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Por Manuel Sandoval

Dirigente Nacional del Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT) de Costa Rica.

Publicado en Revista 1857, No 16

Han sido una constante de la LIT-CI, después de la muerte de Nahuel Moreno, el fundador de esta corriente del movimiento trotskista, los análisis unilaterales y sesgados frente a los procesos revolucionarios donde esta organización no tiene ninguna intervención directa. Al no valorar adecuadamente el problema de las direcciones burguesas y pequeñoburguesas que copan estos procesos y pactan con el imperialismo desmontarlos, la LIT-CI es incapaz de aprehender la dinámica real de estas revoluciones. Peor aún, como veremos en el caso del levantamiento popular contra los Assad en Siria, termina presa de contradicciones que la llevan a capitularle al imperialismo.

 

Poniendo en evidencia un gran empirismo y un método de razonamiento dogmático y poco dialéctico, los dirigentes actuales de la LIT-CI transforman en autoridad su ignorancia de muchos hechos elementales de los procesos que analizan. Esta autosuficiencia sectaria, tiene poco que ver con la riqueza metodológica de que hacía gala Nahuel Moreno, cuando analizaba más concretamente los procesos revolucionarios. Sus análisis sobre las guerrillas afghanas en el Congreso del MAS en 1985, deberían ser una fuente de inspiración para los cuadros de la LIT-CI, lamentablemente, del maestro no aprendieron mucho, porque las posiciones preconcebidas que levantan, los están llevando a capitularle gravemente al imperialismo en Siria.

Vamos a arrancar señalando rápidamente la visión de la cúpula dirigente de la LIT-CI sobre el proceso revolucionario en Libia, porque hay un hilo conductor en su política en medio de la Primavera Árabe, la revuelta popular que ha abrasado en estos dos últimos dos años y medio, casi de manera generalizada, el Magreb y el Medio Oriente. Revuelta que antes de los últimos acontecimientos de Egipto, Túnez y Turquía (las movilizaciones contra los gobiernos islámicos que han culminado con el golpe militar preventivo en Egipto contra Morsi), se venía focalizando en la lucha contra la dictadura de los Assad en Siria, y una guerra civil violenta en curso.

“Un gran triunfo revolucionario en Libia”: Una terminología exagerada, no tan casual

La caída de Gaddafi en Libia (con la ayuda militar del imperialismo) fue saludada por la LIT-CI como un gran triunfo revolucionario, pese a que éste logró imponer un régimen contrarrevolucionario, que bien que mal, le ha permitido hasta ahora, evitar el estallido de un polvorín donde se acumulan enormes contradicciones étnico-tribales, religiosas y regionales. Aunque con graves fricciones como el ataque a la embajada norteamericana el año pasado, el imperialismo logró sostener una alianza con las milicias fundamentalistas, que ha utilizado para movilizar jihaidistas a Siria. Ni qué decir que como resultado del conflicto, la tajada de los yanquis en el negocio petrolero mejoró a costa de los chinos, que se vieron prácticamente expulsados del país. Embriagada con su fraseología rimbombante sobre los grandes triunfos revolucionarios, la LIT-CI cierra los ojos ante el hecho de la que la clase obrera (en un gran porcentaje compuesta de trabajadores inmigrantes de otros países del Magreb y del África Sub-sahariana) se vio expulsada durante el conflicto y su componente negro fue perseguido brutalmente por las milicias islamistas, bajo el pretexto de luchar contra los mercenarios negros que defendieron el régimen de Gaddafi. Para nosotros, sin embargo, plantearse este tipo de problemas, es la clave para impulsar una estrategia de fortalecimiento de la movilización obrera y sus organizaciones, sin lo cual es imposible que estos procesos avancen en una perspectiva obrera y socialista. Como veremos a continuación, la independencia política de los trabajadores no es el eje de la política y los análisis de la LIT-CI, que han olvidado la preocupación de Moreno de tener como norte de la política del trotskismo que el enemigo fundamental en cualquier circunstancia es el imperialismo.

De una crítica correcta, a un error más grave aún

No conocemos el último número de Correo Internacional, la publicación oficial de la LIT-CI, de manera que vamos a polemizar con algunos artículos que han aparecido en la página WEB, particularmente con el artículo de J. M. Pau y Juan P.: “Siria: o con la revolución hasta el final o cómo ayudar a su derrota”.

