Por Carlos M. Licona

Antes de que llegara el SARS-Cov-2 al país, no había dinero para beneficiar al pueblo hondureño o específicamente a los trabajadores. Parece inverosímil que a pocos días que ingresara el virus al país, se inició una danza de millones de dólares que nos deja perplejos a todos los hondureños, solo hablan de miles de millones al convertir los dólares a lempiras, cantidades inimaginables y que el pueblo no ve a dónde se van. Mientras las estadísticas siguen vapuleando principalmente a la clase asalariada y al gremio médico, las cifras de contagio aumentan aceleradamente (es el 0.44 % de la población del país) y el índice de letalidad anda en el 3.2 %, es decir, de cada 100 contagiados se mueren 3.

Parece una tragicomedia la que se vive en la actualidad, mientras ya son muchos los conocidos que mueren a consecuencia del contagio y los familiares lloran en soledad la pérdida, los mismos funcionarios que están involucrados en terribles y asquerosos actos de corrupción hablan en el nombre de Dios y se rasgan las vestiduras poniendo el grito en el cielo hablando de que los corruptos deben ir presos. Pero el monumento a la corrupción ya está hecho y es intangible e incomparable, podría ser declarado una de las maravillas del mundo; “los hospitales más caros del mundo y que nadie ve”, el Trans-450 y el saqueo al IHSS se han quedado cortos ante tanto robo al erario.

¿Quién sostiene la dictadura?

No hay duda de que los militares en primer lugar, la embajada estadounidense y la banca nacional, sector más beneficiado con múltiples negocios hechos con el Estado. Es de señalar que sectores más pequeños de la empresa privada se han comenzado a desligar de la dictadura principalmente de la zona norte, el máximo líder de la iglesia católica, cardenal Oscar Andrés Rodríguez también a lanzado sus suaves denuncias contra inapropiados hechos cometidos por los funcionarios, aun no se atreve a irse de frente, pero se visualiza su fino desligamiento.

Los factores anteriores son vitales para sostener a Juan Orlando Hernández en el poder, sin embargo, hay uno que es el más poderoso que todos los anteriores; la inexistente unidad en la oposición, si es que existe oposición, dejamos al margen de la duda la actuación de los diputados del Partido Libertad y Refundación, pero sigue existiendo incapacidad de unificar toda la rabia popular que en 10 años de miseria ha acumulado el pueblo hondureño. Y es que después del golpe de estado en el 2009, el liderazgo de Manuel Zelaya no ha sido sustituido en el imaginario colectivo, un pueblo que siempre ha necesitado de caciques para que lo lleven a la calle, se encuentra aletargado y soportando los golpes asesinos del régimen. Si se asume que existe una oposición en contra de la continuidad del régimen, entonces asumimos que la oposición está feliz de que siga el dictador. Líderes como la doctora Suyapa Figueroa o el mismo Salvador Nasralla, muy rápido se descalifican por sí mismos al entrar en controversias infructuosas contra la base del Partido Libre y desconocen el peso en caudal electoral del mismo al ser el segundo partido más votado en las últimas dos elecciones.

Un partido Liberal que sigue más unido al partido Nacional por mucho que lo quiera disimular Luis Zelaya, la mayoría de los diputados del PL están bajo el mando del sector oscuro del mismo y leales a Juan Orlando Hernández, por supuesto que estos también se han lucrado del robo descarado al erario.

Para el proceso electoral del 20021, Xiomara Castro ya anunció que no se lanzará como candidata, este es un indicio de que el partido Libre apuesta por aumentar su número de diputados en el congreso nacional y obtener más alcaldías en el país, cediendo la presidencia del ejecutivo a algún personaje que salga de una supuesta unidad sin principios al igual que la de Nasralla en el 2017, pero negociando cuotas de poder para la repartición de chambas. Se ve lejos una unidad total que se oponga a JOH y que lo saque del poder, aun suponiendo que el candidato no fuera este, si no hay unidad, entonces el siguiente proceso electoral hasta lo ganaría un burro como candidato del Partido Nacional.

¡El pueblo a las calles de una sola vez!

La única salida que tiene el pueblo es irse a las calles y conformar una coordinadora nacional con líderes gremiales, campesinos, sindicales y populares probos, para pelear hasta que caiga la dictadura y dar lugar a un gobierno soberano, es inaudito  que con tan descarada corrupción los políticos que dicen llamarse oposición no muevan un tan solo dedo para unificar y llamar a luchar, el pueblo que no crea en cantos de sirenas, hay que salir a las calles y de una vez por todas exclamar ¡basta ya!