Por Orson Mojica.

La revolución cubana fue durante mucho tiempo el faro luminoso que guiaba a la mayoría de los revolucionarios en Centroamérica y América Latina. Era el gran ejemplo a seguir. Miles perdieron sus vidas tratando de repetirla experiencia de la revolución cubana.

La lucha guerrillera es un método utilizado preferentemente por la clase media radicalizada. El triunfo de la revolución cubana fue posible por la combinación de la lucha guerrillera con la huelga general de masas. En el contexto de la guerra fría, el triunfo de la revolución cubana, originó una airada repuesta del imperialismo yanqui. Los ataques, sabotajes y atentados, la fracasada invasión contrarrevolucionaria de bahía de Cochinos, provocaron una repuesta revolucionaria de las masas cubanas. En 1961 Fidel Castro declaró el inicio de la revolución socialista en Cuba. Los grandes capitalistas y las empresas transnacionales fueron expropiados.

Cuba llego a convertirse en la primera revolución socialista en América latina y la primera en el mundo occidental, a escasas 90 millas del imperio norteamericano. Pero en este giro hacia el socialismo, el castrismo busco la protección de la burocracia stalinista que gobernaba la URSS, iniciando con ello, al mismo tiempo, el proceso de burocratización y degeneración de la revolución cubana,

El derrumbe de la URRS y el inicio de la Restauración capitalista

Cuba logro sobrevivir al bloqueo del imperialismo yanqui, entre otros factores, por la “ayuda” soviética. La isla por sí sola, a pesar del heroísmo de su pueblo, no podía resistir la ira de la más grande potencia imperialista. Desde 1961 hasta 1989, la burocracia del Kremlin apoyó a Fidel Castro con petróleo, tecnología, armas, alimentos y precios subsidiados. Este “ayuda” soviética, vital para la economía de la isla, no fue desinteresada. Los burócratas rusos apoyaron a Castro con el objetivo que éste moderara su política y se transformara en un aliado internacional de la ex URSS.

Cuando Gorbachov inicio en 1986 el proceso de restauración capitalista gradual, a través de la Perestroika, Fidel Castro fue uno de su más acerbo crítico, porque pretendía poner fin del cuantioso subsidio soviético a la economía cubana. Fue así que surgió el mito de que, mientras en casi todos los Estados obreros degenerados burocráticamente (URSS, China, Vietnam, etc.) regresaban al capitalismo, Cuba era el único Estado Obrero que resistía los embates del imperialismo. Ese mito ya no existe. Sin embargo, detrás de los anteriores discursos de Fidel Castro a favor de la “patria socialista”, se estaban operando cambios graduales, inspirado en el modelo chino y vietnamita, de un lento pero firme proceso de restauración capitalista, pero bajo la férrea mano de la burocracia del Partido Comunista de Cuba (PCC).

El derrumbe de la ex URSS en 1990, se hizo sentir inmediatamente en Cuba. Para el 10 de Octubre de 1991, Fidel recordaba al IV Congreso del PCC que “ en los últimos cinco meses, prácticamente no ha llegado nada, ni cereales para el consumo de la población, ni cereales para la producción de piensos que garantizaban los abastecimientos de leche, de carne de ave, de cerdo, de res, de huevos; no ha llegado una sola libra de mantequilla, de la que recibíamos más de 15 000 toneladas al año; no ha llegado una libra de aceite, no ha llegado una libra de manteca, ni una libra de chícharos, ni una libra de arroz, ni una libra de aquellos alimentos que durante decenas de años recibíamos de la URSS, que incluían carne en conserva, pescado y otras cosas, y que formaban parte de nuestro balance anual”.

La economía cubana, bloqueada por el imperialismo norteamericano, se vio sometida una pavorosa asfixia. En 1989 las importaciones cubanas habían sido de 8, 139 millones de dólares y en 1992 descendieron hasta 2, 236 millones. El Producto Interno Bruto (PIB) descendió un 34%, en el periodo de 1990-1994. En este último año, con las primeras y tímidas medidas de apertura capitalista, se paró la caída de la producción y se alcanzó a duras penas un 0,7% de crecimiento del PIB. En 1995 el PIB creció en 2,5% y en 1996 alcanzó la cifra de 7,8%.

