Salvador Mendieta dicta una Conferencia en el Colegio de Señoritas de San Salvador

 

Por Margarita Silva H.

Introducción

Salvador Mendieta fue uno de los más prominentes pensadores unionistas de Centroamérica en el siglo XX. Desde su juventud destacó por su controvertida personalidad, siempre estuvo rodeado de adeptos y detractores, y su figura ha sido tema de discusión por largo tiempo. En 1930, Juan Mendoza publicó en la ciudad de Guatemala la primera biografía de Mendieta, donde manifestaba duros juicios contra el abogado unionista.1 Desde entonces, se han escrito varios libros, decenas de artículos y numerosos editoriales que analizan la lucha del líder nicaragüense en pro de la unión regional y su participación en el Partido Unionista Centroamericano (PUCA).2

En las siguientes páginas, me interesa realizar un estudio de historia intelectual siguiendo la trayectoria vital de Mendieta.3 De s mano, intento penetrar en la vida académica de los institutos de formación media y en el mundo universitario de su época, con el propósito de dilucidar los principios de esta propuesta política y evidenciar la participación de los estudiantes en el movimiento unionista centroamericano de fines del siglo XIX y principios del XX. En la primera parte del estudio, presento una biografía de Mendieta para dar conocer su accionar político. Posteriormente, analizo la propuesta unionista entendida como un fruto colectivo resultado de la discusión conjunta de Mendieta y sus partidarios.

El estudio se fundamenta en documentación histórica disponible en la Biblioteca Manuel Gallardo -de Santa Tecla, El Salvador, la Biblioteca del Instituto Mora -de México- en información contenida en biografías precedentes, en materiales documentales del Instituto de Historia de Nicaragua y en las Bibliotecas Nacionales de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

1.- Diriamba, los primeros años

En la ciudad de Diriamba, Departamento de Carazo, ubicada a 35 kilómetros de Managua, capital de Nicaragua, nació Salvador Mendieta -el 24 de marzo de 1879-, en el seno de una familia de pequeños comerciantes conformada por Alejandro Mendieta Valverde y María de Jesús Cascante Gutiérrez, quienes fueron partícipes del progreso económico y de la modernización cultural generada por el cultivo del café en esa región a fines del siglo XIX.

En Nicaragua, el cultivo del café se introdujo tardíamente en comparación con Guatemala, El Salvador y Costa Rica, donde la actividad se inició en los albores del siglo XIX.4 En 1837, el Gobierno nicaragüense impulsó el cultivo del llamado grano de oro mediante políticas protecciones. El café, al igual que en otras regiones del istmo, dinamizó el desarrollo económico, social y urbano de la zona conocida como la Meseta de los Pueblos y en particular de Diriamba. En esa ciudad la actividad cafetalera dio paso al surgimiento de un sector de pequeños propietarios de fincas de café, quienes vendían sus cosechas a propietarios mayores, poseedores de los beneficios de procesamiento del grano, como por ejemplo las familias Baltodano, González, Rappaccioli, Lacayo, Chamorro, Gutiérrez, Alemán y Briceño.5

El emergente sector cafetalero impulsó el desarrollo de Diriamba al mejor estilo de las ciudades europeas. La construcción de teatros, parques, hoteles, museos, escuelas, iglesias, torres y mercados transformaron el paisaje y fueron configurando un incipiente espacio urbano. En 1888, el alcalde José Esteban González Parrales instaló la iluminación pública de gas y construyó el camino hasta la estación del tren, mejoró las calles y llevó el primer automóvil a la ciudad. Más tarde su hijo, el ingeniero Carlos González García, fundó la compañía Eléctrica de Carazo abastecida por un sistema hidroeléctrico. Los cafetaleros Crisanto Briceño y Buenaventura Rappaccioli fundaron el club social de Diriamban en 1890 y el doctor Moisés Baltodano instaló el sistema de abastecimiento de agua potable.6 7 Además, en la ciudad había un desarrollo comercial importante constituido por negocios de pequeña y gran escala, entre los cuales figuraba el almacén de víveres de los Mendieta, en el centro de la ciudad. En relación con estos cambios, Salvador escribió: ¡Bienaventurado fruto! ¡Cuánto más has reformado tú en poco tiempo que nuestros patrióticos reformadores durante los años larguísimos en que para hacernos mejores nos desollaron vivos!7

La configuración de un nuevo entorno y la introducción de novedosos servicios transformarían la vida cotidiana de los habitantes del centro de Diriamba, quienes contarían con la posibilidad de adquirir productos novedosos, desarrollar nuevas formas de diversión y espacios públicos para socializar y conformar redes sociales más amplias. Además, para ese entonces, el paso de inmigrantes y la contratación de maestros extranjeros enriquecieron el ambiente cultural e influirían positivamente en el desarrollo educativo de las personas en las nacientes ciudades del istmo.

En ese mundo urbano efervescente de actividades y de intercambios culturales, creció Salvador Mendieta hasta alcanzar la edad escolar. La favorable condición económica de su familia le posibilitó iniciar sus estudios guiado por profesores privados y cursar los estudios primarios en el reconocido Instituto Nacional de Oriente en la ciudad de Granada.8 En ese centro de estudios fue alumno del abogado del conservadurismo José María Borges y de José María Izaguirre -pedagogo cubano, compañero de Céspedes y amigo de José Martí-, quien había emigrado a Nicaragua luego del fracaso del Zajón en Cuba.9

2.- La formación académica y el encuentro con Centroamérica

En 1892, Mendieta fue enviado a continuar sus estudios al Instituto Nacional de Varones en la ciudad de Guatemala como alumno externo. A partir de entonces, se integró a la comunidad estudiantil de los institutos de educación media formada por jóvenes oriundos de distintas partes del istmo, quienes mediante el diálogo y la convivencia diaria adquirirían conocimientos de las realidades políticas de los países vecinos y una percepción ístmica de Centroamérica como totalidad histórica.10 Por lo común, las discusiones conllevaban a la formación de asociaciones estudiantiles dedicadas al análisis de la realidad centroamericana y a la búsqueda y planteamiento de opciones políticas alternativas.

