Por Maximiliano Cavalera.

Desde jóvenes se nos enseña que Nicaragua es una tierra de lagos y volcanes, esta metáfora parece apegarse mucho al carácter del nicaragüense.  Y … ¿cómo no ver en Nicaragua un volcán? Si basta con ojear nuestra historia y veremos que las explosiones sociales son una constante en nuestra realidad social y política. Desde las rebeliones indígenas, pasando por las luchas pre independistas, la guerra contra Walker, la gesta anti imperialista de Sandino y las insurrecciones contra la dictadura Somocista. Nicaragua ha sido un mosaico de gestas heroicas, cada una con sus propias características y su propia realidad.

Desde la derrota de revolución en 1990 mucha agua corrió bajo el puente. Los 16 años de gobiernos neoliberales fueron de una profunda reacción en donde la juventud se movilizó sobre todo por rescatar el 6%. Las luchas estudiantiles por el 6% constitucional vieron como miles de jóvenes salieron a las calles defendiendo la autonomía y el derecho a la educación superior, sin embargo, en ese período la sombra del Orteguismo se cernía sobre la lucha. No es un secreto que los estudiantes universitarios y su dirigencia fueron manipulados desde 1990 para salir a las calles y ser cola de carga del sandinismo. Durante mucho tiempo la dirigencia de UNEN negoció las luchas estudiantiles buscando favores del FSLN, en aquel entonces muchos dirigentes se escondían en la mística de la revolución para ocultar su naturaleza de sirvientes de Ortega. Para ningún estudiante era extraño que un dirigente de UNEN fuese premiado con una diputación o cargos en el FSLN. Claro, luego de haber sido un asalariado de las universidades y gozar de todos los privilegios, becas, bonos, vehículos, comida, fiestas, y otros estipendios que despilfarraban en esa época.

Desgraciadamente, la juventud universitaria vería su vida política a la sombra del FSLN que en esa época se enmascaraba como una organización antimperialista, socialista y revolucionaria, todavía en aquellos años el FMI era enemigo del Estado y ser empresario no era la panacea que ahora se presenta. En las luchas universitarias la figura mítica era la del guerrillero configurada desde la icónica imagen del Che. Antes del 2006 algunas organizaciones como el PLC, intentaron entrar a las universidades, no lo lograron por la enorme tradición de lucha social que había. Sin embargo, la juventud en general se articulaba a través de pocos espacios visibles en la realidad nacional, principalmente en organizaciones religiosas, algunas deportivas y como activistas de alguna ong’s.

El regreso de Ortega y el inicio de la pesadilla.

El triunfo de Ortega cambia radicalmente la realidad de los dirigentes de UNEN más no la del estudiantado, y mucho menos de la juventud en general.  Ya no era necesaria la dirigencia de UNEN para luchar contra los gobiernos liberales, y las protestas por el 6% desaparecieron de la agenda de la dirigencia universitaria. Esto generó un embrión particular, los dirigentes de UNEN siempre fueron combativos y se probaban a morterazos en las calles, pero ya no había luchas por el 6%. Así que estas nuevas generaciones de dirigentes estaban ahí solo para ser fieles al orteguismo, la broma más grande fueron las últimas elecciones para la presidencia de UNEN nacional, en donde las elecciones fueron la peor burla de los últimos años, llegando al absurdo de que las urnas de votos fueron llevadas a la casa del FSLN donde se impuso un nuevo presidente nacional.

La dirigencia estudiantil se volvió un simple membrete del orteguismo, pagados para inmortalizarse en las universidades y evitar que surgieran organizaciones estudiantiles fuera de su servilismo. Hace mucho dejaron de ser revolucionarios, desde que Ortega llegó al poder se institucionalizó los salarios, las prebendas y la corrupción en donde el más arrastrado y no combativo era el dirigente.

La juventud Sandinista.

La juventud sandinista ha dado cambios importantes con el tiempo, pero en el 2006 se transformó en una especie de órgano personal de Rosario Murillo en medio de una pugna interna entre las facciones internas del FSLN. La que fuese una organización de mucho prestigio descrita por Gonzalo Carrión como: “La Juventud Sandinista de los años 80 es considerada una juventud “sacrificada y crucificada” que luchó por el paradigma de la libertad y que se regocijó con orgullo por el simple hecho de ser parte de la familia de los ideales de Sandino, pero que también sintió y vivió el dolor en carne propia cuando vio caer en combate a los también compañeros jóvenes que luchaban por establecer en Nicaragua un gobierno alejado de una dictadura.” (En Nuevo Diario 19-02-12) pasó a ser una organización sin principios, ideales o política, en simples actores de los deseos de la familia presidencial. Vertiginosamente la JS se transformó en una versión tropicalízada de las camisas pardas fascistas, grupos de choque de la pareja presidencial en cargados de golpear a las manifestaciones opositoras y de repartir cuotas asistencialistas. El coctel ideológico es tan potente que sus miembros declaran: “El comandante y la compañera, nos han indicado que hay que trabajar en la fe, un tema que no habíamos trabajado, hay muchos elementos en los que estamos trabajando, nos movilizamos para ayudar al comandante, debe haber compromiso de parte de los jóvenes.” (Stereo Romance página web 20-12-16)

Una generación perdida.

