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La independencia de Cataluña debe ser apenas un primer paso

El auge del movimiento independentista en Cataluña, España, ha tenido la virtud de poner al desnudo la crisis de la monarquía española y del tipo de Estado que se constituyó a partir del pacto de La Moncloa, que permitió la restauración de la monarquía de los Borbones, y la aprobación de la ultra centralista Constitución de 1978.

 

Casi 40 años después, ha vuelto a emerger con fuerza el sentimiento nacional de los catalanes, uno de los más de 15 territorios con Estatuto de Autonomía. Y es que en realidad España es un mosaico de nacionalidades, entre las que destacan Cataluña, el país vasco, Galicia y otras más, que fueron oprimidas históricamente por la monarquía y, durante el siglo XX, por el franquismo que salió triunfante de la guerra civil (1936-1939) que puso fin a la segunda república (1931-1939)

La crisis actual de la monarquía española, que adquirió la forma de un régimen parlamentario en 1978, es un reflejo directo de la crisis del capitalismo mundial, que tiene repercusiones especiales en el viejo continente.

Las fronteras de Europa fueron dibujadas por los estados imperialistas (Inglaterra, Francia, y en menor medida Alemania y España). Contrario a lo que se pueda creer, los países de la actual Unión Europea (UE) nunca han sido homogéneos, sino que siempre han aprisionado dentro de sus fronteras a las nacionalidades menores. La guerra de los Balcanes fue una muestra de la heterogeneidad de Europa. Los conflictos entre Bulgaria, Montenegro, Serbia, Grecia, Turquía, es apenas una pequeña muestra.

Después de la primera guerra mundial las potencias imperialistas vencedoras se repartieron los países del Este de Europa. Después de la segunda guerra mundial, con los pactos de Yalta y Potsdam, una parte del Este de Europa volvió a reorganizarse, quedando bajo la influencia soviética. Cuando se produjo el derrumbe del gobierno stalinista en la URSS, arrastrando consigo al llamado “campo socialista”, lo primero que explotaron fueron las nacionalidades oprimidas y volvió a ocurrir otra guerra de los Balcanes, surgieron nuevos Estados y desaparecieron otros. El problema de la opresión nacional está presente no solo en Irlanda del Norte, sino también en el país vasco aprisionado en dos Estados (España y Francia), solo para citar ejemplos relevantes.

La proclamación de independencia de Cataluña, el 10 de Octubre del 2017, por parte de Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, (parlamento catalán) refleja las enormes contradicciones del movimiento nacionalista catalán. Por un lado, recibe la enorme presión de las masas, que quieren romper con la monarquía e instaurar una república en Cataluña, pero por el otro, como una conducción burguesa, tiene intereses económicos que defender y por ello tiene el temor de llegar hasta las últimas consecuencias, y por ello ha proclamado la independencia, pero para congelarla inmediatamente, en aras de la negociación con la monarquía.

Si algo ha puesto de manifiesto el nacionalismo catalán es la necesidad de luchar por la república, es decir, que la tarea número uno del momento es liquidar a la monarquía, para instaurar un gobierno electo directamente por el pueblo. Y no solo eso: es necesario reorganizar el Estado, con la participación activa y beligerante de las nacionalidades oprimidas por la monarquía.

La independencia de Cataluña debe ser apenas el primer paso para luchar por el derecho a la autodeterminación nacional, paro nada ganaría el pueblo y los trabajadores de Cataluña si constituyen un mini Estado, se requiere reorganizar totalmente el Estado en España, promoviendo la liberación de las otras nacionalidades, proclamando y defendiendo su derecho a decidir su propio destino.

Pero el objetivo de este movimiento liberador no debe ser convertir el territorio de España, en una serie de pequeños Estados que rápidamente caerían bajo el control del imperialismo británico, francés o alemán.

Por ello, el derecho a la autodeterminación, incluso el derecho a separarse y constituir un Estado independiente debe combinarse con el objetivo central de constituir una federación de Estados libres de la península Ibérica. Esta gran tarea democrática no la hará la burguesía catalana, ni la burguesía del país vasco, solo la pueden hacer e impulsar los trabajadores, con sus luchas y movilizaciones. Desde abajo es que se debe construir la nueva Europa, los Estados Unidos Socialistas de Europa, a partir de la unión libre de Estados controlados y gobernados por los trabajadores.

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