Medio Oriente

 

Por Leonardo Ixim

Durante 18 días Israel ha lanzado otra ofensiva militar contra la Franja de Gaza. Esta ofensiva denominada “Margen Protectora” ha asesinado a más de 1,147 palestinos, el 80 por ciento de estos civiles y un gran número de niños; además de más de 6,000 heridos y la destrucción de infraestructura civil como escuelas, hospitales y edificios públicos.

El ejército israelí ha atacado usando artillería terrestre, misiles procedentes de aviones tripulados y no tripulados y naves situadas en el mar Mediterráneo. Gaza es una franja de tan solo de 350 km2 donde viven 1.5 millones de personas, considerada el área más densamente poblada del mundo. En esta agresión se han realizado masacres como la del barrio de Shayaía donde misiles de aviones F-16 y F-15 asesinaron a 80 personas.

A los ataques aéreos y marítimos se suma la incursión con vehículos y tanques en territorio de la Franja de Gaza, lo cual ha generado las primeras bajas de elementos militares israelíes en manos de la heroica resistencia palestina, de la islamista sunnita Hamas, pero también de las organizaciones socialistas del FDLP y FPLP.

Hamas por su parte, como parte de su derecho a la defensa, ha lanzado ataques de cohetes a territorio israelí, que han provocado la muerte de un poco más de 30 civiles israelíes; esto es usado por el Estado sionista para generar rechazo y odio entre la población israelí. La poca precisión en blancos militares de tales cohetes y la propaganda anti palestina, debería generar discusión en Hamas sobre si tales acciones favorecen la causa palestina.

Recordemos que la principal demanda palestina es el cese del bloqueo de Gaza por parte de Israel, situación que empeora las condiciones de vida de los palestinos, pues se bloquea el ingreso de productos de primera necesidad, afectando por ejemplo insumos necesarios para la optimización de la buena atención sanitaria en la franja, entre otras cosas. En esto el gobierno egipcio de Al Sisi es cómplice al cerrar la frontera entre Gaza y Egipto.

Nosotros consideramos, a diferencia de lo que opinan buena parte de los medios burgueses, los gobiernos de distinto tipo y la opinión pública manipulada por la ideología sionista, que esto no es un enfrentamiento entre dos ejércitos iguales, sino la agresión de una potencia militar y de un Estado que usa el terror contra un pueblo al que por más de medio siglo se la ha negado el derecho a la creación de una nación propia.

La geopolítica imperialista

Ante las evidentes acciones de terror contra el pueblo palestino y la indignación de buena parte de la población mundial, los gobiernos imperialistas como el de EU por medio del secretario de Estado John Kerry, lloran lágrimas de cocodrilo por los civiles muertos en Gaza, pero en todo momento siguen justificando los ataques israelíes. Esto también ha obligado a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas a condenar la agresión sionista y a calificar las acciones de “crímenes de lesa humanidad”, pero hasta ahora esto se ha quedado en palabras.

Sin embargo lo que está en juego aquí es el fracaso de la política de Obama para la región, desde la negativa del stablishment sionista de negociar la creación de un Estado Palestino, pasando por el reciente acuerdo entre Hamas y Al Fatah -la otra fuerza política representativa palestina que controla Cisjordania-, hasta el intento de derrocar al dictador Al Assad desviando la revolución siria y el fortalecimiento de grupos salafistas en Irak que con el respaldo de la población sunnita y de las reaccionarias monarquías sunníes buscan derribar al gobierno chiíta de ese país, aliado de EU y de Irán.

El único hecho que es un punto a favor -aunque parcial- tanto para la geopolítica imperialista y para el stablishment israelí es la entronización del militar golpista Al Sisi en Egipto y la ilegalización de la Hermandad Musulmana (aliada de Hamas), que es muy repudiada en la población de ese país. La casta militar que gobierna Egipto ha sido aliada de Israel, coadyuvando al bloqueo que éste impone a Gaza. Pero decimos parcialmente porque Al Sisi se ha vuelto aliado de Al Assad, compartiendo ambos dictadores el intento de neutralizar a la Hermandad Musulmana que ha sido parte de la oposición a los militares de ambos países. El gobierno sirio por su parte, pese a su retórica antiimperialista, prefiere mantener el status quo, no exigir la devolución de los Altos del Golán y encuadrar las organizaciones en los campos de refugiados palestinos en Siria.

Justificaciones para esta masacre

 La agresión “Margen Protector” se justificó por el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes; el gobierno del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, del partido conservador Likud, acusó a Hamas de ser responsable, pero esta organización islámica lo negó. Después de eso, una turba de colonos ultraderechistas judíos quemó vivo a un joven palestino; días después la policía israelí detuvo ilegalmente al primo de este, torturándole, para luego dejarlo libre.