Este es un artículo para criticar las posiciones de Allan Woods, principal figura de la corriente The Militant del trotskismo europeo.

En un artículo del 15 de junio, titulado “No a la intervención imperialista en Siria”, Woods planteó que la revolución está derrotada, porque las milicias salafistas se han impuesto en el bando revolucionario. “Entendemos que es muy amargo para un revolucionario sirio aceptar la idea de la derrota. Pero hay que decir la verdad, sea desagradable o no. La búsqueda de atajos, ya sea en la forma de acomodamiento a los yihaidistas o a los imperialistas es una receta segura para el desastre. Sólo las personas irremediablemente ingenuas pueden imaginar que la guerra en Siria tiene que ver con una lucha entre democracia y dictadura. Sea cual sea el bando que gane en el presente conflicto, el resultado no será agradable para la clase obrera de Siria”.

Los articulistas de la LIT-CI intentan responder a esta visión derrotista de The Militant, que nos parece que pone en evidencia el carácter pequeñoburgués y académico de esta corriente (ya que ante las dificultades de la revolución, de la forma más pusilánime se renuncia a pelear por la independencia del movimiento obrero sirio), y el seguidismo al castro-chavismo que la caracteriza (porque indudablemente era contradictorio que se colocara del lado de las masas sirias, cuando los regímenes de Castro y Chávez-Maduro estaban apoyando a la dictadura de los Assad). El problema de los articulistas es que terminan distorsionando los hechos para demostrar que la revolución avanza, pese a los golpes que está recibiendo de la dictadura y la dinámica fratricida en que se está empantanando el bando opositor, análisis sesgado que acompañan con un llamado vergonzoso al imperialismo para que arme mejor a los rebeldes.

Una visión idílica de la dirección burguesa que ha montado el imperialismo

No nos gusta mucho citar, pero es inevitable que lo hagamos en alguna medida para que se entienda exactamente en qué consiste la tergiversación de los hechos. Para la LIT-CI el movimiento de masas antidictatorial se ha ido articulando en gran medida en torno al Ejército Libre de Siria (lo que es parcialmente cierto).

Para toda la prensa mundial, la cúpula del Consejo Nacional Sirio y del Ejército Libre de Siria, ha sido impuesta por el imperialismo yanqui, por medio de los agentes de Inteligencia de Qatar y Arabia Saudita.

La LIT-CI, sin embargo, nos da una visión idílica del Ejército Libre de Siria: “Primero, hay que situar quiénes están combatiendo sobre el terreno. La mayor fuerza militar rebelde en Siria es el Ejército Libre de Siria, un conjunto de milicias y batallones relativamente heterogéneos, pero que conservan un patrón común. El número estimado actual de combatientes del ELS es de 80.000 milicianos. El mayor grupo salafista es Jabhat Al Nusra, que cuenta con unos 7.500 combatientes. Como vemos, a pesar de los progresos de los salafistas en los últimos meses (gracias al apoyo internacional que tienen, frente al aislamiento del ELS), las fuerzas no sectarias son ampliamente dominantes en el terreno militar rebelde.”

Estas dos frases que hemos subrayado son terribles. Aunque es cierto que el Ejército Libre de Siria (ELS) es muy heterogéneo por la base, es una barbaridad que los articulistas oculten que ha habido un esfuerzo sistemático del imperialismo y las monarquías del Golfo para controlar y estructurar su cúpula. La mención “al aislamiento del ELS” es peor aún, porque pareciera insinuar que es una guerrilla independiente del imperialismo: el salafismo se estaría fortaleciendo con la ayuda del imperialismo porque es la guerrilla contra, a diferencia del ELS, que se alimentaría del movimiento de masas antidictatorial.

Esto último es en gran medida cierto (porque los excesos sectarios de las milicias salafistas les están cortando rápidamente el apoyo popular), lo grave es que los dirigentes de la LIT-CI crean que se trata de una dirección pequeñoburguesa como la del sandinismo, independiente durante la fase de la lucha antidictatorial, aunque con un programa de colaboración de clases, sin darle importancia al hecho de que en el caso sirio el imperialismo controla la cúpula del ELS, lo que evidentemente es una amenaza terrible para la revolución.

