Por Leonardo Ixim

Asistimos al fin de ciclo, es decir del proceso en que los denominados gobiernos pos neoliberales afrontan el fin del crecimiento económico vía exportaciones a mercados emergentes, especialmente China, y el afianzamiento del llamado estancamiento secular.

Escenario mundial

Estancamiento que no es más que la agudización de la crisis mundial capitalista, donde los ciclos de crecimiento de la economía mundial son cada vez más cortos. De esa forma, desde inicios de 2008 acudimos a una crisis inicialmente con el estallido de burbujas financieras e inmobiliarias que afectaron duramente a las naciones más industrializadas, provocando fenómenos como la estanflación o el casi nulo crecimiento de los precios junto al poco crecimiento de los salarios. Por otra parte la crisis afecta a las naciones emergentes. De esa forma en China, que es el principal destino de las exportaciones latinoamericanas, las tasas de crecimiento han descendido de 12 % a 7 %.

Hacemos este preámbulo porque los efectos de la crisis mundial afectan los índices de crecimiento económico que la región latinoamericana gozó durante buena parte de la década pasada. De ahí que se hable de fin del ciclo de la década ganada y con ello se desnuda las flaquezas de este ciclo. En este periodo ascendieron al poder una serie de gobiernos de centro-izquierda o de izquierda, con distintos matices, que elaborando medidas anti ajuste, fortalecieron nuevas elites gracias a la mejora de los términos de intercambio comercial, permitiendo satisfacer algunos derechos sociales de la población.

En Brasil y Argentina, la década ganada y las políticas económicas que se impulsó exaltaban los concretos beneficios sociales que se impulsaron, pero escondiendo realidades tales como el mantenimiento de la dependencia externa solo que en condiciones multipolares y la pervivencia de estructuras fiscales regresivas. Un ejemplo de esto fue el “proceso de re industrialización” que fue más formal que real, pues en ambos países, al calor de los altos precios de las materias primas se reprimarizó. De esa forma este proceso industrial a lo sumo avanzó en Brasil, donde de por sí siempre ha existido cierto nivel industrial pero que buena parte es de capital extranjero y en Argentina limitándose a auto partes, que por su parte dependen de la producción de vehículos en el vecino país que como dijimos, es controlado por capital imperialista.

Argentina

De las naciones gobernadas por fuerzas progresistas esta es la más afectada por la crisis mundial. Después del levantamiento popular de 2001 que debilitó el sistema de dominación formándose una serie de organismos populares de los denominados piqueteros, del seno del Partido Justicialista (PJ) o Peronista emerge una fuerza dirigida por los esposos Kirchner, ex funcionarios del gobierno del ultra liberal Carlos Menen, que reorganizan el Estado con un programa calificado por estos como de nacional y popular, que no es otra cosa más que el reimpulso a una economía capitalista regularizada por el Estado a la imagen del proyecto del General Perón

De esa forma el gobierno de Cristina Fernández, sucesora de su esposo difunto Néstor Kirchner, trata, cuando se visualiza la caída en los términos de intercambio, de aplicar una serie de impuestos a los exportadores de oleaginosas, a la par que se exoneraba fiscalmente y se entregaba subsidios a otras empresas. Todo esto de la mano de programas sociales para madres solteras, jubilados, trabajadores, como Asignación Por Hijo o leves aumentos salariales, que atenúan los niveles de pobreza extrema.

Sin embargo, la agudización de la crisis provoca que los ingresos de las exportaciones disminuyan, se devalúe el Peso argentino, provocando mayor inflación pese a los denominados programas de precios cuidados y con esto mayor endeudamiento por la poca capacidad de conseguir divisas. A la par de esto, la deuda, que ha crecido de 140 millones a 160 millones.

En ese sentido, el clima social afectado por la reducción del poder de compra debido a la inflación y la existencia de un impuesto al salario que afecta los trabajadores con ingresos formales, más el creciente nivel de desempleo y de trabajo precario (más del 30 % de la fuerza de trabajo), generan descontento en el proletariado. Si bien en un primer momento de la década ganada el kichnerismo coopta la organización popular, ésta va adquiriendo más independencia con respecto al gobierno, sobre todo con la existencia de sindicatos de base o combativos cercanos a partidos de izquierda trotskista y otros, que impugnan ésta deteriorada situación.

El sindicalismo cercano al peronismo tiene tradición de peso y a la vez de corrupto y cercano a los intereses patronales. La histórica CGT está dividida en tres, la de Moyano, ex aliado a Cristina, la de Barrionuevo crítico a ésta y la de Calo, del lado del kichnerismo; CTA está dividida en dos, la de Yasky cercano al gobierno y la Michelli opuesto a éste. Este sindicalismo cupular tiene la presión de los sindicatos combativos o las bases de los sindicatos oficiales realizando una serie de paros, el último de los cuales se dio el 31 de marzo, parando la actividad económica casi en su totalidad.