En el Instituto de Varones de Guatemala, por ejemplo, Medienta lideró en 1894 la formación de la primera sociedad estudiantil unionista.11 En esa tarea contó con la colaboración de sus compañeros de estudios Manuel Herrarte, de Barbarena; Antonio Leiva, de Quezaltenango; Adrián Zapata, de Zacapa; y Lorenzo Zelaya, de Juticalpa.12 La sociedad tuvo una existencia efímera, pues en julio de ese año se clausuró cuando Mendieta fue expulsado del Instituto por orden del general José María Reina Barrios (1892-1898) junto a sus compañeros por promover un movimiento contra el director.13 Años más tarde, sobre esta experiencia dice Mendieta:

En Guatemala seguí y concluí las normas intelectuales de la primaria, inicié la secundaria y la continué hasta el tercer curso. En ese Instituto se manifestó mi vocación unionista y mi rebeldía.14

Meses después ingresó al Instituto de San Salvador para concluir los estudios secundarios. El Instituto era dirigido por Gustavo Radlach y el doctor José Emilio Alcaide.15 Este último, señala Mendieta, tuvo gran influencia en su adolescencia.16 En ese centro educativo, formó una nueva sociedad estudiantil unionista semejante a la de Guatemala y denominada Minerva, donde participaron sus compañeros Nicasio Morales, Pedro Joaquín Meléndez, Salvador Calderón y Victoriano Ayala, vecinos de San Salvador. Macario Cabezas, de Rivas, Nicaragua, y Manuel Araujo, de Tejutepeque, El Salvador.17 Esta era una sociedad unionista científico-literaria de promoción de la lectura y el estudio de los intentos de la unidad regional.18 La sociedad se mantuvo activa hasta 1896, cuando Mendieta concluyó sus estudios de bachillerato con la presentación de la tesis Las constituyentes y la Constitución Federal de 1824, monografía polémica que circuló impresa por la región.19

A fines de 1897, Mendieta regresó a Guatemala para iniciar sus estudios universitarios. Para entonces, relata, en Guatemala se vivía una situación de instabilidad política: acababan de pasar las revoluciones de Oriente y Occidente y había una aguda crisis económica y bajos precios del café.20 Además, la Universidad se encontraba cerrada y Mendieta planeó estudiar en México.21 Sin embargo, el 8 de febrero de 1898, murió asesinado José María Reina Barrios y ascendió al poder Manuel Estrada Cabrera (1898-1920), quien decretó la apertura de los establecimientos públicos de enseñanza, alegando que la instrucción es la base de las instituciones liberales y la causa del engrandecimiento de las naciones.22 Mendieta canceló su viaje a México e ingresó a la Facultad de Derecho y Notariado de la Universidad de San Carlos de Guatemala.23

En la Universidad, siendo estudiante del segundo año de leyes, fundó junto con otros compañeros -el 18 de junio de 1899- la sociedad estudiantil El Derecho con la participación de un grupo de estudiantes de leyes, ingeniería y de medicina.24 Según Mendieta, la lectura del Libro del Hombre del Bien, de Benjamín Franklin, fue la fuente de inspiración para la creación de la sociedad El Derecho. 25 En ese texto Franklin describe un plan para el desarrollo moral propio y para el fomento de sociedades de jóvenes solteros y virtuosos dedicados al bien social.26 Los pormenores sobre la fundación de esa sociedad estudiantil, los relata Juan Mendoza en su obra biográfica:

En Guatemala, Salvador tomó participación activa en la fundación de la sociedad El Derecho, compuesta de los estudiantes que aspirábamos a la intrincada carrera de Licurgos y que orillando las separaciones fronterizas, hacíamos propaganda de acercamiento centroamericano. Le gustaba mucho discutir y hablaba hasta por los codos, lo que, sí bien reveló una fluidez de expresión desbordante (...) Chispiante, vivaracho y de fácil palabra, no tardó en captarse las simpatías del gremio. Se le tributaron elogios y se le colmó de favores, estímulos poderosos, eficientes, que obraron el milagro de encarnar en Salvador cualidades sugestivas no comunes, un temple de ánimo superior para dominar en los primeros momentos la atención de las masas, conquistándose ascendientes y rodeándose de las auras populares que son las puertas de entrada para el que aspira a los atractivos de la vida pública.27

La Sociedad El Derecho se dio a conocer públicamente el 15 de septiembre de 1899, cuando algunos de sus miembros fueron invitados por el alcalde de la ciudad de Guatemala a participar en los actos de celebración de la independencia de Centroamérica, que tendrían lugar en la Escuela de Leyes.28 La celebración fue aprovechada por los asociados para exponer su programa ideológico y expresar su oposición a los gobiernos del istmo. El discurso inaugural fue pronunciado por el catedrático Manuel Valle, profesor de oratoria forense, muy querido y respetado por los estudiantes.29 30 Como vocero de los alumnos de los primeros años disertó Salvador Mendieta y, como portavoz de los años superiores, José Antonio Villacorta. En ese momento, afirma Mendieta, arrancó la reacción estudiantil contra la Centroamérica feudalista que preparaba a sus estudiantes para el servilismo político.30

En su discurso inaugural, Mendieta señaló los objetivos de la sociedad. En su conjunto, eran una serie de aspiraciones que pretendían la habilitación de los estudiantes como agentes de cambio social y su organización como fuerza política opositora. Entre sus objetivos estaban los siguientes: 1) reunir a los estudiantes universitarios del istmo en torno al ideal de la unión, 2) estrechar los vínculos sociales y fomentar el intercambio académico entre la juventud pensante del istmo, 3) promover la fundación de sociedades estudiantiles similares a la establecida en Guatemala y 4) organizar los estudiantes para entablar la lucha de los que piensan contra los que oprimen.31

El Derecho fue una sociedad de oposición a los gobiernos, realizó graves denuncias de abuso del poder y organizó varias protestas contra el dictador. En consecuencia, un año después de la fundación de la sociedad, Manuel Estrada Cabrera encarceló y luego expulsó del país a Mendieta y a sus compañeros porque se sentía amenazado por las actividades de los estudiantes contra su régimen.32 33 Al salir de Guatemala, Salvador Mendieta ingresó a la Universidad Central de Honduras, donde el 15 de febrero de 1902 se recibió de abogado con la tesis titulada Organización del Poder Ejecutivo de la República de Centro América,33 En relación con las experiencias unionistas en este país, Mendieta rememora:

En Honduras, fundé sociedades unionistas, agité fuertemente la opinión estudiantil y acabé por conocer a todo el mundo. Me recibí año y medio después de mi llegada, y no sufrí ningún vejamen del Gobierno.34

Las actividades políticas de Mendieta y sus compañeros de estudio muestran la actividad política de una joven intelectualidad unionista en los institutos de educación media y en las universidades de la región en los albores del siglo XX. En principio, se trató de un grupo de jóvenes residentes de centros urbanos, unidos por fuertes lazos de amistad e intereses compartidos, estudiosos de las realidades regionales, disconformes con las situaciones políticas imperantes y creyentes de la unión regional como proyecto político alternativo. Además, consideraban que su condición de intelectuales los capacitaba para emprender el cambio y relevar a la vieja generación de políticos en el poder.

