Por Orson Mojica

El pasado 19 de julio se celebró en Nicaragua el XXXIX aniversario de la insurrección popular sobre la dictadura de Somoza, acontecimiento que abrió la posibilidad de liberar y reunificar la dispersa nación centroamericana bajo un estado federal socialista. Actualmente todos los activistas de izquierda coinciden en afirmar que la revolución iniciada en 1979, ya no existe, pero son muy pocos los que discuten las causas de semejante fracaso. La ofensiva permanente del imperialismo y de los capitalistas contra los trabajadores tiene el objetivo, entre otros, de borrar de nuestras mentes la experiencia acumulada. Por esta razón hemos considerado conveniente abrir una discusión sobre cómo y por que fue derrotada la revolución nicaragüense y centroamericana, para que la nueva generación de revolucionarios aprenda esta dura lección, que costó tanta sangre y sacrificios.

1.- La apertura de una situación revolucionaria

El triunfo de las masas trabajadoras sobre la dictadura somocista, una de las más antiguas y sangrientas de América Latina, generalizó la situación revolucionaria que experimentaba Nicaragua trasladándola al resto del área, abriendo un singular proceso de revolución en Centroamérica que abrió grandes expectativas entre los revolucionarios del mundo.

No era para menos. El triunfo de las masas nicaragüenses representó la segunda ocasión, después del triunfo de la revolución cubana en 1959, en que las masas destrozaban al Estado burgués. La posibilidad de repetir el triunfo revolucionario de Nicaragua en países como El Salvador o Guatemala, y que la confluencia de este proceso revolucionario condujera a la reunificación de la nacionalidad centroamericana bajo un Estado Federal socialista, se constituyó en un problema de “seguridad nacional” para el imperialismo yanqui.

2.- Derrumbe del Estado burgués y doble poder

El triunfo de la revolución democrática en Nicaragua fue total. El aparato militar del Estado burgués, la Guardia Nacional de Somoza, fue aplastado por las masas insurrectas. Solamente sobrevivieron la burocracia gubernamental y una buena parte de las instituciones jurídicas. Desde el inicio, el FSLN mostró una férrea voluntad política de reconstruir las principales instituciones del Estado burgués, pero bajo su control político, lo que origino un conflicto con la burguesía y el imperialismo.

El primer paso significativo de este proceso fue la disolución de las milicias populares nacidas al calor de la insurrección, las cuales eran, junto a los sindicatos, verdaderos organismos embrionarios de doble poder, es decir, organismos que reflejaban el poder de las masas obreras y populares. Este proceso fue combinado con una represión selectiva a las organizaciones de izquierda.

Los principales dirigentes del Movimiento de Acción Popular (MAP) y de la Liga Marxista Revolucionaria (LMR) –antecesora del PRT y del PSOCA-fueron encarcelados o perseguidos. Después vino la represión contra el Partido Comunista de Nicaragua (PC de N). La dualidad de poderes en Nicaragua tuvo una existencia efímera.

Posteriormente se organizo la Policía Sandinista (PS) y el Ejército Popular Sandinista (EPS), como órganos de represión del Estado, pero bajo el control directo del FSLN. Esta voluntad totalitaria del FSLN, de copar todas las organizaciones y el aparato del Estado, intensificó los roces con la burguesía antisomocista cuyos miembros, Alfonso Robelo y Violeta Chamorro, terminaron abandonando la Junta de Gobierno a Arturo Cruz, también abandonaría la Junta de Gobierno en 1982. Este retiro de la burguesía, la confiscación de los bienes de los somocistas, los roces con la Iglesia Católica, la censura sobre el diario La Prensa, el inicio de la guerra civil, etc., hicieron creer a muchos que, efectivamente, el gobierno sandinista se había transformado en un “gobierno de obreros y campesinos”.

Sin embargo, a pesar de que no habían ministros de la burguesía en el gobierno, la política del FSLN siempre fue la de reconstruir el Estado y la economía capitalista. Golpeaba y expropiaba al sector burgués somocista, al mismo tiempo que creaba las bases para el surgimiento de una nueva burguesía, lo que Jaime Weelock denominaba “burguesía patriótica”.

