Por Marcial Rivera y Chahim Luxemburgo

El pasado 12 de marzo se llevaron a cabo las elecciones a dirección en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Como se sabe, en las distintas unidades académicas y también en la ECP, las elecciones se ganan por 'Colegios Electorales' en este caso estudiantes, profesores y egresados. Sobre la Escuela de Ciencia Política, debe apuntarse que ésta es una unidad académica pequeña, con mínima injerencia dentro de la Universidad, no cuenta con derecho a voto para elección de Rector, ni representación en el órgano máximo de decisión el Consejo Superior Universitario. A pesar de esto, no se encuentra ajena a los vaivenes de la política universitaria. En la USAC, hay un bando hegemónico: el del actual Rector Estuardo Gálvez y Secretario General Carlos Alvarado Cerezo, candidato para Rectoría, casi ganador absoluto de la elección de los cuerpos electorales de las diferentes facultades que se realizarán en marzo. Por ello, casi todas las elecciones de las demás unidades académicas se dividen entre quienes apoyan a este grupo, quienes se consideran oposición, y aquella gran masa que permanece indiferente bajo la concepción falsa de apoliticidad.

El actual Consejo Directivo es un reflejo de la forma como han cooptado todos los espacios de representación y decisión, y en el mismo no existe oposición. En el caso docente, las voluntades se compran asignando interinatos, y amenazando ante la posibilidad de perder privilegios si se salen de lo permitido. En el caso de estudiantes, facilitando la aprobación de un curso, de exámenes privados, aprobando diseños de investigación de tesis, y las mismas tesis.

Además de las ya conocidas fiestas, almuerzos, desayunos, y otros shows que caracterizan a la política universitaria. Pan y circo encajaría muy bien en este modelo de hacer política, y para quienes apoyan su discurso en lo académico se ofrecen conferencias, conversatorios y foros con reconocidos investigadores, lo cual sólo se ha visto en el último año.

Las candidaturas

En esta elección resultó electo Marcio Palacios, quien era el candidato oficialista no sólo de la actual administración de la Escuela, sino también es el favorito de la Rectoría. La actual “rosca” se ha dedicado a construir un entramado de relaciones para levantarle el perfil de “académico”. Apoyándose de su posición de poder, él y los miembros de su grupo político CONVERGENCIA se han enraizado en los puestos claves de administración, y se han adjudicado clases y horas en el Instituto de Investigaciones, haciendo de la Escuela su medio no sólo para vivir, sino su nicho de poder.

Los otros candidatos eran Rubén Corado, quien ya había sido candidato en elecciones anteriores y en este grupo se encuentra la vieja “rosca”, un grupo de docentes de mucho tiempo en la universidad que perdieron privilegios con la actual administración; también cuenta con el apoyo de docentes que han sido afectados del carácter autoritario de la actual directora Geydi de Mata. Y por otro lado Pablo Rangel, quien ERA el candidato más joven de los tres, con una aparente mejor preparación académica. Fue miembro del Consejo Directivo como representante de docentes. Su candidatura fue una sorpresa pues su grupo político RAÍZ surge de la improvisación, y de sus aspiraciones de ocupar la dirección.

¿Hacienda o Escuela?

Lo cierto es que la forma de hacer política en la Escuela de Ciencia Política, es un fiel reflejo de la forma de hacer política en Guatemala, pues la institucionalidad de esta unidad académica se puso en función de la candidatura del ahora director electo, la compra de voluntades en distintos contextos es indiscutible. Lo que queda ahora, es bregar por la formación política de la población estudiantil en el sentido de aspirar a la unidad en la ECP, pero también a fiscalizar a las autoridades actuales y electas en temas de transparencia, procesos internos, reforma universitaria y readecuación curricular.

La academia debe dignificarse, la ECP, no obstante es pequeña, su importancia trasciende en demasía, acá se forman cientistas sociales que deben adoptar un firme compromiso con las transformaciones que la realidad Guatemalteca demanda. El estudiantado debe ser partícipe y protagonista de este proceso, la dignificación de la academia no puede esperar más.