Todo esto en un ambiente electoral donde los distintos partidos de la derecha, como la fragmentada UCR, el PRO del intendente bonaerense Mauricio Macri y la oposición conservadora dentro del PJ que abandera Sergio Massa, buscan acercarse al sindicalismo cupular, quien promete paz social a cambio de puestos en los partidos derechistas. La derecha por su parte, tras el asesinato del fiscal Alberto Nisman, acusando al gobierno sin pruebas, han querido movilizar a sectores de la pequeña burguesía sin mucho éxito. En el seno del Frente Por la Victoria, el ala del kichnerismo dentro del PJ, compiten varias corrientes, siendo la de Daniel Scioli gobernador de la provincia de Buenos Aires la que más posibilidad tiene de abanderar la candidatura oficialista. Scioli es cercano a los intereses capitalistas que han emergido con el kichnerismo.

En ese escenario, la existencia del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT), conformado por los partidos trotsquistas como PST-PO-IS-PSTU, al que recientemente se han agregado grupos de izquierda independiente como el Frente Popular Darío Santillán y otros, participan cada vez más con gran posibilidad de ser una fuerza importante en el legislativo federal, las intendencias municipales y los legislativos provinciales, con pocas posibilidades para la presidencia.

Brasil

Desde el 2003 gobierna el Partido de los Trabajadores (PT), cuyo exponente principal, el ex obrero metalúrgico y dos veces presidente Ignacio “Lula” Da Silva, ha sido una fuerza hegemónica en el movimiento popular. Igual que en Argentina, después de la tormenta neoliberal del ahora opositor Psdb, el PT llega al gobierno con un programa anti-austeridad que se caracterizó por generar una serie de programas sociales como Bolsa Familia y mejoras leves en los salarios, pero al igual que en todos estos gobiernos post neoliberales, se mantiene la estructura fiscal que beneficia a grandes empresas.

De igual forma, pese a la nombrada re industrialización, la economía se basa en la exportación de soja, maíz, producción petrolera con poco niveles de procesamiento, etc., pese a que como dijimos existe cierto know-how acumulado que le permite a Brasil producir algunos bienes tecnológicos como industria de aviación y espacial en menor medida. En ambos países los mayores ganadores han sido el capital financiero, que se ha visto beneficiado por el cada vez mayor endeudamiento vía bonos y tras la devaluación de Real por la pérdida de los niveles de intercambio. Además de provocar mayor inflación que licúa los salarios.

Al igual que Argentina, estos partidos se han visto involucrados en casos de corrupción, como la red de sobornos de parte de empresas tanto para el PT y la oposición o el caso de Petrobras que ha inflado los costos de producción de varios proyectos. En ese sentido, se muestra la verdadera cara del PT, que junto a su aliado derechista el Pmdb y la oposición de derecha del Psdb, acaban de aplicar un programa de ajuste que reduce los beneficios a desempleados y de seguridad social, más la aprobación en la Cámara de Diputados a la espera del Senado de una ley que regula y fomenta el trabajo tercerizado (ley 4330), además de un plan para privatizar puertos, aeropuertos y carreteras.

En las reñidas elecciones donde se reeligió Dilma Rosself, ésta prometió un gobierno más social, para diferenciarse del Aecio Nieves del Psdb, pero en la práctica ha sido lo mismo y si la oposición ha tratado de movilizar a sectores de la pequeña burguesía con el slogan de la corrupción, buscando en un primer momento la destitución de la presidente, posteriormente se echó atrás. La crisis ha provocado una serie de huelgas obreras en una gran cantidad de industrias, de profesores y empleados públicos, obligando a la central obrera pro petista CUT y otras centrales pro patronales a realizar movilizaciones junto a la combativa Conlutas, cercana al Pstu y realizar un gran paro nacional el 15 de abril, que sin embargo poco influyó en la aprobación de la ley 4330.

En ambos países con el fin de buscar financiamiento, ha habido un acercamiento con los imperialismos emergentes. Recientemente se aprobó un intercambio de monedas entre Argentina y China conocido como Swap, para permitir mayor financiamiento chino para promover inversiones chinas en infraestructura, pero generando endeudamiento hacia ese país. De igual forma, la instalación de una base militar china en la Patagonia, genera entre los empresarios desde posturas falsamente nacionalistas hasta competencia por ser socios de los inversionistas chinos. Lo mismo el caso de Malvinas, donde Argentina denuncia con razón la pervivencia del colonialismo pero mantiene negocios con empresas británicas.

Por último, en Brasil las fuerzas de izquierda como el Pstu, el Psol, PCB, Praxis, etc., tienen menos posibilidades de llegar a puestas en común. Los socialistas centroamericanos consideramos que el FIT en Argentina es un ejemplo positivo de la necesidad de que las fuerzas de izquierda revolucionaria se aglutinen y aunque no ha pasado de ser un frente electoral con el riesgo de perderse en los vericuetos de la estatalidad burguesa, es un buen modelo para generar alternativas revolucionarias a la derechización de los gobiernos pos neoliberales y la agudización de la crisis mundial.