Por Nicolás Lebrun

La tensión entre los Estados Unidos e Irán no es nueva desde que a finales de los años 70, el régimen dictatorial impuesto por ellos, fue derrumbado por una revolución conducida por los ayatolas.

No más recién nacido el nuevo régimen chiita, el imperialismo armó a su rival sunita representado por el gobierno del dictador Hussein (derrocado por la intervención yanqui del 2003) y condujo a una sangrienta guerra de ocho años entre esos dos países que costó la vida a millares de personas.

Pero el cerco contra el régimen de Teherán no acabó. Una serie de embargos decretados por los diferentes grupos imperialistas, Estados Unidos, la ONU, la Unión Europea en diferentes décadas y con motivos varios no lograron por el momento derrocar al gobierno fundamentalista. Parte de la explicación reside que a pesar de contar con una población cercana al 1% del planeta, el país posee cerca del % de las reservas naturales energéticas del planeta, dentro de estas se encuentran el 11% de las petroleras (www.cairn.info 2011) 

Por otro lado, el frágil equilibrio en que se encuentra la región desde la época en que ese rincón del planeta empezó a ser el centro neurálgico de la energía necesaria para los países de la metrópoli. Luego de la primera guerra mundial, las potencias vencedoras se repartieron los restos del imperio Otomán, perdedor del conflicto. Los británicos y los franceses fundamentalmente, afilaron la punta a sus lápices y trazaron las fronteras de los protectorados que luego de la expulsión de estos últimos, se convirtieron en países independientes. Esa independencia fue para las burguesías locales la forma de caer en los brazos de los nuevos amos del planeta, los Estados Unidos, vencedor de la segunda guerra planetaria.

Sin embargo, en esta nueva repartición las cosas no fueron duales, blanco y negro. La entrada en escena del estado sionista de Israel, creó la oposición de ciertos países del área que protagonizaron varios conflictos armados. El enclave imperialista que representa el estado de Israel, sirvió a los yanquis para acrecentar su influencia en el terreno dominado hasta entonces por las potencias europeas.

Pero esta situación tomó un nuevo giro como indicamos arriba con el derrocamiento via la invasión militar yanqui y de los británicos para derrocar al gobierno de Sadam Husein. Esta intervención abrió las puertas a toda una serie de contradicciones mantenidas por la camisa de fuerza de la dictadura durante décadas. La aparición del Estado Islámico, luego de que las fuerzas de intervención decretaran el fin de la organización terrorista liderada por Ossama Bin Laden, Al Qaeda, motivo de la intervención luego de los atentados del 11 de septiembre.

Un “nuevo” actor entra en escena

Desde la Antigüedad los chinos y los persas han tejido lazos económicos debido a la existencia de la Ruta de la Seda.  Ya en la presente época, la China e Irán establecen relaciones diplomáticas a partir de 1971, las cuales se fueron acrecentando a lo largo del tiempo. Estos intercambios crecieron principalmente en el campo económico, energético, en la seguridad y político.

Hace una década los intercambios comerciales entre ambos países habían aumentado fuertemente. El monto de las transacciones comerciales pasó de 400 millones en 1994 a 29 millardos de dólares en 2008. Al mismo tiempo China es el principal socio comercial en Asia y el tercero a nivel mundial de los iraníes.  El intercambio no solo se produce a nivel de los hidrocarburos, si no como en otros países del mundo, los chinos han venido con un agresivo plan de inversiones en sectores como el transporte y la infraestructura. (op cit)

La dependencia del petróleo iraní es muy fuerte. Las sanciones anunciadas por Trump no han surtido todo el efecto esperado. Según fuentes periodísticas, un super tanquero llevó un gran cargamento iraní hacia China desafiando la prohibición puesta en vigencia desde el primero de mayo de este año.

Pero la cooperación y los intereses van mucho mas allá. Según el gobierno de los Estados Unidos, los chinos están detrás del mejoramiento de las armas balísticas iraníes.  Esta cooperación de larga data ha sido sancionada de manera reciente por la administración Trump, que en la escalada de la guerra comercial con China apunta a este objetivo.

En el mes de mayo, la actual administración de la Casa Blanca, anunciaba a la manera de los cowboy que un ciudadano chino “había proporcionado a Irán  una gran cantidad de materiales requeridos para la fabricación de misiles balísticos , todo los componentes  para sistema ultra precisos de guía y control hasta los materias primas necesarias para producir el combustible de los misiles” (www.newsweek.com 22/05/2019) Todo este anuncio se producía bajo una lluvia de amenazas sobre las consecuencia si no entregaban a este traficante de armas.

El otro aspecto es el acuerdo nuclear iraní, el cual fue revocado por el gobierno norteamericano. Cabe recordar que la administración Obama había logrado este acuerdo donde los iraníes se comprometían a no desarrollar el arma nuclear. Desde la campaña electoral pasada, Trump venía promulgando la salida de los Estados Unidos de diferentes acuerdos internacionales, que parecer de los halcones de Washington, comprometían los intereses del país.

La salida del acuerdo nuclear iba en varios sentidos. Por un lado, el programa nuclear iraní es una amenaza para los intereses yanquis en la zona y principalmente para Israel. Hasta el momento los sionistas son los únicos en el área en tener acceso a la tecnología militar atómica. En el contexto de los conflictos que se dan en la región, aparte del apoyo del gobierno iraní al régimen de Al Assad, el frente de guerra se extiende también en Yemen, donde las fuerzas saudíes se enfrentan a las milicias sostenidas por Teherán. El control de la zona no es solo por motivos sectarios, es esta la zona de paso de la mayor parte del petróleo que se consume en los países industrializados.

Por otro lado, el papel cada vez más preponderante que tiene China en el área hace que los Estados Unidos utilice todas las cartas para contrarrestarla.

Esto se inscribe dentro de una nueva de correlación de fuerzas en el área y a nivel mundial.

