Historia

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Por Maximiliano Cavalera.

Desde los primeros escritos de Karl Marx y Federico Engels, ambos autores no se cansarían de insistir en la importancia de crear una organización obrera internacional, esta debía velar por la emancipación de los trabajadores del mundo. Así se fundó la primera internacional, conocida como la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), la cual se vería disuelta en el congreso de la haya en 1872. Moriría Marx y pasarían más de una década para que los grupos Marxistas se fortalecieran e intentaran la empresa más grande hasta esa época, fundar una internacional obrera que se diera a la tarea histórica más importante de la humanidad, la de hacer la revolución mundial.

Fundación de Segunda Internacional.

La debacle de la primera internacional se da en medio de la terrible derrota de la Comuna de Paris, esa experiencia histórica tan importante para el movimiento revolucionario, abrió las fauces de un período reaccionario en Europa, en muchos países, incluida Alemania, son ilegalizados los partidos revolucionarios. Pero este período de reacción política, también vio el fortalecimiento de las organizaciones obreras, quienes luchaban férreamente por arrancar las conquistas laborales más elementales a la burguesía Europea. Fue así que del 14 al 19 de Junio de 1889, y en honor al aniversario de la Revolución francesa de 1789, la historia registraría el congreso de fundación de la Segunda Internacional, la internacional Socialdemócrata.

A diferencia de la AIT, la segunda internacional nace en un período en el que el marxismo estaba agarrando un fuerte arraigo entre los trabajadores europeos, es más, a diferencia de la ensalada política de la AIT, en la que se podían ver las más raras expresiones políticas izquierdistas, este nuevo proyecto es una internacional vinculada simbióticamente con el Marxismo.

Tras la victoria en la guerra franco-prusiana de 1871, Alemania entró en una era de expansión industrial parecida a la que vivió Inglaterra veinte años antes. A medida que avanzaba la economía, el movimiento obrero crecía y se organizaba para luchar por mejorar sus condiciones de vida. El Partido Alemán tuvo un gran crecimiento y ganó mucha influencia. De esta manera, Alemania se convirtió en la punta de lanza de la Segunda Internacional.

Los primero años

Desde la fundación de la Internacional, los principales dirigentes mantuvieron un feroz combate contra las ideas extremistas como las anarquistas, quienes confiaban más en los actos terroristas individualistas, en la que, según ellos, las acciones individuales hacen que las masas se convenzan de lo malo que es el sistema y se insurreccionen contra el capitalismo. Asimismo, padeciendo de la enfermedad infantil del comunismo, condenaban la acción parlamentaria, dejando de un lado la lucha parlamentaria en contra del capitalismo, es decir, aprovechar los espacios democráticos que brinda el sistema para propagandizar la política revolucionaria. Los grupos anarquistas serían expulsados en 1896.

Desde sus inicios, esta internacional aunó a grandes figuras del marxismo revolucionario, grandes teóricos del marxismo de la talla de Karl Kautsky, Plejanov, Parvus y Rosa Luxemburgo engrosaban sus filas.

Los primeros males.

Entre 1897 y 1898 Eduard Bernstein, un influyente teórico de la socialdemocracia, escribió una serie de artículos publicados en Neue Zeit, estos artículos serian la base de una enorme polémica contra el ala oportunista de la internacional, liderada por Bernstein. En estos artículos de Bernstein se sintetiza el fenómeno de adaptación de la socialdemocracia a la democracia burguesa, en ellos el teórico socialdemócrata trató de refutar las premisas básicas del socialismo científico, fundamentalmente la afirmación marxista de que el capitalismo lleva en su seno los gérmenes de su propia destrucción. Negó la concepción materialista de la historia, la creciente agudeza de las contradicciones capitalistas y la teoría de la lucha de clases. Su conclusión seria que la revolución era innecesaria, que se podía llegar al socialismo mediante la reforma gradual del sistema capitalista, a través de mecanismos tales como las cooperativas de consumo, los sindicatos y la extensión gradual de la democracia política.

Pero las teorías de Bernstein son solo el eco de un fenómeno que comenzaba a manifestarse en los partidos obreros marxistas. Este fenómeno se cimentaba en la legalización de dichos partidos, que ahora estando en la legalidad, comenzaban a gozar de los privilegios de la acción parlamentaria y las mieles de la democracia burguesa.