Después del derrumbe de la ex URSS y de los Estados Obreros de Europa del Este, con el pretexto de la sobrevivencia de la revolución, la burocracia cubana inició con firmeza una apertura hacia el capitalismo. Esto fue lo que se denominó el “período especial”, que fue de grandes penurias para las masas cubanas. Fue el período en donde hizo falta de todo, mientras los burócratas cubanos recorrían el mundo tratando de convencer a los capitalistas para que invirtieron en la isla. La necesidad apremiante de conseguir capital y materias primas para vencer el hambre, fue la justificación ideológica de estos primeros pasos balbuceantes hacia el capitalismo.

Este proceso de restauración capitalista trajo los primeros cambios políticos, como las reformas a la Constitución en 1995, en donde se introdujo el concepto de propiedad privada. Asimismo, se aprobó, entre otras leyes importantes, la Ley No 177 sobre Inversiones Extranjeras, el Decreto No 162 sobre Aduanas y el Decreto No 165 sobre la creación de Zonas Francas y parques Industriales.

Por esas ironías de la historia, Cuba en la medida en que iniciaba un lento y contradictorio retorno a la economía capitalista, también reprodujo las mismas lacras sociales que la revolución había erradicado. Con el auge del turismo, ha resurgido la prostitución, los night club y cabarets que el mismo Fidel Castro había clausurado al inicio de la revolución, por considerarlos una afrenta para los cubanos. Antes del triunfo de la revolución en 1959, Cuba vivía esencialmente del turismo y la venta de azúcar. Ahora, el castrismo pretende salir de la bancarrota entrando al mismo camino.

La visita del Papa Juan Pablo II a Cuba

Saliendo del “periodo especial” se produjo a primera visita del Papa Juan Pablo II en 1998. El Vaticano comprendió que las cosas estaban cambiando en Cuba, y por eso inició el deshielo, a pesar del discurso abiertamente anticomunista del papa polaco.

La restauración capitalista en Cuba provocaría crecientes malestares sociales, como los que se produjeron en su momento en Rusia y los países del Este de Europa. En sus discursos, Juan Pablo II se refirió a casi todos los puntos que interesan a los cubanos. El Papa dijo que era necesario “recuperar los valores religiosos en el ámbito familiar y social (...) La familia, la escuela y la Iglesia deben formar una comunidad educativa”. El Papa exhortó a los jóvenes cubanos a terminar con el “anhelo de la evasión y de la emigración, huyendo del compromiso y de la responsabilidad, para refugiarse en un

mundo falso cuya base es la alienación y el desarraigo (...) No esperen de los otros los que ustedes son capaces y están llamados a ser y hacer. No dejen para mañana el construir una sociedad nueva, donde los sueños más nobles no se frustren y donde ustedes puedan ser los protagonistas de su historia”. ¡Más claro, imposible!

En relación al bloqueo de los Estados Unidos, agudizado por la Ley Hemls-Burton, promulgada por Bill Clinton, el Papa fue categórico al afirmar que “golpeaba a los más pobres” y que “Cuba debe abrirse al mundo y el mundo a Cuba”. Para 1998, el bloqueo económico contra Cuba era sostenido únicamente por Estados Unidos, ya que casi todos los países de América Latina y Europa tenían algún tipo de intercambio comercial y relaciones diplomáticas con Cuba. El Papa Juan Pablo II sabía que para consolidar la restauración capitalista se requería terminar el bloqueo, y para abrir el régimen totalitario cubano también se requería la “amistosa presión” de las democracias occidentales sobre Cuba.

Pero, quizás, donde el Papa reflejó con mayor nitidez la política de la Iglesia Católica en torno a Cuba, fue en el mensaje a los Obispos. Juan Pablo II dijo que “el respeto de la libertad religiosa debe garantizar los espacios para que, además del culto, y el anuncio del Evangelio, la Iglesia defienda la justicia y la paz. La libertad religiosa no es una dádiva, una licencia que depende de estrategias políticas o de la voluntad de las autoridades, sino que es un derecho inalienable (...) El dialogo cívico y la participación responsable pueden abrir nuevos cauces al laicado y deseamos que estos continúen preparándose en el estudio y aplicación de la doctrina social de la Iglesia”.

