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Por Olmedo Beluche

Desde el gran movimiento magisterial de 1978-79, todos los gobiernos y sus ministros de Educación, de la dictadura y de la “democracia”, han tenido una política sistemática frente a los gremios docentes: tratar de desacreditarlos y destruirlos. Unos mediante la cooptación de los dirigentes, como los gobiernos de Guillermo Endara y Ernesto Balladares. Otros con amenazas y represión. Todos han fracasado en ese intento. La actitud de la actual ministra, la periodista Lucy Molinar, es más de lo mismo. Cuando los gremios le piden diálogo sobre la reforma curricular y las otras políticas educativas, la respuesta del ministerio es que los dirigentes están “politiqueando”.

La señora ministra no acepta nada que venga de los gremios docentes. Primero porque supuestamente nunca han presentado una propuesta de reforma curricular. Pero cuando le presentan un documento construido con datos emanados del propio ministerio, entonces supuestamente “los datos están mal” o hay una “agenda oculta”. Cuando los gremios a inicios de su administración, quisieron discutir la reforma curricular, se salió con un aumento salarial escalonado y, cuando éstos quisieron discutir el aumento, es que “ellos sólo piensan en plata”. La cosa es como en galeras: “palo por que boga, y palo porque no boga”. Y, como este gobierno es hábil manejando los medios de comunicación y manipulando la conciencia de los incautos, se procura manchar a todo el colectivo con el escándalo de los diplomas falsos y los abusadores sexuales, que involucra a una minoría de manzanas podridas, pero hay que dar la impresión de que la cosa es generalizada.

Señora ministra, en esencia lo que los gremios le piden es: DIÁLOGO. ¿Cuál es el problema? ¿O usted cree que la Educación se puede manejar como el ejército, impartiendo órdenes y obedeciendo? ¿No era usted civilista y demócrata? Claro que un diálogo tiene sus riesgos, porque seguramente los gremios dirán algunas cosas que no serán del agrado de la ministra y el gobierno de comerciantes y banqueros.

¿Qué es lo que no quiere oír el Ministerio de Educación? Primero, que la crisis de la Educación no es culpa de los educadores. La crisis educativa es un elemento más de la crisis social y económica que se abate sobre el mundo y sobre Panamá, gracias a 30 años de políticas neoliberales impuestas por agencias internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, entidades de donde proviene en realidad la propuesta oficial de reforma curricular. No es culpa del docente si la mayoría de los alumnos de la escuela pública proceden de hogares en pobreza, muchos de los cuales con las “pailas están volteadas”, con alumnos desnutridos, de barrios pobres y sumidos en la violencia y la criminalidad. No es culpa de los educadores si el sistema educativo pierde un alto porcentajes de estudiantes de la “media” que emigran a trabajar a la construcción o, lo que es peor, a las pandillas.

Segundo, tampoco es cierto que, en general, la educación privada sea superior a la pública. Si los alumnos de algunos colegios privados tienen en promedio mejores niveles académicos es porque sus familias tienen mejores niveles de vida que el promedio de los alumnos que acuden a la escuela pública. Múltiples estudios prueban esa relación: nivel de vida educativo como directamente proporcional a nivel de vida. Así que lo principal que hay que hacer para mejorar el nivel educativo, es mejor el nivel de vida del pueblo. Pero eso molesta a los políticos, pues tendrían menos para embolsillarse del erario público.

Tercero, que los propios educadores son víctimas de la desigualdad social que impone el modelo económico vigente. Los educadores, pese a la alta formación académica que poseen en promedio, forzada por el sistema del “puntismo” que prevalece, también sufren el alto costo de la vida, también sufren la crisis del transporte y el aumento del pasaje, también viven en los barrios marginales con los mismos problemas sociales que tienen las familias de sus alumnos. ¿Qué más sacrificios les van a pedir, si ya, pese a todos esos problemas, se sacrifican atendiendo esmeradamente a más de 30 alumnos por salón? Ni hablemos de los sacrificios de los maestros de las “áreas de difícil acceso” y los que atienden las desastrosas escuelas “multigrado”, o las que siguen sin mobiliario adecuado, con fibra de vidrio, sin celadores, sin trabajadores manuales.

Cuarto, que no es cierto que el desempleo se deba a los obsoletos planes de estudio. El desempleo es un mal congénito al sistema capitalista y lo padecen incluso las potencias con los mejores sistemas educativos, como Estados Unidos y la Unión Europea. El desempleo es una treta de los capitalistas para deprimir los salarios. Así que en Panamá nadie se queda sin trabajar porque haya estudiado “Relaciones de Panamá con los Estados Unidos” o Filosofía. Por eso, tampoco es cierto que el desempleo desaparecerá con una reforma curricular que elimine las “Humanidades” y las reemplace por cursos de inglés y manejo de computadoras. Lo que no quiere decir que no se deban impartir esos cursos, pero no quiere decir que deba hacerse a costa de la Historia.

Por esas cuatro razones, señores padres de familia, no se dejen engañar ni usar como un instrumento contra los docentes. Los educadores no son sus enemigos, por el contrario, ellos al igual que los padres de familia desean una mejor educación para sus hijos, pues no hay mejor recompensa para los sacrificios de un docente que ver a sus alumnos convertidos en profesionales y ciudadanos cabales. Señores padres de familia, junto a los docentes, exijan a la ministra una sola cosa: DIÁLOGO.

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