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El plan anti inflación del Gobierno de Cólom

Por Armando Tezucun

El jueves 10, el gobierno de Álvaro Colom anunció una serie de medidas económicas para combatir el alza galopante en los bienes de consumo básico de la población. Frente a la política económica del último gobierno, el plan esbozado por Colom parece atrevido, puesto que incluye precios tope a ciertos artículos, subsidios para otros (en especial a los combustibles), bonos salariales para los trabajadores del estado y sectores vulnerables (adultos mayores, etc.), liberación de contingentes de importación e impuestos a las llamadas por teléfonos celulares.

 

La agobiante inflación

El año 2007 cerró con una inflación del 8.75%, muy por encima del 5% previsto por la Junta Monetaria y el Banco de Guatemala (banco central del país). Este año, a pesar de que las autoridades económicas prevén una inflación del 5,5%, la dura realidad indica que será rebasado con creces. Para el mes de marzo el Instituto Nacional de Estadísticas calculó una inflación interanual de un 9.1%.

Para los trabajadores y sectores populares esto ha significado un empobrecimiento creciente. Según el INE para febrero la canasta básica vital (cantidad necesaria para obtener alimentos y servicios para una familia de cinco miembros) llegó a Q 3,157.04 (US$ 418.15), y la canasta básica de alimentos (sólo alimentos) era de Q 1,730 (US$ 229.13). Productos tan básicos como el pan o las tortillas han aumentado su precio entre un 15 y 20% con respecto al mismo mes del año anterior.

Los salarios, en cambio sólo han aumentado un 9% en los últimos dos años. El último incremento en el salario mínimo fue de 4.5% para el campo y 5.5% para la ciudad (Q 1,317.70 y Q 1,450.20 mensuales respectivamente). Si comparamos el salario mínimo con el costo de las canastas básicas resulta claro el incremento de la miseria entre las clases populares. Incluso el salario de los que tienen mejores sueldos (un promedio de Q 2,500.00 para los obreros de la construcción, por ejemplo) resulta insuficiente para sostener una familia regular.

El criminal capitalismo globalizado se ensaña contra las clases oprimidas

Ante la crisis con el gobierno se excusa diciendo que la inflación es importada. En efecto, los precios del petróleo se han disparado a niveles nunca sospechados, hasta US$ 117 el barril, afectando los precios de toda clase de productos y servicios que dependen o en los que tiene ingerencia el combustible fósil.

La búsqueda de ganancia por parte de capitalistas agrícolas que han reducido la producción de granos alimenticios para producir biocombustibles ha disparado los precios de los granos básicos. El trigo, por ejemplo, ha aumentado su precio internacional en un 180% durante el último año. Pero hay otro factor importante. Ante el estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y la subsecuente recesión, los inversionistas especuladores están desviando sus capitales hacia las commodities, el mercado de materias primas, presionando hacia arriba los precios de granos básicos, metales y combustibles fósiles. Esta voracidad de los capitalistas, a quienes no les importa provocar una crisis alimentaria mundial media vez sus ganancias estén aseguradas, es una prueba palpable de que la lucha de los trabajadores es no solamente contra las burguesías de sus propio país, sino contra un sistema inhumano de dominación capitalista mundial.

2008, un año difícil

Todos estos factores combinados harán que este año veamos una disminución de la tasa de crecimiento de la economía guatemalteca. El año 2007 fue el de mayor crecimiento económico en 30 años, con un 5.6% del PIB. Pero la recesión de la economía estadounidense y el alza en los precios del petróleo y cereales revertirán la tendencia de crecimiento de la economía. Esto incluye el monto de las remesas enviadas por trabajadores migrantes a sus familias, que fue de US$ 4,128 millones en 2007, casi igual a las exportaciones, US$ 4,219 millones (cifras del Banco de Guatemala publicadas en el diario El Periódico el 11/1/08). La pérdida de empleos por la crisis y el endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos provocarán una baja en el ritmo de crecimiento de las remesas, que funcionan como un amortiguador social al aliviar la situación de las familias pobres que no encuentran un lugar en el mercado laboral local.