La LIT-CI, que denuncia los crímenes de los Assad y pone de relieve insistentemente que durante 40 años le aseguraron a Israel las fronteras, se niega a ver que son figuras que desertaron del régimen las que “encabezan” el Consejo Nacional Sirio y el ELS. Según la prensa internacional, los reacomodos que ha habido recientemente en las cúpulas del CNS y del ELS, responden al desplazamiento de los qataríes (afectados por el recambio del sultán por su hijo), circunstancia que han aprovechado los sauditas (paralizados anteriormente por el problema de la sucesión del octogenario rey Abdalá) para colocar fichas suyas al frente del CNS: el nombramiento de Ahmad Assi Jarba, el 8 de julio, como Presidente del mismo, y del general Selim Idriss, al frente del ELS.

Por si la LIT-CI se obstina en no creerle a la prensa internacional cuando señala estos hechos, podríamos darle la dirección exacta de los campos de entrenamiento en Jordania (son secretos a voces en los medios) donde se prepara a 10 000 milicianos del ELS, con un cuerpo de 4000 como oficiales, para constituir la columna vertebral del nuevo ejército burgués para sustituir el régimen de los Assad. Estamos seguros que si nuestros articulistas se animan a inspeccionar las bases se toparán no sólo con militares saudíes y qataríes, sino también con algunos “machitos”, como decimos por acá en Costa Rica.

El rol de las milicias salafistas

Del análisis anterior queda claro, que la carta fundamental para el imperialismo no son las milicias salafistas, sino el ELS. Pareciera contradictorio con el hecho de que según algunas fuentes de la ONU, el 60% de las armas ha ido hacia las milicias salafistas, pero era el mecanismo para que los qataríes las controlaran, y esto le ha permitido al imperialismo contar con una fuerza militar actuando rápidamente sobre el terreno.

Hacia Siria ha habido un desplazamiento de centenares si no de miles de militantes jihaidistas desde Libia, Yemen, el Cáucaso e Irak, gracias a las armas, los pertrechos y las facilidades que ha brindado el imperialismo en los campamentos que montó en Turquía y Jordania. No es exagerado decir, que en corto tiempo se ha producido una operación de una amplitud semejante al envío de voluntarios jihaidistas a Afganistán en el operativo de Bin Laden y la CIA en los ochentas.

Si logra que caiga Assad, el imperialismo espera una situación parecida a la de Libia, donde logró cooptar a las milicias al proceso de reestructuración del estado burgués, pero podría ser también que esté contemplando una salida a la presión salafista exportando jihaidistas hacia el Cáucaso ruso (Putin tiene preocupación por el resurgir de una insurgencia en Daguestán, república clave para la explotación y el transporte del petróleo y el gas del Mar Caspio) o lanzándolos contra Irán y Hesbollah.

El problema es, que aunque Moreno no vacilaría en calificar de guerrillas contras a la mayoría de estas milicias, el control de algunas de estas sectas burguesas es incierto para el imperialismo. El desplazamiento de los qataríes por los agentes saudíes tiene que ver posiblemente con un intento de los yanquis por controlar más las milicias salafistas. Contra los Hermanos Musulmanes de Siria, los saudíes han fortalecido las figuras laicas en la oposición, y han bloqueado las colectas dentro del reino para los jihaidistas.

No se crea, sin embargo, que el peso que han adquirido de nuevo los saudíes, es un factor de moderación y una garantía de contención del salafismo. Al igual que el resto de las burguesías del Golfo, la burguesía saudita combina su servilismo a Israel y los yanquis, y su integración al jet-set internacional, con un odio feroz a los chiítas y a Irán, que es muy de clase: porque un contingente fundamental de la clase obrera es chiíta, pero se inspira además en odios medievales por las luchas dinásticas y religiosas entre sunitas y chiítas.

La caída del gobierno de Morsi en Egipto (sin condena de los sauditas, tradicionales enemigos de los Hermanos Musulmanes porque se les escapaban de control por el peso de la burguesía egipcia), introduce un elemento explosivo en la relación del imperialismo con las milicias salafistas, en momentos en que comenzaban ya a actuar con una dinámica propia en Siria, imponiendo la sharia y la represión contra las comunidades no sunitas en las zonas que ocupaban. Obama ha bailado en la cuerda floja condenando la represión en Egipto, pero sin pedir que los militares dejen el poder (porque no puede desestabilizar aún más el instrumento fundamental de la dominación imperialista sobre un país clave de la región), pero indudablemente está sembrado un elemento de fricción, potencialmente desestabilizador tanto en Libia como en Siria (el ejército egipcio, en coordinación con Israel, está atacando bases guerrilleras en la Península del Sinaí).

