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Mauricio Funes pronunció un historico discurso que sintetiza la política actual del FMLN

Por Eugenio Recinos Belloso

En 2009 se realizarán dos elecciones cruciales en El Salvador: el 18 enero de 2009 se elegirán 84 diputados para la Asamblea Legislativa y 262 concejos municipales, y el 15 de marzo de ese mismo año se elegirán el nuevo presidente y vicepresidente de la República para el período 2009-2014. Desde ya, la mayoría de las encuestas ubican a Mauricio Funes, candidato del Frente Farabundo Martí para La Liberación Nacional (FMLN) con una amplia ventaja sobre Rodrigo Ávila, candidato del gobernante partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

Después de casi 20 años de gobiernos continuos de ARENA y de aplicación de una depredadora política económica neoliberal, la sociedad salvadoreña clama por un cambio. Y el FMLN pretende capitalizar este descontento social para conquistar el poder, ya no por el trepidar de los fusiles, sino por silencioso sonido de los votos.

Aunque Funes ha bajado en las últimas encuestas, todas las firmas encuestadoras coinciden en que goza de mayor intención de votos que Rodrigo Ávila, candidato de ARENA. CID Gallup  le daba a Funes una diferencia de al menos 20 puntos. La empresa mexicana Mitosky le da a Funes apenas una ventaja de 3.4 por ciento. El derechista diario La Prensa Gráfica de dio una ventaja de Funes del 6.3 por ciento. El también derechista El Diario de Hoy y la firma Borges y Asociados, estableció la diferencia entre ambos en sólo 7 puntos.

 

XXIV Convención Nacional

En estas condiciones de evidente desgaste de ARENA, el pasado 17 de agosto, en el Anfiteatro de la Feria Internacional de San Salvador, se realizó la XXIV Convención Nacional del FMLN con la asistencia de 524 delegados y con la presencia de más de diez mil simpatizantes. Los puntos centrales de agenda fueron el informe general de la dirección del FMLN, la aprobación del programa de gobierno, y la aprobación de una reforma a los Estatutos para que la Comisión Política del FMLN, cuando lo considere conveniente, permita postular por quinta ocasión a los alcaldes que tienen cuatro períodos consecutivos.

La XXIV Convención Nacional delegó en el Consejo Nacional del FMLN la aprobación de la lista de diputados, aparentemente en un compás de espera para formar con otros partidos políticos de centro una amplia alianza electoral que derrote a ARENA.

“Retomar el camino de la democracia”

Aparte de la aprobación del programa de gobierno, titulado “Nace la Esperanza, viene el Cambio”, es importante analizar las partes medulares del discurso del candidato Mauricio Funes, por que revelan la evolución política del FMLN en los últimos años. Muchos activistas de izquierda en El Salvador se confunden porque no logran comprender la diferencia entre el pasado guerrillero del FMLN y su política actual, que aspira a reformar el capitalismo salvadoreño.

Roberto Lorenzana, jefe de campaña del FMLN, definió que la tarea central era “ganar las elecciones de 2009 e iniciar los cambios que el país necesita transitar para retomar el camino de la democracia que quedaron planteados en los Acuerdos de Paz que ha sido abandonado por el partido ARENA”. (Contrapunto 11/08/08).

Lo primero que observamos es que el FMLN tiene como meta estratégica retomar los planes de los Acuerdos de Paz de 1992, pero ¿Cuáles son esos cambios que necesita El Salvador? El discurso de Mauricio Funes en la XXIV Convención Nacional es quien mejor define los cambios que el FMLN quiere para El Salvador.

Abandono del discurso socialista

Aunque muchos activistas no lo quieren creer, el FMLN ha abandonado definitivamente el discurso a favor de la lucha por el socialismo. En su discurso del domingo 17 de agosto, Mauricio Funes dijo que “(…) no es el debate entre capitalismo o socialismo el que debe ocupar nuestras energías, el debate actual sobre el que deberán elegir los salvadoreños es entre democracia o autoritarismo, entre cambio o continuismo, entre pasado o futuro. Lo que buscamos es construir un país prospero, altamente educado, libre de pobreza, de exclusión, de discriminación de género. Un país justo y seguro, equitativo, solidario y en democracia, en el que podamos disfrutar de amplias libertades políticas, económicas, sociales y religiosas”.

