Por Melchor Benavente

Nuevamente, en Nicaragua no hubo celebración masiva del 1 de Mayo, día internacional de los trabajadores. Esta situación es el reflejo de las derrotas del movimiento obrero, que vienen desde la época de la revolución (1979-1990) cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) logró controlar y atenazar a los sindicatos.

En Nicaragua hubo un auge del sindicalismo, pero el FSLN con sus políticas terminó destruyendo al sindicalismo. Los pocos sindicatos que quedaron en pie después de 1990, no lograron atraer a la mayoría de los trabajadores y sirvieron como mecanismos de presión social a la hora de las negociaciones con los gobiernos de turno.

En 2017 el panorama es desolador. A pesar de la recuperación de la economía y de mejorar los índices de empleo, esto no se traduce en un proceso de organización sindical. Los trabajadores de las maquilas tienen limitaciones en los hechos para organizarse en sindicatos.

En los últimos años, el gobierno sandinista ha organizado la celebración oficial del 1 de mayo, pero en actos bajo techo celebrados el día 30 de abril, un día antes del 1 de Mayo, para reunir a los empleados públicos. A partir del 30 de abril del año 2012, fecha del fallecimiento del comandante Tomas Borge, la celebración del 1 de Mayo se mezcla con esta fecha propia del sandinismo, siendo esta ultima el motivo central de los actos convocados por el sandinismo a puerta cerrada

En Nicaragua, el 1 de Mayo ha dejado de ser un día de lucha de los trabajadores para convertirse, el 30 de abril, en un acto político partidario del FSLN, que es el partido que controla a la mayoría de los pocos sindicatos.

La crisis del sindicalismo también se manifiesta en la reducción del número de afiliados de otras centrales sindicales. La Central de Acción de Unidad Sindical (CAUS) que en un momento agrupó a la mayoría de los sindicatos del sector industrial, casi ha dejado de existir. La Central de Trabajadores de Nicaragua. Autónoma (CTN-a) este año ni siquiera convocó a celebrar el 1 de Mayo.

La Central General de los Trabajadores (CGT) está debilitada y en manos de sindicalistas que una época fueron militantes del desaparecido Partido Socialista Nicaragüense (PSN). Uno de los bastiones de la CGT ha sido el Sindicato de Carpinteros, Armadores, Albañiles y Similares (SCAAS) que agrupa a obreros de la construcción, el sector que más ha crecido con el boom inmobiliario.

Nilo Salazar, dirigente histórico del SCAAS, anuncio una marcha de trabajadores que saldría de los semáforos de la Colonia Tenderí, pasando por el portón del Cementerio Oriental hasta llegar a las inmediaciones del antiguo cine colonial. La marcha finalmente no se realizó.

Otro sindicato de la construcción pertenece a la Central Sandinista de Trabajadores (CST), pero de antemano Roberto González había anunciado que no harían marcha, sino que celebrarían el 1 de Mayo “con asambleas, congresos, ferias, jornadas deportivas, en sus centros de trabajos”, además de asistir a la conmemoración fúnebre de Tomas Borge.

El acto oficial del gobierno fue realizado el día 30 de abril, a puertas cerradas, en el lujoso centro de Convenciones “Olof Palme”. Tomaron la palabra 3 oradores. Primero habló Gustavo Porras, quien siendo presidente de la Asamblea Nacional sigue siendo secretario general del Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), que agrupa a sindicatos de empleados públicos. Hablo Rosario Murillo y finalmente el presidente Daniel Ortega.

Todos los discursos tuvieron la misma tónica: hablar de asuntos del gobierno, pero jamás sobre los problemas de los trabajadores. El auditorio de ese acto oficial no estaba compuesto por sindicalistas sandinistas, sino por la militancia del FSLN. Son monólogos que reflejan el distanciamiento de los trabajadores con la conducción sandinista, por las nefastas políticas neoliberales aplicadas.

El sandinismo ha preferido consolidar la alianza estratégica con los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) y con la oligarquía financiera, antes de solucionar las reivindicaciones de los trabajadores. Estas políticas son las que tienen languideciendo a los sindicatos.

En los semáforos del Hospital del Niño, se realizó un mitin, pequeño pero simbólico, de una alianza entre el Movimiento de Acción Popular (MAP), el Movimiento Patriótico por la Republica (MPR) que encabeza el comandante Henry Ruiz, y militantes del antiguo PSN. No llegó ni un solo sindicato, pero fue un sano intento de celebración independiente por recuperar las tradiciones obreras del 1 de Mayo.

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