Por: León Castañeda

En el contexto de las elecciones del secretariado de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) ‘’Oliverio Castañeda de León’, de la USAC metropolitana, se observa una precaria participación de estudiantes.

Lo que hoy el Consejo Electoral Estudiantil Universitario (CEEU) llama ‘’la primera transición democrática’’, denota en realidad un retroceso, si de democracia hablamos. Entendamos que hace dos años la participación fue minúscula (16,000 votos que representan un aproximado del 10% de la vanguardia intelectual en el país: estudiantes de universidad pública). Si bien se recuperó un espacio cooptado por la Comisión Transitoria y Reguladora, para que fuera ocupado por verdaderos estudiantes, en realidad la escasa participación de los estudiantes en las elecciones denota que vamos en decadencia.

En el último periodo, muchos llamados “dirigentes estudiantiles” se han acomodado bajo el discurso de que existe  la “apatía del estudiante”, como si nuestra realidad no fuera cambiante. Es preocupante que aún en las carreras de ciencias sociales exista dicho pensamiento, cuando bien sabemos que un solo factor podría cambiar todo el panorama político. ¿Nos habremos olvidado de la dialéctica? Pues, el único factor necesario para fomentar esos cambios en el comportamiento de las masas estudiantiles se llama voluntad.

Observamos esa falta de voluntad en los pequeños grupos elitistas que disputan cuotas de poder en la universidad. De lo contrario, se estarían fomentando las formaciones políticas y, sobre todo, ideológicas para que el estudiante se reconozca como un actor político, responsable y motor de los cambios de raíz en nuestra Guatemala. La razón de ser de la universidad necesita tener consciencia de clase, no solo para reconocerse como tal, sino para entender que estamos en el lugar más privilegiado para pelear la hegemonía de las mayorías. Además de comprender que se puede y debe ser el ala intelectual del movimiento sindical, de mujeres, indigena y campesino, que debe ser una sola lucha por la erradicación del capitalismo (Sin invisibilizar a todos los movimientos sociales), principal responsable de los problemas sociales.

Parte de la no participación es entendible por el contexto histórico en el que nos encontramos: la post guerra, la militarización progresiva en el país, el ya irreparable sistema político y la crisis económica que nos arrastra desde 2008; pero no debe ser excusa para no plantear objetivos que saquen a flote al movimiento estudiantil. Que, si bien el movimiento estudiantil ‘’está en pañales’’, se cae cuando intenta caminar, pero hay que levantarlo: hacer la autocrítica, aceptar los errores y fortalecerlo. No hay alternativas inmaduras, la población está pagando los platos que rompe la oligarquía y las trasnacionales, el adormecimiento estudiantil es un problema, pero también una responsabilidad adjudicada a la consciencia.

En publicidad entendemos los problemas como oportunidades, a los cuales brindamos soluciones. ¿Será casualidad que, por ejemplo, la gran mayoría de estudiantes de comunicación estén alienados, con educación orientada al sistema de mercado y que el perfil del estudiante sea el de una persona acomodada? Claro que corresponde a un hecho clarísimo (desvelable en todas las unidades académicas), las autoridades universitarias corresponden no solo a sus intereses económicos por mantener el statu quo, sino que hay intereses mayores detrás que es de donde viene el aporte financiero hacia éstas.

Las consecuencias de manejar la política estudiantil en minorías, se ve clarísimo, en lo débil que se tornan las agrupaciones cuando el Rector, Directores y Decanos impulsan planillas, en este caso, Estudiantes Como Vos, que bajo el pronóstico del discurso del acomodamiento no tendría tanta oportunidad en estas elecciones. Esto trae a reflexión que el actuar antidemocrático y anti participativo de las agrupaciones estudiantiles, también les ha traído el desconocimiento por parte de las grandes mayorías, reflejado en las urnas. No solo al no representarlas, sino que, al no comprenderlas, ni involucrarlas en las tomas de decisiones. En resumen, sin bases estudiantiles que les legitimen.

Pese a no haber resultados preliminares, estos textos son sobre todo reflexivos. Se ha recuperado mucho y se han logrado cosas en estos dos años, pero que deje de hacerse costumbre desvirtuar las victorias, descuidarlas y sofocar el movimiento estudiantil, antes que éste se divorcie de sus instituciones, o que éstas sean cooptadas nuevamente por falta de claridad política de parte de las minorías interesadas en lograr cambios.