Por Leonardo Ixim

El 28 de septiembre de 1949 se formó el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) bajo el nombre de Partido Comunista Guatemalteco en un ambiente de libertad política de la revolución democrática de 1944, que entre cuyos principios estaba establecer un clima de libertades y permitir la organización de ligas campesinas, sindicatos y partidos políticos de izquierda, a diferencia del clima autoritario de la dictadura de Jorge Ubico, que la revolución derrocó.

El PGT retomó la bandera de los partidos comunistas a nivel mundial, ya en ese tiempo bajo la influencia estalinista y la tradición de los primeros partidos comunistas centroamericanos, el Partido Comunista Guatemalteco fundado en 1921 y el Partido Comunista Centroamericano -conformado por militantes marxistas Centroamérica en Guatemala-  fundado en 1922,  ambos golpeados por la represión de los distintos gobiernos de la década de los veintes y la dictadura ubiquista implementada desde 1931.

El nacimiento y los balances a partir de la contrarrevolución

El contingente que lo fundó provenía del Partido de Acción Revolucionaria, que era una de las agrupaciones que sostenían a los gobiernos revolucionarios. En su fundación se generó mucho debate si aparecía públicamente o no, pues  el presidente Arévalo era contrario a los comunistas y de hecho el partido recibió su legalización hasta 1952, ya en el gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán, bajo PGT. Este intervino en la creación de Central General de Trabajadores de Guatemala, los comités agrarios locales a partir de la implementación de la reforma agraria (decreto 900) y algunos de sus dirigentes serán confidentes del presidente Arbenz.

La naturaleza de la revolución por su carácter democrático, además de las orientaciones del estalinismo que propugnaba por el desarrollo del capitalismo y la creación de una “burguesía nacional” tesis que habían sido cuestionadas por José María Mariátegui y Farabundo Martí, llevo al PGT  a confiar -al igual que a Arbenz- en el  ejército, el régimen político en su conjunto y en que la burguesía industrial y comercial naciente iba a defender la revolución.

Esto lo desarmó políticamente para enfrentar la contrarrevolución  e invasión, promovida por el gobierno de Eisenhower, la vernácula oligarquía y los partidos conservadores. Se instauró con métodos de guerra civil, la persecución y aniquilamiento de todo el engranaje revolucionario.

El PGT por ende y toda la organización sindical y campesina que promovía, fue duramente golpeado, llevándolo a la clandestinidad, situación para la que no estuvo preparado; sin embargo para  1956, a partir del exilio de la dirigencia en México, se empieza a reconstruir las estructuras partidarias. En 1958 la población respalda al militar anti-comunista Idígoras Fuentes quien había sido despojado de su triunfo electoral por el liberacionismo , pretendiendo mantenerse en el gobierno. Es decir, hubo quiebres en las alas del anti-comunismo que el PGT pretendió aprovechar, exigiendo al gobierno de Idígoras, que asume en 1959, mayores libertades democráticas, política influida además por XV congreso del PCUS tras la muerte de Stalin orientando a la denominada “convivencia pacífica” entre la URSS y EU.

Pero con el triunfo de la revolución cubana en 1960 y la sublevación de oficiales medios imbuidos del sentimiento revolucionario aun, al interior del ejército, que tras un intento de golpe de Estado fallido, su exilio a países vecinos y su posterior ingreso para organizar la primera guerrilla el Movimiento 13 de Noviembre (M-13), el gobierno ydigorista acentuará la represión y la persecución a la  organización popular que existió en sus primeros años.

Ese año el PGT realizó su tercer congreso -el segundo desde la contrarrevolución- donde hace un balance de su actuación y aunque se cuestiona su política con respecto a la confianza hacia la “burguesía nacional” y a la institucionalidad del Estado. Mantuvo durante toda su vida hasta su disolución en 1995, que la naturaleza de la revolución guatemalteca debe ser patriótica, democrática y anti-feudal;  similar a la tesis estalinista de alianza con la burguesía nacionalista. Similar a la “nueva democracia“ del  maoísmo, donde la revolución es obra de la alianzas entre obreros, campesinos, pequeña burguesía y burguesía patriótica.

El debate sobre la lucha armada

El fraude en las elecciones municipales de 1962, la galopante corrupción del gobierno ydigorista y la falta de hegemonía dentro del bloque dominante, desgastaba al régimen. Así, entre marzo y abril de 1962 se dan las jornadas pre-insurreccionales en que estudiantes, obreros y pobladores se lanzan a las calles, pero son desmontadas por una política conciliatoria impulsada por el PGT, el Partido Unidad Revolucionaria conformada por ex miembros del Partido Revolucionario (PR) y la naciente Unidad Revolucionaria Democrática, (URD) de militantes expulsados del PR. Este último fue un partido fundado en 1956 por dos pequeños grupos  quienes habían sido parte del engranaje revolucionario, pero rápidamente adquirió un carácter anti-comunista y estuvo sacudido por una serie de desprendimientos hacia su izquierda, sobre todo.