Durante la guerra civil en Siria, los aliados del régimen de Damasco han sido los ayatolas iraníes, el imperialismo ruso, las milicias del Hezbollah fundamentalmente.  El apoyo abierto del gobierno de Putin al gobierno del asesino de Al Assad ha sido muy importante para el aplastamiento militar de la oposición que se ha visto disminuida a su mas exigua expresión.  Pero detrás de todos estos, los intereses chinos están también en juego. Las inversiones en el área, además de los aspectos energéticos y políticos hacen que el imperialismo chino mueva sus fichas. Según Kamal Alam, un analista militar sirio “Siria puede ser un centro logístico para Cina. Esta historia es la clave para obtener la estabilidad en Levante, lo que significa que debe integrar el plan de China en la región. Del punto de vista de la seguridad, si Siria no es segura, las inversiones chinas en la región tampoco lo serán” (Newsweek 19/1/2018) Durante el periodo que va entre 2006 y 2010 (antes de estallar el conflicto) los chinos estuvieron entre los cinco mayores proveedores de armas al régimen sirio.  Pero no solamente se han contentado con aprovisionar al Al Assad. Han sido uno de los principales vendedores de armas de Arabia Saudita, las cuales han sido usadas por grupos rebeldes sirios y el Estado Islámico. Cerca del 40% de las armas usadas por este ultimo grupo son de proveniencia china.

En todo este tiempo, la política de “no injerencia” en los asuntos “internos” de Siria levantada por el gobierno de Pekín, ha sido un gran espaldarazo al dictador. Todo esto en el mismo sentido de afianzar su posición en la región y consolidar sus aliados.

La temperatura sube en el golfo

Los imperialistas no saben dirimir sus diferencias fundamentales por otra vía que la guerra. La misma lógica que aplican las maras y todo tipo de pandillas a lo largo y ancho de nuestro continente es la que aplican estos bandidos imperialistas.

Las amenazas de intervención pueden pasar, pero son una advertencia para los otros países que se posicionan en el área. El interés de Washington de acabar con el régimen de Teherán no pasa. La entrada en el tablero de China hace que este objetivo se complique para los yanquis. Las bases yanquis en el golfo son muy importantes. Estas están localizadas en Bahrein, Kuwait y Qatar que es la sede regional del Comando Central. La venta de armamentos estadounidenses en la región no cesa. El acuerdo entre Trump y la monarquía saudí por casi 400 millardos de dólares en el 2017 lo deja en evidencia.  Durante este tiempo, los Estados Unidos no han cesado de vender armas a este país (últimamente por 8 millardos de dólares), invocando “la agresión iraní” y como lo define el secretario de Estado Mike Pompeo que Arabia Saudita es una “piedra angular” de la “estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos” (Le Point 25/05/2019)

El lanzamiento de la campaña electoral en los Estados Unidos también pesa en este asunto. La imagen de Trump como presidente fuerte sigue siendo fundamental. Pero esto no impide que la situación pueda desbocarse en un pequeño conflicto o escaramuza como una señal de los conflictos por venir.

Para los socialistas revolucionarios que no confiamos en las instancias y organismos de la burguesía como la ONU, sabemos que el capitalismo nos lleva actualmente a la guerra.

Es nuestro deber alertar y no hacer falsas expectativas en soluciones milagrosas. La derrota revolucionaria del imperialismo en los países centrales sigue siendo de importancia capital y dentro de ellos el régimen del nuevo emperador chino.


Por Nicolas Lebrun

Luego de haber trasladado la embajada estadounidense en Israel hacia Jerusalén, la administración Trump se apunta un nuevo golpe con el objetivo de apretar las tuercas de todo el engranaje de las nuevas relaciones político-militar y económicas en el orbe.

Este es el sello de este gobierno, que en los casi dos años de gobierno intenta imponer su visión del” America First”

 Las sanciones a Irán, ¿quiénes son los perdedores?

Como ha sido su característica, la política nacional e internacional del gobierno yanqui se hace mediante tweets. Con respecto a las nuevas sanciones contra Irán,  no fue la excepción:

" Las sanciones contra Irán entran oficialmente en rigor. Son las sanciones más duras jamás impuestas y en noviembre lo serán aun mas. Cualquiera que haga negocios con Irán, no lo hará con los Estados Unidos. Pido la paz mundial, nada menos” Este nuevo embate de la administración yanqui ha sido catalogada como “una guerra psicológica” por parte del presidente iraní Hassan Rohani(France 24,7/08/2018)

En el fondo de todo este asunto se encuentra el acuerdo nuclear de 2015 firmado por todas las principales potencias del planeta: Rusia, China, Alemania, Francia, Reino Unido y por supuesto los Estados Unidos bajo la administración Obama. Sin embargo, durante la campaña electoral, ya Trump anunciaba su desacuerdo con dicho tratado, el cual consideraba como “el peor del mundo”.  Bajo esta misma óptica se manifestaba el presidente del estado sionista de Israel Benjamín Netanyahu, para el cual, el acuerdo era una forma de ganar tiempo para relanzar el programa militar nuclear una vez que Irán saliese de la grave crisis financiera producto del embargo al que ha sido sometido durante casi tres décadas.

Pero el nuevo orden que quiere establecer los halcones de la Casa Blanca, pisotea también al consejo de seguridad de las Naciones Unidas que es el que le dan el marco jurídico superior a este acuerdo con la resolución 2231. Pocos días después de haber suscrito  Irán y las potencias mencionadas anteriormente, el 20 de julio del 2015, el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba esta resolución Dentro de la normativa de la ONU, los estados miembros según el artículo 25 de la Carta de la Naciones Unidas, tienen la obligación de “aceptar y aplicar las decisiones del Consejo de Seguridad”(un.org) En el pasado, ya los Estados unidos, durante la administración Bush hijo, también hizo al lado a las Naciones Unidas y al Consejo de Seguridad y se lanzó en a la guerra con Iraq, lo que pulverizó la estructura económica política y militar de este país. En ese entonces, los halcones, el grupo de funcionarios de alto nivel de esta administración, controlaban todos los aspectos de la política estadounidense. La visión de estos, era similar a la del actual gobierno. Los Estados Unidos, deberían imponer su hegemonía sin necesariamente negociar con los aliados imperialistas.

