Movilización contra las expropiaciones del Gran Canal

Por Melchor Benavente

Desde hace muchos años, como producto de la derrota de la revolución (1979-1990) Nicaragua es una extraña excepción en Centroamérica. El reanimamiento económico del último periodo ha despertado algunas expectativas, casi no hay luchas de los trabajadores o estudiantes por sus reivindicaciones.

Pero dentro de esta enorme inercia social, la posible construcción del megaproyecto conocido como el “Gran Canal Interoceánico de Nicaragua”, está generando reacciones diversas. A nivel de las masas populares, una reciente encuesta confirma que más del 70% de la población considera que la construcción del Canal sería beneficiosa para el país. Los empresarios agrupados en el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) se frotan las manos por los negocios que generaría el Gran Canal.

Frotándose las manos

Sin embargo, en este mar de expectativas, de discusiones a favor y en contra, sobre los posibles daños ecológicos en el Lago de Nicaragua o la entrega de la soberanía nacional a un desconocido empresario chino, hay un tema espinoso que está creando un creciente malestar social en las zonas por donde se construiría el Canal: las expropiaciones.

Quienes dieron el campanazo de alerta sobre el tema de las expropiaciones fueron los grandes empresarios organizados en el COSEP. Ellos quieren un mejor pago por sus tierras. Se oponen a que sean pagadas al valor catastral, presionan por un “precio de mercado”, un “precio justo” que no es otra cosa que un precio de especulación por el incalculable valor de las únicas tierras por donde se construiría el Canal.

No obstante, estas inquietudes se han disipado temporalmente, por las buenas relaciones con el gobierno, y por el hecho de que ellos participarían en todos los negocios relacionados con el abastecimiento y construcción de las obras. Quienes se muestran sumamente inquietos son los campesinos y pequeños propietarios en las zonas por donde se construiría el Canal.

Censo y protestas

El gobierno sandinista ha comenzado a realizar censos sobre la cantidad de personas, fincas e infraestructura actualmente existente dentro de la ruta del Canal. Mientras crecen las expectativas de la población por los posibles beneficios económicos que traería la construcción del Canal, los pequeños propietarios se aferran a sus propiedades.

El censo realizado por funcionarios de la empresa HKND, con apoyo de la Policía y el Ejercito, desató las primeras protestas a finales de septiembre, en el departamento de Rivas, en la costa del Pacifico, en una zona donde la construcción de hoteles y el boom del turismo ha provocado un alza desproporcionada de precios de las tierras.

Ante la protesta de los pequeños propietarios, Telémaco Talavera, principal vocero gubernamental sobre el Canal, declaró: “(…) estamos seguros que todos los pobladores que están en la ruta y fuera de la ruta, en la medida que vayan conociendo las características particulares van a apoyar este proyecto porque es de beneficio para todos (…), tenemos la certeza que toda la gente va a respaldar al final este proyecto”. (La Prensa, 20/9/2014)

Pero estas declaraciones conciliadoras no calman la situación tensa. Las movilizaciones también se han producido en el departamento de Río San Juan, y en la zona central, pero donde han sido más fuertes es en Nueva Guinea, una zona opositora, antiguo bastión del ejército contra.

Las protestas reflejan un justo sentimiento de los pequeños propietarios que defienden el valor de sus tierras, y también una manipulación por parte de los ONGs y partidos de derecha que se oponen a la construcción del Canal. En las pancartas bien elaboradas se notan consignas reaccionarias: “Qué quieren los campesinos, que se vayan los chinos”.

Permutas y justa indemnización

Todavía no es seguro que se construya el canal pero ya se sienten sus efectos sociales. Lo ideal sería que el Canal sea construido por el Estado, y que todos sus beneficios sean aprovechados por Centroamérica, pero esta no es la realidad actual. La concesión a favor de la empresa china HKND fue onerosa y la soberanía nacional de Nicaragua y Centroamérica fueron entregadas al naciente imperialismo chino.

No podemos oponernos a la construcción del Canal, porque es una necesidad económica, pero los socialistas centroamericanos luchamos para que sean los trabajadores y las comunidades quienes controlen esta mega obra. Existe una enorme contradicción entre la construcción del Canal y el destino de los pequeños propietarios que serían expropiados.

Esta lucha de pequeños propietarios contra la expropiación de sus tierras no es necesariamente anticapitalista o antiimperialista, sino democrática. Siempre debemos diferenciar a los pequeños de los grandes propietarios. En las actuales condiciones defendemos el derecho de los pobladores a decidir su propio futuro, y que no sea el gobierno, mediante una concesión onerosa, quien decida o cambie sus vidas o forma de producir.

Por ello demandamos una justa indemnización o permuta de tierras, en iguales o mejores condiciones, para que la vida de estas comunidades no sea alterada. La permuta debe ir acompañada de financiamiento y apoyo económicos para establecer sus nuevas vidas.

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