En relación a los cubanos que viven en Estados Unidos, el Papa dijo que “los cubanos que han salido de la patria deben colaborar también, con serenidad y espíritu constructivo y respetuoso, al progreso de la nación, evitando confrontaciones inútiles y fomentando un clima de dialogo recíproco y de entendimiento. Ayúdenles. Les aliento a continuar siendo ministros de la reconciliación, para que el pueblo cubano, superando las dificultades del pasado, avance en los caminos de la reconciliación”

El Papa Juan Pablo II estimuló a los obispos para que jueguen el rol de oposición “constructiva” en favor de la reconciliación. Cuando Cuba marchaba lentamente hacia el capitalismo, ya no tenía sentido la confrontación contra Fidel Castro. Al contrario, el Papa y muchos capitalistas habían notado los cambios y por eso apoyan decididamente el cambio de rumbo de la dirección castrista.

La visita de Jimmy Carter

En el año 2002, bajo la presidencia de George W. Bush, el ex presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, rompió los tabúes y visitó Cuba siendo recibido con altos honores por Fidel Castro. Atrás había quedado el tiempo en que Castro fustigaba al “imperialismo norteamericano” en sus encendidos discursos revolucionarios. Poco a poco, Fidel Castro fue abandonado el discurso “socialista” por una nacionalista y democrático, que reflejaba el proceso de restauración capitalista que se vivía en Cuba, y un desesperado afán de ganarse la amistad del imperialismo. No obstante, la presidencia de George W. Bush, muy marcada por la confrontación ideológica, no permitió el acercamiento.

En relación a Cuba, el gobierno de Jimmy Carter (1977-1981) sostuvo una política inteligente que se basaba en el reconocimiento en los hechos de la existencia de la revolución cubana, al mismo tiempo que iniciaba un acercamiento político-diplomático. Bajo el gobierno de Carter se abrieron las Oficinas de Intereses en Washington y en La Habana; se delimitaron las fronteras marítimas entre Cuba, México y Estados Unidos; y fue reconocido el derecho de los ciudadanos norteamericanos de viajar a Cuba, lo que más tarde fue revertido por la administración Reagan-Bush.

El discurso de Jimmy Carter en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, fue difundido en cadena de radio y televisión: “No he venido a interferir en los asuntos internos de Cuba, sino a extender una mano de amistad hacia el pueblo cubano y ofrecer una visión del futuro para nuestros dos países y para las Américas. Esa visión incluye a una Cuba completamente integrada a un hemisferio democrático, participando del tratado de Libre Comercio de las Américas y con nuestros ciudadanos viajando sin limitaciones para visitarse unos a otros (…) Cuba ha adoptado un gobierno socialista donde no se permite que su pueblo organice ningún tipo de movimientos de oposición. Su Constitución reconoce la libertad de expresión y de asociación, pero otras leyes niegan estas libertades a aquellos que no están de acuerdo con el gobierno (…).

Fidel Castro cambió gradualmente su discurso

Fidel Castro cambió paulatinamente su discurso antiimperialista y a favor del socialismo, por un discurso a favor de la democracia. Durante la visita de Jimmy Carter, Fidel Castro pronuncio un meloso discurso: “Tal vez algunos piensen que nuestra invitación a que usted visitara nuestro país obedece a una astuta maniobra o a un mezquino interés político. Con toda sinceridad digo que se trata de un merecido reconocimiento a su actitud como Presidente de Estados Unidos con relación a Cuba, y a su trayectoria ulterior como personalidad de reconocido prestigio internacional, consagrada a luchar por reducir, mitigar o hacer conciencia sobre algunas de las muchas tragedias que hoy padece la humanidad, y siempre buscando las posibilidades de paz y entendimiento entre los pueblos”.

En la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas, el 13 de mayo del 2002, en La Habana, Fidel Castro pronunció un discurso muy marcado por los principios democráticos de justicia, libertad e igualdad: “Cuando pasamos la vista por el mundo que hoy conocemos y sabemos que hay miles de millones de seres humanos que viven en inconcebible pobreza, miles y miles de millones de seres humanos que pueblan ese Tercer Mundo, nos podemos preguntar en qué mundo estamos viviendo (...) Muchas veces nos preguntamos cuál será el siglo, cuál será el milenio en que podamos decir que todos los seres humanos que vienen a este mundo, vengan, realmente, con una igualdad de posibilidades ante la vida. (...) ¿Cómo puede hablarse de derechos humanos y en qué mundo vivimos, si al país que, en esta época y enfrentando dificultades inimaginables, se está acercando y se acerca cada vez más aceleradamente a ese nivel, a ese sueño de justicia, de verdadera libertad, de verdadera democracia, de verdaderos derechos humanos, se le condena en Ginebra como violador de esos derechos”?

