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Esquipulas II: paz imperialista y miseria social

Durante la celebración de los 20 años de la firma de Esquipulas II, en el acto promovido por la Fundación Arias, en San José, Costa Rica, participaron todos los presidentes centroamericanos, con la excepción de Daniel Ortega de Nicaragua.

Los discursos de esta celebración lanzaron loas a la paz obtenida, pero nadie quiso referirse a la situación de pobreza, extrema pobreza y marginalidad social que vive la mayor parte de la población Centroamericana, que obliga en muchos casos a tomar el duro camino de la inmigración hacia los Estados Unidos.

Ya no hay guerras civiles, ni guerrillas en El Salvador y Guatemala, pero los asesinatos selectivos contra dirigentes políticos continúan produciéndose en estos países, especialmente en Guatemala en medio de la campaña electoral. Bajo el pretexto de combatir a las pandillas juveniles, o “maras”, se ha producido nuevamente una militarización de nuestras sociedades, especialmente en Guatemala, Honduras y El Salvador.

En el caso de El Salvador, el presidente Saca pretende criminalizar las protestas sociales, quieren convertir el derecho de protesta en un delito duramente castigado hasta con 15 años de prisión. Estas son las democracias que nos impuso Esquipulas II. Por la lucha heroica del pueblo las dictaduras militares fueron derrocadas, u obligadas a reformarse, pero se instauró una democracia de los ricos, donde podemos votar cada 4 o 5 años, pero donde el pueblo carece de trabajo, comida, ecuación, salud y donde a los trabajadores no se les respeta sus elementales derechos.

En relación a Esquipulas II, Daniel Ortega mantiene un discurso contradictorio. Por un lado dice que fue una política correcta, pero por el otro lado acusa a Oscar Arias de conspirar contra la revolución sandinista. Esquipulas II no era dañino, era Arias el dañino. A pesar de las contradicciones de Daniel Ortega, Nicaragua no se aparta del modelo de democracia solo para los ricos. El pasado 8 de agosto, la ministra del trabajo, Jeanette Chávez, declaró ilegal la huelga que realizaban los empleados del Consejo Supremo Electoral (CSE) por un justo aumento de salarios.

La derrota de la revolución nicaragüense y Centroamérica preparó las condiciones para ofensiva neoliberal en toda el área centroamericana. Democracia formal y CAFTA fue la formula que el imperialismo impuso desde entonces a los trabajadores centroamericanos.

Esta derrota fue posible por que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se negó sistemáticamente a formar una alianza revolucionaria con el FMLN de El Salvador y la URNG de Guatemala, con el objetivo de coordinar acciones para desarrollar la lucha revolucionaria de las masa en toda Centroamérica. Al final el FSLN fue victima de su propia política y en 1990 perdió de las elecciones, en el plan fríamente concebido por el imperialismo.

La posibilidad de reunificar la nación centroamericana en un solo estado federal, independiente del imperialismo, fue echada a perder. Reagan está muerto, pero desde el infierno debe reírse a carcajadas por haber logrado la firma de Esquipulas II y con ello contener la revolución nicaragüense y centroamericana.

Ahora lo que queda es asimilar las experiencias, y forjar a la nueva generación de revolucionarios que podrán hacer realidad el sueño de una Centroamérica unida, libre de la dominación imperialista, soberana, independiente y socialista.

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