3.- Economía mixta, pluralismo político y no alineamiento

Estos fueron los principios que guiaron el comportamiento político del gobierno sandinista durante la revolución (1979-1990). Economía mixta implicaba reconstruir una economía capitalista, pero desde el control del aparato del Estado, lo que algunos teóricos han denominado “capitalismo de Estado”. Pluralismo político no significó mayores libertades políticas para los trabajadores y las organizaciones de izquierda, sino una mayor tolerancia con las organizaciones que se identificaban claramente con la política de la administración Reagan. No alineamiento significaba adoptar una política de maniobras en busca del reconocimiento diplomático y para obtener préstamos internacionales.

Como dirección nacionalista pequeño burguesa, el sandinismo en vez de promover una clara política de apoyo a triunfos revolucionarios en El Salvador y Guatemala, mantuvo una actitud dual: por un lado, prefirió el statu quo, manteniendo el reconocimiento a los gobiernos asesinos y estrechando los lazos con estos, y por el otro, apoyo limitadamente al FMLN y la URNG, para tener cartas que sacrificar en las negociaciones con las diferentes burguesías del área centroamericana. Todo el apoyo militar que el FMLN recibió clandestinamente por parte del gobierno sandinista, estaba condicionado a adoptar la estrategia de la negociación y a abandonar la política de repetir un triunfo revolucionario como el ocurrido el 19 de julio de 1979 en Nicaragua.

4.- La reversión de las principales conquistas revolucionarias

El triunfo sobre la dictadura de Somoza, implicó la obtención de grandes conquistas revolucionarias. La primera de ellas, sin lugar a dudas, fue que Nicaragua conquistó su independencia política. Por un tiempo, desde 1979 hasta 1987 el gobierno de los Estados Unidos no tuvo ningún tipo de injerencia en la política del gobierno de Managua. Pero la independencia, como todo fenómeno político, fue transitoria: o evolucionaba hacia la conformación de un gobierno obrero y campesino en vías al socialismo, o terminaba siendo liquidada irremediablemente.

Y esto fue, como veremos más adelante, lo que realmente ocurrió. En los primeros años de la revolución, hubieron significativas conquistas materiales para las masas obreras y populares: subsidios a los alimentos, ampliación del seguro social, abastecimiento a través de comisariatos, comedores en los centros de trabajo, generalización de guarderías infantiles, educación gratuita, etc. Sin embargo, por la misma lógica de la economía capitalista, que se mueve en base a la sed de ganancias, el mismo gobierno sandinista comenzó a partir de 1985 un recorte paulatino de estas conquistas materiales que se agudizó con la hiperinflación y el plan de ajustes de febrero de 1988.

Las libertades políticas y de organización sindical, conquistas en julio de 1979, fueron sistemáticamente revertidas en la medida en que el FSLN instauró un aparato de control totalitario en los sindicatos y organizaciones de masas, ahogando cualquier tipo de crítica.

Los sindicatos dejaron de ser organismos de poder de la clase trabajadora para convertirse en correa de transmisión de las políticas económicas del gobierno sandinista que administraba el Estado burgués. Una burocracia se formó en la cúpula de los sindicatos.

5.- La contraofensiva del imperialismo

La administración Reagan (1981-1989) inició una feroz contraofensiva contrarrevolucionaria a nivel mundial y específicamente contra la revolución nicaragüense y centroamericana. El imperialismo acrecentó las presiones militares contra la burocracia stalinista de la Ex URSS para obligarla a negociar el futuro de las revoluciones en diversos puntos del planeta.

A nivel de Centroamérica, esta contraofensiva consistió, en primer lugar, en evitar el triunfo de la revolución en El Salvador, apuntalando al gobierno militar y estableciendo un anillo militar contra Nicaragua a partir de las bases yanquis en Honduras. En segundo lugar, montó un proyecto de guerra de guerrillas contrarrevolucionarias, como las utilizadas exitosamente en Afganistán, Mozambique y Etiopía, con el objetivo de presionar al gobierno a sandinista a negociar.

La política de la administración Reagan nunca tuvo el propósito de derrocar al gobierno sandinista, por el peligro que representaba la reedición de la experiencia vietnamita en el patio trasero centroamericano, sino que su objetivo era debilitarlo al extremo para que este se viera forzado a hacer importantes concesiones en la mesa de negociaciones: El Grupo de Contadora.

En tercer lugar, y como un aspecto accesorio al inicio de los años ochenta, Reagan promovió “aperturas democráticas” controladas en Honduras y Guatemala, colocando como ejemplo de la democracia a Costa Rica. Era el germen de la política de reacción democrática que más adelante se convertiría en el eje central bajo la administración Bush, una vez que Reagan había hecho la labor sucia de golpear duramente a la revolución mundial.