(...) un mundo como el que soñamos nosotros, un mundo como el que sueñan ustedes es posible, sí, muy posible, cuando los hombres tengan los conocimientos, la cultura y la conciencia necesarias para vivir y actuar con verdadero espíritu de fraternidad, para vivir y actuar con verdadero espíritu de justicia (...)”

La metamorfosis del castrismo

El gobierno castrista en Cuba ha sobrevivido 57 años debido a una combinación de circunstancias excepcionales. Si bien es cierto que la revolución cubana está asociada a la conducción de Fidel y Raúl Castro, la sobrevivencia del castrismo en el gobierno no significa necesariamente la sobrevivencia de la revolución socialista, proclamada en 1961.

El apoyo económico que recibió de la URSS durante décadas, más una firma decisión de las masas cubanas de defender su revolución socialista, permitieron soportar más de cinco décadas de bloqueo imperialista.

En todo este tiempo, Fidel Castro demostró ser un político muy hábil. Fidel Castro y el castrismo han pasado por una increíble transformación política. En su fase de líder guerrillero, Fidel Castro pasó de ser un demócrata radical a adoptar el método y el programa del stalinismo: fusionó al Movimiento 26 de Julio (M-26) con el Partido Comunista de Cuba (PCC), adoptando las siglas de este último.

Pero la ayuda económica de la burocracia soviética no era desinteresada. Bajo el bloqueo imperialista, Cuba dependió casi totalmente de la ayuda económica de la URSS. Esta dependencia económica comenzó a transformar a la dirección castrista en un apéndice político de la burocracia del Kremlin. En 1968, por ejemplo, Cuba se negó a condenar la invasión soviética que aplasto la revolución política en Checoslovaquia. Lo mismo pasó cuando en 1979 el Ejército Rojo invadió Afganistán, a pesar que Fidel Castro era el presidente del “Movimiento de Países No Alineados”, se negó a condenar la invasión.

Aun con su conversión stalinista, en 1966 impulsó la conferencia Tricontinental y la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL), y en 1967 creó la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), como organismos encargados de impulsar la lucha antiimperialista en América Latina y los países del tercer mundo.

El fracaso de la guerrilla foquista en Bolivia y el asesinato del Che Guevara en 1967, puso fin a la etapa de apoyo de Cuba a los movimientos guerrilleros en América Latina. A partir de ese momento, el castrismo hizo un giro en su política, y ante la soledad del bloqueo imperialista, y el fracaso de la estrategia de extender las guerrillas en América Latina, busco nuevos aliados en quienes apoyarse, esta vez fueron los gobiernos nacionalistas burgueses que surgieron en América Latina, especialmente en Panamá y Perú.

En 1968 los militares panameños dieron un golpe de Estado al gobierno de Arnulfo Arias Madrid, iniciando una revolución nacionalista. Entre estos “militares progresistas” estaba Omar Torrijos, quien terminó copando el poder e inició un acercamiento con Cuba. Ese mismo año, el general Juan Velazco Alvarado encabezó un golpe de Estado contra el presidente Fernando Belaúnde Terry, iniciando otro proceso nacionalista y acercamiento con Cuba.

En 1979, la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que mantenía una alianza con la burguesía opositora, encabezó la insurrección de masas contra la dictadura somocista, logrando su derrocamiento el 19 de Julio. El triunfo revolucionario en Nicaragua abrió una situación revolucionaria en Centroamérica, y se produjo un vertiginoso crecimiento las guerrillas en El Salvador y Guatemala, que tenían al castrismo como principal dirigente y ejemplo a seguir. Cuando Fidel Castro visitó Nicaragua, el 19 de Julio de 1980, declaró tajantemente: “Nicaragua no debe ser otra Cuba”, es decir, no debía expropiar a los capitalistas sino mantenerse dentro de la economía capitalista. En ese momento, la dirección castrista ya no propugnaba por nuevas revoluciones socialistas.

Contradictoriamente, el triunfo de la revolución nicaragüense y la situación revolucionaria en Centroamérica, ampliaron el radio de influencia del castrismo, rompieron parcialmente el bloqueo, y le proporcionaron al gobierno cubano una enorme capacidad de negociación.