3.- El ejercicio profesional y la participación en la vida política

En marzo de 1902, Salvador Mendieta regresó a Nicaragua, donde ejerció la abogacía y estableció otras sociedades unionistas.35 Además, fundó el Diario Centroamericano, fue director del Semanario Nacional y del Colegio de Diriamba y colaboró con otros compañeros en campañas en pro de la unión política centroamericana.36 En diciembre del mismo año, emigrados guatemaltecos lo invitan al Puerto de Amapala, Honduras, para participar con el general Manuel Bonilla en la unificación de dos revoluciones.37 Una contra Estrada Cabrera, encabezada por José León Castillo, y otra contra Terencio Sierra, dirigida por el propio Manuel Bonilla.38 Sin embargo, al solicitar su pasaporte en la cancillería nicaragüense fue enviado a la Penitenciaría Nacional de Managua. Dos meses después, fue liberado y obligado a permanecer en Diriamba. Confinado en esa ciudad, ejerció su profesión, impartió lecciones de historia, fundó el Partido Unionista Centroamericano (PUCA) y escribió su primer libro -Páginas de unión-, con el cual se iniciaría el planteamiento de una innovadora propuesta política en busca del restablecimiento de la unión centroamericana, que analizaremos en detalle más adelante.

En 1905, en Costa Rica -señala Warren H. Worry- Mendieta inicia su amistad con pensadores como Roberto Brenes Mesén, escritores como Carlos Gagini y Joaquín García Monge, políticos como Máximo Fernández, Bernardo Soto, Cleto González Víquez y Julio Acosta.39 Además, publica en la Imprenta Alsina su segundo libro, La nacionalidad y el Partido Unionista Centroamericano, donde estudia y enuncia la sustitución de las nacionalidades estatales por una sola nacionalidad centroamericana.40

No obstante, la poca acogida de su movimiento lo obligó a trasladarse a El Salvador, donde gobernaba el general Tomás Regalado (1898-1906), a quien solicitó ayuda para su labor unionista. Durante su estadía en El Salvador, Mendieta se dedicó al periodismo y dirigió del Diario El Salvador, propiedad de Ramón Mayorga Rivas.41 Además, se desempeño como profesor en la Universidad y en institutos de educación media.42 Después de la muerte de Regalado partió a Honduras.

En 1906, en Honduras, con apoyo del presidente Miguel Dávila (19061911) y de su amigo Carlos Alberto Uclés, fue nombrado magistrado de la Corte de Apelaciones de Santa Bárbara de Copán. Un mes después renuncia para dedicarse al periodismo y a sus labores profesionales.43 Sin embargo, por sus actividades unionistas y antidictatoriales, en 1908, entra en conflicto con el presidente Dávila, quien lo expulsa a Nicaragua.44 En Puerto Corinto, fue recibido por las autoridades nicaragüenses, quienes lo encarcelaron en la Penitenciaría de Managua y luego, ya en libertad, fue constantemente espiado y

Durante la efímera administración de José Madriz (1909-1910) en Nicaragua, Mendieta se desempeñó como secretario de la Presidencia.46 En ese año fue enviado en misión diplomática a Costa Rica para promover la unión de Centroamérica. De regreso en Nicaragua, ya concluido el gobierno de Madriz, se dedica a su profesión y a sus labores unionistas. En 1912, dirige el diario El independiente, redacta el Semanario Nacional, promueve la primera Convención Nacional del Partido Unionista Centroamericano y publica varios trabajos: El Partido Unionista Centroamericano, Cómo estamos y qué debemos hacer y una serie de relatos con el título Cuentos caciquistas centroamericanos. De este libro, señala su comentarista Carlos Wyld Ospina:

En su conjunto, pero especialmente en algunos de sus cuentos, desnudan sin piedad a nuestros caciques. Tal vez se exceda en algo, al juzgar a estos hombres; pero la necesidad de arrancar del pueblo la mentira histórica y la falacia política que lo explota como a un borrego indefenso, disculpa y aún hace buena la demasía en el juicio y en el lenguaje.47

Después de la caída de Madriz, en el gobierno de Adolfo Díaz (19101912), Mendieta y su grupo de seguidores fueron constantemente perseguidos debido a sus enérgicas protestas contra el Gobierno y la intervención estadounidense.48 En 1913, Mendieta, como director del periódico La Tribuna, enfrentó la censura y el cierre de su medio. Luego, fue culpado de conspirar contra el Gobierno y puesto en prisión por siete meses en la Penitenciaría de Managua (de octubre de 1913 a mayo de 1914) y 33 días más en la cárcel de la ciudad de Jinotepe (del 14 de agosto a 17 de septiembre de 1914).49 Ambas prisiones tuvieron desastrosos efectos sobre su patrimonio y sobre el devenir del Partido Unionista Centroamericano, que estuvo a punto de colapsar.50

Luego de abandonar la prisión, Mendieta y un grupo de correligionarios realizan esfuerzos para impedir la desaparición del PUCA. Fundan la Cátedra de Estudios de Centroamérica y promueven la transformación del partido en un frente de defensa de la soberanía centroamericana. Por iniciativa propia, Mendieta inicia una serie de pactos y alianzas con los partidos políticos existentes que generarían graves divisiones en las filas unionistas.

Un año después, en 1916, edita en Managua El tratado de Educación Cívica Centroamericana, en los talleres de El Progreso, propiedad de su amigo y correligionario Sofonías Salvatierra. Este texto fue distinguido por la Oficina Internacional Centroamericana con el primer lugar del concurso convocado para la producción de un libro sobre la materia.51

Para ese entonces, el Gobierno de Honduras promueve la unión del istmo. La iniciativa recibe el apoyo del resto de los gobernantes del área y se crea un ambiente muy prometedor para la unión. En 1921, a raíz de la nueva tentativa, se reunió en Tegucigalpa, Honduras, una asamblea nacional constituyente. En esa ocasión, el gobierno pro unionista de Carlos Herrera (1920-1921), de Guatemala, nombró a Mendieta como su representante. En esta asamblea, su aprobación a una propuesta dirigida al Gobierno estadounidense en apoyo a la unión centroamericana causó una ola de disconformidad y desprestigio que afectó seriamente su persona y tuvo efectos nefastos para el desarrollo del Partido Unionista Centroamericano. Para entonces, el PUCA se fragmentó y surgieron varios partidos unionistas de carácter nacional, que participaban de la política local en los distintos Estados en el istmo.