Al inicio, la guerra de guerrillas fue concebida como operaciones tipo comando, de hostigamiento de las fuerzas armadas sandinistas. Sin embargo, el ejército contra creció enormemente, no solo por el ilimitado apoyo militar y financiero de los Estados Unidos, sino, fundamentalmente, por la desastrosa política del gobierno sandinista en relación a los campesinos y las minorías indígenas.

6.- Estrangulamiento político de la clase obrera

El gobierno sandinista no solo montó varias campañas represivas contra los partidos de izquierda (PC de N, MAP y LMR) sino también contra los sindicatos que osaban desafiar la política económica. Bajo el pretexto de combatir a la “contra” se asaltaron los sindicatos de la Central de Acción y Unidad Sindical (CAUS), que agrupaban a la mayoría de clase obrera industrial, y se afianzó el control de la burocracia sindical sandinista. Quienes más resintieron la política económica pro capitalista del gobierno sandinista fueron los sindicatos.

Al estrangular a la clase obrera urbana y rural, el sandinismo le quito base social a los partidos de izquierda, pero al mismo tiempo estaba cavando su propia tumba, porque estaba liquidando al sector social más combativo y el que hubiera llevado la revolución por nuevos rumbos: liquidó al sujeto revolucionario.

7.- El ingreso masivo del campesino y los indígenas a la contra

Los indígenas sumus, miskitos y ramas, y las minorías de negros y garífunas, fueron los primeros sectores sociales en rebelarse contra el régimen burocrático instaurado por el FSLN. El origen de esta rebelión estaba en que el gobierno sandinista pretendía apoderarse de los recursos naturales de las comunidades indígenas, y que no respetaba las tradiciones, la cultura y el idioma de éstos. Como era de esperarse, el apaleamiento de las organizaciones de izquierda, imposibilito que estas se presentasen como dirección alternativa. Los indígenas recurrieron a la derecha y al imperialismo.

Un fenómeno parecido ocurrió con el campesinado de la zona norte y oriental de Nicaragua. La primera Ley de Reforma Agraria fue publicada formalmente el 19 de julio de 1981, es decir, dos años después del triunfo de la insurrección popular, aunque el reparto de tierras se hizo generalizado hasta en 1984. Fue un tiempo precioso en el cual el campesinado vivió una rápida y amarga experiencia con el gobierno sandinista, que no modificó las condiciones de vida, de propiedad y de crédito.

A lo anterior habría que agregar que la política de precios era anticampesina. Mientras la inflación crecía y los precios de los artículos de consumo crecían a ritmo galopante, el gobierno mantuvo congelados los precios de los productos campesinos, imponiendo además la venta forzosa a través de tranques que impedían la libre circulación de las mercaderías.

El resultado no se hizo esperar: miles de campesinos ingresaron al ejercito contra, lo mismo ocurrió con los indígenas. Este fenómeno convirtió a la guerra de comandos en una verdadera guerra civil, donde se enfrentaban dos ejércitos, uno bajo el control sandinista y otro bajo control del imperialismo.

La incomprensión de este fenómeno de apoyo masivo del campesinado y los indígenas a la contra, las causas que originaron este comportamiento, la estupidez política de la dirección sandinista, contribuyó a alargar la guerra durante ocho años, lo que influyó en el cansancio y abatimiento del movimiento de masas. La estrategia de Reagan había dado resultados, gracias a los errores de la dirección sandinista con el campesinado y los indígenas, y al estrangulamiento político de la clase obrera en las ciudades.

8.- El frente contrarrevolucionario mundial

En el transcurso de la contraofensiva imperialista, Reagan logró articular un Frente Contrarrevolucionario Mundial (FCM), formado por el imperialismo yanqui, la burocracia stalinista de la URSS que deseaba salir de su crisis, la socialdemocracia europea, la Iglesia Católica, y en menor medida por las direcciones nacionalistas pequeño burguesa o burocráticas del movimiento obrero y de masas en los diferentes países. Este frente o alianza no se constituyo formalmente, fue una confluencia en los hechos: tenía el principal objetivo de imponer la democracia y la paz social en el mundo. Para lograrlo, Reagan utilizaba el garrote y los otros miembros utilizaban medios pacíficos o de negociación diplomática, con el objetivo de resolver los llamados “conflictos regionales”.

