Por Nassar Echeverria

Con la suscripción del Tratado General de Integración Económica (TGIE), a inicios de 1960, los gobiernos centroamericanos sentaron las bases para la creación del Mercado Común Centroamericano (MCCA). Las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX fueron conocidas como la época de la sustitución de importaciones, impulsada por la CEPAL, y fue el periodo de cierta industrialización de los países de Centroamérica. Bajo el MCCA se creó una industria liviana de productos destinados al consumo.

Desarrollo y crisis del MCCA

El artículo 1 del TGIE planteaba la necesidad de los Estados de Centroamérica de “establecer entre ellos un mercado común que deberá quedar perfeccionado en un plazo máximo de cinco años a partir de la fecha de entrada en vigencia de este Tratado. Se comprometen además a constituir una unión aduanera entre sus territorios”. Se fijo el plazo máximo de cinco años para la creación del MCCA, pero no se fijó plazo para el establecimiento de la unión aduanera.

Después de más de 15 años de funcionamiento, el MCCA entró en crisis a mediados de los años 70. La industria ligera creada no pudo desarrollarse precisamente por el obstáculo que significaban las artificiales fronteras de los Estados nacionales. Lejos de integrarse las económicas, cada gobierno pretendía su propio desarrollo a costa de los Estados más pobres. Guatemala fue el país que mejor aprovechó el MCCA, siendo desde entonces la economía más importante de la región.

La crisis del MCCA permitió el desarrollo de una enorme crisis política, que amenazó directamente a los gobiernos militares de la época. La revolución comenzó en Nicaragua, con el triunfo de la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), abriendo una situación revolucionaria en Centroamérica.

La década de los años 80 fue de intensas luchas revolucionarias, que terminaron, a partir de los Acuerdos de Esquipulas II, en 1987, en un proceso de negociación política que culminó con la derrota de la revolución nicaragüense, y con los procesos de negociación en El Salvador y Guatemala. Los años 80 fueron los años de crisis del MCCA y de las dictaduras militares.

Restauración del proyecto de integración económica de Centroamérica

Una vez que el imperialismo norteamericano restableció su control en Centroamérica, con nuevos gobiernos en El Salvador y Nicaragua, se iniciaron las negociaciones para revitalizar el proyecto de integración económica, bajo la tutela del gobierno de Estados Unidos.

En 1992 se firmó un Acuerdo de Libre Comercio, al que se adhirieron los Gobiernos de Nicaragua y Honduras en agosto de 2000, y el de Costa Rica en junio de 2002. En 1993 se firmó el Protocolo al Tratado General de Integración Económica Centroamericana, conocido como Protocolo de Guatemala, que creo las bases del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), un relanzamiento del MCCA.

Retomando con tropiezos el proyecto de unión aduanera

Precisamente, el artículo 15 del Protocolo de Guatemala, retomó el tema de la unión aduanera, al definir que “Los Estados Parte se comprometen a constituir una Unión Aduanera entre sus territorios, con el propósito de dar libertad de tránsito a las mercancías independientemente del origen de las mismas, previa nacionalización en alguno de los Estados Miembros, de los productos procedentes de terceros países. Dicha Unión Aduanera se alcanzará de manera gradual y progresiva, sobre la base de programas que se establecerán al efecto, aprobados por consenso”.

Pero en medio de la feroz ofensiva neoliberal de los años 90, los gobiernos de turno prefirieron abrir las puertas a la inversión de las transnacionales, desmantelar la poca industria, antes de consolidar la integración de las economías, y construir la unión aduanera.

Fue hasta el 13 de enero del año 2000, que Guatemala y el Salvador firmaron el Convenio Marco para el Establecimiento de una Unión Aduanera entre los territorios de la república de El Salvador y la Republica de Guatemala, pero no logró concretarse. A este acuerdo se adhirieron Nicaragua y Honduras en agosto de 2000, y Costa Rica en junio de 2002, pero todo quedó en papel mojado.

Ante este primer fracaso, el 12 de diciembre de 2007, Guatemala y Honduras suscribieron el Convenio Marco para el Establecimiento de la Unión Aduanera Centroamericana. Es interesante anotar que en los primeros intentos siempre aparece Guatemala. La burguesía guatemalteca necesita desesperadamente ampliar sus mercados, debido a que no puede competir con México y Estados Unidos. El 29 de junio de 2004, Guatemala y Honduras suscribieron del Marco General para la Negociación de la Unión Aduanera en Centroamérica (UAC).

El 10 de abril de 2015, en la Ciudad de Panamá, Panamá, Guatemala y Honduras, firmaron el Protocolo Habilitante para el Proceso de Integración Profunda hacia el Libre Tránsito de Mercancías y de Personas Naturales entre las Repúblicas de Guatemala y Honduras, dando un nuevo paso hacia la constitución de la unión aduanera. Estos acuerdos coincidieron con el Plan de Alianza para la Prosperidad (PAP) que impulsaba la administración Obama.

