vivir. Nicaragua es por entonces, el país de América Latina con más personas asesinadas por las ocupaciones estadounidenses. El gobierno, lacayo incondicional del imperio, se aferra al poder, mediante los métodos más crueles.

Esta situación despierta la conciencia libertaria del joven leonés, quien decide tomar la justicia por propia mano a nombre de todo un país oprimido. Su afición por el mundo de las letras lo llevó a estudiar obras revolucionarias y a conocer gestas, como las que llevaban adelante los cubanos. El 4 de abril de 1954 la Guardia Nacional había asesinado a dos compañeros suyos, Adolfo y Luis Báez Bone, junto con otros militares y civiles que querían emboscar al dictador Somoza. Rigoberto conoció a la madre de ambos, la señora Ruth Bone, con la que entabló amistad. El compromiso de Rigoberto por la libertad lo llevó a plantearse que la eliminación física del dictador, era la única forma de acabar con la dictadura de Somoza.

Las relaciones amorosas con Amparo Zelaya Castro le hicieron realizar frecuentes viajes a la capital, Managua, intensificando sus actividades contra la dictadura de Somoza García y el compromiso por la libertad de su país; afiliándose en el Partido Liberal Independiente, formado por disidentes del oficialista PLN de la familia Somoza.

Entre 1951 y 1956 estuvo residiendo en el extranjero pero realizaba frecuentes viajes a Nicaragua por motivos personales, la familia y su relación amorosa con Amparo, a la vez que se ponía al corriente de la situación política interna. Entre los años 55 y 56 hubo tres ocasiones en que Rigoberto resolvió el ajusticiamiento del tirano, acto que no se realizó porque las circunstancias operativas no fueron propicias. Rigoberto, el “conspirador más silencioso y eficaz de nuestra historia”, fue entrenado por Adolfo Alfaro, quien confía el peso del atentado en los hombros de un solo hombre. “Se entrenó cuidadosamente por meses para realizar la misión que, para él, era una obsesión, como lo hubiera hecho cualquier deportista antes de participar en una competencia”.

El día anterior al atentado, como si fuese a un experimento de laboratorio, Rigoberto acudió a la Casa del Obrero. Improvisó un baile con una música secreta en mente, midió la distancia con la combinación de pasos de un bolero silente, hasta llegar a cinco pies de la mesa de honor. Su pecho formaría allí un triángulo con los brazos hacia el blanco, abriría las piernas al ancho de los hombros, su mano izquierda sobre-empuñaría la derecha, la rodilla rozaría el suelo, y apuntaría el cañón de dos pulgadas del revólver 38 chato, gatillo corto, a la altura de la ingle del tirano, por debajo del chaleco, como había entrenado.

La tarde del día 21 de septiembre Rigoberto leyó a su madre el poema Soldado, después se vistió con una camisa blanca y un pantalón azul. Su madre diría después que “quería morir con los colores de la bandera nacional en su cuerpo”.

Por mediación del hermano de su novia, el periodista Armando Zelaya, López Pérez se infiltró en el salón de baile y durante el acto, una mujer hasta ahora desconocida, introdujo escondido al local de la Casa del Obrero un revólver calibre 38, cañón de dos pulgadas, pavón azul, marca Smith and Wesson, gatillo corto con tambor de cinco cartuchos y cinco balas del número 74605.

Esa noche, cerca de las 23:20, después de que Somoza bailó «Caballo negro» de Dámaso Pérez Prado y estando sentado junto a una mesa a la par de su esposa Salvadora, Somoza le gritó a López Pérez: «¡Bruto, animal! ¡Ay, Dios mío!», según los testigos. De los cinco tiros, cuatro dieron en el blanco y provocaron la caída de Somoza hacia un costado de la mesa donde leía un periódico local que un periodista leonés, Rafael Corrales Rojas, le mostraba. Los disparos salieron de la pistola de López Pérez a una distancia de aproximadamente de seis metros, mientras se desplazaba bailando el jazz Hotel Santa Bárbara, que tocaba la orquesta Occidental Jazz. Se puso en cuclillas y con ambas manos sostuvo la pistola y apenas descargó su revólver sobre el tirano, recibió del cabo Lindo un fulminante culatazo en la nuca.