De hecho, la semana pasada hubo importantes manifestaciones en varias ciudades en contra del alto nivel de desempleo y de la inflación galopante. En los últimos seis meses el rial ha perdido cerca de dos tercios de su valor y este deterioro de su valor se ha disparado en los últimos días.

Por otro lado, como lo hemos descrito en el artículo anterior sobre la cumbre de la OTAN y la del G7, los países de la Unión Europea, Rusia y China son los principales perdedores en este cambio abrupto de escenario. Como bien lo dice el tweet presidencial, los países que hagan comercio con el régimen de Teherán, se verán también expuestos a las sanciones comerciales. Todos han condenado de una manera u otra la decisión del gobierno yanqui, algunos con más vehemencia otros de forma más lacónica, pero, al fin y al cabo, lo que queda demostrado es que no van a arriesgarse a perder aún más en este asunto. Los rusos por ejemplo han manifestado que” la comunidad internacional no debe aceptar que los logros importantes de una diplomacia multilateral sean sacrificados por las ambiciones americanas que se deben a un ajuste de cuentas con Irán” (AFP, 7/08/2018). Los europeos por su lado dicen estar determinados a “proteger los operadores económicos europeos comprometidos en negocios legítimos en Irán” (ídem)

Los pasos seguidos por Trump en este sentido han sido hilvanados para que las sanciones y medidas proteccionistas lleven a su gobierno a imponer tanto su política comercial como en los aspectos de seguridad y demás. En esto, el garrote ha pasado delante de la zanahoria como manera de hacer política.

El aumento de aranceles a las importaciones de acero, aluminio y otros productos industriales a China, Canadá y la UE han sido el punto de partida para tomar el control del tablero mundial. Las misiones francesas, alemanas o del presidente de la UE para tratar de aplacarlas no han tenido todo el éxito que hubieran querido. Detrás de estas primeras sanciones podría haber otras más serias o bien que acentúan la división de los miembros de la UE por ejemplo. Los alemanes están aliviados que por el momento no entre en vigor un aumento de los aranceles para los carros (30% de la exportación alemana se hace hacia los EE.UU) pero los franceses, los principales beneficiados de los subsidios europeos hacia la agricultura, se verían perjudicados por las negociaciones de Juncker, puesto que le abrirían el paso a la exportación sin aranceles de los productos agrícolas estadounidenses en el mercado de la Unión.

Dentro de este contexto, los países miembros de la UE por ejemplo, no han tardado en sacar sus peones del tablero iraní. Empresas como Daimler, el gigante automotriz alemán, no tardaron en anunciar la clausura de sus actividades en el país.

El precio del petróleo también se podría ver impactado en este escenario. Estas nuevas sanciones implicarían que la tercera reserva mundial de petróleo quedara fuera del mercado. Este país, el tercer productor mundial, exporta esencialmente al mercado asiático de 2 a 2,5 millones de barriles por día de un total de 3,8 mbd Los analistas de la Société Générale han manifestado desde el mes de mayo que “Prevemos que las sanciones contra Irán van a hacer desaparecer entre 1 y 1,5 millones de barriles por día del mercado” (AFP 9/07/2018), En ese mismo sentido no ven como una apuesta muy segura que Arabia Saudita y Rusia traten de rellenar el hueco dejado por la salida del mercado iraní ya que se podrían quedar en una posición “vulnerable en caso de otras perturbaciones de la oferta mundial” (Idem) Sin embargo Arabia Saudita ya se ha lanzado a aumentar su producción de petróleo y ha anunciado que el reino “ trabajara con los principales productores de petróleo al interior y al exterior de la OPEP así mismo que con los principales consumidores, para limitar el impacto de toda disminución en el aprovisionamiento” (Le Figaro 9/05/2018) Sin embargo la incertidumbre sobre la evolución de la crisis no ha permitido que el precio del barril Brent se encuentre todavía cerca de los 70USD.

Los que podrían verse favorecidos por esta nueva situación son los productores gringos que utilización la fracturación y que han estado en una situación de altos y bajos en los últimos años. Los costos de producción de esta tecnología son mucho más altos que el de la perforación tradicional de pozos. Esto implica que los precios altos permitirían a estas compañías aumentar sus ganancias. Según la empresa yanqui Baker Hughes, el número de pozos activos en los Estados Unidos ha aumentado gradualmente en el último periodo. Los bajos precios del barril al inicio de la administración Trump amenazaban a este sector. Es importante, así como la exportación de los productos agrícolas para hacer frente a las demandas de este sector que dice ser perjudicado por el NAFTA, el fortalecimiento de los sectores productores de petróleo que generan miles d empleos a costa del deterioro ambiental.

Otro imperativo: frenar la influencia militar iraní en el área

La derrota militar de la revolución siria fue fraguada en diferentes actos y bajo la tutela de las grandes potencias. La visión maniquea en la que varias corrientes de la izquierda neo estalinista cayeron, fue el de querer ver un enfrentamiento entre el “anti imperialista “ El Asad y la intervención militar de los aliados occidentales encabezada por los EE.UU. Nada más alejado de realidad para entender el proceso que se dio y las enormes contradicciones en el campo burgués que llevaron a enfrentarse en el terreno militar . Toda esta dinámica fue sostenida por el deseo de las masas de deshacerse de la camisa de fuerza de la dictadura del partido BAAS que desde varias décadas controlaba todos los aspectos de la vida del pueblo sirio.

En este terreno, la puerta se abrió para que varias potencias del área jugaran un papel protagónico, empezando por Rusia que buscaba a toda costa mantener su base naval en el Mediterráneo y torcer el brazo al rival norteamericano. El apoyo incondicional de los rusos a la dictadura de El Asad fue determinante para alzarse con el triunfo. Pero un activo protagonista fue Irán. Miles de combatientes iraníes fueron a engrosar las milicias que enfrentaron a los rebeldes y al Estado Islámico.  Por otro lado, las milicias de Hezbolah sostenidas y financiadas por Irán pusieron también a sus hombres a combatir al lado de la dictadura.

