“Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado”. (Monseñor Óscar Arnulfo Romero)

Por Joseph Manuel Herrera

El sábado recién pasado (27 de enero) el presidente de Guatemala Alejandro Gimmattei le brindo un poco de aire al vendedor de humo Nayib Bukele, que hace a las veces de presidente de El Salvador, mientras no descuida su verdadera vocación como influencer millennial. Ambos mandatarios se dieron cita en la capital salvadoreña, el guatemalteco pasa a ser así el primer presidente que visita al influencer de la realidad virtual desde que tomara posesión del cargo el 1 junio del 2019. Muestra de la real influencia que tiene en la realidad el quijote de las redes sociales.

La visita estuvo habitada de contraste, fuera de los recurrente tópicos de amistad entre los ejecutivos de los débiles y fracasados Estados burgueses centroamericanos, la encuentro estuvo marcada por algo ya recurrente para Bukele y que parece ser la línea de acción de su homologo bonapartista guatemalteco, que no es otra cosa, que las promesas rimbombantes dirigidas sagazmente a los oídos de los agentes del capitalismo trasnacional, disfrazadas de unionismo centroamericano, unionismo que ellos solo profesan de palabra y que está dirigido expresamente a dar más libertades a las mercancías y a los mercados de exportación, mientras estas mismas libertades de transito se les niegan a los centroamericanos hoy.

Unidad de fronteras, puertos y aeropuertos para la libertad de las mercancías

Así es como recoge la reconocida revista financiera Forbes la noticia del rimbombante encuentro de ambos mandatarios: «Los presidentes de El Salvador, Nayib Bukele, y de Guatemala, Alejandro Giammattei, anunciaron este lunes que en los próximos meses concretarán la supresión de controles fronterizos para los ciudadanos de ambos países y de mercancía, sin temor a que esto incremente la migración ilegal y el contrabando de mercadería.» (forbescentroamerica.com del 28.01.2020).(Forbescentroamerica.com, 28/01/2020)

Después de una corta reunión de poco más de una hora, los mandatarios rescataron en su comparecencia frente a los medios, anunciando la firma del acuerdo que hará que los vuelos aéreos entre Guatemala y El Salvador pasen a ser vuelos de ámbito doméstico y no internacional, como hasta ahora sucede. Nayib Bukele por su parte declaro que esta iniciativa está encaminada a «…unir en todos estos diversos temas a estos dos países, que tenemos una historia en común». Alejandro Giammattei no podía dejar que su homologo se quedara con el anuncio más importante de la rueda de prensa, contrastando rápidamente que funcionarios de ambos países se reunirán para que «…en el término de no más allá de un mes, estar eliminando las fronteras de personas entre El Salvador y Guatemala». (Forbes 28.01.2020).

Pero el recién jurado en el cargo Alejandro Giammattei inmediatamente tuvo que matizar para poder filtra el verdadero interés que tienen los ejecutivos de ambos países en la unidad aduanera y migratoria que favorezca a las contadas fortunas en Centroamérica, y sobre todo a los grandes capitales trasnacionales: «…este mismo proceso se extenderá los siguientes meses para suprimir las “aduanas de mercancías” para que “el sueño tan añorado de tener libre tránsito de personas y mercancías sea una realidad». (Forbes 28.01.2020).

Lo que no dice ninguno de los dos siameses bonapartistas es, que esto más que beneficiar al centroamericano de a pie, está destinado a destrabar el recorrido centroamericano de los furgones de mercancías, recorrido aduanero, arancelario y de tiempo que se coloca entre los más difíciles para la libre concurrencia de mercancías en las américas y en el mundo. Siendo hoy día Centroamérica el trayecto más costoso para los exportadores, así como el menos dinámico por las continuas trabas burocráticas que hay de frontera a frontera.

Es esto una discursiva engañosa de centroamericanismo burgués tendiente a granjearse el apoyo de las fracciones de la burguesía comercial exportadora, misma que apoyo a Bukele en su vuelo de golondrina, de  las filas del desfallecido FMLN a ser el mejor representante de recambio en la representación del interés de los grandes comerciantes palestinos dueños de las tiendas departamentales en El Salvador, por medio del derechista partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), cuya gran mayoría fue formada por ex miembros del fascistoide ARENA.