En consecuencia, en 1922, Mendieta, sin abandonar su posición unionista, participa en la política local nicaragüense, al lado del Partido Liberal.52 En ese año promueve la coalición de los Partidos Liberal, Progresista y el Unionismo para llevar a la presidencia a Carlos Solórzano (1925 -1926). Una vez en el poder, Solórzano le encomendó la cartera de Guerra.53 Sin embargo, un incidente ocurrido ocho días después de su nombramiento lo impulso a separarse del Gobierno y a retomar sus trabajos unionistas.54 En marzo de 1925, emprendió la lucha de reorganización del partido, tras el desastre de la República Tripartita. Con ese fin, fue a San Salvador; impulsó la política de Transacción en Nicaragua y visitó Guatemala.55 Sin embargo, ninguno de sus esfuerzos tuvo resultados favorables, el PUCA como partido político ístmico había tocado fin.

No obstante, su figura como líder unionista había tomado dimensiones continentales. En 1926, fue invitado por el Gobierno de Panamá a participar en el Congreso Bolivariano. En Panamá, no asistió a las sesiones del Congreso pues su estado de salud lo obligó a hospitalizarse. Sin embargo, envió una exposición, la contestación a la encuesta del Durry College y dictó conferencias y se entrevistó con numerosas personalidades.56 Tiempo después, en 1948, fue invitado por el Gobierno de Brasil para dictar conferencias sobre el problema unionista centroamericano.57 También impartió conferencias en Ecuador y en algunas universidades estadounidenses en Washington D. C., Nueva York, Nueva Jersey, Illinois y California.58

Durante la administración del doctor Juan Bautista Sacasa (1933-1934), Mendieta se desempeñó como inspector general de Instrucción Pública y profesor de Historia de Centroamérica en el Instituto Ramírez Goyenaga, y de Derecho Constitucional y Administrativo de la Escuela de Derecho de Managua.59 En esa época edita El problema unionista de Centro América y los gobiernos locales, en Quetzaltenango, Guatemala, donde además había logrado establecer fuerte nexos con las logias masónicas de ese lugar y ser punto de contacto entre esta y la logia El Progreso N° 1 de Managua y de Tegucigalpa. Incluso, en 1934, Mendieta fue distinguido con el nombramiento de Garante de Amistad por la logia Benito Juárez N° 24, constituida legalmente en Guadalajara, Jalisco, bajo la jurisdicción de la Gran Logia Occidental Mexicana; evidencia de las redes sociales existentes entre los miembros de tales organizaciones.60

En el transcurso de 1938 a 1940 Salvador Mendieta formó parte de la Comisión Legislativa de Nicaragua y al ser creada la Universidad Central de Nicaragua, por el Gobierno de Anastasio Somoza García (1937-1957), fue designado rector de esa casa de estudios.61 En ese cargo permaneció un año; poco después la universidad fue clausurada por considerarse foco de intranquilidad. En su separación de la rectoría medió la oposición del gobierno de Somoza y de Jorge Ubico, de Guatemala, a los esfuerzos de Mendieta para reunir la cuarta convención nacional del Partido Unionista Centroamericano, luego de más de 22 años de realizada la Tercera Convención Nacional del PUCA.62

En 1945, el líder unionista enfermó gravemente y se trasladó a una clínica en Nueva Orleans, Estados Unidos. De regreso en Centroamérica, los constantes desacuerdos con el gobierno de Anastasio Somoza, convencieron a Mendieta de abandonar Nicaragua y de radicarse en El Salvador. En este país, multiplicó sus actividades en el Ateneo de El Salvador y en otras sociedades fuera de ese país.63 Mendieta también fue miembro de la Sociedad Colombina de La Habana, Cuba, del Instituto Morazánico de Honduras y de la Sociedad de Geografía de Nicaragua.64 Su última obra, Mi Jornada de Trabajo, se publicó el 25 de marzo de 1957.65

El excesivo trabajo desmejoró la salud del líder unionista, quien falleció en 28 de mayo de 1958 en la ciudad de San Salvador. En el Testamento Político manifestó su profunda decepción por el fracaso propio, que para él significaba la permanencia de la división del istmo en cinco repúblicas.

Morirme sin realizar la unión de Centro América es haber vivido sin objeto; y en tal caso me parece que no dejo ninguna herencia.

Es como haber vivido, tal vez peor que eso: planear la construcción de un edificio, decir que se construirá, tener profunda fe en ello, dedicarse por entero a esa labor, creer que se abren zanjas para enterrar los cimientos, creer que se están echando éstos, que se levantan paredes, que se acumulan los materiales, y que se conseguirán los que faltan, y que se verá erguida, sólida y bella la vasta fábrica; y acostarse una noche creyendo todo eso para despertar a la mañana siguiente (...) advirtiendo hasta entonces que se ha cabalgado en Clavileño, que no se ha hecho nada, y que los bellacos de la Casa del Duque se han reído a nuestra costa. Digo por esto que morirme yo sin haber realizado la Unión es peor, mucho peor que si no hubiera nacido.66

4.- La formulación de la propuesta intelectual unionista

Como se dijo anteriormente, la enunciación de la propuesta estudiantil unionista inició con el libro Páginas de Unión, publicado en 1903 por la Imprenta Gurdián, en León Nicaragua. La obra es un texto de denuncia contra las tiranías y de protesta por la expansión estadounidense en la región, que enardeció aún más al tirano y aumentó la represión contra el movimiento. En consecuencia, las ideas que conformaría el ideario unionista fueron elaboradas en su mayoría en condiciones de exilio y de exclusión política y dadas a conocer mediante un sinnúmero de folletos, publicaciones periódicas y conferencias, reproducidas principalmente en talleres tipográficos clandestinos, propiedad de allegados y seguidores de las ideas unionistas.67 Por tanto, en la conformación de este ideario, fue indispensable la participación solidaria de estudiantes universitarios y jóvenes profesionales en la producción, la difusión y la expansión del ideario en el istmo. Incluso, dentro del planteamiento de la propuesta, es posible reconocer a líderes del movimiento especializados en determinados temas; como por ejemplo Moisés Armijo, quien se abocó al análisis de la participación política de la mujer, o Sofonías Salvatierra, interesado en temas obreros.68

Para los propósitos del presente ensayo, nos enfocaremos en el análisis del texto La enfermedad de Centro América, considerado la obra monumental de Mendieta debido a lo extenso del estudio -de más de 1.500 páginas-, al minucioso análisis de la realidad centroamericana, pero, sobre todo, a su publicación en la prestigiosa Tipografía Maucci de Barcelona, España.69 Con este trabajo, Mendieta pasó a formar parte del selecto grupo de intelectuales centroamericanos que lograrían dar a conocer sus obras en el Viejo Continente.