Este avance militar en el área no fue del beneplácito de los sionistas que siempre han señalado a estas milicias como el principal objetivo militar a derrotar en la zona, lo que ha provocado ya varias intervenciones militares en el Líbano para tratar de erradicarlas.  Sin embargo, el fenómeno es mucho más complejo y la base social de apoyo hacia estos pero lo que es más importante, el odio hacia el ejército sionista hizo que tuviesen que retirarse sin lograr su cometido.

La punta de lanza del imperialismo en el área ha sido y seguirá siendo el estado sionista de Israel. El ejemplo de los turcos y de las sanciones que le han sido impuestas por el gobierno estadounidense ha sido bien claro. Los turcos son una de las potencias que han intervenido en el conflicto sirio para contra restar militarmente a la aspiración de la minoría kurda en sus fronteras que busca construir un estado kurdo unificado con los territorios que fueron desperdigados luego del reparto del botín imperialista luego de la primera guerra mundial.

Los turcos aprovecharon la coyuntura para avanzar y tomar la ciudad kurda de Afrin, lo que ayudó también a consolidar al electorado nacionalista fiel a Erdogan. Pero a pesar de todo esto, el gobierno yanqui ha tomado como pretexto la liberación de un pastor estadounidense preso después del fallido golpe de estado. Con la imposición de estas sanciones decretadas por tweet, con las cuales grava las exportaciones turcas de acero y aluminio en un 50 y 20 por ciento respectivamente la lira turca se ha desplomado en casi un 30%. Cabe recordar que las bases militares turcas, miembro de la OTAN han sido estratégicas para las intervenciones militares yanquis en la región.

Con este ramillete de sanciones, el imperialismo yanqui se asegura tener un rol hegemónico como potencia militar y económica en el mundo y en este caso en el Medio Oriente. Pero esto no le garantiza del todo que este plan funcione a largo plazo. Las contradicciones en el mismo seno del imperialismo y con el resto de las potencias imperialistas podría dar al traste todo este plan de los halcones.

El otro aspecto es la posibilidad de nuevos ascensos del movimiento de masas. Aprovechando el viento a su favor, el Keneset, el parlamento sionista aprobó un proyecto de ley racista del gobierno de Nethanyahu. Esto ha desatado una serie de movilizaciones desde los viejos aliados drusos que han combatido en el ejército sionista y de la población árabe-israelí que ven avanzar todavía más el régimen de apartheid sionista.

Lo que sigue siendo vital es de dotarse de un partido revolucionario que impulse las tareas democráticas que han sido pisoteadas por las potencias imperialistas y los regímenes de turno que han dividido y reprimido a las masas y sus legítimas aspiraciones nacionales, empezando por la creación de una Palestina laica democrática y no racista.


Por Nicolás Le Brun

El ejército de ocupación sionista hizo gala una vez mas de su brutalidad criminal al masacrar centenas de gazatíes que se dirigieron hacia la frontera para protestar contra el traslado de la embajada yanqui a la ciudad de Jerusalén. Este gesto de la administración Trump, es algo más que simbólico, representa una avanzada más de este gobierno para restablecer una posición de fuerza en esta área marcada por una escalada de conflictos. Estos mismos son el reflejo de las pugnas interimperialistas y de procesos revolucionarios que, en diferentes grados se desarrollan en la región.

Trump busca marcar el paso y toma la iniciativa

Desde la campaña electoral, el entonces candidato Trump anunciaba la mano con la que se iba a mover su administración. Lejos de las posiciones “consensuadas” de su predecesor, la nueva administración buscaría restablecer una relación de fuerzas más favorable para los yanquis.

Durante las dos administraciones de Obama, las relaciones con el gobierno israelí fueron tirantes. La derecha que representa el gobierno de Netanyahu había ya manifestado su descontento con el gobierno de Obama, al no sentirse suficientemente respaldado con respecto a la política de colonización de los territorios ocupados y en el caso de las intervenciones sionistas en la banda de Gaza que provocaron también centenas de muertos en el campo civil gazatí. No por ende, como lo enunciábamos en artículos anteriores, el flujo de dinero del gobierno estadounidense, no ha cesado de fluir. El cordón umbilical del Estado de Israel es bien la transferencia de millones de dólares anuales. En este sentido, la transferencia de la ayuda militar al Estado hebreo es de alrededor de 3,8 millardos de dólares anuales. Esta suma aprobada por la administración Obama garantiza este monto por una duración de diez años. El objetivo de este enorme financiamiento, es que Israel defienda los intereses imperialistas en el área. Por mas fricciones con el gobierno anterior, este flujo de dinero no dejó de llegar y por el contrario, importantes ajustes se hicieron para que aumentara, dada la importancia estratégica que juega Israel.

Hace un año, en su primer desplazamiento fuera de los Estados Unidos, Trump fue de visita a otro de los mejores aliados que tienen en la región. Esta vez, la visita correspondió a la monarquía wahabita de Arabia Saudita. Este aliado de los yanquis está llevando a cabo una intervención militar en Yemen para combatir una milicia chiita pro-iraní, Ansarolá. Esta intervención cuenta con el apoyo de los yanquis que ven una manera de contrarrestar el peso de Irán en la zona. El acuerdo de venta de armas entre los Estados Unidos y el país anfitrión fue la cereza sobre el pastel. Cerca de 300 millones de dólares en la próxima década serán transados. En esta misma época, los Estados Unidos bombardeaban una base aérea, lo que enviaba una señal fuerte de apoyo a la monarquía saudita.

Sin embargo, el asunto no se detenía ahí. Los yanquis tenían ya en la mira el acuerdo nuclear iraní, el cual fue el motivo de cierto enfriamiento de relaciones entre los Estados Unidos, Israel y los aliados del Golfo Pérsico como el reino wahabita.