Otra de las causas del desmontaje de la lucha de masas fue que los partidos de centro-izquierda como la URD, PUR con el apoyo del PGT le apostaban a las elecciones de 1963, mientras que otro buen número de grupos y partidos arevalistas esperaba la candidatura del ex presidente presumiéndose arrasadora, que para ese momento había negado su pasado revolucionario y miraba con simpatía la política exterior de Kennedy. Pese a esto, el ministro de defensa del gobierno de ese momento Enrique Peralta Azurdia con el apoyo gringo dan un golpe de estado en febrero de 1963 de carácter preventivo y contra-insurgente, figurando como en toda la región el papel de las fuerzas armadas asumiendo el poder y militarizando los Estados.

Meses antes se forman las primeras Fuerzas Armadas Rebeldes, conformada por los destacamentos de militares alzados dirigidos por Yon Sosa, Turcios Lima, Trejo Esquivel, Loarca Argueta del M-13; además de Movimiento 12 de abril formado por elementos radicalizados del estudiantado de media y universitaria, de sus organizaciones Fuego y AEU respectivamente;  y elementos del PGT y su Juventud Patriótica del Trabajo (JPT). Aquí salta un debate que sobre todo la JPT impulsa acerca de adoptar la lucha armada, pero sin definir claramente bajo que método y con la experiencia del primer intento de iniciarla con el Destacamento 20 de Octubre o la guerrilla de Concua, lugar donde fuera aniquilada en 1961. Posteriormente los elementos comunistas de la guerrilla se aglutinaron en el Frente Guerrillero Edgar Ibarra, en honor a un estudiante de secundaria asesinado.

El debate de la lucha armada en el seno del PGT llevó en 1962 al desplazamiento de la línea que  en sintonía con las orientaciones de Moscú  de no usar métodos violentos y la vinculada a la lucha de masas de forma legal, fuera desplazada por elementos nuevos de la juventud. Saliendo líderes históricos como el intelectual Alfredo Guerra Borges o el líder sindical Víctor Manuel Gutiérrez y entrando Cesar Montes, Rolando Ramírez que después se separarían del partido formando ejércitos guerrilleros y otros como Oscar Vargas Foronda, Leonardo Castillo Johnson, etc.

El PGT asume la fantasmagórica postura de impulsar “todas las formas de luchas”, aunque las condiciones de la clandestinidad entorpecían la lucha social y organizativa,  el cierre de espacios tras el golpe de Estado del 1963 imposibilitaba la lucha electoral, mientras que la lucha armada no terminaba de definirse la forma, tanto en el seno del PGT-JPT, las FAR y el MR-13, con el predominio del foquismo, pero ya figurando otras concepciones relacionadas a lo prolongado o no de la guerra. Esto se vio claro en los debates en los distintos comités centrales y en el IV congreso de 1965. El papel de los posadistas, una corriente guerrillerista que se reclamaba del trotskismo, en el MR-13 generaría más debates en el seno del movimiento revolucionario.

El posadismo y su Partido Obrero Revolucionario, influyó a Marco Antonio Yon Sosa para que convirtiera al MR-13 en un partido revolucionario y centrara el carácter de la revolución en la alianza obrero-campesino; estos  trotskistas, a diferencia de otras corrientes, consideraban la lucha armada como principal. Cuestionaban al PGT por su reformismo a partir de su política de  cuatro clases, lo cual fue respondido por este, de que los trotskistas eran divisionistas y demagogos. Este debate influyó en Fgei que cuestionaba a la dirección del PGT de no apoyar totalmente la lucha armada, cuestionando a los posadistas de igual manera, pero aceptando que la revolución debía ser obrero y campesina. El MR-13 y Yon Sosa terminó de distanciarse de las FAR y Turcios Lima, que dirigía el Fgei,  mantuvo su alianza con el PGT, en 1965 se crea un comando único entre estos logrando establecer las segundas FAR.

Estos, junto el MR-13 aumentarían su radio de acción de el oriente a varios departamentos en el norte, sur, sur-occidente y algunos de occidente. Sin embargo la decisión del CC del PGT de llamar a votar por Julio Cesar Méndez Montenegro del PR, buscando una salida negociada a la guerra,  dividiría a las FAR y al mismo PGT, pese a que el PGT trataría de establecer otro contingente guerrillero, el Fuerzas Armadas Revolucionarios de corta duración. En 1966 tras las reuniones de la tricontinental en La Habana, la burocracia cubana  obligó a Yon Sosa a expulsar a los posadistas manteniéndose partidario de la revolución socialista y cercano a la línea china.

Continuará