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Resurge la crisis política en Guatemala: exijamos la renuncia de Jimmy Morales

La elección del comediante Jimmy Morales como presidente de la república en 2015, fue resultado de una oscura negociación entre el imperialismo norteamericano y las fuerzas de la reacción, con el objetivo de mantener el statu quo y realizar una seria de cambios graduales y progresivos con el objetivo de reformar al Estado. La salida formal de esta negociación entre los grupos de poder se manifestó en una repentina popularidad de Morales, que le permitió aparecer como ganador de las elecciones, cuyo resultado fue previamente acordado.

 

Jimmy Morales y su partido, el Frente de Convergencia Nacional-Nación (FCN-Nación), tenían la misión, por un lado, de engañar a la población que quedó embelesada con el discurso a favor de la honestidad y probidad de los funcionarios públicos y, por el otro, de implementar el programa de reformas democráticas que el imperialismo norteamericano había diseñado: dar curso a los planes de sanear las finanzas del Estado, acabar con el saqueo de la SAT y demás instituciones, modernizar el sistema político para acabar con la corrupción enraizada en las instituciones y poderes del Estado, fortaleciendo un funcionamiento transparente, como parte esencial del plan Alianza Para la Prosperidad.

Guatemala es el país clave de Centroamérica, y una parte vital del llamado Triángulo Norte, y por eso el imperialismo norteamericano quiere hacer una serie de cambios para evitar un estallido revolucionario de las masas. Para aplicar este urgente programa de modernización del Estado, era vital que el gobierno de Jimmy Morales colaborase con la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), un organismo diseñado para mantener una permanente y directa intervención del imperialismo norteamericano en el rediseño del Estado, y también con el Ministerio Público (MP), que sería el brazo punitivo contra aquellos sectores que se oponen a los cambios.

En el último periodo, el FCN encabezó un bloque de partidos reaccionarios y derechistas con el objetivo de obtener la presidencia del Congreso de la República, y desde esa posición empezó a hacerse evidente su resistencia a los pequeños cambios que impulsa la CICIG, como se manifestó en el abierto boicot a las reformas constitucionales que buscan un rediseño del Estado, especialmente en el poder judicial, y también en el torpedeo permanente a las reformas a la Ley Electoral. El enfrentamiento entre Jimmy Morales y el embajador norteamericano fue creciendo, hasta transformarse en una confrontación abierta.

Pero estas contradicciones entre el presidente Morales con el Departamento de Estado de los Estados Unidos no significa, de manera alguna, que el gobierno del FCN sea progresista o antiimperialista. Todo lo contrario, tanto Morales como el FCN representan a las fuerzas más reaccionarias que, durante la guerra interna, aplicaron los planes contra insurgentes diseñados por el imperialismo, pero que al terminar esta, el control de las instituciones se transformó en la vía para una rápida acumulación originaria de capitales.

Mientras el imperialismo norteamericano quiere poner el orden en Guatemala, revitalizando la moribunda democracia burguesa, para que la población vuelva a creer en la democracia burguesa, estos sectores reaccionarios del FCN se aferran al saqueo de las instituciones, porque es la única manera que tienen de enriquecerse. Este es el verdadero origen del conflicto actual entre el presidente Morales y la CICIG, que cumple fielmente las ordenes de Estados Unidos. No se trata de escoger el bando más progresivo, o el mal menor, sino de luchar por la independencia políticas de los trabajadores en el marco del actual conflicto inter burgués.

Pero la población percibe la realidad de otra manera, quiere pelear de verdad contra la corrupción y el crimen organizado que carcome a Guatemala. Por ello, desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), hemos llamado a la más amplia unidad de acción democrática, llamando a las centrales obreras y campesinas, a los sindicatos, a que convoquen a un paro nacional de 24 horas para obligar a que Jimmy Morales renuncie junto con su gobierno.

Al mismo tiempo, llamamos a todas las organizaciones de izquierda, y demás organizaciones sociales, a no confiar en la CICIG. La democratización de Guatemala en beneficio de los pobres no será nunca obra de organismos creados por el imperialismo, sino de la movilización en las calles que imponga la inmediata convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, de los trabajadores y los pueblos indígenas, plurinacional e inclusiva. La democratización de Guatemala será obra de los trabajadores, o no será.

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