4.a La enfermedad de Centro América: los síntomas, el diagnóstico y la terapéutica.

La Enfermedad de Centro América es una serie conformada por tres tomos: el primero, referente al sujeto de estudio y a los síntomas de su dolencia; el segundo, a los orígenes y diagnóstico, y el tercero, a la terapéutica. Los tres tomos fueron escritos durante un periodo de aproximadamente 22 años debido a las continuas interrupciones causadas por la actividad política del autor, los destierros, las prisiones y la escritura de otros textos. El primer tomo se escribió entre 1905 y 1907 y fue publicado por primera vez en 1912; la redacción del segundo tomo inició en enero de 1915 y concluyó en diciembre de 1919. Sin embargo, el fracaso del intento de unión conocido como la República Tripartita desvió la atención de autor y retrasó la publicación. En 1922, Mendieta reanuda el proceso de redacción con Terapéutica; al mismo tiempo, escribe dos tomos titulados Alrededor del problema unionista de Centro-América, que sumados a la triada conformaría la serie de cinco volúmenes publicados en 1934 por la tipografía Maucci.70

La enfermedad de Centro América fue definida por su autor como el manifiesto de la ideología unionista y como un texto de regeneración social y política de la región.71 El título, enfoque y preocupaciones inscriben la obra en el contexto de la corriente ensayista latinoamericana inspirada en el positivismo y el darwinismo social spenceriano presente en un amplio número de obras precedentes, entre las cuales podemos citar El triste provenir de las naciones hispanoamericana, del mexicano Francisco Bulnes (1899); Continente enfermo, del venezolano César Zumeta (1899); Pueblo enfermo, del boliviano Alcides Arguedas; Manual de Patología Política, del argentino Agustín Álvarez (1899); Enfermedades Sociales, de Manuel Ugarte (1905); el libro del sociólogo e historiador brasileño Mantel Bomfim, A America Latina: Males de Origen, y Nuestra América: Ensayo de Psicología Social, del argentino Carlos Octavio Bunge (1903).72

No obstante, en términos metodológicos, La enfermedad de Centroamérica se inspira en el naturalismo de Émile Zola (1840-1902) y concretamente, tal y como lo señala Mendieta, en la obra Le Docteur Pascal (1893), vigésima novela de la serie Los Rougon-Macquart, historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio (1852-1871). En efecto, en las primeras páginas, Mendieta advierte que realizará el estudio de las condiciones sociales y políticas desde el punto de vista del observador, siguiendo los procedimientos del doctor Pascual, de Zola, quien dice: estudia sin pasión y ve el proceso de las leyes naturales en una familia no preocupándose si no por acumular hechos, inducir las causas que los produjeron y deducir las consecuencias que a su vez producirá. De paso, agrega, si el paciente gusta de aliviar los males indica el procedimiento que habrá de seguirse, para disminuir la intensidad del mal y curarlo radicalmente. 73

En la concepción naturalista de Émile Zola, la creación literaria es un experimento científico, centrado en descubrir la realidad de modo totalmente objetivo mediante la aplicación de los nuevos métodos positivos, el análisis empírico y los principios de la herencia genética y del medio social.74 De acuerdo con Zola, el escritor debe comportarse como si fuera un médico y aplicar el método experimental como si los personajes fueran pacientes, de manera que los escritos sean el resultado de la observación de su comportamiento y de la experimentación de las causas que provocan sus diferentes actuaciones. Como veremos a continuación, esta posición fue asumida por Mendieta y adoptada como cimiento de la propuesta política unionista.

El primer tomo es una crítica mordaz y sistemática al sistema social y político de Centroamérica realizada mediante una descripción caótica del mundo social y político de la región y fundamentada en el concepto de enfermedad social desarrollado por Émile Zola en la saga de Los Rougon-Macquart, donde analiza las intrincadas conexiones que existen entre la enfermedad, el desarrollo de una ambición asociada al ansia de poder y la influencia del medio social. De forma similar, Mendieta pretende mostrar que el pueblo centroamericano está enfermo como resultado de la combinación de factores culturales, alimentarios y del medio ambiente que conllevan a la degeneración moral y a conductas promotoras de la dominación y el ejercicio autoritario del poder. En relación con el campesino, por ejemplo, afirma:

Hijo de una sociedad modelada por la intransigencia católica no gusta de discusiones bajo ningún concepto y busca siempre la autoridad de la palabra dicha por el cura para que le sirva de guía a sus pensamientos... Respeta a las autoridades más que a Dios y no se escandaliza por los atentados o robos de los mismos, convencidos de que no hay remedio posible y que debe aguantar con la misma estoica resignación que un terremoto o la crecida de un río. 75

En su estructura, el tomo también evidencia con suma claridad la influencia de Herber Spencer y su metáfora organicista, especialmente en la perspectiva que posee el autor del orden social como un todo orgánico en el que las partes y componentes están interrelacionados, de suerte que la resultante de esa interacción explica la existencia de cada componente y la propia del sistema social; la noción de función que señala el papel que desempeña objetivamente cada institución o fenómeno para mantener y perpetuar la entidad mayor en la que está inmersa De esta manera, luego de analizar la sociedad centroamericana, Mendieta concluye que todas y cada de esas partes padecen dolencias que paralizan a la sociedad y la condenan al retraso, la violencia y el abuso del poder. En resumen, afirma que Centroamérica no existe como Estado y por consiguiente quien desee convertir a las cinco repúblicas de ópera bufa en una república de verdad tiene que ponerse a la tarea de crear lo que no existe. 76

Otro concepto central presente en el primer volumen es clase social, entendido como un determinismo que define las oportunidades de los individuos e incluye tanto los factores económicos como las maneras de comportarse, los gustos, el lenguaje, las opiniones e incluso las creencias éticas y religiosas. De este modo, Mendieta describe al sujeto de estudio como un conglomerado de clases sociales compuesto por los campesinos pobres, acomodados y los ricos, el artesano oficial y el maestro de taller, la servidumbre, los militares y los caciques políticos. A estos suma una clase diferente conformada por los estudiantes, los universitarios formados en Centroamérica y los jóvenes profesionales, quienes son -desde su punto de vista- los más aptos para garantizar el futuro de la región.