Mientras tanto los guardias de su escolta sacaron sus pistolas Colt y subfusiles Thompson, ambas armas made in USA de calibre 11.43 mm, mataron de 54 balazos a López Pérez. Y al instante, caído en el suelo, prácticamente muerto, le dispararon 54 balazos de todo calibre. El sargento Pedro Gutiérrez, de la escolta presidencial, fue el primero en disparar. Le acertó cinco tiros en la cara, vaciándole a propósito los ojos…luego lo tiraron en la acera del teatro González, donde a puntapiés le quebraron el brazo izquierdo.

Somoza murió como a las 2:30 de la madrugada del 29 de septiembre, en un Hospital Militar de la Zona del Canal de Panamá, a donde había sido conducido con el objetivo de salvarle la vida. El día 30 de septiembre fueron llevados los restos de Somoza al Aeropuerto Internacional Las Mercedes en Managua, en un avión de su empresa LANICA y fue seguido por pobladores curiosos y miembros de la Guardia Nacional. Doña Salvadora, ya viuda, pidió que se llamara al capellán Wyse para oficiar una misa de cuerpo presente. Cuando terminó la misa y el padre dijo amén, el general movió la cabeza levemente a un lado, como reflejo post mórtem. Lo entierran con honores de Estado el 2 de octubre de 1956 en el Cementerio General de Managua. El papa Pío XII envió su bendición a la viuda Salvadora Debayle. El cardenal de Nueva York, Francis Joseph Cardinal Spellman envió un comunicado a Luis Anastasio Somoza Debayle -hijo mayor del general- diciéndole: «Estoy seguro de que su padre hubiera estado muy complacido de saber que usted será su sucesor».

Carlos Fonseca Amador, en el análisis de la carta testamento (28-6-1972) a la madre de Rigoberto, explica: “Veamos el marco político en que se encuadra la acción realizada por el héroe. Rigoberto es el representante de la huérfana generación nicaragüense que creció después del asesinato de Sandino. En las circunstancias políticas generales del momento, puede justificarse, y no solo explicarse, el método de acción adoptado por Rigoberto.

En el país no existe ni organización, ni dirección, ni conciencias revolucionarias. En 1956, la lucidez que da la vergüenza permite a Rigoberto prestarle atención al hecho más notorio: Anastasio Somoza ha sobrevivido por más de veinte años, asesinando, saqueando, traficando la soberanía. Por eso Rigoberto es un digno descendiente de Sandino…la inventiva popular identificó en el primer momento al todavía desconocido ajusticiador del tirano: "Fue el hijo de Sandino", es el susurro popular con que se lo identifica.

Pero Rigoberto es también un guerrillero, adjunto al cual iba, entre otras cosas, un ejemplar mimeografiado de Guerra de Guerrillas, trabajo entonces inédito… El, poeta Leonel Rugama, en un poema suyo, habla de Rigoberto: “Rigoberto López Pérez Jugó hasta las seis de la tarde y cuando se fue, limpiando la cara con un pañuelo, y las muchachas le hablaron para que continuara jugando, él dijo: "tengo que ir a hacer un volado…”

“Era un buen muchacho” dice de él, en prisión, el anciano maestro Quintanilla. No es Rigoberto el extraviado rebelde del país que repudia a la facción política de turno para confiar en la facción que solamente de manera formal está fuera del poder. El rebelde nicaragüense tampoco es un iluso que sueña con que una sola acción bastara para que advenga la victoria. Valga decir que poseía una profunda noción del alargamiento del combate. “El tratar de ser /yo/ el que inicie el principio del fin de esa tiranía./.

