Normal 0 21 false false false ES-NI X-NONE X-NONE MicrosoftInternetExplorer4

 

 

Por Orson Mojica

La V Cumbre de las Américas reunió a los mismos países que conforman la Organización de Estados Americanos (OEA), ese ministerio de colonias de los Estados Unidos. Esta última Cumbre realizada en las islas de Trinidad y Tobago, tuvo como eje central de las discusiones, no la crisis financiera del capitalismo, sino la necesidad de levantar el bloqueo a Cuba. En este tema casi todos los participantes estuvieron de acuerdo, hasta el presidente Barack Obama, aunque este último difiere de sus colegas en los plazos y momentos en que debe producirse el salto de calidad en este cambio de la política imperialista.

Lame botas de Obama

Óscar Arias, presidente de Costa Rica, declaró alborozado “Ahora hay un Presidente en Washington diferente, un Presidente que escucha, que quiere aprender, es cierto que no tiene soluciones para todos los problemas, pero desea contribuir (…) Sin duda alguna tenemos una gran esperanza de que la relación de Estados Unidos con América Latina y particularmente con Centroamérica, será más estrecha, donde por lo menos vamos a ser escuchados siempre, no van a ver imposiciones, sino que todo lo que se va a lograr, será por medio de un diálogo respetuoso. Se trata de un nuevo amanecer”. (Prensa Libre 20/04/09)

Felipe Calderón Hinojosa, presidente de México, dijo que "Si algo debemos celebrar en esta cumbre, es que hemos llegado al consenso del Pacífico al Golfo, de izquierda a derecha y de norte a sur, y eso abre las puertas a una nueva etapa de entendimiento y pluralidad en el continente americano", (Notimex 19/04/09)

El SICA subordinado a Estados Unidos

Daniel Ortega, en su calidad de presidente pro tempore del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), presidió la reunión de todos los presidentes centroamericanos con el presidente Barack Obama. A diferencia de la reunión plenaria de la V Cumbre de las Américas, en esta ocasión Daniel Ortega abandono la retorica antiimperialista y se mostró muy conciliador. Como era de esperarse, los presidentes del área, sin excepción, imploraron a Obama que ordenara el cese de las deportaciones masivas de los trabajadores centroamericanos, ya que el regreso de la mano de obra desocupada en un periodo de recesión económica puede causar desordenes sociales en todos nuestros países.

En materia económica la subordinación de los presidentes del SICA a los Estados Unidos fue total: acordaron “apoyar la ratificación del Tratado de Libre Comercio Estados Unidos de América-Panamá” .En materia de seguridad acordaron”. En materia de seguridad y coordinación policial, acordaron “ampliar la cooperación financiera y técnica para una efectiva implementación de la estrategia de seguridad entre Centroamérica y México y ampliar la cooperación para la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado”.

Daniel Ortega se negó a firmar la Declaración Final de la V Cumbre de Las Américas, pero suscribió, junto a Mel Zelaya y Álvaro Colom, --los supuestos gobiernos de progresistas de izquierda-- los acuerdos políticos que permiten la ampliación de los tratados de libre comercio, la colonización de las economías y el control del imperialismo sobre los órganos policiales y de inteligencia militar.

Ortega atacó, pero Chávez se arrodilló ante Obama

Los países que conforman la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de las Américas (ALBA), Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Honduras, Cuba, las pequeñas islas Dominica, San Vicente y las Granadinas, se abstuvieron de firmar la Declaración Final. Brasil y Argentina firmaron la Declaración con reservas.

Chávez abandono su estridente discurso antiimperialista, se mostró muy conciliador, y en esta Cumbre el papel de atacante le correspondió a Daniel Ortega, que por cierto pronuncio un discurso crítico pero respetuoso hacia los Estados Unidos. Y es que los gobiernos nacionalistas como el de Chávez y Daniel Ortega, encierran una gran contradicción: atacan verbalmente al imperialismo, pero no lesionan económicamente a las transnacionales, fustigan al presidente norteamericano de turno pero al mismo tiempo aspiran normalizar las relaciones con los Estados Unidos.

