Por Carlos M. Licona

En la década de los 80 e inicios de los 90, fue famosa “La Capucha”, se la ponían a los que el ejército consideraba comunistas, consistía en una bolsa con cal adentro, se la ponían en la cabeza a la víctima y esta terminaba confesando hasta el asesinato de Jesucristo. La tortura fue extendida a los delincuentes comunes y a los sospechosos, muchos se declararon culpables bajo esta sádica tortura, ejecutada por mentes enfermas y criminales.

Con el golpe de Estado en el 2009, se desarrolló una lucha frontal entre el ejército y el pueblo, mujeres sin miedo alguno, confrontaban las tanquetas o los fusiles asesinos. Con la consolidación del golpe y los posteriores gobiernos de Pepe y Juan Orlando, se repotenció todo el poderío militar, se aprobaron leyes destinadas a criminalizar la protesta social y la de cualquier tipo, se le otorgó libertad de ejecución, prácticamente, a los militares. Aun así, los sectores que han salido a la lucha han entregado sus vidas muriendo por sus principios, tal es el caso de Bertha Cáceres en la defensa del territorio, jóvenes universitarios presos, maestros asesinados, campesinos, etcétera.

Ha correspondido a los muchachos de la universidad, el mayor peso de la lucha en los últimos años, y como protección para su integridad física y académica, han tenido que cubrir sus rostros con pasamontañas, ganándose en la prensa servil, el mote de “encapuchados”, aun así, muchos han sido criminalizados, siendo uno de los casos más recientes el de Romel Herrera, preso político de este régimen.

Este año, con la lucha liderada por la ya casi desaparecida Plataforma, los docentes volvieron a levantar cabeza, y en casi todo el país, hubo tomas y movilizaciones, al final se terminó imponiendo el régimen a punta de fusil, represión y soborno. Pero nuevamente, los docentes quedaron en la mira del enemigo que nunca duerme.

El Código de Conducta Ética: la nueva capucha

Ha salido a la luz pública, la publicación de una disposición administrativa, bajo el formato de Acuerdo No 0401-SE-2019, firmada por el secretario de educación, ingeniero Arnaldo Bueso Hernandez, publicado en La Gaceta No 34,972, con fecha lunes 17 de junio del 2019. Este acuerdo no llega al estatus de una ley aprobada por el Congreso, ni siquiera a un decreto ejecutivo, pero tiene el perverso objetivo de negar en los hechos los pocos derechos y libertades que sobreviven todavía en el Estatuto del Docente. En resumen, si usted lee la Ley, rápido se dará cuenta que legalizan la “santificación y sumisión” de los docentes al régimen. Aun cuando tal resolución administrativa lesiona derechos humanos de los maestros como personas, porque prácticamente establece un patrón de comportamiento para los individuos que laboran en la docencia, bajo la amenaza muy sutil de sufrir represión si no se cumple. Y, no se remite exclusivamente al lugar físico de donde se trabaja, sino que traspasa la frontera del centro educativo y se extiende a todo el país.

El Acuerdo No 0401-SE-2019 no se refiere directamente de sanciones, pero si dice literalmente, que al que no la cumpla se le seguirá un procedimiento administrativo de parte de las autoridades correspondientes, obviamente, esto terminará con una sanción.

Entonces, de quedar intacto el Acuerdo No 0401-SE-2019, el maestro ya no podrá asistir a una movilización desprotegido, y tendrá que hacer lo mismo que hacen los jóvenes universitarios: Encapucharse el rostro, pero esta vez de forma voluntaria para no ser descubierto, y sufrir sanción alguna.

El docente ya no debe exponerse con canicas en la mano, envases de vinagre que fácilmente pueden confundirse con bombas Molotov o bien, dar rienda suelta a sus publicaciones en el Facebook, de hacerlo, será so pena de sufrir despido.

El magisterio debe unirse y exigir la derogación del Acuerdo No 0401-SE-2019

La dirigencia magisterial debe dejar las diferencias a un lado, y deben reunirse inmediatamente para definir un plan estratégico y que se derogue el “Código de Conducta Ética”. La unidad no debe darse en el marco de la invisibilizada Plataforma, sino más bien, en una nueva unidad del magisterio.

No importa quienes traicionaron y quienes fueron fanáticos de los médicos, ahora lo importante es derogar el “Código de Ética” que viene a ser peor que los maldecidos PCM.