Europa


Por Nicolás Lebrun

Poco antes del receso estival, el resultado electoral del referendo en la Gran Bretaña sobre la salida de la UE, el denominado Brexit vino a calentar aún más las ya de por si altas temperaturas en esta época del año. Este resultado, donde una mayoría decidió seguir el discurso separatista del partido ultra nacionalista de UKIP, es un paso más que apunta hacia una coyuntura reaccionaria en el continente. De todos los rincones llegan resultados electorales que expresan mayoritariamente que un sector de la población abraza los discursos xenofóbicos, nacionalistas y reaccionarios en toda una gama de tonalidades, pasando desde los partidos neo nazis a los neoliberales. Pero esto es un reflejo de un fenómeno que se produce en la estructura productiva y económica que hace frente a su peor crisis desde la creación de la Unión.

En este artículo, el objetivo es de alimentar la discusión en el seno de la izquierda, que también ha tenido un repunte electoral, pero como vamos a ver desteñido por las alternativas reformistas que encabezan el movimiento. Pero el objetivo principal sigue siendo la construcción de un partido revolucionario internacionalista que logre avanzar en la perspectiva de la construcción de una sociedad socialista como en los albores de la revolución de Octubre hace un siglo ya.

La caída del muro marcó el comienzo de una etapa reaccionaria

Hace treinta años aproximadamente, el bloque de estados obreros fue paulatinamente cayendo bajo el yugo de la restauración capitalista. Lo que los ejércitos aliados luego de la primera guerra, y las hordas nazi fascistas durante la segunda guerra mundial no lograron, lo logró la burocracia estalinista en contubernio de las burguesías imperialistas. Esta posibilidad descrita casi sesenta años antes por León Trotski en su obra “La revolución traicionada”, se hizo realidad. En una primera etapa, la euforia se apoderó de las masas de estos países que vieron a los viejos aparatos de los partidos estalinistas volar en pedazos y en alguno de ellos los ajusticiamientos se dieron como en el caso de la pareja Ceaucescu ejecutados en directo. Esta euforia fue de corta duración debido a que la entrada del capitalismo fue brutal. La tasa de desempleo en estos países voló por los aires, mientras que las industrias productivas fueron privatizadas a precio ridículos. El antiguo aparato burocrático se transformó y los nuevos burgueses salieron de sus filas. Este proceso de reconversión brutal no se podría hacer sin el recorte de los derechos democráticos del movimiento de masas. De esta manera, en varias de las antiguas repúblicas soviéticas, los gobiernos dictatoriales o similares están al frente desde hace dos décadas cuando menos.

Uno de los hechos más significativos en este nuevo orden, es la entrada en la OTAN de la mayor parte de estos antiguos estados. El mando militar de la región, en su conjunto, salvo Rusia, está en manos de los yanquis y sus aliados. El número de bases ha aumentado y ocupado sitios inimaginables hace tres décadas atrás.

Es decir que la restauración se ha producido en todos los aspectos, tanto estructurales como superestructurales.

En los antiguos estados obreros de la Europa Central, los gobiernos de derecha han ido haciéndose del poder en el último quinquenio. Este fenómeno ha profundizado el recorte de las libertades fundamentales poniendo al servicio del gobierno todos los medios de comunicación y controlando el grueso de las organizaciones de la denominada sociedad civil.

Durante la crisis de los refugiados del 2015, se hizo palpable este retroceso en el seno de estos países. El levantamiento de muros y murallas altamente protegidas para impedir la circulación de personas y otras medidas mas hicieron que la ruta de los Balcanes, utilizada por la mayor parte de los migrantes venidos de Siria e Irak fundamentalmente, fuera cerrada hasta la fecha. Esto ha forzado a estas oleadas de refugiados a utilizar otras alternativas como llegar por la isla italiana de Lampedusa, lo que encarece y hace aumentar los riesgos a estas personas.

En este caso, las normativas de los organismos europeos con sede en Bruselas y Estrasburgo han sido omitidas por países como Hungria, gobernada por el reaccionario de Victor Orban y todos los demás.

La reacción se extiende hacia el oeste

En el resto de los países del centro que se encontraban fuera del “bloque del este”, las cosas iban modificándose también en el sentido de una violenta reforma económica y social.

En los albores de los años ochenta, tanto gobiernos de derecha como de los denominados socialistas, la socialdemocracia heredera de la debacle de la segunda internacional, llevaron a cabo medidas que han marcado la suerte de grandes sectores del movimiento obrero como los mineros, los metalúrgicos, los constructores de automóviles entre otros sin dejar de lado a los campesinos.