Deja sentado Rigoberto que solo se propone darle inicio al derribamiento de la tiranía. Da por sobrentendido que a su acción deben seguir repetidas batallas para desembocar en el final definitivo…Esta humildad en la meta inmediata de su decisión, es modelo para el militante revolucionario dedicado al combate largo. De lo que si él está plenamente seguro es de su decisión, y enfáticamente expresa: “He decidido”.

Los redentores de la antigüedad no claman como un sacrificio dar la vida por la humanidad? Este redentor del siglo XX, al ascender a la cumbre ética, niega rotundamente que su muerte signifique un sacrificio: Lo mío no ha sido un sacrificio/, sino un deber, que espero haber cumplido/. Así es que nada de tristeza/ que el deber, que se cumple con la patria, / es la mayor satisfacción que debe llevarse un hombre de bien, como yo he tratado de serlo.

Rigoberto no es un suicida; él no busca la muerte aunque, claro está, tampoco la rehúye: “si dios quiere que Perezca en mi intento.” Tales palabras sugieren, fundamentalmente, de su amor a la vida y de ningún modo pueden utilizarse para encasillar a este revolucionario… Su alegría de vivir se evidencia en fulgurantes términos: "patria libre", "deber", "feliz", "nada de tristeza".

Las últimas palabras se compaginan con los hechos de Rigoberto aquel 21 de septiembre. Horas antes del fulminante combate a muerte que sabe que va a sostener, Rigoberto juguetea en una calle de su barrio, haciendo de árbitro de unos niños que se divierten con la pelota. Solo aparentemente es que la carta es suscrita desde la ciudad de San Salvador, El Salvador, lugar en el que está exilado: San Salvador, Septiembre 4 de 1956.

Con orgullo revolucionario y proletario decimos que Rigoberto es un inconfundible representante de los explotados. Él apela a los esfuerzos de compañeros para la atención de su madre, o verse obligado a acudir a una compañía de seguros. Él es el periodista pobre que supo de la explotación. Su familia habita en León una vivienda pobre, en el Barrio El Calvario, ubicado como se dice en León, "después de los rieles", o sea más allá de la vía férrea, punto a partir del cual se extienden los barrios de los trabajadores.

Hemos de insistir en la ética de Rigoberto. Pero no existe una ética abstracta. En el testamento de este valiente, no hay el menor asomo de bravuconada. Y si fue grande su valentía, más grande es su afán de cumplir con el deber. Rigoberto López Pérez es eso, un gigante ético; es el hombre justo, cumplidor del deber”. 28 de Junio de 1972. http://www.cedema.org/ver.php?id=4525

El cuerpo de Rigoberto López Pérez nunca se supo dónde fue enterrado. Fue declarado héroe nacional en 1981, durante el primer Gobierno sandinista.

FUENTES

http://www.manfut.org/monumentos/rigobertolopez.html

http://www.laprensa.com.ni/2014/09/28/suplemento/la-prensa-domingo/1241597-14665

htpp://www.laprensa.com.ni/archivo/2000/junio/23/nacionales/nacionales.14.html-

http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/170357/rigoberto-lopez-perez-5-disparos-que-cambiaron-a-nicaragua

https://noticias.terra.com/america-latina/nicaragua/sandinistas-recuerdan-a-poeta-que-mato-a-som

ttps://es.wikipedia.org/wiki/Rigoberto_L%C3%B3pez_P%C3%A9rez

https://www.ecured.cu/Rigoberto_L%C3%B3pez_P%C3%A9rez

http://asesinatosomozagarciayahoskasandoval.blogspot.com/

http://alsurdelriobravo/blogspot.com/2009/01/historia-dictadores-latino-americanos.htm

http://www.cedema.org/ver.php?id=4525       http://www.laprensa.com.ni/2013/09/28/opinion/164106-rigoberto-lopez-perez

http://criminalia.es/asesino/asesinato-de-anastasio-somoza-garcia/

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