Este acuerdo firmado en Viena en 2015 entre el gobierno iraní, la Unión Europea y el G5+ 1, los miembros del consejo de seguridad de la ONU y Alemania. A este grupo se une Rusia. Este acuerdo le ofrecía a Irán un levantamiento de las sanciones económicas que aquejaban al país desde casi una década. Los países de la UE se precipitaron para lograr acuerdos comerciales con los cuales sus empresas obtuvieron jugosos contratos en diferentes dominios. Este levantamiento de sanciones fue avalado el año pasado por la agencia de control nuclear.

Pero de forma intempestiva, por medio de un Tweet, el presidente Trump anunciaba que pensaba retirarse del acuerdo nuclear iraní.  Este anuncio hizo que las potencias de la UE, empezando por el presidente francés Emmanuel Macron se precipitaran hacia Washington para tratar de dorarle la píldora a Trump. Luego de una estadía digna de la portada de revistas de moda, el presidente francés regresó con una sola constatación: el de ser un socio secundario en el concierto internacional. Después de Macron, la canciller alemana, Ángela Merkel hizo lo propio con el mismo resultado. Varios días después, el presidente Trump anunciaba que los Estados Unidos se retiraban del acuerdo nuclear de 2015. Esta medida que pone en peligro los acuerdos comerciales con los países de la UE, pero también representan un peligro para las inversiones chinas en el contexto internacional, han dejado declaraciones que expresan la amplitud del conflicto inter imperialista. El presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, declaraba, el 16 de mayo de 2018: ”viendo las últimas decisiones del presidente Trump, se podría pensar que con amigos así, para que enemigos”  En la misma longitud de onda, el presidente del gobierno europeo, Jean-Claude Juncker declaraba en el mismo sentido que “ Washington no quiere cooperar con el resto del mundo…estamos en un estado donde debemos remplazar a los Estados Unidos  que, como actor internacional, ha perdido su vigor y que a largo plazo perderán su influencia”

En otro escenario, la guerra civil en Siria ha redefinido el escenario político militar en los últimos dos años. Los acuerdos Múnich el marco de la conferencia mundial de seguridad, le dio un espaldarazo al régimen genocida de El Asad y cimentó la intervención militar rusa en el conflicto. Este acuerdo sobre entendía que las milicias ligadas a Irán como el Hezbollah y las guardias de la revolución, combatientes directamente venidos desde Irán. Por otro lado, las fuerzas armadas yanquis se instalaban en el norte de Siria para “equilibrar” la relación de fuerzas, mientras los aliados turcos de la OTAN se disponían a hacer una limpieza en sus fronteras para erradicar las milicias kurdas. En todo esto, el gran perdedor fue el movimiento revolucionario sirio que fue ahogado en sangre por el Estado Islámico, el régimen sirio y sus aliados y las tropas gringas y de la UE.

Una vez “estabilizada” la región, los Estados Unidos y su aliado sionista deciden pasar a la ofensiva. El traslado de la embajada yanqui, seguido de dos países lacayos como Guatemala y Paraguay, es la punta del iceberg.

El traslado de la embajada: ¿una locura de Trump?

Lejos del análisis de la fenomenología de la personalidad del presidente estadounidense, lo cierto es que detrás de él se mueven los halcones que, en las administraciones republicanas de los Bush, padre e hijo, marcaron la ruta de la política internacional. Una política que refleja en endurecimiento del rol de la principal potencia del planeta, en momentos que otras potencias surgen como nuevas amenazas a esta hegemonía. El nombramiento de Michael Pompeo, representante del ala más dura de la burguesía republicana yanqui, es un reflejo de esta orientación.

El traslado de la embajada entra en este contexto, no es un hecho aislado, a pesar que también busca ganar las simpatías de un electorado ultra conservador evangélico, firme aliado y actor fundamental de la victoria de Trump. Las elecciones al senado de medio periodo en los Estados Unidos se acercan (en el mes de noviembre) y con esta medida, el gobierno yanqui asegura sus fichas en varios frentes.

En todo este contexto, las movilizaciones del pueblo palestino para conmemorar esta fatídica fecha, la creación del Estado de Israel, lo que representa la Nakba (tragedia) y la expulsión por las milicias sionistas de millones de palestinos hacia países vecinos, donde posteriormente fueron reprimidos, oprimidos y de nuevo masacrados por los gobiernos colaboracionistas de Jordania y Líbano.

Esta gran movilización ha hecho desencadenado a través del mundo una ola de solidaridad con la población palestina y sobre todo con los que se encuentran en la franja de Gaza, la mayor prisión a cielo abierto del planeta, víctima de un bloqueo por parte del Estado sionista con la complicidad del gobierno lacayo de Egipto.  El periódico israelí Ha’Aretz en su edición del 15 de mayo evoca que “la posibilidad de una tercera Intifada está más cerca que nunca”

¿Una solución a dos Estados?

Luego de los Acuerdos de Oslo en 1993, donde la dirección de Al Fatah de Yasser Arafat pactó con el gobierno de los Estados Unidos y con el Estado de Israel la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en los territorios ocupados, el retroceso programático de las diferentes corrientes que combaten política y militarmente al sionismo no ha cesado. Los mismos dirigentes islamistas de Hamas han dado marcha atrás en su programa y proponen la existencia de un Estado palestino de acuerdo a las fronteras de 1967 con Jerusalén como capital.

Para los socialistas revolucionarios, el reconocimiento del Estado de Israel es una claudicación total a las aspiraciones del pueblo palestino y a los objetivos de la revolución socialista para el área.

Las dirigencias burguesas religiosas musulmanas han aprovechado para impulsar el confesionalismo en sus territorios y enfrentar en este nivel a las masas. La implantación de la sharia hace el mismo efecto que las leyes racistas y confesionales que rigen el estado sionista.  Sin embargo, el combate de estas direcciones al estado sionista es progresiva pero carente de un elemento fundamental; la independencia de clase de las masas palestinas y la creación de estructuras democráticas para impulsar la movilización.