En la medida en que la presión del imperialismo arrodilló a la burocracia soviética, Reagan y Gorbachov comenzaron a reunirse en las cumbres mundiales con el objetivo de negociar las revoluciones en curso en diferentes puntos del planeta. Entre ellas estaba, por supuesto, la revolución nicaragüense y centroamericana. Gorbachov cortó el petróleo, para presionar al gobierno sandinista a ponerse la soga al cuello con la firma de los acuerdos de Esquipulas II, el 7 de agosto de 1987.

Los cambios que se operaban en el mundo, con las negociaciones del FCM, tendrían una influencia decisiva en el área centroamericana. Comenzaron a confluir factores externos desfavorables, como el acuerdo Reagan-Gorbachov, y factores internos como la desastrosa política de reconstrucción del Estado y la economía capitalistas, que condujeron al gobierno sandinista a no repartir la tierra inmediatamente después del 19 de julio de 1979, y que sirvieron de motivo para la rebelión masiva del campesinado y los indígenas.

9.- Esquipulas II abrió una situación reaccionaria

A partir de agosto de 1987, cuando la dirección sandinista aceptó firmar el acuerdo de Esquipulas II con los presidentes centroamericanos, comenzó a cambiar la situación, pasando de ser revolucionaria en tránsito acelerado a una situación reaccionaria, la cual se consolida y se extiende en 1989-1992 a partir de la invasión yanqui a Panamá, el triunfo electoral de Violeta Chamorro en Nicaragua y la rendición vergonzosa de la guerrilla del FMLN en 1992. Esta situación reaccionaria se caracterizó por la ofensiva del imperialismo y las burguesías, por los evidentes síntomas de cansancio en las masas, desmoralización en la vanguardia revolucionaria, retroceso en las luchas obreras y populares y un avance incontenible de los planes de ajustes del neoliberalismo, los que su vez contribuyen a desmoralizar más al movimiento obrero y de masas.

Además, también se caracteriza por el ingreso de todas las direcciones nacionalistas pequeño burguesas al proyecto de “reacción democrática”. Actualmente nadie habla de insurrecciones o luchas revolucionarias de masas, todos los partidos y organizaciones supuestamente de izquierda, han entrado de cabeza al juego electoral.

Pero el golpe fue doble, ya que en ese período no solo ocurrieron cambios internos desfavorables a la revolución en Centroamérica, sino que influyeron grandemente el inicio del proceso de restauración capitalista en la ex URSS y el Este de Europa.

10.- El sandinismo en la actualidad

El FSLN asumió nuevamente el gobierno (2007-2018) por medio de elecciones y no por la movilización o insurrección popular. Aunque están al frente algunos de los principales dirigentes de la época de la revolución, como Daniel Ortega, en realidad el FSLN ya no es un partido revolucionario sino un aparato de poder, que refleja los intereses de la nueva burguesía sandinista, que mantiene todavía un lenguaje populista de izquierda pero que sus actos de gobierno están encaminados a la defensa de sus intereses. Muchos sandinistas honestos de base se han distanciado del orteguismo, precisamente porque se ha convertido en la negacion de las antiguas tradiciones revolucionarias del FSLN.

A partir de finales del 2016 el regimen politico en Nicaragua pasó del Bonapartismo a la dictadura dinastica, cuando Daniel Ortega ungió a su esposa Rosario Murillo como la segunda en la linea de sucesion presidencial. La lucha contra la nueva dictadura cobró relevancia a partir de las manifestaciones de abril del 2018, las que encendieron la llama de la insurreccion popular, que ha sido reprimida salvajemente por el ejercito irregular de paramilitares, apoyados por la Policia Nacional. La lucha continúa.

39 años después, la tarea es la misma: construir una nueva direccion revolucionaria, para conseguir el triunfo de la revolucion democratica en curso, que fue destruida en 1979-1990 por la misma direccion sandinista. El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) se compromete a luchar unidos con aquellos sectores que se planteen este mismo objetivo, derrotar la dictadura ortega-murillo e iniciar la democratizacion de Nicaragua, marchando junto a los trabajadores y jóvenes de Nicaragua y Centroamérica, para liberarnos del yugo imperialista y reunificar la nacionalidad centroamericana bajo un nuevo Estado federal.