Esto ocasionó que tanto en la margen occidental como en Israel, las masas de árabes palestinos salieran a protestar enfrentándose con la policía sionista. El asesinato de los jóvenes israelíes se da como parte de un plan concebido para debilitar el naciente pacto entre Hamas y Al Fatah que plantea crear un gobierno en común dentro de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), una de las exigencias de la población palestina para hacerle frente a Israel; plan que solo cabe dentro del más perverso maquiavelismo de los servicios secretos israelíes.

Entonces, calculando la reacción popular y evitando que esto pueda estallar en un nueva intifada, el gobierno israelí ataca la Franja de Gaza, con el pretexto de destruir la capacidad militar, en su mayoría defensiva, de la resistencia palestina. El objetivo político inmediato es debilitar un supuesto gobierno de unidad en la ANP y completar los planes de exterminio o por lo menos de domesticación de la población palestina, obligándola aún más a la diáspora y a no exigir el establecimiento del Estado Palestino.

Por su parte, Al Fatah ha buscado ceder ante Israel, en base a los Acuerdos de Oslo de 1991 que traicionan el sentir de la población palestina, obligándola a aceptar las fronteras de 1967. Tal acuerdo establece que Palestina queda dividida en dos regiones distantes una de otra, Cisjordania y la Franja de Gaza con Jerusalén oriental como capital, además con el derecho de usar la zona económica marítima en frente de las costas de Gaza rica en gas y pesca, y el regreso de los palestinos del éxodo. Hamas, pese a que en el discurso se opone al Estado de Israel, prefiere mejor asegurar una franja de territorio bajo su control y buscar un acuerdo.

Pero el stablishment israelí no busca la existencia del Estado Palestino, en contraposición a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. La política de asentamientos ilegales en Cisjordania, la cada vez más restringida movilidad de los palestinos en esa área y el uso de turbas extremistas de colonos, lo atestigua. Además es evidente cómo ministros y diputados de la extrema derecha judía hacen un llamado a exterminar a la población palestina. Al cierre de esta edición el Parlamento israelí acaba de nombrar a un nuevo presidente -cargo simbólico- sustituyendo al laborista Simon Perez por el extremista Rueven Rivlin.

¿Dos Estados?

 Los acuerdos de Oslo establecen la creación de dos Estados, uno Israelí y otro Palestino, dividiendo a Jerusalén como capital de ambos. Esto responde a la naturaleza pro imperialista del Estado de Israel y al carácter reaccionario de la clase dominante israelí, que tergiversando el deseo de la población judía de estar cerca de sus lugares sagrados, elaboró toda una ideología, el sionismo, para discriminar y expulsar a la población musulmana y cristiana, que también tienen sus lugares sagrados en Jerusalén. Sin duda la raíz es la naturaleza totalitaria de estas religiones al autoproclamarse cada una los elegidos por dios.

Pero el tosco anti-semitismo islámico de Hamas no es nada ante el sofisticado racismo sionista que aparentando una democracia liberal busca establecer un Estado teocrático. La clase dominante israelí, usa el odio al pueblo palestino para maquillar las desigualdades con que las políticas de austeridad afectan al proletariado de Israel. De igual forma, la represión contra organizaciones sindicales, de derechos humanos y de izquierda que protestan por tales desigualdades y por la agresión al pueblo palestino, es una constante en la supuesta “única democracia del Medio Oriente”.

Mientras, el 25 de julio se logró el acuerdo de una tregua de 12 horas entre el primer ministro israelí y Hamas. La comunidad internacional está tratando de que se acuerde una tregua humanitaria de una semana, algo a lo que Israel se niega.

Como PSOCA nos solidarizamos con la lucha del pueblo palestino y llamamos a exigir a los gobiernos centroamericanos a que corten relaciones políticas y económicas con el Estado sionista. Hacemos un llamado a la unidad del proletariado de Israel y de Palestina, a luchar contra la clase dominante sionista y destruir ese engendro de Estado apéndice del imperialismo, pues tal como plantearan Lenin, Rosa, Trosky o Gramsci, la solución al problema judío no está en la creación de un “Estado Judío” como horrorosamente aceptó Stalin en 1947, sino el cese de la discriminación contra los judíos. De igual forma llamamos al pueblo palestino a no confiar en las direcciones de Hamas y Al Fatah porque buscan en todo momento mantener la reaccionaria idea de dos Estados y convertirse en sectores burgueses dependientes de Israel, manteniendo sus cuotas de poder. Por tanto llamamos a establecer la Palestina laica, democrática y socialista, donde convivan las tres religiones y no haya discriminación étnica ni de ningún tipo.

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