Dentro de este contexto, nuestra consigna sigue siendo la de construir una Palestina Laica y democrática que garantice el regreso a los millones de refugiados palestinos que viven en campos en países vecinos en primer lugar. Un Estado laico que garantice los derechos democráticos fundamentales a todos sus habitantes sin tener en cuenta de su credo.


Por Leonardo Ixim

Las revueltas obreras contra la teocracia chiíta en Irán y una serie de rebeliones en varios países del área, además del movimiento de piezas entre las potencias en la empantanada guerra civil siria, la guerra en Yemen, las elecciones en Egipto, pais clave en la región controlado por un gobierno autocrático, la rebelión en Túnez, Marruecos y Sudán, el espaldarazo del gobierno de Trump al Estado fascista Israelí para posicionarse sobre Jerusalén y el derecho a la autodeterminación de palestinos y kurdos.  Todos estos acontecimientos pintan un escenario donde los intereses de las potencias imperialistas intervienen en los distintos conflictos de la región

Una teocracia producto de la revolución

Se acaba de iniciar el año con la noticia de las movilizaciones que obreros, estudiantes, mujeres y desempleados han protagonizado en el país persa. Estas son las movilizaciones más grandes después del denominado movimiento verde en 2009. Lo que motiva es la situación socioeconómica de las masas iraníes, a diferencia del movimiento verde que se caracterizó por denunciar el supuesto fraude electoral del presidente Ahmadinejad y las exigencias de derechos democráticos.

Hasan Ruhani, un reformista, fue re-electo en mayo de 2017, con el 57.13 por ciento en una participación masiva del 73 % de los empadronados, por el Partido Moderación y Desarrollo, imponiéndose sobre una serie de candidatos apoyados por los sectores conservadores de la clase dominante. Ruhani prometió que la negociación con las potencias nucleares el Grupo 5 más 1de levantar las sanciones que el imperialismo impuso a Irán a cambio de que Naciones Unidas inspeccionen el programa nuclear iraní, del que en todo momento Teherán siempre adujo que es para fines pacíficos, se traduciría en la lluvia de inversiones en sectores estratégicos claves como petróleo, la industria automotriz, petroquímica, etc., que serían de beneficio a la población.

Rohani asumió en 2013 sobre el candidato del ex presidente Ahmadinejad y los conservadores, prometiendo abrir a Irán al comercio mundial.  El segundo asumió en 2006 bajo un programa de carácter populista que se caracterizó por impulsar programas sociales asistenciales respaldándose en la clase trabajadora. Ahmadinejad se reeligió en 2009 en elecciones que los reformistas calificaron de fraudulentas y promoviendo el movimiento verde protagonizado por sectores de capas medias; estos verían coronar su éxito con la llegada del actual presidente; además de que la alianza entre los populistas y conservadores se rompería y la candidatura de Ahmadinejad fuera prohibida para las elecciones de 2017, por el Consejo de Guardianes.

El régimen político en Irán

El régimen político iraní se caracteriza por elecciones periódicas cada cuatro años, pero previa aceptación de Consejo Guardianes, conformado por clérigos chitas dirigidos por el Ayatollah Ali Khameni, quienes aplican severamente la ley islámica y su interpretación chiíta en todos los órdenes de la vida social y política. Este sistema es producto de la contra-revolución que se impuso tras la revolución y el derrocamiento del Sha Reza Pahlevi en 1979, una monarquía odiada por la población sostenida por Estados Unidos donde este país era pieza clave de los intereses gringos.

El quiebre político se caracterizó por la insurrección de las masas y la creación de consejos obreros en fábricas los Shoras, la influencia del Partido de Masas (Comunista) de Irán -Tudeh por su nombre en persa- que bajo su orientación estalinista y las directrices de Moscú, le apostó a la dirección de un sector de la burguesía que rompió con el Sha y las potencias imperialistas. Este rompimiento fue del denominado bazar, o el sector burgués preocupado por el mercado interno y la dominación regional, representándose en los mullah o clérigos chitas. La contrarrevolución se impone a partir de la guerra que la dictadura iraquí de Saddam Hussein, apoyado por las reaccionarias monarquías del golfo Pérsico, apertrechado por los gringos y con el visto bueno de la URSS, lanza contra Irán. A lo interno el Ayatollah Jomeni y los clérigos afianzan su poder sobre los Shoras, el movimiento kurdo Rahjilat que participó en la revolución y donde la izquierda tuvo su mayor apoyo y al mismo partido comunista, así como el Socialista Internacionalista de orientación trotskista, que fueron perseguidos.

Irán, actor clave regional

A posteriori dentro del bloque dominante se imprimió dos líneas, los reformistas que le apostaban a mayor dosis de libertades y a vincularse en el mercado mundial y los conservadores, cercanos a la teocracia y al mercado nacional y regional y una tercera, la populista. Estas líneas compiten por el control geopolítico contra  Arabia Saudita apoyada por Estados Unidos e Israel, en una virtual guerra fría contra esta monarquía absoluta en guerras en Yemen, invadido por Arabia Saudita para detener un movimiento chiíta y Siria; además de disputarse la dirección de las dos corrientes del Islam, la chií y la suní. En la actualidad Irán tiene el respaldo o por lo menos la neutralidad de Turquía y Qatar, distanciados de Riyadh.

Regresando a las causas de la rebelión, la crisis de los precios del petróleo, el embargo que aun persiste y que Trump promete mantener si no se desmantela el programa nuclear iraní y la capacidad bélica convencional, la política de privatizaciones de Ruhani por exigencias del Fondo Monetario Internacional para préstamos con el fin de garantizar las inversiones extranjeras, entre otras cosas, provocaron que tan solo el año pasado la hegemonía de los reformistas se viniera a pique sobre todo en la clase trabajadora, con huelgas en la industria petrolera (estatal aun), automotriz controlada por transnacionales europeas, ingenios de azúcar y otros sectores. La explosión en una mina y la muerte de 40 mineros y la visita de Rohani a la tragedia provocó airadas protestas de los sobrevivientes y familiares de los muertos.

