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Centroamérica: auge de luchas democráticas y de los trabajadores

El orden imperialista que fue restablecido en Centroamérica después de la firma de Esquipulas II en 1987, que condujo a la derrota de la revolución nicaragüense en 1990, y a las posteriores derrotas de las guerrillas en El Salvador en 1992 y en Guatemala en 1996, parece haber llegado a su fin casi 30 años después de una demoledora ofensiva neoliberal.

 

La democracia y la prosperidad anunciadas nunca llegaron. Al contrario, los pequeños países de Centroamérica retrocedieron en sus niveles de industrialización, aumentó considerablemente en el desempleo y con ello la masiva inmigración hacia Estados Unidos.

El surgimiento del fenómeno de las maras o pandillas no es más que la expresión de la descomposición social, producto de la crisis económica y de la derrota de la revolución en Centroamérica durante la década de los años 80.

El llamado Triángulo Norte (Guatemala, El salvador y Honduras) es una zona geográfica donde predomina la pobreza, la marginación social, la violencia, la corrupción enquistada en los Estados, un verdadero reino para el crimen organizado.

No obstante, comienzan a surgir nuevos y alentadores fenómenos sociales: en casi todos los países de Centroamérica se producen luchas democráticas, con mayor o menor intensidad, y también luchas propias de los trabajadores, quienes pelean por defender sus conquistas laborales y sociales.

En Nicaragua se continúa librando una sangrienta lucha por la democratización, contra una dictadura dinástica que ha copiado lo peor de la dictadura somocista. Pese a la represión y las masacres continuas, la lucha continua, aunque su desenlace no está claro.

En Guatemala la lucha contra la corrupción ha adquirido ribetes de abierta confrontación entre sectores burgueses, pero lo más importante de esta situación, que no es nueva, es que las masas pasan a la lucha contra el gobierno de Jimmy Morales. Los empresarios del CACIF han olido el peligro, y por eso no actúan de la misma manera que el año 2015, cuando se movilizaron contra el gobierno de Otto Pérez Molina.

Evidentemente, en esta lucha democrática, el sector de la burguesía que dice luchar contra la corrupción, trabaja por construir su propia alternativa de poder, montándose sobre el movimiento de masas para construir su propia alternativa electoral de recambio. Corresponderá a los trabajadores y los sectores estudiantiles conscientes construir una alternativa independiente, que represente los intereses y las aspiraciones de los trabajadores, campesinos, indígenas y demás sectores populares.

La lucha en Costa Rica, tiene una connotación diferente: son los sindicatos de trabajadores del sector público quienes encabezan la lucha contra el plan de ajuste, conocido como “Combo Fiscal”. La huelga general indefinida del sector público ya se lleva tres semanas y la lucha se mantiene firme. Existen bloqueos de carreteras, y una amplia participación de sectores populares.

A pesar del empuje vigoroso de la lucha contra el Combo Fiscal, la pelea todavía no está ganada. Una parte importante del país está paralizada, pero no todo. Es importante extender la Huelga General al sector privado, en donde no existen sindicatos, pero este es el momento para comenzar a construirlos. El día que los trabajadores del sector privado se unan a las luchas de los trabajadores públicos, no habrá gobierno que resista.

Las dirigencias de la Unión Sindical Nacional, coalición de sindicatos y centrales sindicales, debe mantenerse unida y en consulta permanente con sus bases, y nunca tomar decisiones que contraríen la voluntad de la mayoría.

La derrota del Combo Fiscal está ligada a la exigencia de la renuncia del gobierno de Carlos Alvarado, quien ha traicionado el mandato de sus electores. El problema histórico del endeudamiento del Estado costarricense debe ser resuelto por las masas populares de ese país, las que exigen la aprobación de una reforma fiscal que haga que las grandes empresas paguen más impuestos, conforme sus ganancias.

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