De igual manera Alejandro Giammattei que fue jefe de presidios del empresarial gobierno de la Gran Alianza Nacional (GANA) del ex presidente Oscar Berger; y cuyo vicepresidente Guillermo Castillo que ha aludido a la unión comercial de Centroamérica en el programa (Razón de Estado) del gran evasor de impuestos y multimillonario regional Dionisio Gutiérrez, también es un reconocido peón de la burguesía exportadora chapina.

Guillermo Castillo formo parte de la junta directiva de la Cámara de Comercio de Guatemala (CCG), representando las haciendas del oligarca Castillo Sinibaldi, trayectorias poco disimiles que delinean el servilismo que ambos mandatarios y sus respectivos ejecutivos han tenido a los interés del gran capital exportador, ventajas que no tardaran en entrar en contradicción con las alas más retardatarias de la burguesía centroamericana, poco propensa a levantar las trabas proteccionistas de sus pequeños mercados finqueros, en favor de los interés de los grandes magnates, que ven cada vez más como camisas de fuerza las artificiales fronteras en Centroamérica, fronteras que son incompatibles con el estado actual de la globalización capitalista en la tropical y atrasada Centroamérica.

Pero aquí no acaba la cosa en el vaivén de anuncios de estos gobiernos del espectáculo permanente, pues «…el presidente guatemalteco planteó a Bukele la posibilidad de pedir al Banco Centroamericano de Integración Centroamericana (BCIE) la financiación para la construcción de un sistema de trenes de manera conjunta.» (Forbes 28.01.2020). Casi doscientos años han trascurrido de la independencia de 1821, y es hasta ahora que un pequeño sector de la burguesía centroamericana, empieza hablar de unidad territorial, unidad que en los clásicos Estados-nacionales se logró por medio de la levantamiento de complejos sistemas nerviosos de vía férrea, esto por si solo es suficiente para comprobar el nivel de atraso material, ideológico y programático de la clase dirigente centroamericana, que es en pleno siglo XXI que empieza hablar de lo que sus pares burgueses clásicos resolviesen a mediados del siglo XIX.

Por si no fuera poco los cantos de sirena de la hermandad Bukele-Giammattei conducentes a endeudar las de por si empeñadas arcas de los débiles Estados en Centroamérica, que viven en una permanente crisis fiscal por cargar sobre las masas populares y las clases medias la recaudación tributaria, mientras proporcionalmente los ricos de Centroamérica son los que menos contribuyen en las finanzas de los diferentes Estado, siendo de las burguesías que históricamente son más reticentes a cumplir con el fisco; ignorando esto una vez más, los siameses Bukele-Giammattei, pues como va ser posible que la unión la paguen los más ricos, los causantes en principio de la disgregación original de la patria centroamericana, el programa de estos demagogos es que la unión económica –no política– de Centroamérica la pague entonces el pobre en beneficio del rico, esa es la fórmula del unionismo burgués que pregonan los showmans que actualmente payasean en las presidencias de El Salvador y de Guatemala para placer de los bobos.

Se piensa así, adquirir más compromisos con el leonino BCIE, para acrecentar la deuda pública de los salvadoreños y de los guatemaltecos, mientras los ricos y los súper ricos solo cosechan los beneficios comerciales de este vacío discurso de unidad centroamericana en favor de las mercancías y no de los centroamericanos.

Vale que prometer es gratis, pero ahí donde estos paladines del capital prometen la reunificación del mercado, esconden bobaliconamente sus jugosos negocios: «Giammattei sostuvo durante la conferencia que su Gobierno ofreció a El Salvador una “salida al Atlántico” mediante la concesión de un puerto.» y continuo: «El Salvador únicamente tiene salida al océano Pacífico y para que sus mercancías salgan o lleguen al Atlántico se vale principalmente del traslado en camiones.» (Forbes 28.01.2020).

Nosotros no estaremos nunca en contra del libre tránsito de nuestros compatriotas centroamericanos, libre tránsito entorpecido por el histórico sectarismo de las finqueras burguesías centroamericanas; ni que los centroamericanos hagan libre uso de toda la infraestructura estatal, que es antes que todo sostenida por el dinero de los contribuyentes, en su mayoría pertenecientes a las clases populares y a la clase media. Pero no encubriéremos los reales intereses de esta fracción de la burguesía exportadora que, tras el disfraz de un emocional unionismo centroamericano, solo busca asegurar los privilegios de sus ricos jefes, verdaderos dueños de sus gobiernos de la parodia.

