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¡A luchar contra las mafias y burocracias estudiantiles!

Los incidentes acaecidos recientemente en la Universidad de San Carlos (USAC) de Guatemala, cuando turbas vinculadas a la dirigencia mafiosa de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) agredieron a estudiantes de la Escuela de Historia, y estos se defendieron generando una movilización que expulsó a los agresores, colocan en el centro de la discusión la necesaria lucha contra las mafias y burocracias que se enquistan en los movimientos estudiantiles.

La existencia de mafias y burocracias estudiantiles afecta no solo al movimiento estudiantil en Guatemala, sino a toda la nación centroamericana. En la lucha contra las dictaduras militares y contra la expoliación imperialista, los estudiantes universitarios y de secundaria, han jugado un poderoso rol de vanguardia. Incluso, las guerrillas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG), se nutrieron de los mejores dirigentes del movimiento estudiantil.

Pero esa etapa heroica y gloriosa del movimiento estudiantil pertenece al pasado. En el año 1990 confluyeron dos grandes fenómenos, uno mundial, como el derrumbe de la URSS y la desaparición de los estados obreros burocráticos en Europa del Este, y otro regional, la derrota de la revolución nicaragüense, que abrió un periodo de reacción en Centroamérica, con la rendición de las guerrillas del FMLN y la UNRG en el periodo 1992-1996.

Estos fenómenos, combinado con la ofensiva neoliberal, han producido estragos en el movimiento estudiantil. Al igual que sucede con las organizaciones obreras y populares, los grupos estudiantiles no están exentos de caer bajo el control de dirigencias burocráticas, que ahogan todo funcionamiento democrático y utilizan los puestos de dirección para beneficio propio.En los últimos años hemos observado la consolidación de mafias y burocracias de origen estudiantil, que se perpetúan en el control de las otrora poderosas organizaciones estudiantiles.

En Centroamérica tenemos al menos dos ejemplos extremos de ello. En Guatemala, el movimiento estudiantil de la USAC, después de la firma de los Acuerdos de Paz, cayó en manos de grupos que se convirtieron en mafias que se lucran con toda clase de negocios lícitos e ilícitos, con el respaldo de pandilleros y narcotraficantes. Esta mafia ya ni siquiera se preocupa por realizar elecciones fraudulentas, y cuenta con el silencio cómplice de las autoridades universitarias.

En Nicaragua, el movimiento estudiantil universitario agrupado en la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), controlado durante décadas por el FSLN, degeneró en grupos rivales, que se reclaman todos del sandinismo, pero que han llegado al enfrentamiento físico en la pugna por el control de recursos y ventajas. Estos falsos dirigentes han sido recompensados con sueldos, convirtiendo a la dirigencia estudiantil en asalariados del Estado, con el beneplácito de los rectores del Consejo Nacional Universitario (CNU).

El resultado fatal, tanto en Guatemala como en Nicaragua, es que el movimiento estudiantil ya no lucha por sus propios intereses, y se encuentra amordazado, prisionero de mafias o de burocracias estudiantiles.

La situación del movimiento estudiantil en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) es igualmente trágica. En los últimos años, la rectora Julieta Castellanos, con una serie de maniobras, ha impedido la realización de elecciones democráticas para elegir a los representantes estudiantiles ante el Consejo Universitario, imponiendo a representantes dóciles que obedecen sus mandatos.

Afortunadamente, a pesar de la situación descrita, existen pequeños grupos, organizaciones, corrientes y colectivos que, dispersos pero sin rendirse, continúan luchando por la democratización y recuperación de las tradiciones de lucha heroica del movimiento estudiantil universitario.

El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a todos estos grupos, corrientes y colectivos, a unificar esfuerzos y superar la dispersión en toda Centroamérica, por el rescate de las tradiciones de lucha revolucionaria y antiimperialista del movimiento estudiantil universitario y de secundaria. Este letargo de la juventud no será eterno, la crisis capitalista, la bancarrota de los Estados en Centroamérica, que reduce constantemente la educación pública, obligará, más temprano que tarde, a que la juventud vuelva a salir a las calles, a reclamar sus derechos.

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