Por Carlos M. Licona

Honduras es el único país en el mundo que, sin estar en guerra civil, ni en guerra con otro país, ha evidenciado a la humanidad el drama humano de la miseria y la desesperanza. Con un año 2020 muy trágico para gran parte de la población que sucumbió ante la crisis obligada por la pandemia del Covid-19, los huracanes Eta e Iota que dejaron innumerables damnificados en todo el país, principalmente en la zona norte en que comunidades completas quedaron bajo el agua y que aun  se debaten entre el lodo y el hambre.

El día jueves 14 de enero aproximadamente tres mil personas con sus rostros fruncidos y angustiados se han concentrado en la terminal central de trasporte de San Pedro Sula para partir en caravana rumbo a los Estados Unidos de América, sin importar las medidas impuestas en Guatemala y México para detener la migración hacia el norte, sin importar el peligro que acecha en el trayecto, familias completas inician sus pasos acelerados con una misma idea que manifiestan en los medios de comunicación “aquí no tenemos nada, mejor nos vamos para buscar un trabajo y nuestros hijos tengan un mejor futuro”. Parece una escena surealista de algún país africano que sangra en alguna guerra civil, pero es en Honduras, el país que ni siquiera tuvo guerrilla organizada en los años de la guerra fría. La única esperanza que motiva a esos compatriotas es el anhelo de salir a buscar el pan a otro país, porque en este se les ha negado la existencia como humanos.

El narco Estado

El día viernes 8 de enero, en la ciudad de New York nuevamente salió un documento donde Juan Orlando Hernández es mencionado como co-conspirador para traficar droga hacia USA, igual mencionan al fiscal general Oscar Chinchilla y al ex jefe de las Fuerzas Armadas René Orlando Ponce Fonseca, según avanzan los meses, son más los personajes del régimen que salen muy ligados en los juicios de New York en la actividad del narco tráfico. Pero esta dictadura que ya cumplirá once años no solo está involucrada en actividades ilícitas, también se han involucrado en escandalosos casos de corrupción que han realizado con la venia de toda la institucionalidad operadora de justicia, no es casual que se hayan esmerado en nombrar en todas esas instituciones personas claves que más que funcionarios públicos son cómplices en la producción y el trasiego de droga y en el saqueo al erario.

El aumento del tráfico del alucinógeno en el país nos trajo mayor criminalidad y mayor violencia en la población, alcanzando en algún momento la cifra récord de ser unos de los países con mayores asesinatos en el mundo sin siquiera estar en guerra. Toda esta realidad aumentó la inmigración desde todos lados del país, diez años en que la economía se comprimió en cada hogar y que ha orillado a muchas familias a los cordones de miseria. Así que a dos puyas; miseria e inseguridad, las personas optan en huir de este infierno.

La complicidad de la comunidad internacional

De este drama humano también es culpable la comunidad internacional que contribuyeron a imponer esta narco-dictadura y financiarla a la vez, sin permitir que la población eligiera su propio destino, la inyección constante de dinero y logística a los militares y la policía también ha sido factor primordial para la creación de este monstruo de mil cabezas y que devora todo lo que toca. Pero los tentáculos de los delincuentes también se apropiaron de estas instituciones tal y como se denuncia en USA.

La ONU y la OEA solo han servido para permitirle respirar al régimen cuando la población ha salido a las calles, el mejor ejemplo fue el 2015 con las marchas de las antorchas y luego con las enormes movilizaciones posteriores al fraude de noviembre del 2017. En conclusión, la comunidad internacional también es culpable de la creación de este demonio insaciable de poder, dinero y sangre.

La verdadera esperanza

No le crea a todo el que se llama líder y utiliza mil pretextos para no organizar la unidad y la lucha del pueblo contra los que nos asesinan. Solo la unidad del pueblo puede acabar con esta dictadura y por ende, permitir que la población tenga óptimas condiciones de vida. Los que se hacen llamar líderes y no unifican la lucha para terminar con este demonio, no son más que caballos de Troya que permiten que el mismo siga creciendo. Es insensibilidad humana solo contemplar como los compatriotas se enrumban con pasos miserables a una falsa esperanza que los conduce a mayores tragedias, es el momento de promover y encarrilar esas caravanas a la capital con el único fin de acabar con la dictadura e iniciar un proceso revolucionario que de verdad le permita al pueblo vivir en condiciones mínimas de calidad humana. Nuestra esperanza no está en que se lleven a estos criminales para el norte ni en que los cooperantes nos resuelvan el problema, solo el pueblo en las calles puede salvarse a sí mismo.