Finalmente, el texto incluye el análisis de diversas instituciones sociales; entre ellas, la escuela primaria, el comercio, el cuartel, los partidos políticos, el municipio, el gobierno departamental, las cortes de justicia y los presidentes. Todas ellas concebidas como componentes funcionales que reproducen la dominación de los tiranos denominados por el autor caciques, concepto acuñado por el regeneracionismo hispano, con el cual se aludía al ejercicio autoritario del poder y que Mendieta caracterizó de la siguiente manera:

Dedúzcase, pues, cuál será la administración de los cacicatos: nada de ciencia de gobierno, de planes administrativos, de combinaciones financieras con base científica. Se vive al día; se tiene en toda su magnitud la imprevisión de los pueblos salvajes o atrasados. Así se dictan las leyes, así se derogan; así se adopta un sistema, así se abandona. Agréguese a esto el desconocimiento geográfico, étnico y estadístico del país, la falta seria y sólida de formación de las clases directoras, y se tendrá un juicio vago de nuestra caótica administración y de los males que ella causa a las generaciones de hoy y a las de mañana. 77

En el segundo tomo, Mendieta diagnóstica la enfermedad de Centroamérica como un caso profundo y crónico de abulia colectiva. La abulia -afirma- es un estado de ánimo que se caracteriza por la falta de anhelos, por el deseo de no hacer, por la incapacidad de tomar resoluciones... Tal estado implica necesariamente una profunda depresión de los centros nerviosos de la colectividad o del individuo que lo padece7 Finalmente, asegura que, tanto en los pueblos como en los individuos, la abulia es curable si a tiempo y de modo apropiado se reacciona contra ella y se combate metódicamente.

Según el diagnóstico, las causas de la enfermedad eran diversas y se agrupaban en cuatro factores: la influencia étnica, la influencia del medio ambiente, el desarrollo institucional y la influencia de los acontecimientos históricos posteriores a la emancipación. A diferencia de otros autores de su época, Mendieta analiza cada factor mediante un balance en el cual reconoce tanto los aspectos negativos como las buenas cualidades presentes en las razas (indios, negros, españoles), el medio físico y los acontecimientos históricos. Por ejemplo, en cuanto a las razas señala, el amor a la verdad, el valor moral, la justicia, la lealtad, no eran virtudes predominantes en los indios; pero tampoco eran debidamente cultivadas por la masa española que vino a las Indias. Respecto a las instituciones coloniales, su posición era más tajante y las consideraba el origen del desorden político imperante en la región:

En el proceso de formación del estúpido, imprevisor y enervante caciquismo centroamericano aparecen los gobernadores e intendentes coloniales como las manifestaciones larvadas que le han dado origen.19

Además, Mendieta afirmó que todas las causas de la enfermedad afectaban negativamente el carácter del centroamericano y producían el retraso y la dominación. Este argumento fue tomado del libro El Carácter, del literato escosés Samuel Smiles (1815-1904), quien sostuvo que la tristeza y el desánimo eran factores contrarios al progreso, aniquiladores del organismo y del trabajo. Smiles, partícipe del pensamiento de la autosuperación, escribió una saga de tres libros -El Carácter, El Deber y El Ahorro- que propiciaban valores éticos y normas culturales acordes con los principios liberales como la disciplina del trabajo, la libertad individual, el respeto a la ley, el ahorro y el deber. Estos principios vendrían a ser considerados la cura de los vicios sociales presentes en la sociedad y las instituciones centroamericanas.

Por último, el tercer tomo, Terapéutica, manifiesta la presencia de planteamientos teosóficos regeneracionistas como parte de los fundamentos de la propuesta política unionista. Así, pues, la educación, la higiene, la cultura cívica y la eugenesia se propusieron como los caminos de la regeneración de la sociedad centroamericana.79 80 No obstante, su eficacia fue limitada a la instauración de la unión regional concebida como el estado de perfección moral, política y social. En suma, las debilidades del carácter del centroamericano -pereza, falta de iniciativa, lujuria, tristeza, impresionabilidad, cobardía moral, mentira y vergüenza nacional- eran males curables en tanto se siguiera el camino hacia la perfectibilidad humana.81

En la terapéutica, la mujer ocupó un lugar central por dos razones claramente señaladas: 1) la mujer se consideró el centro del hogar y, por tanto, eje de la sociedad, 2) en Centroamérica la población femenina era más numerosa que la población de hombres.82 Sobre estos planteamientos el unionismo fomentó la expansión de la educación de la mujer dentro de los parámetros más tradicionales de la moral y la virtud y promovió su incorporación en la vida política consciente de su importancia como caudal electoral.

De esta forma, la terapéutica resulta ser una receta compleja -a veces confusa-donde la ley del progreso se une a la búsqueda continua de los supremos ideales de perfección moral, justicia, belleza, amor y solidaridad universal. Tal amalgama de corrientes filosóficas no solo da cuenta de las inconsistencias, las contradicciones y rupturas de la propuesta unionista sino también de la gran capacidad creativa de los intelectuales, quienes generaron puntos de encuentro entre pensamientos que, en principio, resultan opuestos. Así, los principios teosóficos y regeneracionistas vinieron a constituirse en los ideales de la nación centroamericana imaginada como una república cientificista, de hombres y mujeres virtuosos, bien educados, amantes de la patria, en constante evolución, poseedores de mayores cantidades de sangre caucásica y, al mismo tiempo, dueños de la vitalidad de las sangres indígena y africana.83

Conclusiones: “La República intelectual unionista centroamericana”

El proyecto político unionista propuesto por Mendieta y su grupo se constituyó, como hemos visto, mediante un conjunto de ideas y principios provenientes de diversas corrientes filosóficas que se introdujeron en la región en el contexto de la modernización cultural generada por el cultivo del café. Ciertamente, las zonas de expansión del cultivo, como Diriamba, experimentaron un importante desarrollo económico, social y cultural que transformó su paisaje rural y dio paso a la conformación de incipientes centros urbanos y el desarrollo de nuevos conglomerados sociales, entre los cuales destaca el surgimiento de una generación de jóvenes educados en las universidades del istmo, poseedores de amplios conocimientos de los países vecinos y de una percepción ístmica y regional de Centroamérica. A ello se sumó la experiencia de exilio y de persecución que alentó en Mendieta y sus compañeros la solidaridad y dio paso a un fuerte centroamericanismo, a la búsqueda de las similitudes más que a las diferencias exacerbadas por los nacionalismos de entonces y a la adopción del viejo proyecto unionista.

Si bien los jóvenes profesionales invocaron en su ideario a los caudillos clásicos de la unión -Francisco Morazán, Gerardo Barrios, Máximo Jerez y Justo Rufino Barrios- también modernizaron la propuesta unionista planteada por los militares que apostaron a la fuerza bruta, la imposición y el ejercicio autoritario del poder como medios para instaurar la unión regional. En la propuesta unionista de los intelectuales, la fuerza fue reemplazada por el saber, la improvisación sustituida por el método científico, el compadrazgo por la meritocracia y el autoritarismo por el ejercicio democrático del poder.