Un ejemplo de esto fue el denominado particularismo sudalemán, con el que se hacía referencia a los diputados socialdemócratas de Württemberg, Bavaria y Baden, quienes argumentando que las condiciones especiales que imperaban en el sur de Alemania, votaban a favor de los presupuestos provinciales, con el pretexto de que, puesto que sus votos eran a menudo decisivos, podían utilizar su peso político para obtener de la burguesía concesiones y un presupuesto “mejor” para mantener el capitalismo. Esta práctica era ampliamente repudiada en el partido Alemán, pero se mantuvo el accionar de los sureños, y varias mociones tendientes a prohibirles a los diputados del PSD que votaran a favor de cualquier presupuesto, fueron derrotadas en los congresos nacionales de 1894 y 1895.

La lucha contra el reformismo

A pesar de las raíces sociales que tenía esta tendencia de la socialdemocracia, las tendencias oportunistas fueron ampliamente combatidas por varios teóricos marxista, es más, para 1891 Engels advertía: “Quieren convencer a sí mismos y al partido de que "la sociedad actual se integra en el socialismo", sin preguntarse si con ello no está obligada a rebasar el viejo orden social; si no debe hacer saltar esta vieja envoltura con la misma violencia con que un cangrejo rompe la suya; si, además, no tiene que romper en Alemania las cadenas del régimen político semiabsolutista y, por añadidura, indeciblemente embrollado.” (Contribución a la crítica del proyecto de programa socialdemocrata de 1891, Federico Engels)

Después de la muerte de Engels, la lucha contra estas tendencia las llevaría otros teóricos, entre ellos Kautsky, pero la lucha la sintetizaría Rosa Luxemburgo: “La teoría oportunista del partido, la teoría formulada por Bernstein, no es sino el intento inconsciente de garantizar la supremacía de los elementos pequeñoburgueses que han ingresado al partido, de torcer el rumbo de la política y objetivos de nuestro partido en esa dirección. El problema de reforma o revolución, de objetivo final y movimiento es, fundamentalmente, bajo otra forma, el problema del carácter pequeñoburgués o proletario del movimiento obrero”.  (Rosa Luxemburgo-Reforma o revolución)

En el congreso de Amsterdam en 1904 ganaron las ideas revolucionarias, que un año después se verían corroboradas con el estallido de la primera revolución rusa.

La decadencia.

Después del congreso de Amsterdam, las ideas revolucionarias encuentran terreno fecundo con el estallido de la revolución Rusa de 1905. La aparición de los soviets y la revolución fueron celebradas por todos los partidarios revolucionarios, pero al igual que la aparición de la revolución fue el pico de este proceso, la derrota de la revolución de 1905, significaría el fortalecimiento del ala reformismta en la internacional.

Los reformistas declararían a todas voces que el capitalismo se seguiría expandiendo por un tiempo indefinido. Planteaban que fruto de esto, fortaleciendo las organizaciones obreras y presionando a los gobiernos burgueses se podría conseguir mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora en el marco de cada uno de los estados nacionales. De esta manera, abandonaron, por un lado, la lucha por la transformación socialista de la sociedad y, por el otro, el internacionalismo proletario.

La traición

Este proceso de degeneración de la Internacional culminaría con la primera guerra mundial, los otrora internacionalistas luchadores ilustres de los derechos y emancipación de los trabajadores, cometieron el más grande de los crímenes de la internacional, apoyaron a sus Estados nacionales en una guerra por el saqueo y la codicia de la burguesía. Los partidos Socialdemócratas firmaron y apoyaron los préstamos de guerra, los cuales financiarían la guerra y a cada uno de sus ejércitos en la masacre más grande que habría conocido la humanidad hasta esa época.

Relata Trotsky: "Cuando recibimos en Suiza el número de Vorwärts en que se daba cuenta de la sesión celebrada en el Reichstag el día 4 de agosto, Lenin estaba firmemente convencido de que era un número falsificado, redactado por el estado mayor alemán para engañar y atemorizar al enemigo", y continúa: "la votación del día 4 de agosto en el Reichstag, fue una de las decepciones más trágicas de mi vida". (Trotsky, Mi Vida)

A pesar que ese sería el fin de la segunda internacional como organización revolucionaria, Con la idea de salvar las ideas revolucionarias, un grupo de cuarenta y dos revolucionarios se reunieron en septiembre de 1915 en Zimmerwald. Éste sería el embrión de la Tercera Internacional que sería fundada en 1919.

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