La situación se complicó con el derrumbe de la URSS y el fin de la ayuda económica del llamado campo socialista. El fin del periodo especial (1991-1995) llegó con el triunfo electoral del coronel Hugo Chávez en 1999, quien propició el acercamiento con el gobierno cubano, proporcionando el vital petróleo a la isla y estableciendo solidas alianzas políticas con el castrismo.

El Presidente Hugo Chávez propuso en 2003 la creación de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) en oposición al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que impulsaba Estados Unidos. La presencia de Cuba le dio un tinte socialista a la propuesta del ALBA, pero en realidad lo que ocurrió realmente es que Cuba avanzaba hacia los países capitalistas, que tenían gobiernos nacionalistas de izquierda que explotaron el boom económico de los altos precios de las materias primas.

Fidel pasa el cetro a Raúl Castro

La enfermedad de Fidel Castro, que lo mantuvo al borde de la muerte, le obligó a renunciar a la presidencia de Cuba en 2006 y entregar el poder a su hermano menor, Raúl Castro. Por una casualidad se inició una larga transición política en Cuba. El cambio de personajes implicó algunos cambios políticos. Fidel Castro, quien encabezó la revolución anticapitalista, no podía iniciar el gran salto hacia atrás, debía hacerlo otra persona, pero que fuera del núcleo de confianza del poder. Ese personaje era Raúl, quien décadas atrás había sido nombrado como la línea de sucesión ante una repentina muerte de Fidel Castro. De esta manera Raúl puede impulsar los cambios hacia el capitalismo, mientras Fidel conserva la aureola de revolucionario y se convierte en sumo pontífice de la revolución cubana.

Raúl Castro fue bien recibido en las sucesivas reuniones de presidentes latinoamericanos en las Cumbres de las Américas, generando muchas expectativas sobre los ansiados cambios políticos en Cuba.

En un complejo proceso de metamorfosis política, Fidel Castro se inició como el guerrillero que tomó las armas contra la dictadura, después se convirtió en el dirigente que reflejó la transición de la revolución democrática triunfante en 1959 a la revolución socialista en 1961, que expropió a los grandes capitalistas y terratenientes, así como a las empresas transnacionales, hasta conducir al país a una mejoría del nivel de vida. Ahora, retirado formalmente del poder, Fidel Castro representa el ala dura del PCC que vigila el proceso de restauración capitalista.

Pocas veces en la historia encontramos que un mismo personaje represente las diferentes etapas de la revolución: el triunfo, el termidor y la restauración capitalista.

La visita de Benedicto XVI

Cuando el Papa Benedicto XVI viajó a Cuba en 2012, las riendas del gobierno estaban en manos de Raúl Castro, quien inició una serie de reformas económicas con el objetivo de acelerar el proceso de restauración capitalista. El tamaño del Estado fue reducido y decenas de miles de empleados estatales fueron lanzados a la sobrevivencia individual. Se subió la edad de jubilación, finalizaron los subsidios a los comedores obreros y se restableció el salario con base a resultados.

El rol de la Iglesia Católica había aumentado considerablemente. En sus discursos, el Papa Benedicto XVI abogó por el fin del embargo económico, la reconciliación de los cubanos y restablecimiento de libertades en la isla.

Obama y la nueva estrategia del imperialismo

A diferencia de la administración de George W. Bush, que basaba su política en la preponderancia del uso de la fuerza y el reforzamiento del bloqueo comercial contra Cuba, la administración de Barack Obama, no por ello menos peligrosa, aplica métodos de presión diferentes con el objetivo estratégico de lograr la restauración del capitalismo en Cuba.

Y es que después de 50 años de criminal bloqueo, aislada, sin el apoyo económico y material que le brindó durante décadas la extinta URSS, Cuba, una verdadera isla, no tiene mayores posibilidades de crecimiento en el marco de la económica mundial capitalista. Bajo condiciones de asfixia, Cuba ha comenzado a retroceder en los índices de desarrollo humano. Desde hace varios años, las enormes conquistas sociales en materia de nutrición, educación y salud, se han desplomado.

La economía cubana literalmente languidece, con graves repercusiones para el nivel de vida de las masas trabajadores, que desde hace mucho tiempo viven bajo condiciones muy precarias. Hasta el momento, la economía cubana no ha colapsado, por un lado, por el heroísmo sin límite de sus trabajadores y, por otro lado, por el suministro de petróleo proporcionado por el gobierno de Hugo Chávez, en condiciones de pago muy blandas. Un verdadero subsidio vital en condiciones difíciles.