Desde su cientificismo, defendieron a ultranza los principios liberales de la propiedad privada, el libre comercio, la libertad de prensa y de pensamiento. También, creyeron en la educación, la ley y el orden y la eugenesia como los medios de la prosperidad de los pueblos, y alentaron las virtudes del trabajo, el ahorro, la higiene y la lucha contra los vicios. En su propuesta, el Estado era el ente encargado de velar por la educación de las masas -hombres y mujeres-, el fomento de la agricultura, la industria y el comercio, y el responsable de suscitar la inmigración como empresa colectiva para el impulso del desarrollo económico y cultural del país.84

La política se concibió, entonces, como un asunto exclusivo de los poseedores del saber y no de tiranos, quienes basaban su autoridad en el dominio y la ignorancia de los pueblos. De ahí deviene la posición antidictatorial y su hondo desprecio por los déspotas y sus formas aberrantes de gobierno: caciquismo, favoritismo, compadrazgo, persecución y exilio; contrarias a los principios proclamados en las Constituciones de los países de la región.85

La teosofía, por su parte, proveyó a los intelectuales de principios morales universales sobre los cuales propiciar la democratización de los sistemas políticos del istmo y fomentar el cultivo de las altas virtudes morales como pilares de una ciudadanía centroamericana, basada en el amor a la patria grande, la obediencia a la ley, la solidaridad cristiana y las virtudes del trabajo, el ahorro y el deber, pero sobre todo en el respeto a las jerarquías sociales y el reconocimiento de la superioridad moral de los poseedores del conocimiento. Así decían:

Serviréis a vuestra patria, eligiendo hombres doctos que enseñen a vuestros hijos, hombres sabios para gobernar vuestro pueblo, hombres de honor y responsabilidad que administren los bienes comunes, escogiendo siempre hombres de ciencia y de prudencia a quienes asociarse para vuestros negocios y aún vuestro trato.86

En el principio de solidaridad universal, el unionismo intelectual encontró asidero para imprimir dimensiones continentales a la propuesta de unión centroamericana y dotar al istmo de un glorioso destino como región depositaria de la unión latinoamericana, llamada por su posición geográfica y composición racial a ser el nexo central de los pueblos iberoamericanos y de todos los que forman la humanidad.87

A este sueño de grandeza centroamericana se unía su posición antiimperialista sustentada en la oposición de los bloques raciales hispanoamericano y sajón. No obstante, como otros intelectuales de su época, los unionistas centroamericanos fueron partícipes de un antiimperialismo romántico, en constante oscilación entre la admiración al pueblo estadounidense y la aversión hacia su gobierno y su política expansionista.

En definitiva, estos jóvenes profesionales, liderados por Salvador Mendieta, lograron elaborar una nueva propuesta política sustentada en el viejo sueño de unión regional, donde la ciencia y las corrientes filosóficas del momento fueron enlazadas de forma tal que legitimaran el poder de una nueva clase emergente, los intelectuales. La nueva propuesta no estuvo exenta de contradicciones ni de planteamientos absurdos, pero todos ellos daban vida a tres argumentos centrales: 1) la Centroamérica despótica y sumisa era un pueblo enfermo incapaz de encontrar su cura, 2) los intelectuales eran los conocedores de la pócima salvadora y los llamados a regenerar la sociedad para alcanzar su promisorio porvenir y 3) la unión regional era el estado perfecto de organización social y el restablecimiento de la República Federal Centroamericana el destino de la región. Se trataba, entonces, de una “República intelectual centroamericana” que, según decían, no podía llamarse propiamente federal, ni unitaria, sería una combinación de ambas, con raíces en su pasado histórico y un futuro en sus fuerzas latentes, una república donde los doctos estarían por encima de los opresores.

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Notas:

1        Como ejemplo, podemos referir la siguiente afirmación: “Salvador tatarea mucho, porque no persigue ideales. Pasa de una modalidad de criterio a otra distinta, bastardeando su preconizada sinceridad. Se le ve lanzado de uno a otro lado en los vaivenes de la vida, en perenne zigzag”. Mendoza, 1930, p. 55.

2        Otras obras son la tesis de Morry, Waren. “Salvador Mendieta: escritor y apóstol de la unión centroamericana”. Tesis de doctorado en Filosofía. Departamento de lenguas romances, Universidad de Alabana, 1968, y el libro de Rodríguez Felipe, Salvador Mendieta: Apóstol de la unión centroamericana. Managua, Nicaragua: CIRA, 1999.

3        En este artículo, la historia intelectual se entiende como el campo de estudio dedicado al análisis de las propuestas y las prácticas políticas de pensadores y de las redes sociales que se agrupan en torno a determinadas ideas, dentro de un contexto histórico y cultural definido. Camp, 1995, pp. 11-16

4        Samper, 1993, pp. 17-24.

5        Romero, 2002, pp. 155-176.

6        Mayor información sobre el desarrollo histórico de Diriamba puede consultarse la página www.diriambainfo. En este sitio se presenta un resumen de las principales obras escritas sobre la ciudad, entre las cuales se encuentra el texto de Mendoza, Juan. Historia de Diriamba (1920) impreso en Guatemala.

7        Mendieta, 1934b. p. 295.

8        Mendieta, 1934b, Pp. 304-305.

9        José María Izaguirre, como antes se dijo, fue uno de los hombres del 68 en Cuba, exmiembro de la Asamblea Constituyente de Guáimaro. Llegó a Centroamérica en 1874 contratado por el gobierno de Justo Rufino Barrios para ocupar el cargo de director de la Escuela Normal de Guatemala. Augier, 1989, p. 55 y Mendoza, 1930, p. 21

10      Mendieta, 1934b., p. 303 y Morry, 1968, p. 52.

11      Mendoza, 1930, p.21

12      Mendieta, 1934b, p.304.

13      El director del Instituto Nacional de Varones era el maestro Santos Berduó Toruño, originario de San Pedro de Perulopán, Guatemala. Véase Mendieta, 1934b, pp.304-305.

14      Mendieta, 1958, p. 6.

15      Mendieta, 1958, p. 6

16      Mendieta, 1958, p. 6.

17      De este grupo, cabe destacar al Dr. Victorino Ayala, catedrático en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de El Salvador y director del Instituto Nacional. Además, fue autor del primer tratado de sociología escrito en la región en 1921. Por su parte, el doctor Manuel Araujo ocupó la presidencia de El Salvador entre 1911 y 1913 y murió asesinado en plena vía pública el 9 de febrero de 1913. Ayala, 1921 y Silva, 2002, p. xliv.

