Por Leonardo Ixim

Durante la semana recién finalizada se realizó la Convención Nacional Demócrata (CND), donde fue nominado el ex vice-presidente de la época de Obama, Joe Biden y la candidata a vice-presidente Kamala Harris; también se está realizando la Convención Nacional Republicana (CNR), donde se nominará al actual presidente estadounidense Donald Trump y al vice-presidente Mike Pence como candidatos.

Elecciones en un ambiente de luchas sociales

Las elecciones programadas para el tres de noviembre están inmersas en un ambiente de crispación social. En los últimos años asistimos a una radicalidad en la lucha de clases en esta potencia, que se manifiesta en las recientes movilizaciones de este año, de la juventud y los trabajadores, a raíz de la violencia policial tras la muerte de George Floyd en la ciudad de Minneapolis.

La violencia policial afecta sobre todo a las comunidades negras y latinas por el racismo estructural sobre el que esta edificado ese pais, pero no solo, y eso se demuestra en que estas movilizaciones fueron concurridas por personas de todas las razas. En los últimos años, a partir del gobierno de Obama, la protesta en los barrios negros reflejo de ese racismo estructural, adquirió fuerza; es en ese momento que se forman grupos como Black Lives Matter. A esto se agrega que las policías locales se fueron militarizando, tanto en las gestiones demócratas como republicanas.

Pero a partir de la crisis económica mundial de 2008 y la quiebra de conglomerados financieros como el Lehman Brothers, donde los principales Estados imperialistas, para evitar una quiebra masiva del sistema financiero inyectaron miles de millones de dólares para salvarlos, a la par que se lo cargaron a la clase trabajadora, ésta ha ido despertando, aunque paulatinamente, debido al papel nefasto de las burocracias sindicales. De allí que en los últimos años en ese pais, sectores como los trabajadores industriales -automotrices-, estibadores, servicios -trabajadores de Amazon por ejemplo-, sector público -maestros y hasta trabajadores de la NASA- por un lado. El movimiento por aumentar el salario mínimo, a US$15 dólares la hora, protagonizado por trabajadores de restaurantes de comida rápida, muchos de origen latino y sectores independientes FreeLancer con educación universitaria, que conformaron el Occupy Wall Street, entre otros.

Esto ha generado una onda explosiva que ha golpeado al régimen político, generando dos fenómenos diferenciados, tanto en el Partido Demócrata como el Republicano.

Cisma en el régimen político

Por la derecha, en el Partido Republicano, dio pie al aparecimiento del fenómeno Trump. Un personaje proveniente del mundo de los negocios, aunque no de la oligarquía financiera. Un vividor de los sectores emergentes, que, con un discurso ultraconservador, racista y agrupando atrás de sí, a lo mas reaccionario de ese partido, emergió como candidato, desplazando a otros sectores tradicionales republicanos, ganando las elecciones en 2017. A regañadientes, los importantes conglomerados monopólicos de la burguesía le terminaron dando su apoyo.

A su vez ha creado una base social, sobre todo de población blanca de ciudades pequeñas y medianas, que es proclive al racismo, aunque no solo -paradójicamente de algunos negros y latinos acomodados también-; además de algunos sectores obreros de ciudades del nor oeste arruinados por la desindustrialización, quienes eran base de los demócratas traicionados en el gobierno de Obama, quien como recordamos, al ganar en 2008 se presentó como el nuevo Roosevelt

Trump utilizó esto con un discurso de crítica al establecimiento que refleja mas una contra-revolución de derecha, con cierto apego en algunos sectores de las masas y cuyas intenciones son romper la estabilidad centenaria del régimen y ubicarse, como un verdadero hombre fuerte (un Bonaparte) sobre la sociedad.

Estos sectores obreros fueron perdiendo sus simpatías por Trump, por sus falsas promesas tales como generar empleo por medio de un plan de inversión en obras públicas, el regreso de industrias localizadas en otros países (muy pocas han re-localizado sus plantas); un Medicare (seguro de salud) distinto, que no iba a beneficiar a las empresas prestadoras de salud como el presentado por Obama al ser obligatorio -pero que cubría medianamente las necesidades de las y los trabajadores-. Y así, todo esto fue demagogia y en los hechos lo que recetó fue una reducción de los impuestos para los mas ricos, afectando mas a la clase trabajadora y la prestación de servicios públicos.

Por la izquierda, el fenómeno de crisis social post 2008, se tradujo en un fortalecimiento de las alas izquierdistas del Partido Demócrata, sobre todo en lo que ha sido en dos ocasiones la pre-candidatura de Bernie Sanders, que atrajo a una parte del activismo social mencionado, bajo el discurso de un socialismo democrático. Las ideas del socialismo tienen aceptación sobre todo en la juventud menor de 30 años, que se explica al ser los sectores mas afectados por la crisis.