Estos privilegios los ha dejado claro el actual presidente de Guatemala, al anunciar la incapacidad de la burguesía de llevar estos apócrifos sueños a buen puerto: «Hemos ofrecido a El Salvador algo sin precedentes en la historia de la integración centroamericana” y “vamos a explorar ya, cuanto antes, la posibilidad de que El Salvador tenga un puerto en el Atlántico guatemalteco”, anunció Giammattei, cuya visita a El Salvador concluyó este mismo lunes.» sin ayuda del capital financiero que pueda recetarse las concesiones de estos puertos como garantía de su inversión, cobrando elevadas tarifas a los centroamericanos y beneficiando solo a los agentes del capitalismo trasnacional, verdaderos ganadores de estas lúdicas ensoñaciones de la hermandad Bukele-Giammattei, más claro que el agua, imposible: «Explicó [Giammattei] que dicho puerto se entregaría en una “alianza público-privada”, sin entrar en detalles.» (Forbes 28.01.2020). Los potentes discursos de unionismo burgués, parecen disiparse con la naturaleza pusilánime de los representantes de ambos Estados, pues entre líneas admiten la incapacidad material de la clase dirigente, para poder realizar sus divagaciones, sin seguir subarrendando e hipotecando a la patria centroamericana, en sus diferentes secciones.

Palo, represión y cárcel para los centroamericanos

Todos estos anuncios de ambas cabezas de los ejecutivos de El Salvador y de Guatemala llenando el ambiente de falso unionismo de la patria y de centroamericanismo burgués vacuo, contrastan definitivamente con la actual situación de los centroamericanos en su propia patria.

En menos de un año se ha oficializado el carácter carcelario del triángulo norte, después de que los cipayos gobiernos que  antecedieron en el cargo a  la hermandad Bukele-Giammattei se doblegaran ante el imperialismo, que sometió simultáneamente la soberanía de Guatemala, El Salvador y Honduras –como si fueran un solo Estado–, incluso la de Costa Rica al hacer que todos estos países firmaran acuerdos de tercer país seguro, asumiendo en los hechos el carácter de cárcel de espera del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, por sus siglas en ingles).

El vecino mexicano se conformó con el mismo discurso nacionalista en boca de Andrés Manuel López Obrador, mientras tanto Trump sin miramientos lo volvió el muro anti-inmigrantes que durante la campaña prometió que pagarían los mexicanos, a tal punto se ha mostrado el servilismo obradurista  que la anunciada Guardia Nacional (GN) ha pasado a ser poco más que la migra de los Estados Unidos en su versión rural. En la realidad México se ha vuelto el muro que prometió Trump, incluso cargando sobre los contribuyentes mexicanos el costo de la seguridad de la nueva frontera sur de Estados Unidos, ahora entre Guatemala y México.

Este año una nueva caravana migrante ha salido de San Pedro Sula, capital industrial del cada vez más empobrecido Estado de Honduras, debacle real que demuestra la pesadilla que ha venido cocinando la dictadura cachureca de Juan Orlando Hernández, quizá la cara más derechista de la burguesía centroamericana, ejemplo palpable de la bancarrota histórica como clase dirigente.

En el camino de esta nueva caravana, hemos podido apreciar los desmanes que las propias fuerzas de seguridad de Honduras, Guatemala y El Salvador cometen contra los compatriotas que migran huyendo de la debacle que ha venido preparando la burguesía en sus fracasados intentos de Estados-finqueros en Centroamérica, la policía y el ejército hacen todo lo posible para detener el libre tránsito de los migrantes, transito respaldado contradictoriamente a sus leyes por el Convenio Centroamericano de libre movilidad o CA-4, que permite que los nacionales de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua puedan transitar por las fronteras sin otro requisito que su documento de identidad.