El golpe contra Morsi debilita de rebote al gobierno islámico de Erdogán en Turquía (enfrentado al comienzo de la movilización popular en su contra), que jugaba mejor el rol de contención del salafismo, controlando la infiltración hacia Siria por la frontera turca.

Mucho nos tememos entonces, que los enfrentamientos sectarios (de carácter religioso y étnico) que están dividiendo el campo rebelde, se puedan profundizar y que esta dinámica le dé aliento a la dictadura.

La LIT-CI no logra entender la deriva sectaria de la guerra civil

Equivocadamente, sin embargo, la LIT-CI apunta como un elemento de dinamismo de la revolución este enfrentamiento sectario. Enumerando los factores que apuntan a la profundización del ascenso revolucionario, los articulistas señalan que: “En segundo lugar, en las zonas liberadas con una presencia importante de fuerzas salafistas, se están dando continuamente enfrentamientos de la población con ellos. Últimamente, estos enfrentamientos han llegado a ser armados en la ciudad de Al Dana o en las zonas kurdas.”

La LIT-CI no entiende que más que la entrada en combate de destacamentos de Hezbollah y tropas iraníes al lado del ejército de Assad, son estos choques sectarios, y la intervención cada vez más directa del imperialismo, los que están dándole otro carácter a la guerra civil, y le han permitido ganar aire en el terreno militar a la dictadura. Para las comunidades cristianas y alauitas de Siria, el genocidio sistemático que realizan algunas de las milicias salafistas no deja otra alternativa que sostener el régimen. Es evidente que la dictadura ha logrado así, recomponer en alguna medida su base social de apoyo.

Para la LIT-CI, sin embargo, las cosas siguen como al principio: “En tercer lugar, cada viernes siguen saliendo manifestaciones por toda Siria. Aunque ya no acumulen el mismo número de manifestantes que al principio debido al exilio forzado, la gente continúa semanalmente ocupando las calles. Por ejemplo, el viernes 19 de julio, el Centro de Estadística Sirio Independiente contaba manifestaciones en 73 puntos.

Por último, queremos destacar que las organizaciones que crearon las masas sirias a partir de su movilización siguen existiendo igual que al principio. Por ejemplo, la amplia red de Comités Locales, agrupaciones que comenzaron coordinando las manifestaciones pero también toman tareas de aprovisionamiento, organización e incluso gobierno en zonas liberadas. También existe la Unión de Estudiantes Libres de Siria, decenas de periódicos libres, multitud de iniciativas de periodismo para dar a conocer en el mundo lo que pasa dentro de Siria, de ayuda humanitaria profesional como médicos, enfermeros o psicólogos voluntarios, iniciativas culturales...”

El inicio de la revuelta popular contra los Assad, fue visto por el imperialismo como la oportunidad de repetir una operación como la de Libia, a fin de derrocar el principal aliado de Irán y allanar así el camino de la guerra contra el régimen de los Ayatollahs. La deriva sectaria que está tomando el conflicto en Siria, tiende a transformarlo en un enfrentamiento religioso y étnico entre sunitas y chiítas en todo el Medio Oriente. En Irak se ha retomado el proceso de guerra civil, con más de 4 000 muertos en lo que va del año a punta de bombazos. La dinámica al fraccionamiento del país está de nuevo en curso.

Más aún, los enfrentamientos entre el Estado islámico de Irak y el Levante (la guerrilla sunita de Irak que se reivindica de Al-Qaeda e interviene en Siria) y los kurdos de las zonas liberadas por el PKK (la vieja guerrilla nacionalista kurda con base en Turquía) pueden generalizarse, si Massoud Barzani, Presidente del Kurdistán iraquí, cumple la amenaza que hizo recientemente, y los peshmergas de esta región intervienen del lado sirio. Aunque es difícil que Barzani dé este paso, porque implicaría un choque directo con Turquía y la quiebra de Irak, que la posibilidad esté planteada, habla a las claras de la explosividad de la situación. Assad ha tenido una política de no enfrentar la guerrilla del PKK (que dicho sea de paso, puede considerarse como la única dirección independiente del imperialismo y las burguesías árabes, aunque ha declarado su voluntad, para negociar un estatus autonómico para los kurdos dentro de Turquía, de acomodarse con los planes imperialistas en la región).