Salvo raras excepciones, la mayor parte de los partidos de izquierda en América Latina han abandonado la lucha por el socialismo y la han sustituido por un discurso a favor de la “democracia”, la “justicia”, “equidad”, “solidaridad”. Estos conceptos parecen haber sido desempolvados de los manuales del liberalismo del siglo XIX, todos reflejan la utopía de construir una “democracia” y “un estado de derecho” que el decadente y dependiente sistema capitalista de los países atrasados jamás podrá lograr. En vez de aclarar y educar a las masas, el FMLN exacerba las ilusiones de las masas en aras de conquistar la mayoría de votos

El FMLN reconoce que esa “democracia” no la puede construir solo los farabundistas, sino que necesita de otras fuerzas sociales. En su discurso Funes dijo que “esta tarea no es obra de un solo hombre, ni siquiera de un solo partido político, es obra de la sociedad entera. Por eso invitamos a todas las fuerzas políticas y sociales del país, convencidas de la necesidad del cambio, a sumar voluntades para alcanzar un entendimiento nacional que nos permita definir una estrategia nacional de desarrollo para asegurar la estabilidad y la certidumbre que el país requiere”.

No al neoliberalismo, si a otro capitalismo.

Cada día que pasa observamos que el FMLN asume una posición súper conciliadora con la oligarquía salvadoreña, a la que pretende no asustar. Y la única manera de calmarla es haciéndole concesiones en el único aspecto que le interesa a los empresarios: la economía, las ganancias, la buena marcha de los negocios. Funes criticó el hecho que “por dos décadas se ha impuesto al país una estrategia económica de corte neoliberal que no ha producido el bienestar y el crecimiento prometido”. Y a reglón seguido planteo la necesidad de avanzar a otro tipo de capitalismo más humano, donde el Estado tenga un rol beligerante.

Sintetizando la política económica de un posible gobierno del FMLN, Funes dijo que “paradójicamente, quienes se rasgan las vestiduras en defensa del mercado y alertan sobre una perniciosa intervención del Estado en la economía ante una victoria electoral del FMLN, son los que han estimulado todos estos años un uso patrimonialista del Estado en beneficio de pequeños grupos asociados con el partido de gobierno y en detrimento de la mayoría de empresarios en el país. Es esta economía de privilegios la que debemos desmontar. Para ello necesitamos un estado fuerte y efectivo, el estado social y democrático de derecho, la institucionalidad y la igualdad ante la ley, un estado capaz de corregir las fallas del mercado. No vamos a acabar con la propiedad privada y menos con el mercado. Mi gobierno será el mejor defensor de la iniciativa privada, porque entiende que para repartir con equidad y justicia la riqueza, primero hay que producirla. Y para ello necesitamos que los emprendedores privados y el Estado sellen una fuerte alianza desde el inicio. Mi gobierno, por el contrario, construirá una alianza entre el Estado, los grandes, pequeños y medianos empresarios del campo y la ciudad, los trabajadores y los sectores excluidos. Ese será el sustento del nuevo gobierno. Ese será el gran cambio que la sociedad está reclamándonos”.

Este capitalismo que propone el FMLN es inviable, utópico, porque en las condiciones actuales, después de más de 20 años de ofensiva neoliberal, el imperialismo domina todas las actividades económicas, y los empresarios salvadoreños son a duras penas socios minoritarios. Ya no existen capitalistas nacionales, y los pocos que quedan están quebrando. La lucha por la defensa de la democracia se vuelve rápidamente en una lucha directa contra el imperialismo, quien impone las pautas.

En su discurso, Funes insistió en enviar mensajes moderados a los Estados Unidos y en calmar a los empresarios: “necesitamos crear un clima de negocios y de seguridad en el país para que las inversiones productivas pongan en marcha la rueda de la industria y de la producción agropecuaria. (…) Vamos a respetar los acuerdos comerciales contraídos por los gobiernos anteriores, incluido el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (…) No desdolarizaremos la economía (…)”

Este último planteamiento es un salto cualitativo hacia atrás en la antigua postura de izquierda del FMLN. Durante varios años, el FMLN demandó la suspensión del dólar y el regreso del Colón como moneda circulante, así como la derogación del CAFTA.

Enamorando a las Fuerzas Armadas

Pero lo mas vergonzoso y claudicante ha sido la posición del FMLN en torno a las fuerzas armadas, las mismas que asesinaron a miles de dirigentes obreros y populares, antes, durante y después de finalizada la guerra civil. En su discurso, Funes dijo que “El FMLN ha reconocido el profesionalismo de la fuerza armada, su evolución y desarrollo después de los acuerdos de paz, por lo que el 4 de julio de 2003 retiró la reserva que mantenía desde dichos acuerdos, comprometiéndose a no promover reformas constitucionales que cuestionen su estatus como una institución permanente del Estado. En virtud de ello, será prioridad del nuevo gobierno fortalecer el rol constitucional de la fuerza armada en función de la consolidación de la gobernabilidad democrática, la seguridad nacional y la defensa de la soberanía. El fortalecimiento del estado democrático debe ir acompañado de la modernización de sus instituciones, entre ellas la fuerza armada”.

El discurso de Funes es una clara muestra que el FMLN está interesado en ascender al gobierno, no para cambiar el injusto orden social imperante, sino para reformarlo, retocarlo, embellecerlo, y mantener el statu quo, incluso, con las fuerzas armadas asesinas.