Eso es la burguesía Centroamérica y sus representantes públicos, un vaivén de contradicciones, un encuentro inmanente entre el querer y nunca poder. Mientras hablan de unir el mercado como ya sucede entre Guatemala-Honduras-El Salvador, que son hoy juntos la primera economía de istmo, dándole más libertades a la mercancías, mientras los compatriotas de toda Centroamérica son reprimidos en las fronteras, gaseados como los hondureños por la Policía Nacional Civil (PNC) de Guatemala en su tránsito legal entre ambos países; se promete que las mercancías no serán ya grabadas con aranceles mientras a los migrantes son extorsionados y acosados por la policía  y el ejército, supervisados de cerca por sus jefes, agentes del ICE gringo en la propia Guatemala.

De igual manera se promete que aquellos que puedan pagar un vuelo de avión entre Guatemala y El Salvador no serán controlados como hasta ahora se hace en los aeropuertos de ambos países, pero los descalzos hijos de Centroamérica, verdadera sangre de la patria despedazada por la burguesía, deberán huir aun a pie de Honduras, de Nicaragua, de El Salvador, llegando incluso a permanecer en el limbo de la frontera Guatemala-México, donde se les acosa, se les reprime a ambos lados, y se les invita a regresar a la miseria que la propia burguesía ha causado en sus pequeños Estados.

Este es el unionismo que pregonan los burgueses encabezados hoy por la hermandad bonapartista Bukele-Giammattei. Una unidad de los mercados para seguir proveyendo de libertades a las mercancías, mientras los centroamericanos son condenados a vivir otra centuria en la humillación y la pobreza, en el aplastamiento y la subyugación burguesa. Unidad del istmo para que sus caudales, sus grandes capitales no encuentren frontera física o imaginaria que los detenga, unidad para socializar de mejor manera la pobreza de los centroamericanos, para oprimir de mejor manera a este pueblo que hoy, en la pesadilla y desatinos de casi 200 años de intento burgués de construcción de los débiles Estados en detrimento de la propia Centroamérica, empieza a volverse a reconocer como iguales.

Bastara dos o tres jornadas de lucha contra esta misma burguesía que pregona la unidad y el centroamericanismo de los capitalistas para unir indivisiblemente a los centroamericanos en su lucha por reunificar a la patria, patria que en los hechos es negación de la clase dirigente que torpedeo históricamente la unidad de los centroamericanos.

Federalismo revolucionario para detener 200 años de desastres de la clase dirigente

Fueron las sectarias fracciones de la burguesía centroamericana la que durante todo el siglo XIX y XX promovieron la disgregación y separación política de Centroamérica, separación con el explícito fin de hacerse del control de sus respectivos pequeños estados cipayos. Fue esta misma burguesía la que estableció las fronteras internas de Centroamérica, la que promovió la división aduanal y migratoria, para controlar no solo la producción el tránsito de bienes, sino la propia mano de obra de los centroamericanos.

Esta misma burguesía que en su lucha liberal inacabada por la construcción de sus débiles Estados-nacionales, negó sistemáticamente a la patria centroamericana; es ahora esta burguesía en su versión neoliberal, síntoma de la etapa del capitalismo global la que niega sus postulados originales, busca destruir las propias trabas que en el pasado pusieron en Centroamérica, porque el desarrollo del mercado ahora así lo requiere. Es por la libertad de los mercados y el libre tránsito de sus riquezas lo que los ha movido a especular demagógicamente sobre la unidad burguesa de Centroamérica, que no será nunca unidad política y social de los centroamericanos.

El próximo año, se cumplirán 200 años de la independencia de 1821, después de casi dos siglos la burguesía no ha podido hacer más que un desastre, en su incapaz empresa de construir débiles Estados en Centroamérica. Es tarea entonces de los centroamericanistas revolucionarios, de los federalistas la unidad real de la patria. Es pues tarea de la revolución que deben dirigir los trabajadores, los campesinos, los pueblos indígenas, las mujeres y los estudiantes la reunificación federal de Centroamérica.

Fácilmente la burguesía podría dirigir 200 años más el destino del istmo, y nunca podrá unir a Centroamérica, porque es ya a la luz de su propio desastre, de la bancarrota, el hambre, la represión y la falta cada día mas de las libertades de cada uno de los centroamericanos, que demuestran que es una clase históricamente incapaz de dirigir coherentemente a la sociedad, están irreductiblemente condenados al basurero de la historia, es tarea de los revolucionarios acelerar ese tránsito hacia la verdadera unidad federal de Centroamérica.