Los elementos para una escalada mayor de la guerra están dados

Con una lógica sorprendente, los articulistas tratan de convencernos de que: “El imperialismo está interviniendo hace tiempo en el conflicto sirio y lo ha hecho principalmente a favor del gobierno. El embargo de armas hasta ahora solo ha beneficiado a la dictadura, que se sigue armando a través de países como Rusia e Irán, de los suministros de combustible de Venezuela y del apoyo económico también de China y que cuenta sobre el terreno con la verdadera intervención extranjera, la de Hezbollah. Esto porque la política del imperialismo, que hasta hoy no ha cambiado, ha sido la de que la oposición negocie una transición con el régimen, que acabe dejando intactas las bases del actual, seguramente sin la presencia de Bashar el Assad. Al imperialismo lo que le preocupa es la inestabilidad de la región y los Assad la habían garantizado los últimos 40 años, siendo los puntales junto al régimen egipcio de la supervivencia del Estado de Israel.”

Pau y Juan P. nos presentan una situación surrealista: el imperialismo impulsa la revuelta armada contra los Assad, pero al mismo tiempo está empeñado en que no caigan.

La LIT-CI, que saludó como un gran triunfo revolucionario el derrocamiento y muerte de Gaddafi (después de que los cazabombarderos de la OTAN bombardearon el convoy en el que huía de su último punto de resistencia en Sirte), no logra entender que la contradicción con los Assad es casi insalvable, por la alianza estrecha que han establecido con el régimen iraní. La disputa con rusos y chinos por la supremacía estratégica del imperialismo yanqui, ha tenido un salto a partir de este conflicto. Putin ha endurecido el tono con los yanquis y se ha comprometido a sostener el régimen sirio, porque está en juego el balance de poder e influencia global.

Esto no quiere decir, sin embargo, que haya que descartar totalmente el escenario de una negociación con el régimen de los Assad: establecer una especie de recambio del régimen como en Yemén, pero sólo de fachada, pero dependería de que la situación se le complique aún más al imperialismo en Egipto y de que el ascenso de masas se profundice en Turquía.

La LIT-CI viene clamando porque el imperialismo entregue armamento pesado a los rebeldes, pero en su perspectiva unilateral de que el régimen de los Assad ha sido un pivote de la dominación imperialista en la región (no se dan cuenta de que el impulso a las guerrillas en Siria, es parte de una escalada contra el régimen iraní), quedan desarmados ante la posibilidad de que se opere un salto mayor, con una agresión directa a Irán de los yanquis o Israel.

El desbalance de fuerzas que se ha creado en el terreno militar, al tomar aire la dictadura de Assad con varios golpes importantes a los rebeldes y un respaldo militar mayor de Rusia, le plantea al imperialismo, a Israel y a los regímenes del Golfo, la necesidad de un mayor involucramiento militar. En perspectiva de imponer una zona de exclusión aérea, los gobiernos imperialistas siguen denunciando la utilización de armas químicas por parte de los Assad.

Es terrible así, que la LIT-CI se una al coro imperialista, reclamándole a Obama que no entregue armamento pesado ni a los salafistas (a los que han financiado Qatar y Arabia Saudita para “desvirtuar” la revolución) ni al Ejército Libre de Siria, para “que no derrocaran al régimen demasiado de prisa”.

Y ¿por qué no tienen derecho a recibir armas de EEUU o Europa los rebeldes sirios? Las masas sirias tienen derecho a poder armarse, vengan las armas de donde vengan”.

No tenemos ninguna duda de que Moreno habría condenado estas posiciones, precisamente porque tal y como nos dicen Pau y Juan P. en alguna línea perdida de su texto, cuando el imperialismo entrega armas lo hace “con el claro objetivo de desvirtuar la revolución y debilitar a las masas sirias.”

Nada que ver con las posiciones de Trotski frente a la guerra civil en España

La LIT-CI camufla su capitulación al imperialismo tergiversando la experiencia del movimiento obrero internacional: “Recordemos que durante la Guerra Civil, o revolución española, toda la izquierda exigía el fin del embargo de armas que habían decretado las “democracias” europeas. El gobierno de la república española le pedía armas a Francia e Inglaterra. El pueblo sirio tiene el mismo derecho, de lo contrario, como hasta ahora los únicos que se arman hasta los dientes son las fuerzas armadas de la dictadura y en mucha menor medida las milicias salafistas.”