En un escenario de aumento constante de los precios de primera necesidad, en un país donde 40 % se encuentra en la pobreza,  se generaron protestas en las principales ciudades del país, al grado que en bastiones de la teocracia como la ciudad santa de Qum y en pequeñas ciudades obreras, que no se levantaron en 2009,  obreros, estudiantes y desempleados se enfrentaron con la policía y la Guardia Revolucionaria, provocando 20 muertos y 3,700 detenidos;  la participación de mujeres jóvenes también fue importante en un país donde éstas son considerados según el Islam propiedad de los hombres.

La reacción del régimen fue de represión, pero cuando los manifestantes asumieron consignas contra los mullah y el Ayatollah Ali Khamendi y la quema de comisarías, la respuesta fue las acusaciones a Israel, Arabia Saudita y Estados Unidos de estar atrás de las protestas y la oferta de diálogo. Por supuesto no se descarta la presencia de agentes extranjeros, el uso de corrientes reaccionarias como los monarquistas o de grupos fundamentalistas suníes apoyados por Washington y Riyadh.

En un primer momento se mencionó que los conservadores impulsaron las protestas, pero cuando éstas adquirieron un tono contra el régimen, en su conjunto se sumaron a los reformistas y al gobierno contra los manifestantes. Paralelamente Trump, Macron, el canciller británico y alemán, la jefa de la diplomacia de la Unión Europea hipócritamente, aprovecharon para exigir respeto a los derechos humanos.

Pero la estrategia de EU y Europa se bifurca, mientras que el primero presiona más a Teherán, Bruselas junto a Beijín y Moscú, están por mantener el acuerdo en materia nuclear y se presenta  una serie de inversiones de parte de empresas como Total de Francia, Gazprom de Rusia, Volkswagen, OMV de Austria o la china CNC en exploración petrolera, automotriz, infraestructura respectivamente. El discurso altisonante de Trump sobre mayores sanciones a Irán -que en su visita a Arabia Saudita acusó de Irán de promover el terrorismo y apoyar a la reaccionaria monarquía wahabita con la venta de una cantidad millonaria de armas- ha envalentonado al interior de Irán al régimen, desmontando por ahora las protestas.

La izquierda por su parte, encarnada en el Tudeh, el estalinista Partido de los Trabajadores Tofuan, sindicatos como de choferes de buses de Teherán, el Sindicato Libre Unido, la Asociaciones de Electricistas y Trabajadores del Metal, el Centro de defensores Laborales y la Alianza de Socialistas Sirios e Iraníes, han apoyado y sumado a las protestas y denunciado el intervencionismo de Estados Unidos y otras potencias. Tendrían que conformar sobre todo en las ciudades levantadas comités de barrios y empresas, para disputarle el poder a la teocracia y las distintas corrientes burguesas y evitar que el imperialismo intervenga desviando rebeliones como en Libia, Irak y Siria o respaldando a gobiernos afines a sus intereses como Egipto, Turquía, Jordania, Arabia Saudita, Bahréin, Marruecos, el mismo Israel.

Por supuesto que esto pasa por el derecho a la autodeterminación del pueblo kurdo dividido en cuatro países, Siria, Turquía, Irak e Irán, sobre  el fetichismo de la unidad de estos países producto de las fronteras coloniales que las burguesías árabes aprovecharon y que la izquierda mundial con el respaldo de Rusia defiende, así como de otras minorías en Irán como los árabes suníes de Juzestán y otras provincias al sur, azeríes fronterizos con Azerbaiyán y minorías religiosas como los zoroastros, judíos y cristianos.


Por Nicolás Lebrun

En el año de 1948, la Asamblea de las Naciones Unidas vota la resolución que da origen al Estado de Israel.

Apuntalados por los Estados Unidos de América, las fuerzas sionistas desplegaron un reino de terror en el cual arrasaron con pueblos palestinos enteros, lo que provocó el éxodo de millones de personas de esas tierras. Esta política de tierra arrasada no solo causó la eliminación de Palestina como nación, si no que también fue la pérdida de la antigua autoridad colonial inglesa sobre ese territorio.

Después de la segunda guerra mundial, el papel de los Estados Unidos como primera potencia económica y militar del planeta, hizo que las antiguas potencias imperialistas, las del viejo continente fueran perdiendo sus colonias y por lo tanto sus zonas de influencia. Esto no fue necesariamente la desaparición total de sus intereses, pero a sabiendas que jugarían desde ese momento un rol de segundo orden. 

El Estado sionista le posibilitó entonces a la burguesía yanqui de abrirse terreno en el Medio Oriente con este enclave que hasta la fecha se ha mantenido en gran parte a las transferencias de dinero de Washington. Anualmente, los Estados Unidos otorga cerca de tres millardos de dólares al estado sionista, sin contar los cerca de 3 millardos adicionales en ayuda militar para el desarrollo armamentista y los 2 millardos que contribuyentes privados envían. Todo esto no toma en cuenta otras ventajas adicionales que los yanquis le dan a sus aliados en esta estratégica zona.  En el campo militar, Israel es el principal aliado de los E.E.U.U por fuera de la OTAN. El control de la zona aledaña al canal de Suez le permite el flujo de petróleo en cantidades suficientes y en un buen tiempo. El oleoducto del canal represente cerca de tres millones de barriles diarios que, de ser cerrado este canal, pondría a los Estados Unidos en una situación de penuria energética, dado que una sola desviación en esta importante vía provocaría un aumento significativo en los costes de los derivados del petróleo. Todo esto por cuanto, el cierre de este oleoducto, Suez-Mediterráneo, haría que los grandes buques se retrasaran cerca de diez días en sus entregas, un costo que, en este contexto de crisis, no están dispuestos a pagar.

Pero esta historia de acercamiento entre la burguesía gringa y los sionistas no es nueva, empieza desde que la administración del presidente Wilson en 1917 apoyaba ya la declaración de Balfour, la cual proponía y acuerpaba la creación de un estado sionista en el protectorado británico de Palestina.