Durante los tres primeros meses del año la Junta Monetaria y el Banco de Guatemala mantuvieron una proyección optimista de crecimiento de la economía para 2008 de un 5.3% del PIB y una tasa de inflación del 5,5%. A inicios de abril el Fondo Monetario Internacional publicó el informe Perspectivas de la Economía Mundial, en el cual evalúa el efecto de la recesión en EE.UU. La proyección del FMI es de que la economía guatemalteca crecerá un 4.8% en 2008 con una inflación del 8%. Esto obligó, un día después, a que la presidenta del BANGUAT, Antonieta de Bonilla corrigiera las proyecciones de las autoridades económicas locales, adecuándolas a las del FMI.

Reacciones ante el plan de Colom

Este es el panorama frente al cual el presidente anunció su conjunto de medidas económicas. Como era de esperarse, llovieron los comentarios adversos de parte de especialistas y entidades empresariales: “Establecer precios topes da como resultado la escasez o desaparición de los productos; mientras que los subsidios fomentan el contrabando en las fronteras y generan evasión fiscal” (Hugo Maúl, economista neoliberal, diario El Periódico, 11/4/08). Pero el más fuerte opositor fue el FMI, quien en boca de su representante para Centroamérica, Alfred Schipke dijo que se opondrá siempre a cualquier intromisión del gobierno en asuntos de mercado (diario Siglo 21, 12/4/08). El FMI recomendó cero ingerencia en el libre mercado y que el Estado dirija recursos a los sectores más vulnerables (transferencias condicionadas, etc.), y por supuesto, que los salarios no deben subir al ritmo que los alimentos, por los efectos inflacionarios.

Como resultado de las críticas Colom retrocedió y suavizó su lenguaje. En un mensaje televisado el domingo 13 anunció el plan, en el que ya no habló de precios topes sino de lograr un “pacto de solidaridad” con la empresa privada y cooperativas para reducir o estabilizar precios, mediante consensos que den como resultado “precios acordados”. Además anunció un plan de emergencia para estimular la producción de granos básicos, mediante planes de acceso a la tierra, préstamos sin intereses, subsidios, entrega de semillas mejoradas y fertilizantes; todo ello para lograr suplir el déficit de granos básicos que obliga a importar grandes cantidades de cereales, en especial maíz. El plan incluye la entrega de transferencias condicionadas a familias pobres del interior para que envíen sus hijos a la escuela, programas de vivienda y apoyo a pequeñas y medianas empresas.

Durante toda la semana siguiente el gobierno se ha estado reuniendo con empresarios individuales y productores para lograr acuerdos respecto a los precios. El primer acuerdo anunciado fue con las compañías distribuidoras de gas, que mantendrán los precios actuales hasta fin de año. Este no fue un acuerdo difícil, porque los dueños de estas empresas han sido amigos, colaboradores y financistas del presidente. Actualmente se están negociando precios de harina, pan, arroz, aceite vegetal, pollo, combustibles y otros productos básicos. Sin embargo, sectores gremiales como la Cámara de Industrias y la poderosa Asociación de azucareros de Guatemala negaron que estén en estas negociaciones, lo que hace dudoso que se logren finalmente los acuerdos esperados. En todo caso Colom programó para el domingo 20 el anuncio de acuerdos y nuevas medidas.

Por un plan que realmente beneficie a los trabajadores

Ante los planes del gobierno que busca solucionar la situación tratando con pinzas a la burguesía, los trabajadores y sectores populares debemos exigir un aumento salarial acorde al nivel de inflación: que los salarios aumenten de manera automática según el aumento de la inflación. Exigimos un verdadero control de los precios, no precios acordados con los capitalistas, cuidando sus ganancias. Los empresarios han amenazado que si hay control de precios habrá desabastecimiento, especulación y mercado negro provocado por ellos mismos. Ante esta reacción de la burguesía, proponemos que sean las propias organizaciones de trabajadores, campesinos y sectores populares quienes controlen la distribución de los productos de primera necesidad. Que el gobierno abra almacenes estatales con productos a bajo precio y alimentos comprados directamente a los productores campesinos a precios justos. De lo contrario, cualquier otro plan no será más que una burla de la que sólo saldrán bien parados los consorcios capitalistas que controlan la economía del país.

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