El fin del embargo se reclamaba para facilitar la solidaridad militante del movimiento obrero, frente a la intervención descarada de los nazis y los fascistas italianos. Pero jamás a Trotsky se le hubiera ocurrido (como hacen hoy día los dirigentes de la LIT-CI en otro contexto), hacer depender el armamento del proletariado español de la buena voluntad de reaccionarios como Chamberlain (que esperaba que Franco ahogara en sangre la revolución) y tampoco del carnicero de Stalin, que daba una ayuda a cuentagotas para chantajear a la burguesía republicana y lograr que permitiera a los comunistas españoles montar los pelotones de fusilamiento de anarquistas y trotskistas. La política de Trotsky en España apuntaba a la movilización revolucionaria del proletariado, para desarrollar una industria de guerra y fortalecer la revolución profundizando su carácter anticapitalista. En Francia el movimiento obrero exigía el fin del embargo y el envío de armas, porque existía un gobierno de Frente Popular que gobernaba en nombre suyo. Para los trotskistas, era una política para desenmascarar la inconsecuencia de Blum y los otros dirigentes del Frente Popular, su cobardía frente a Hitler y Musolini, y la capitulación ante Eden, Baldwin y Chamberlain.

¿Cómo defender una perspectiva de independencia de clase para el movimiento obrero sirio?

Esta tergiversación histórica que hace la LIT-CI nos dice mucho, sin embargo, sobre la ausencia total de un programa de independencia de clase, para que los sectores de vanguardia del movimiento obrero sirio, fortalezcan las organizaciones del movimiento obrero y popular sin capitularle a las direcciones reaccionarias al servicio del imperialismo ni a la dictadura.

Los trotskistas tenemos que intervenir en la guerra civil en curso, planteando la supeditación de las milicias a los comités populares que surgen en barrios y aldeas, su coordinación horizontal y la independencia política absoluta frente a la cúpula del ELS y el Comando Nacional. Contra la deriva sectaria de la guerra, tenemos que defender el respeto a todas las comunidades y evitar la entrada de las guerrillas en los territorios liberados donde no se les autorice el paso. Plantear como salida a la necesidad de centralizar la lucha, una Asamblea Constituyente Revolucionaria en el terreno. Oponernos ferozmente a la intromisión de las potencias imperialistas y de las monarquías del Golfo, y ser muy claros que volcaríamos nuestras armas contra Israel y el imperialismo si agraden a Irán, a Hesbollah o intervienen directamente en suelo sirio.

Instamos vehementemente a los dirigentes de la LIT-CI a revisar el contenido de sus posiciones, para no caer en errores aún más serios, a partir de la lógica de capitulación a Obama en la que han entrado.

Una última palabra en defensa de Hesbollah

Todos los reaccionarios del mundo, con una hipocresía que excede todo lo imaginable, han denunciado la participación de Hesbollah en la batalla crucial en torno a Al-Qusayr. Vergonzosamente, la LIT-CI no se queda atrás, y denuncia que es “la verdadera intervención extranjera”. Olvidando así, el rol del imperialismo, los reaccionarios árabes y las milicias salafistas.

Hesbollah, aunque sea una dirección burguesa, ha encabezado la resistencia nacional libanesa contra el agresor sionista de Israel. Cuando justifica su intervención por el pedido de protección de las comunidades chiítas de la zona, contra las agresiones de las milicias salafistas, y la necesidad de mantener abiertas sus vías de aprovisionamiento desde Siria, da un paso, evidentemente, que implica colaborar con el régimen de los Assad.

Es claro, sin embargo, que no tuvo margen para no intervenir porque estaba amenazada su retaguardia, diferente será, sin embargo, si continúa su involucramiento militar del lado de la dictadura. Las fuerzas combatientes deben dar garantías a Hezbollah de que no atacarán su retaguardia. Los trotskistas tenemos que exigir que los jihaidistas no entren en un enfrentamiento fratricida con Hezbollah (y promover una amplia condena de atentados como el del coche bomba que explotó recientemente un grupo salafista en uno de los barrios que controla Hezbollah en el Sur de Beirut).

Es claro que el rol provocador de estos grupos está al servicio del imperialismo.

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