Por Victoriano Sánchez

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Durante la revolución (1979-1990) el gran teórico del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) fue el comandante Jaime Weelock Román, quien escribió y habló mucho sobre la reforma agraria, la “agroindustria”. Weelock se retiró del FSLN y ahora es un gran empresario. Mucha de la intelectualidad que abrazó la revolución, se pasó al Movimiento Renovador Sandinista (MRS). Ahora corresponde a Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, elaborar las nuevas teorías e ideologías del sandinismo, en lo que ellos denominan la segunda fase de la revolución. En esta labor, a veces cuenta con el apoyo de algunos intelectuales, como es el caso del Dr. Augusto Zamora, profesor y embajador en España

En una reciente, pero amplia entrevista con El Nuevo Diario (14/02/09) Augusto Zamora incursiona, no en el ámbito del derecho internacional, que es su gran especialidad, sino que intenta domar el potro salvaje de la economía. Aunque al gobierno sandinista si le preocupa, Zamora justifica el corte de la ayuda financiera de los Estados Unidos y la Unión Europea (UE): “Hiciéramos lo que hiciéramos en América Latina, los fondos europeos van a seguir reduciéndose”.

Al parecer, en este asunto del fraude en las elecciones municipales, todo indica que la dirección sandinista había calculado todos los riesgos, y tomando en consideración que la crisis económica mundial produciría problemas financieros en los países imperialistas, escogió el “mal menor” de enemistarse temporalmente con los Estados Unidos y la Unión Europea, consciente de que no podrían hacer mucho en contra de Nicaragua.

Zamora reconoce que la “crisis estadounidense es demoledora” que afectará duramente a Nicaragua por la disminución de las remesas, y porque el país “ha vivido básicamente de la exportación de una docena de productos que verán reducidos sus mercados porque son, muchos de ellos, productos de lujo. El tabaco, la langosta y el camarón no son productos que están en la canasta básica. Y para este tipo de productos la tendencia es que el mercado se reduzca”.

Y como un buen predigistador sacó inmediatamente a relucir la salida a la crisis: “desde una perspectiva nacional, responsable y seria, empezar a plantearse el modelo agroexportador de Nicaragua y, sobre todo, una cuestión muy esencial: comprender que el futuro de los mercados está en Asia”.

Estos eran los mismo planteamientos de Jaime Weelock, la misma utopía de que Nicaragua puede resultar inmune a las oscilaciones del mercado mundial, reconcentrándose en las agroindustrias que procesen alimentos, bajo una economía capitalista.

El enfoque nacionalista, autárquico, salta a la vista: “Muchos de estos países han llegado a un nivel de agotamiento de su capacidad productiva y necesitan importar cada vez más productos alimenticios, y Nicaragua tiene tanto en tierras como en clima y como en recursos hídricos” (…) necesitamos “una revolución agraria. Nicaragua necesita redistribución de la tierra, redistribución del modelo productivo y la incorporación masiva de tecnología y nuevos modos de producción que permitan optimizar los recursos que tenemos, que son básicamente tierra y agua”.

Pero de un tema saltó al otro, ya que también recomendó una revolución energética: “debe hacerse un plan estratégico que permita reorientar en el menor tiempo posible la estructura productiva de Nicaragua hacia el mercado energético”. Esta afirmación es delirante, porque aunque Nicaragua sea el país con más recursos hídricos del área centroamericana, no tiene la capacidad de invertir en energía hidráulica.

Zamora describió que Estados Unidos “se verá obligado a reducir (la cooperación) porque no sólo tiene su crisis, sino también tiene dos guerras que están hipotecando inmensamente su economía”, pero al mismo tiempo reconoció que el gobierno sandinista está desarrollando “secretas” negociaciones con Estados Unidos y la Unión Europea, para reanudar la ayuda financiera a Nicaragua.

Toda su entrevista es una resurrección de las teorías obsoletas y putrefactas de Jaime Weelock, pero también es una confirmación de la orientación de la política económica del actual gobierno sandinista, que insiste en que se puede capear la crisis del sistema capitalista, sin cambiar en nada el actual modelo económico capitalista agroexportador. Ahora ya no se debe producir alimentos de lujo, sino sencillamente alimentos, sin especificar cuáles. La misma mona con diferente rabo.

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