Pese a la negativa de suscribir el documento final, el presidente Hugo Chávez, afirmó que Venezuela obtuvo "uno de sus más grandes éxitos" político y diplomático en la reciente Cumbre de las Américas. Llegó al extremo de afirmar "que los cambios que comenzaron en Venezuela en la última década del siglo XX han comenzado a llegar a la misma Norteamérica", en una evidente exaltación política de la figura de Obama, otorgándole un rol revolucionario que realmente no tiene.

Para Chávez sucedió "lo que era impensable hace algunos años: que el gobierno de Estados Unidos representado por su nuevo presidente, Barak Obama", hiciera "un viraje, sentándose de igual a igual" con Latinoamérica y el Caribe. Se discutieron "temas que era impensable discutir en otras cumbres: Cuba. Le hemos pedido (a Obama) todos los gobiernos de América Latina y el Caribe que desmonte el bloqueo a Cuba" (EFE 20/04/09)

Chávez confirmó que Venezuela "solo" pide "respeto" a su "dignidad, soberanía y autodeterminación. De esa manera estamos dispuestos a llevar adelante las mejores relaciones con el Gobierno de Estados Unidos”. Y volvió a insistir en que con la V Cumbre de Las Américas se abrió "una nueva era en el relacionamiento entre todos los países de nuestro continente. Se ha creado en todo el continente un conjunto de compromisos, algunos tácitos otros expresamente definidos y creo que ha sido un éxito la cumbre de todas las cumbres de las Américas". Chávez se mostró muy conciliador ¿Cuáles son esos compromisos? No lo sabemos.

La estrategia imperialista del bloqueo a Cuba

En el tema del levantamiento del bloqueo a Cuba, Chávez le claudica vergonzosamente al imperialismo norteamericano, porque está embelleciendo la política de Obama hacia Cuba. Es cierto que los tiempos han cambiado y con ello han cambiado los personajes, y también la política de los Estados Unidos, especialmente en esta coyuntura de profunda crisis de la economía mundial, que tiene su epicentro en los propios Estados Unidos. Pero detrás de la discusión sobre el fracaso del bloqueo a Cuba emerge una política igualmente peligrosa: Obama quiere acelerar la restauración capitalista del último bastión socialista.

Actualmente, el imperialismo norteamericano no tiene la capacidad de atacar en todos los frentes al mismo tiempo, como lo pretendió hacer la administración Bush. Efectivamente, los métodos de Obama son diferentes a George W. Bush y a Ronald Reagan, pero en cambio se parecen mucho a los de Jimy Carter y al propio Jhon F. Kennedy, el mismo que ordenó en abril de 1961 la invasión de Bahía de Cochinos contra la revolución cubana.

El aislamiento de Cuba en 1961 fue justificado por la supuesta exportación de la revolución, a través del apoyo militar y material del castrismo a las guerrillas del continente. Sin embargo, esa situación ya no existe. Cuba ha dejando de promover revoluciones en el continente y, al contrario, ha contribuido a la estabilidad política de América Latina. Bajo la conducción de Fidel Castro, especialmente después del asesinato y fracaso del Che Guevara en Bolivia, en 1967, Cuba inició un acercamiento político con los gobiernos latinoamericanos, sin importar el signo político o ideológico, lo que condujo a un quiebre de la política de aislamiento diplomático adoptado por la OEA en 1961, cuando por instrucciones de los Estados Unidos todos los gobiernos, con la excepción de México, votaron casi unánimemente la expulsión de Cuba.

En la última década, con la instauración de gobiernos nacionalistas burgueses en Venezuela, Bolivia, Ecuador, y en menor medida en Nicaragua, la influencia de Cuba sobre la izquierda latinoamericana ha aumentado considerablemente en el sentido de evitar la radicalización de estos regímenes. Esto ha reforzado el rol y la influencia de Cuba, al grado tal que casi todos los países del continente mantienen algún grado de intercambio comercial y vínculos diplomáticos con la isla. La Resolución de la OEA de 1961 es inexistente en la práctica. En Centroamérica todos los gobiernos mantienen relaciones diplomáticas con Cuba. El aislamiento político del castrismo terminó hace algún tiempo, pero perduran las secuelas del bloqueo económico y comercial, que fue reforzado por la administración Bush con la Ley Helms-Burton que prohibía a las empresas norteamericanas o sus filiales cualquier lazo comercial con Cuba.