El cierre de las minas encabezada por la histórica derrota de los mineros ingleses a mediados de los ochenta, que fue seguida por el cierre de las minas en países como Alemania, Francia, Bélgica, arrastrando consigo a los metalúrgicos. En un principio estos centros de trabajo fueron deslocalizados en otros países del este, donde los costos de producción resultaban menores para luego ser trasladados a Oriente en países como China principalmente. La complicidad de las burocracias sindicales en estos casos fue desastrosa, en lugar de enfrentar radicalmente estos cierres, crearon pactos y protocolos que los industriales han venido haciendo caso omiso, dejando en la calle a millares de trabajadores sin perspectivas de reincorporarse a la vida laboral. Estos aparatos sindicales, dirigidos por los partidos socialdemócratas o liberales en el pasado se habían acostumbrado a la época de vacas gordas, negociando algunas migajas (en términos de países ricos) para ellos y su afiliación. Sin embargo, una vez que este marco general cambió, la época de obtener conquistas pasó a su contrario, a la época de defender lo que quedaba de las conquistas.

Los referentes de estas horas oscuras de a finales del siglo pasado, fueron personajes de todos los linajes y colores políticos. El presidente Mitterrand en Francia como el canciller Schröder, el primer Ministro Blair socialistas todos y los conservadores Thatcher, Kohl y Chirac. Estos personajes siguieron una línea similar con diferentes matices, pero con el objetivo de recortar todo lo que pudieran, poniendo las bases de la flexibilización laboral en el continente.

La crisis del 2008 como puntillazo de salida

La crisis abierta en el 2008 ha desatado una nueva ofensiva de gran calibre contra los restos del estado social de derecho, como lo denominan algunos pensadores reformistas. Esto ha desatado una cacería a todas las conquistas restantes, desde los subsidios de desempleo, los subsidios familiares y los sistemas de salud. El caso más dramático es el del Reino Unido, donde después de las reformas amplios sectores de la clase obrera se han visto confrontados a condiciones no vistas desde hace casi un siglo, como los contratos sin horarios, a destajo, a sumas ínfimas por el subsidio de desempleo.

En los países del “sur” como Espana, Portugal y Grecia, ya hemos visto en otros artículos los enormes desgastes que ha provocado la reducción brutal de las condiciones de vida de las masas. Amplios sectores se han visto enfrentados a ganar de la noche a la mañana la mitad del salario sin que por eso los precios de los alquileres e hipotecas se reduzcan en consonancia. Todo esto como producto de la explosión de la deuda y la caída de los bonos de la misma en manos de especuladores cada vez más voraces.

En el campo las cosas no pintan mejor, la política de precios y de subsidios de la UE han provocado que sectores importantes se vean funcionando a pérdida en gamas como los ganaderos, los productores de cereales. La concentración de tierras en menos propietarios producto de la ruina de los pequeños productores ha sido la tendencia en estos últimos años. El objetivo de la burguesía, sería como en los otros aumentar la productividad y favorecer a los grandes productores para hacerle frente a la competencia en el mercado internacional, frente a gigantes como Rusia y especialmente a los Estados Unidos.

Este es el coctel que ha venido impulsando el crecimiento de los partidos de derecha. En un primer lugar, en algunos países luego de gobiernos de austeridad “socialistas” , las masas se han volcado hacia la derecha como una forma de reconquistar quiméricamente su nivel de vida. Por otro lado, encontramos a los campesinos que ven en las medidas de la UE, el comienzo de sus penurias. El discurso nacionalista de partidos como el FN en Francia no vienen necesariamente de la xenofobia (está implícita) sino más bien de la ilusión de regresar a los marcos nacionales para normar la producción y restablecer el nivel de ganancias.

La llegada de trabajadores del este y del Magreb, principalmente en los sectores menos calificados ha hecho que la ola de xenofobia se haya visto incrementada con mayor fuerza en las ciudades.

Esta es una tendencia que llega a consolidarse y la entrada con fuerza de movimientos como PEGIDA en el norte de Alemania, ahora con los importantes resultados electorales de la AFD ponen de manifiesto que es algo que se consolida. En Austria, el partido de ultra derecha logró que las elecciones se repitieran al ser derrotados por un porcentaje ínfimo.

La polarización se profundiza

Los sondeos electorales, que son un reflejo a veces un poco distorsionado de la realidad política, sobre todo que se basan en el marco de las elecciones de la democracia burguesa, han puesto en evidencia no solo el crecimiento acelerado de los partidos de derecha y de ultra derecha sino también el de algunos partidos llamados de “extrema izquierda”. Esa apelación no es muy exacta cuando se leen los programas que buscan solucionar la crisis dentro del marco capitalista. Esa izquierda alter-mundialista que ha sido importante para poner en evidencia los grandes males del capitalismo contemporáneo pero que se queda corta en las alternativas de solución porque claudican al régimen tratando de quedarse dentro del marco del sistema. Las pruebas más fehacientes han sido las del Syriza en Grecia y dentro de la gran crisis política que atraviesa España, con el partido Podemos que está dispuesto a pactar para entrar a un gobierno de coalición.

Las diferentes versiones nacionales se abren también paso en otros países como el Frente de Izquierda en Francia, Die Linke en Alemania entre otros.

Es urgente llamar a un encuentro de las organizaciones revolucionarias

Como en todo lado, la izquierda revolucionaria con todas las tendencias se encuentra dividida y encuentra con dificultad un espacio. Es necesario realizar un encuentro para definir un eje programático para intervenir y cerrarle el paso a la derecha antes que la historia de hace 80 años se repita, pero con mayor crudeza.

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