En otro campo, el electorado yanqui sionista, representa cerca del 16% del total del electorado demócrata. A lo largo de los años, después de la creación del estado sionista, las diferentes administraciones le han silbado al oído a esta franja de votantes. Pero el interés de esta alianza va mas allá de los fines electorales. La zona en la que se creó el enclave es de vital importancia para los intereses de la burguesía yanqui. De hecho, es casi una ocupación indirecta en la zona vía el ejército sionista.

Sin embargo, los yanquis no son los únicos socios de Israel. Francia y Alemania le han proporcionado importantes cantidades de armamentos que van desde los aviones Dassault franceses que se usaron en la guerra de Seis Dias hasta los submarinos de fabricación alemana que pertenecen a la marina de guerra israelí. Todo esto sin exceptuar la inmensa colaboración de Francia en el programa nuclear israelí que le permitió al Estado sionista de poseer desde la década de los sesenta de la bomba nuclear.

Este marco pintado a grandes trazos da una idea de los grandes intereses económicos políticos y militares que se fraguan por esos lares.

El regreso con fuerza del tío Sam

Durante la administración Obama, la política exterior en el Medio Oriente si bien en el fondo no tuvo cambios sustanciales, en la forma no fue bien acogida por el lobby sionista. Este lobby sionista no solo está compuesto por personas de origen judío, sino también por toda la derecha evangélica cercana al Tea Party y el partido Republicano fundamentalmente.

La primavera árabe vino a remover un poco los cimientos del rol de los Estados Unidos en el área. Este periodo donde las masas vinieron a sacudir algunos regímenes aliados de los yanquis no fue bien tomado por los sectores más conservadores. La caída de Mubarack en Egipto y el ascenso de los hermanos musulmanes con el gobierno de Morsi representó todo un periodo de inestabilidad que crispó la epidermis del estado sionista y del lobby imperialista. Esta crisis se saldó con el brutal golpe de estado que puso al general Sissi en el poder, para garantizar el retorno al status quo.

El desmembramiento de Libia y la posterior entrada en escena de las masas sirias hicieron que las luces del tablero se volvieran a poner en rojo.  Los acuerdos de Munich sirvieron en bandeja de plata la cabeza de la revolución siria para que los Estados Unidos y Rusia se transformaran en los gendarmes del área, sin poner en duda el papel mayoritario de los yanquis que controlan el grueso de las vía de abastecimiento energéticas.

Este punto es fundamental para entender como el gobierno de Trump aprovecha el hecho que uno de los procesos de lucha más importantes de los últimos tiempos fuera derrotado con el contubernio de las potencias del área, desde los iraníes hasta los sionistas.

Durante cinco años, diferentes grupos que van desde los djihadistas del Estado Islámico que buscaban imponer un estado secular sunita con una nueva burguesía salida de la implosión del estado de Irak entre otros, no pudo ver el día por mucho tiempo. La urgencia de contrarrestar a las otras fuerzas que combatían al gobierno de Hassad hizo que los rusos y los yanquis firmaran este pacto. Los rusos podrán conservar su base naval en el Mediterráneo, pero sin afectar el trasiego de carburantes.

Los recientes acuerdos entre Fatah, el gobierno de la Autoridad Palestina y Hamas, el gobierno de la banda de Gaza, para que el control de este último territorio pasase a manos de la AP, ha sido muy significativo. Es un reconocimiento a la autoridad representada por Fatah, la fracción palestina que ha reconocido el estado de Israel, al contrario de Hamas, que hasta el momento se ha negado a hacerlo.

La flexibilización de posiciones podría hasta pasar por el también reciente acuerdo entre el estado sionista y la ANP para que Israel proporcionase 33 millones de litros cúbicos de agua. Desde la creación del estado de Israel en 1948, las fuentes de agua han sido expropiadas y puestas bajo control israelí, lo que ha provocado una enorme desigualdad en cuanto al acceso al agua. Solo en la banda de Gaza, cerca del 90% del agua disponible no es potable, suma casi inversa del lado de los colonos y las ciudades israelíes. Todos estos recientes acuerdos antes citados han sido con el beneplácito del gobierno de Trump-Pence, que ha visto en ellos una forma para llegar a un acuerdo de paz.

La decisión de trasladar la embajada de los Estados Unidos a Israel, no solo viola las resoluciones de la Asamblea de la ONU y de su consejo de seguridad, que “reconoce” las fronteras de Israel antes de la guerra de los seis días en 1967, donde se empararon de la ciudad y de la franja de Gaza.  El golpe proporcionado a las masas en Egipto con el golpe de estado que abortó la situación revolucionaria y la consecuente derrota de las masas sirias que no han logrado derrocar al tirano de el Assad, entre otros aspectos, hace que la coyuntura para Trump sea favorable para pasar a la ofensiva en el terreno de la diplomacia. Las masas palestinas que encabezaron la primera y segunda Intifada vieron como su lucha fue traicionada por las dirigencias de Fatah y luego por los integristas islámicos de Hamas en su afán de derrotar la ocupación sionista. Lejos de eso, todo esto ha provocado que el sionismo con la complicidad de las burguesías imperialistas logre avanzar con sus proyectos de construir nuevas colonias en los territorios ocupados.

Urge una nueva dirección para encabezar la lucha contra el Estado sionista

LA derrota del estado sionista pasa fundamentalmente por una gran movilización de masas. Estas lo han demostrado por décadas pero en contra parte, las direcciones temen más a las masas, que harían que perdieran sus privilegios de clase, que a la situación actual. El gobierno de la ANP se ha transformado en un freno así como la dirección de Hamas que le ha puesto un camisón de fuerza a las nuevas generaciones que cercen hacinadas y bajo la ocupación.

En este sentido, el PSOCA sigue levantando la bandera de la creación de una Republica Palestina laica y democrática que se contraponga a los estados teocráticos de la región y que asegure el camino a una federación socialista de repúblicas de Oriente Medio.

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