Por Apan Tumac

A pesar que  los pueblos indígenas según datos oficiales de los excluyentes Estados capitalista,  sumamos según ellos  un aproximado de quinientos millones y que representamos  el 5% de la población mundial, seguimos   siendo vistos como inferiores y con desprecio por la clase dominante nacional descendientes de los invasores.

Estaríamos peor de no ser que el grupo de estudios sobre pueblos indígenas en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Suiza, realizara su primera reunión en favor nuestro como  pueblos indígenas,  trabajo realizado en 1982: Más no fue sino hasta diciembre de 1994, años después que la  ONU mediante Resolución A/RES/49/214 inscribe la partida de nacimiento para millones de hermanos dispersos en toda la Gran Madre Tierra: Desde ese preciso momento que nuestros líderes y lideresas han tenido una ínfima oportunidad de expresar en los podios de la ONU, las grandes desventajas que aquejan a nuestras sufridas comunidades originarias.

Dueños de un territorio rico en bienes naturales

El mal llamado descubrimiento, la conquista y colonización por los españoles representó para nuestros abuelos y abuelas, la peor de las ofensas que los seres humanos hallan experimentado  en su vida, debido a que todos los brutales abusos fueron llevando inevitablemente  a la perdida de nuestros territorios, nuestra cultura, mas no así de nuestras omnipresentes creencias ancestrales, formas que a pesar de haber sido casi exterminadas por la brutal imposición de la sangrienta, machista y dominadora religión católica, seguimos aquí.

En el caso particular de Teshpaleguia (El Salvador) los valientes descendientes de Topiltzin Axil Ume, practicamos con orgullo y amor en los cerros, en los ríos  en las cavernas de nuestras  sagradas montañas, nuestros sagrados rituales en torno al gran abuelo fuego,  y seguimos así; porque es lo único que no nos pudieron arrancar, ni quitar los bárbaros que se hacían llamar civilizados aun sin tener en sus pueblos: riquezas, agua encausada, aspectos que para nosotros ya eran comunes.

La pandemia capitalismo

El covid 19 descubrió lo endeble del modelo neoliberal en el sistema capitalista y reflejó lo valioso de la cultura indígena.

De forma adversa, los países que se autodenominan civilizados y de primer mundo, han sido los más gravemente afectados por la pandemia mundial, y esto nos lleva a una obligada pregunta. ¿No son estos los que tienen las mejores medicinas y vacunas creadas en sus impecables y gigantescos laboratorios?.

La respuesta es simple, tienen todo los recursos económicos y tecnológicos pero el gran problema estriba en que están en función del capital, de las exigencias del mercado, o sea de hacer dinero. Su función social es nula y si eres de la clase baja y vives en las grandes urbes por estar cerca de tus trabajos y con lo poco que se te paga peor, pues no les alcanza para mucho y están más cerca de la posibilidad de morir, porque aunque estén cerca de los centros médicos,  estos ya están colapsados  y eso pasa aquí y en todas las ciudades más importantes del mundo.

Mientras los pueblos originarios por haber sido empujados a las márgenes más remotas de las ciudades en todos los países, seguimos viviendo con menos riesgo de  contaminación y si nos infectamos resistimos mejor por la sangre indígena herencia de nuestros abuelos y abuelas corriendo en nuestras venas.

Resiliencia de nuestras comunidades indígenas en Abyayala (América)

Las comunidades indígenas como nosotros comúnmente nos llamamos, vivimos la gran mayoría siempre afuera, siempre lejos, siempre aislados y todo eso debido a la desmedida ambición de los gobernantes capitalista neoliberales.

Nosotros los pueblos originarios estamos siempre relegados a los lugares más recónditos del país, debido a que nuestros territorios han sido usurpados  y sobre explotadas por una oligarquía  criolla que se dedica a cultivar monocultivos como el café y la caña de azúcar para la exportación. En las circunstancias actuales de pandemia el estar lejos en el campo nos ha permitido ser resilientes ya que, disponemos de más agua, plantas medicinales, frutas frescas y un medio ambiente con menos carga viral que la que se respira en los suburbios urbanos, en donde han sido condenados a vivir muchos de nuestros hermanos y hermanas quienes debido a las políticas estatales de exterminio como las de 1932 han sido obligados a negar su identidad para salvaguardar la vida.

COVID 19 y gobierno burgués amenaza para los pueblos

El daño por el COVID 19 sigue siendo mayor en nuestras comunidades originarias en las cuales los gobiernos locales y el gobierno central que han aplicado las mismas políticas de salud por igual a toda la población, cuando las comunidades indígenas necesitan una atención diferenciada debido a sus formas de vida que no son igual al común de la población.

Que los Diputados ratifiquen Convenio 169

Los diferentes partidos políticos con representación en la Asamblea Legislativa no han tenido la suficiente voluntad política para ratificar el ya aprobado Convenio 169 de la OIT, sobre derechos de pueblos indígenas y minorías, el cual nos abriría algunas  puertas legales para seguir en la lucha organizada por nuestros derechos.

En Cuzcatan (El Salvador) todos debemos unirnos para establecer una coordinación con la finalidad de defender a Nuestra Gran Madre Tierra lo que implica recuperar y defender nuestros territorios.