18      Mendieta, 1934b, p. 307.

19      Mendieta, 1934b, p. 308 y Mendoza, 1930, p. 21.

20      Mendieta, 1934b, p. 308.

21      Worry, 1968, p. 73.

22      Mendoza, 1930, p. 51.

23      Worry, 1968, p. 73.

24      Worry, 1968, p. 74.

25      Mendieta, 1934b, p. 303 y Worry, 1963, pp. 61 y 64.

26      Franklin, 1929, pp. 5-7.

27      Mendoza, 1930, p. 34.

28      IHNCA, SMC, 0647

29      IHNCA, SMC, 0647.

30      IHNCA, SMC, 006.

31      Mendieta, 1903, p. 277.

32      Mendoza, 1930, p. 51.

33      El texto completo del trabajo de graduación se publicó en la primera parte del libro Páginas de Unión (1903). Sobre este tema también puede consultarse la tesis de Worry, 1968, p. 78.

34      Mendieta, 1958, p. 9.

35      Mendieta, 1958, p. 9.

36      Mendieta, 1958, p. 10.

37      Mendieta, 1958, p. 11.

38      Terencio Sierra (1849-1907) militar hondureño, presidente de la República (1899-1903). Durante su mandato se otorgaron grandes concesiones a las compañías Standard Fruit y la Fruit Company. Como comandante general de armas, dirigió el fallido golpe de Estado contra su sucesor, el presidente Manuel Bonilla. Este último, ocupó la presidencia de la República (19031907) y murió en el poder. Durante su mandato impulso la educación pública y el desarrollo de la industria. Paz y Fidel, 2000, pp. 117-121

39      Worry, 1968, p. 80

40      Mendieta, 1905, pp. 11-14.

41      Mendieta, 1958, p. 11

42      Mendieta, 1958, p. 11 y Unión Panamericana, 1963, p. 219.

43      Unión Panamericana, 1963, p. 219.

44      Unión Panamericana, 1963, p. 220.

perseguido hasta la caída del régimen de José Santos Zelaya y el ascenso de José Madriz.

45      Mendieta, 1958, p. 11.

46      Arellano, 1994, p. 19.

47      IHNCA. SMC. 0930.

48      Unión Panamericana,1963, p. 220.

49      Rodríguez, 1999, p. 9.

50      Mendieta, 1958, p. 12.

51      Mendieta, 1964, pp. 3-4.

52      Este tema se trata ampliamente en el primer tomo de libro Alrededor del problema unionista centroamericano, que analiza la política transacciones en Nicaragua y los pactos entre los partidos Liberal, Progresista y el Partido Unionista Centroamericano.

53      Arellano, 1994, p. 19.

54      Rodríguez, 1999, p. 10.

55      La República Tripartita fue la iniciativa de unión regional impulsada en 1921 por Carlos Herrera, presidente de Guatemala, al celebrarse el primer centenario de la proclamación de la independencia, Guatemala, Honduras y El Salvador firmaron un tratado en virtud del cual los tres países declaraban formada la República Federal de Centroamérica con capital en Tegucigalpa y reservándose un puesto, tanto para Nicaragua como a Costa Rica, para que tan pronto se decidieran apoyar la iniciativa formaran parte de la misma. No obstante, el intento fracasó por la revolución en Guatemala encabezada por el general José María Orellana, quien sacó del poder a Herrera, con lo que perdió vigencia el intento de unión. Sobre este tema, véase Karnes, 1961, pp. 214-239.

56      Mendieta, 1930, p. 126.

57      Mendieta, 1946, p. 7 y Unión Panamericana, 1963, p. 220.

58      Worry,1968, p. 86.

59      Mendieta, 1947, p. 11.

60      IHNCA, SMC, 0568.

61      Unión Panamericana, 1963, p. 220 y Rodríguez, 1999, p. 11.

62      Partido Unionista Centroamericano, PUCA, 1946, p. 5.

63      Unión Panamericana, 1963, p. 220.

64      Worry, 1968, pp. 87-88.

65      Worry, 1968, p. 88.

66      Mendieta, 1958, p. 8.

67      Entre los más importantes figuran el taller tipográfico El Progreso en Managua, propiedad de Sofonías Salvatierra, y la tipografía de Francisco Ocheinta, ubicada en Quezaltenango, Guatemala.

68      Modesto Armijo presentó en 1912 su trabajo de graduación titulado Los Derechos Políticos de la Mujer, donde defiende su derecho al sufragio y su integración a la vida pública. Por su parte, Sofonías Salvatierra fue autor de más de 23 títulos, entre ensayos políticos y libros de historia y fundador de varias asociaciones de obreros. Silva, 2005, p. 181.

69      Mendieta, 1934a, p. 12

70      Mendieta 1934a, pp. 389-393.

71      Mendieta, 1934a, pp. 393.

72      Manchal y Vargas, 2004.

73      Mendieta, 1934a, p. 18.

74      Barrueto y De la Cruz, 2008.

75      Mendieta, 1934a, pp. 26-29.

76      Mendieta, 1934a, p. 283.

77      Mendieta, 1934a, p. 247.

78      Mendieta, 1934b, pp. 19-20

79      Mendieta, 1934b, p. 111.

80      Sobre este tema se pueden consultar los trabajos de Marta Casaús y Teresa Giráldez, quienes han profundizado sobre el espiritualismo, la teosofía y el vitalismo en Centroamérica, definidos como corrientes de pensamiento contrarias al positivismo. Véase, Casaús, 2001, 2002 y Casaús y Giráldez, 2005.

81      De acuerdo con Mendieta, el camino hacia la perfectibilidad se compone de varias etapas, lo primero es que cada individuo sea sano, fuerte y hermoso; lo segundo que tenga voluntad recia y bien orientada hacia la moral; y lo tercero que cuente con los condiciones necesarias para subsistir y disponer de los medios suficientes para el completo desarrollo de su personalidad física, moral e inteligencia. Mendieta, 1934c, p. 337.

82      Mendieta, 1934c, p. 76.

83      Mendieta, 1934c. p. 87.

84      Mendieta, 1934c, p. 61.

85      En Páginas de Unión, Mendieta afirma que los avances recientes del Derecho Político se hallaban representados en las Constituciones centroamericanas, pero que solo eran “vistosas pompas de jabón” p. 52.

86      Rodas, 1943, p. 150 y 157.

87      Mendieta, 1934c, p. 677.