Con el desfallecimiento de la economía, no es necesaria una invasión militar ni el montaje de una guerra de guerrillas contrarrevolucionaria contra Cuba. Al contrario, una de las primeras medidas de la administración Obama fue suavizar las relaciones con Cuba, permitiendo la venta de alimentos, el envío de remesas y el reinicio, bastante frío, de las negociaciones bilaterales.

Incluso, Estados Unidos no se opuso al regreso de Cuba a la OEA (a pesar del desinterés de Cuba), lo que indica que en esta coyuntura el imperialismo norteamericano ha privilegiado la diplomacia y la negociación, como mecanismo para obtener la ansiada apertura política y la restauración del capitalismo en la isla. Estados Unidos teme que un repentino colapso del régimen castrista traiga el caos, la inestabilidad política o la guerra civil, con millones de refugiados viajando en balsa hacia Florida. Por eso apuesta a cambios graduales desde el régimen que permitan una transición pacífica y ordenada hacia el capitalismo.

Las negociaciones entre la administración Obama y el gobierno de Raúl Castro, fueron iniciadas secretamente, teniendo como intermediario y garante al Papa Francisco. Producto de estas negociaciones, en diciembre de 2014, los presidentes Barack Obama y Raúl Castro dieron a conocer, de manera separada pero simultánea, el fin de las tensiones entre los dos países y el inicio de la normalización de las relaciones diplomáticas. La primera reunión de ambos, se realizó en Panamá, en la cumbre de presidentes latinoamericanos, en abril del 2015.

La visita del Papa Francisco, al gran mediador y garante

El papa Jorge Mario Bergoglio (Francisco) visitó Cuba en 2015, convirtiéndose en el tercer papa en llegar a la isla, en el lapso de dos décadas. La visita del papa Francisco fue el toque final para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, y el anuncio de la visita de Obama a Cuba.

Angelo Becciu, funcionario de la Secretaría de Estado de El Vaticano, confirmó el rol de mediadora de la Iglesia Católica: “vinieron aquí a la Secretaría de Estado a firmar los dos respectivos documentos delante del Secretario de Estado, casi como garante de la palabra que se habían dado entre ellos. El Papa encantó a los representantes del pueblo cubano y estadounidense. Son ellos los que le pidieron al Pontífice que fuera garante de este deseo de negociación, dialogo y encuentro. (…) Ellos pidieron expresamente que el Papa los ayudara. En esto el Papa no se echó para atrás. Y luego, él se sirvió de algunas personas para que pudieran cumplir el deseo del diálogo y del encuentro”. (Vatican Insider 16/03/2016)

Restablecimiento de relaciones diplomáticas y visita de Obama

Este proceso ha sido muy largo y contradictorio, pero ya se dio. Cuba fue sacada de la lista de países que patrocinan el terrorismo. Aunque el bloqueo económico no ha sido levantado por el Congreso de Estados Unidos, la administración Obama ha suavizado las restricciones a Cuba.

John Kerry, Secretario de Estado, visitó la isla para preparar las condiciones. Kerry reconoció que “las circunstancias han cambiado desde 1982, cuando Cuba fue incluida por sus esfuerzos por promover una revolución armada por fuerzas en América Latina. Nuestro hemisferio, y el mundo, es muy diferente de cómo era hace 33 años” (El País, 15/04/2016). No olvidemos que las negociaciones de paz del gobierno colombianos con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se realizan precisamente en La Habana, bajo el auspicio impaciente de Raúl Castro.

Finalmente, el 20 de Julio del 2015, se abrió nuevamente la embajada norteamericana en La Habana, creando las condiciones para la histórica visita de Barack Obama a Cuba, la que se realizó el 21 y 22 de marzo del 2016.

La vista de Obama encierra un alto grado de simbolismo de los cambios que ocurren aceleradamente en Cuba. La revolución socialista languidece, está en curso una nueva invasión norteamericana, esta vez formada por empresas e inversionistas que buscan como recolonizar la isla. El Departamento de Estado está interesado en cambios graduales, y en establecer lazos con los militares cubanos ante la inminente desaparición física de Fidel y Raúl Castro, y de toda la generación que encabezó la revolución. Para el imperialismo es cuestión de tiempo y de tener mucha paciencia.

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