Una pavorosa crisis económica

Ahora los imperialistas se rasgan las vestiduras. El senador republicano Richard Lugar y la Secretaria de Estado, Hilary Clinton ha coincidido en que el bloqueo a Cuba ha sido un “rotundo fracaso” o una “política fracasada”. ¡Nada más falso! Durante 47 años Cuba ha sufrido un bloqueo económico y comercial sin misericordia, que ha dañando profundamente la economía, haciendo retroceder las enormes conquistas del socialismo a nivel de salud, educación y alimentación. La economía cubana vive un lamentable estado de postración, ayudada coyunturalmente por el petróleo venezolano, sobreviviendo a duras penas con los ingresos del turismo cada vez más en declive, con una asfixia creciente y situación política que tiende a saltar por los aires. La sofocación que provoca el bloqueo, ablanda las condiciones de la negociación política con el castrismo.

Si el imperialismo norteamericano continuara varios años más con el endurecimiento del bloqueo sobre Cuba, el resultado a mediano plazo sería el colapso económico de la isla y un flujo inmigratorio masivo de cubanos hacia la Florida. El imperialismo es malévolo pero no tonto. Obama sabe que los métodos de uso directo de la fuerza utilizado por la administración Bush están agotados, y que ha llegado el momento de levantar la cosecha del imperialismo, de bloqueo prolongado sobre Cuba. En todos los países, salvo raras excepciones, el imperialismo promueve cambios graduales, no levantamientos revolucionarios; siempre busca las transiciones estables. Y Cuba no parece ser la excepción.

Por eso la administración de Barack Obama está realizando un viraje táctico en relación a Cuba, comenzando con la liberación de los viajes a la isla, permitiendo el envío de dinero bajo la forma de remesas y la compra de algunos productos alimenticios. Con estas medidas, Obama calló la crítica de los países miembros del ALBA, y tomo la iniciativa política en las negociaciones.

Apertura comercial para desarrollar las fuerzas sociales del capitalismo

Chávez considera a Obama diferente a sus predecesores. En cierto sentido lo es, pero el imperialismo norteamericano está cambiando sus tácticas hacia Cuba no por haberse transformado en una entelequia benevolente, sino porque la estrategia de 47 años de bloqueo apenas comienza a rendir los primeros frutos. En las altas esferas cubanas se discute la necesidad de hacer reformas controladas hacia el capitalismo, como lo hicieron China y Vietnam, pero manteniendo el control sobre el régimen de partido único. No hay acuerdo en los ritmos y grados. Raúl Castro ha conformado un gobierno con la vieja guardia que ha cerrado filas de cara a la inminente negociación con Obama.

Pese a todo lo que se ha escrito, Obama todavía no ha dicho que levantará el bloqueo, se ha limitado a establecer las condiciones de una futura mesa de negociaciones: "No estoy interesado en hablar por hablar. Pero creo que podemos llevar la relación entre EE.UU. y Cuba en una nueva dirección". Esta dirección, sin lugar a dudas, no es solo la liberación de los contrarrevolucionarios presos, sino fortalecer, con la tímida apertura comercial, las fuerzas sociales al interior de Cuba que hagan posible un aceleramiento el proceso de restauración capitalista, que ha cobrado mayor dinamismo bajo el gobierno de Raúl Castro

Libertades para defender el socialismo

El bloqueo a Cuba deber ser levantado inmediatamente porque se trata de un prolongado genocidio por hambre contra el pueblo cubano. Obama quiere libertades para desarrollar las fuerzas sociales del capitalismo. Los socialistas centroamericanos exigimos al gobierno cubano el otorgamiento de libertades para los trabajadores y el pueblo, pero para defender las pocas conquistas del socialismo que aún queda en pie.