A lo anterior habría que agregar que la Unión Aduanera es uno de los compromisos establecidos en el Acuerdo de Asociación (AA) con la Unión Europea con Centroamérica vigente desde 2013.

La existencia de grupos económicos regionales

Han transcurrido casi 60 años desde la firma del TIEG en 1960, y fue hasta el 29 de junio del 2017, después de haber firmado innumerables tratados, acuerdos, que se creó la primera unión aduanera, “parcial y progresiva”, entre Guatemala y Honduras.

Este hecho inusual debe ser analizado por los socialistas centroamericanos. Muestra, en primer lugar, la tendencia real de la economía de los países de Centroamérica hacia una total integración. Este proceso tiene décadas de estar ocurriendo en la base económica, pero hace corto circuito en la superestructura de los Estados nacionales. Podemos decir que existe un mercado regional centroamericano, y por lo tanto también existe sectores de la burguesía que adquieren la forma de grupos regionales, superando las fronteras nacionales donde nacieron y se desarrollaron. Estos grupos regionales, a nivel financiero e industrial, tratan de aprovechar las ventajas económicas del derrumbe de las fronteras, en un mundo donde las grandes transnacionales tienen la mayor ventaja.

Esta unión aduanera es producto de una combinación de factores. Tenemos en primer lugar, la enorme presión de Estados Unidos y de la Unión Europea, los que se han quejado de la lentitud de la circulación de sus mercancías por la región centroamericana. Pero también obedece, en segundo lugar, a una necesidad económica de la burguesía guatemalteca, la mas fuerte de la región, de ampliar su radio de influencia industrial y comercial. Lo extraño en este proceso es que la burguesía hondureña, que es mucho más débil, haya aceptado este enorme reto, probablemente porque calcula que sus productos agrícolas tendrán un mejor mercado.

A lo anterior habría que agregar, en tercer lugar, que tanto en Guatemala y Honduras, son los dos países donde el imperialismo norteamericano está impulsando, a través de la CICG y de la MACCIH, con rigor una estrategia de lucha contra la corrupción y el crimen organizado, que se traduce en un conjunto de reformas de sus respectivos Estados. Esta combinación de factores es lo que ha posibilitado, 60 años después de la creación del MCCA, este primer intento de unión aduanera, que por cierto debe ser analizado detalladamente.

Algunas características particulares

Si bien es cierto que la unión aduanera entre Guatemala y Honduras representa el 40% del PIB regional centroamericano, esto no significa que hayan dado el primer paso para la creación de un Estado confederado. La Unión Aduanera funcionará para el 95% de las mercancías de ambos Estados, pero un 5% seguirá cobrando impuestos porque son productos provenientes de otros países, y todavía no se ha logrado el arancel cero.

Las aduanas externas, en relación a los otros países de Centroamérica, seguirán existiendo en Guatemala y Honduras. Este primer paso y las ventajas comerciales que acarrea obligará más temprano que tarde a El Salvador, Nicaragua y la reacia Costa Rica, a entrar rápidamente a la unión aduanera. Esta dinámica de una unión aduanera total puede producir grandes cambios políticos en los países de Centroamérica

Un aspecto importante a tomar en cuenta es que, al circular libremente los vehículos entre las fronteras de ambos países, existirá una coordinación mayor de los aparatos de seguridad que deberán permanecer alertas ante el narcotráfico y el crimen organizado. Debemos analizar si esto forma parte también de la estrategia de Trump de contener la inmigración hacia Estados Unidos, a través de los diques que construirán las policías y ejércitos de la región. Sería una gran ironía que mientras circulan libremente las mercancías se establezcan mayores controles al tránsito de las personas.

Se está creando una verdadera zona económica, delimitada por el momento a Guatemala y Honduras. No sabemos el impacto que tendrá la unión aduanera en la crisis fiscal de los países de Centroamérica, probablemente suban los déficits fiscales porque se mantienen los Estados nacionales.

Relativo fortalecimiento del SICA

En el plano político, también se ha dado un hecho muy importante. En la última reunión de Panamá se eligió al expresidente Vinicio Cerezo como nuevo secretario general del SICA. Cerezo fue el impulsor de los Acuerdos de Esquipulas II en 1987, que pusieron fin a la revolución en Centroamérica, ya que permitieron establecer las mesas de negociaciones que posibilitaron la derrota electoral del FSLN en 1990, y más tarde los Acuerdos de Paz en El Salvador y Guatemala.

La democracia cristiana guatemalteca, el partido de Vinicio Cerezo, ya no existe como tal. La elección de Cerezo no es más que la reafirmación de acelerar el proceso de integración económica, que en la coyuntura actual tiene su mejor expresión en la primera unión aduanera.

El imperialismo norteamericano y europeo aceleran la creación de una zona económica, pero no están interesados en la creación de un estado federado o confederado. Algunos economistas hablan de que en Centroamérica existe condiciones para un boom maquilero, para crear una zona como lo fue Singapur en sus inicios. Veremos hasta donde llega este proyecto.