No es fortuito que la realidad de los jóvenes y estudiantes en el país no cambiase, sino que, hasta cierto punto, se profundizará la problemática de los jóvenes en el país, no es un secreto que los dirigentes reflejan la sociedad en la que vivimos y sus fenómenos. Internacionalmente el Orteguismo vendió la idea que Nicaragua vivía una segunda etapa de la revolución, sin guerras e intervenciones, en la cual el país se desarrollaría llegando a erradicar la pobreza y beneficiar a los más necesitados. Pero la realidad fue muy diferente, en Nicaragua no se estaba gestando el socialismo ni siquiera un Estado paternalista, en nuestro país se profundizó la agenda neoliberal solo que asistencialista.

En pocos años el FMI dejó de ser el enemigo, ahora se vanagloriaba que el Estado cumpliese los compromisos con el mismo, los empresarios fueron aliados fieles del régimen mientras garantizase la estabilidad en sus negocios, los trabajadores no vieron una mejoría en sus salarios, siquiera en su capacidad adquisitiva, y el crecimiento económico fue la prioridad. No es casual que la juventud en general no viese al sandinismo como un partido que lo representase, al final la problemática de su realidad no las solucionaba el gobierno, el problema del empleo, la salud, el acceso a la seguridad social, salario digno, la rentabilidad del salario han sido contrariedades latentes, basta con mencionar, que el salario mínimo más bajo del istmo es el de Nicaragua. Para decenas de miles de jóvenes la solución a su realidad precaria era y son una zona franca, la migración o tener la suerte de conocer a una persona del gobierno que te garantice algún trabajo.

En esta segunda etapa del Orteguismo, los jóvenes crecieron bajo la realidad del libre mercado, en una sociedad enajenada que le rinde culto a la banalidad y como modelo el empresario exitoso, según Zygmunt Bauman, en su libro “Modernidad Líquida” y llevado a nuestro contexto: “la sociedad contemporánea integra a sus miembros, fundamentalmente, como consumidores. Para ser reconocidos, hay que responder a las tentaciones del mercado. Acompañado al deseo del objeto, va la inmediata frustración. Lo que genera que se deposite la fantasía de felicidad en un nuevo objeto. Así se produce un círculo de deseo permanente de consumo. Se tiene y se sufre, y si no se tiene se sufre aún más

Nos organizamos o perdemos la lucha.

Hasta hace poco, la sociedad nicaragüense y su juventud vivía una especia de letargo con pocas expresiones políticas fuera de las ya mencionadas, o tradicionales vinculadas a las religiosas y ongs. Por esta razón, es que las insurrecciones de abril fueron tan bruscas y difíciles de apagar, la juventud no estaba amalgamada en una organización que dirigiese la lucha o la centralizase, esa es propaganda del gobierno para justificar el absurdo del golpe de Estado. Sin embargo, esto nos plantea una gran limitante, negarnos a organizarnos en la vida política nacional es dejarle el camino libre a la dictadura y los parásitos políticos que han sido actores de la desgracia de Nicaragua.

Es imperativo abandonar la noción sectorial imperante en nosotros, los diferentes grupos nos debemos unir en una sola organización juvenil o estudiantil, amplia y democrática, con una clara visión de los objetivos políticos, que no arrastre con los lastres del pasado y que se plantee como resolver los problemas del país. Lo que más ha debilitado la actual lucha es la falta de liderazgo nacional, que nos riente clara y decididamente como luchar contra la dictadura, que organice a los estudiantes actualmente desmovilizados, que nos ayude a organizar sindicatos en las empresas, que llame a los obreros y campesinos a la lucha contra los genocidas, que organice a los barrios, grandes actores políticos de nuestros tiempos. Ya es hora de tomar las riendas de nuestro destino, no dejarlas a terceros que han malogrado el destino de nuestro país, dejando el poder, el dinero y los privilegios a los actores que llevan más de 30 años jugando con los destinos de Nicaragua. Los jóvenes son los llamados a fundar una nueva nación y discutir qué tipo de organización creen que debe tener, pero para esto, debemos trabajar en la organización de nuestras fuerzas.

Hace falta discutir qué país queremos, como nos organizamos para alcanzarlo, los métodos de lucha a seguir, las estrategias, el modelo económico, el modelo jurídico, sin embargo, es una discusión que no podemos dejar de lado, como dice el refrán, para hoy es tarde.