La ilusión de jalar hacia la izquierda al Partido Demócrata no es nueva, por lo menos data de finales de lo sesenta con el movimiento anti-guerra y por los derechos civiles. En esta ocasión, ese papel lo cumplen los Socialistas Democráticos de América (DSA en sus siglas en inglés), una agrupación que rompe con el Partido Socialista y que cada vez se ha ido posicionando como la corriente de izquierda, dentro de los demócratas. Esto deja por fuera el intento de crear un partido de los trabajadores, el cual podría aglutinar al activismo social y las corrientes socialistas.

Otro reflejo fueron los resultados obtenidos por candidatos dentro del Partido Demócrata, en las ultimas lecciones ante la cámara de representantes en 2018, por candidaturas cercanas al DSA.  Entre ellos, algunas de origen migrante como la dominicana Alexandria Ocasio-Cortez; esta refleja el voto latino ante la represión de Trump contra las comunidades hispanas, muchas en situación de ilegalidad.

Las elecciones de noviembre son de suma importancia porque coinciden además de las presidenciales, con la elección para la Cámara de Representantes y para el Senado, donde muchas de estas candidaturas de base popular pero adaptadas en el Partido Demócrata, buscan su reelección

Las convenciones partidarias

Producto de la pandemia del COVID-19, en la cual Estados Unidos ocupa el primer lugar de contagiados y fallecidos a nivel mundial, debido en parte a la irresponsabilidad de la administración Trump, lo cual se tradujo en que las preferencias electorales por Trump han ido en picada, las convenciones de los partidos en contienda se fueron posponiendo. En estas elecciones, además de los partidos tradicionales, participa el Partido Verde que presenta a Howie Hawkins como candidato presidencial y el Partido Libertario, a Jo Jorgensen por su parte; estos a su vez obtienen votos de protesta de ambos lados del espectro.

La CND oficializó la nominación de Biden y Harris, una senadora y ex fiscal de California, cuya madre procede de la India y su padre es afrodescendiente, conocida por sus posturas duras y criminalizantes de las comunidades pobres. Esta convención se realizó de forma virtual y por televisión, con la participación de una pléyade de discursantes, entre funcionarios públicos, empresarios, sindicalistas, artistas, deportistas, etc., que se dedicaron a alabar la figura de Biden y presentarlo como el mas apto para derrotar a Trump, entre ellos el mismo Sanders.

Este último, pese a contar con 1,073 delegados y Biden 2,687, ya se había retirado de la campaña y al igual que en las elecciones anteriores que perdió contra Hillary Clinton, debido al peso de los super delegados (elegidos por el Comité Ejecutivo Demócrata y con mas de un voto). Esta vez se tuvo que tragar -fue muy crítico a la nominación de Clinton la vez pasada- el discurso y las promesas de moderación para atraer a los republicanos que apoyan a Biden, tales como Collin Powel, George Bush Junior, su hermano Jef, Condolezza Rice, Mitt Rommey, entre otros.

Se votó la plataforma mas progresista en la historia de ese partido, como el acceso universal a la salud, el incremento del salario mínimo, la descriminalización del uso de la marihuana, la legalización de la migración, el acuerdo multilateral de desnuclearización con Irán y hasta el derecho a la autodeterminación del pueblo de Puerto Rico, entre otros. Pero la presencia de los republicanos, impone la impronta de que no habrá un giro radical de Biden como es de esperarse, porque este partido impulsó también las políticas neoliberales de ajuste contra la clase obrera acompañando a Reagan y luego con William Clinton. Esto pone en una encrucijada al senderismo y al DSA y el debate queda abierto en torno a si es correcto, seguir fortaleciendo un ala de izquierda demócrata o crear un partido de los trabajadores.

La CNR que se realiza en Charlotte, Carolina del Norte, ya sin ninguna oposición por lo menos visible, re-elegirá la formula Trump-Biden (ya sin sectores como el Lincoln Proyect y Never Trump Movement, que apoyarán a los Demócratas) y una pequeña parte se irá para los Libertarios, pero lo cierto es que Trump afianza su poder en este partido.

En los últimos días la amenaza de parte de Trump de posponer las elecciones aduciendo hipócritamente el peligro al contagio y poniendo en entredicho la seguridad del correo, pues una buena parte se realizará de esa forma, ha evidenciado sus pretensiones de romper con el régimen liberal. Esto abre la posibilidad de movilizar a las masas contra Trump sin que signifique votar por Biden.