Internacionales

Por Orson Mojica

La guerra civil parece haber terminado en Libia con la toma de Sirtre, la captura, linchamiento y posterior ejecución del coronel Muamar Gadafi, el pasado 20 de Octubre, por parte de las milicias populares que le combatieron. La imperialista Organización del Atlántico Norte (OTAN), que bombardeó inclementemente el suelo libio, acaba de anunciar triunfalmente el cierre de las operaciones militares para el 31 de Octubre y su retiro del espacio aéreo libio.

Las banderas democráticas del imperialismo

La dinámica de la insurrección y guerra civil en Libia, así como las características de la intervención imperialista, deben ser analizadas por la izquierda centroamericana y latinoamericana.

Las manifestaciones opositoras en Bengasi, masacradas por la aviación de Gadafi, produjeron el estallido de la insurrección y el inicio de la revolución hace 8 meses, y con ello un cambio de posición de las potencias imperialistas, que anteriormente apoyaban a la dictadura de Gadafi.

Por razones muy particulares, por el hecho que Estados Unidos ha sido durante el último siglo el gendarme mundial que ha sostenido a todos los regímenes dictatoriales en el planeta, la mayoría de la izquierda centroamericana y latinoamericana no observó que la política “democrática” del imperialismo pretendía asaltar y destruir la revolución desde su propia e improvisada conducción.

La mayor parte de la izquierda,, viendo la realidad en blanco y negro, se solidarizó con  la dictadura de Gadafi, dando la espalda al proceso revolucionario y la guerra civil, que era parte indisoluble del terremoto revolucionario que se producía el norte de África y cuyas ondas expansivas golpean a Siria y al propio Israel.

Para detener el proceso revolucionario en Túnez, Egipto y Libia, Estados Unidos y la Unión Europea enarbolaron banderas democráticas, para engañar a las masas árabes que han soportado las dictaduras que las mismas potencias imperialistas han amamantado. Y en el país en donde la lucha adquirió rápidamente características insurreccionales y de guerra civil, como fue el caso de Libia, las potencias imperialistas decidieron primero imponer un ultimátum a Gadafi para que renunciara y se marchara del país, pero ante la resistencia de este, (por cierto parecida a la de Noriega en Panamá, a la de Sadam Hussein en Irak) optaron por apoyar la lucha insurreccional, pero de manera controlada, para evitar el desbordamiento revolucionario.

El “nuevo modelo” de intervención imperialista

La ejecución de Gadafi fue recibida con satisfacción por las potencias imperialistas. Barack Obama en su discurso resumió el triunfo de su política: “Hemos alcanzado nuestro objetivo sin poner a un solo soldado norteamericano sobre el terreno”.

El vicepresidente Joe Biden fue más categórico: “La misión de la OTAN en Libia funcionó tal y como estaba previsto, costó un total de 2.000 millones de dólares, no se perdió ninguna vida norteamericana y la responsabilidad fue compartida entre varios. Este es el modelo” (ElPaís 21/10/2011)

Si ese es el “nuevo modelo” de intervención imperialista, en el cual se utilizan banderas “democráticas” para engañar a las masas insurrectas, la izquierda centroamericana y latinoamericana, debe estudiar la fresca experiencia de la guerra civil en Libia y sacar las debidas lecciones. Es cierto que no logramos ponernos de acuerdo en torno a que bando apoyar militarmente en el transcurso de la guerra civil, pero ahora, de cara al futuro,  al menos debemos discutir y ponernos de acuerdo sobre cuáles son las principales tareas a impulsar para evitar que Libia se transforme nuevamente en una semicolonia del imperialismo norteamericano y europeo.

Los llamados a la reconciliación nacional

Ahora que la guerra civil ha terminado, como era de esperarse, los representantes del imperialismo mundial comienzan a hablar de “paz”, “reconstrucción”, “democracia” y “reconciliación”.

Ban Ki Moon, secretario general de la ONU, ha dicho que “El camino para Libia y su gente será difícil y lleno de desafíos. Ahora es el momento de que se unan todos los libios (…) a través de la unidad nacional y la reconciliación. Los combatientes de ambos lados deben dejar las armas pacíficamente. Este es el momento de sanar las heridas e iniciar la reconstrucción, tiempo de ser generosos en espíritu y no de venganza”.

Rusia al final abandonó a Gadafi a su suerte, y apoyo la intervención imperialista sobre Libia hasta que fueron garantizadas sus inversiones petroleras. Dimitri Medvedev, presidente de Rusia, declaró que “Esperamos que haya paz en Libia, y que todos aquellos que están gobernando el estado, los distintos representantes de las tribus libias, alcancen un acuerdo final sobre la configuración del poder y Libia se convierta en un estado democrático moderno". (BBC Mundo 21/10/2011)

Incluso, hay sectores del imperialismo, organismos internacionales,  que piden una investigación sobre la ejecución de Gadafi, no tanto por que deseen saber lo que realmente pasó, sino porque quieren evitar juicios y ejecuciones contra los sectores del gadafismo que abandonaron al líder y a última hora se pasaron al bando de la revolución, sobre todos aquellos sectores provenientes de las fuerzas armadas y de seguridad.

Las milicias populares: la clave de la situación

Pero lo que más preocupa a las potencias imperialistas son la proliferación de milicias populares. El aparato represivo del Estado burgués en Libia, conformado por la Policía y el Ejercito, que por 42 años fueron leales a Gadafi, casi han desaparecido en la escena. Una parte se sumó a la revolución, la otra se disolvió discretamente, y quienes pelaron hasta al final junto a Gadafi, han sido derrotados en el campo de batalla.

El verdadero poder en Libia no es el gobierno pro imperialista del Consejo Nacional de Transición (CNT), una creación de último momento de la sofisticada intervención del imperialismo mundial, sino las milicias populares. Estas son desordenadas, indisciplinadas, reflejan el caos de la revolución, pero sobre todo reflejan una forma de auto organización superior: son organismos embrionarios de un nuevo poder popular.

En la lucha contra Gadafi, las masas libias obtuvieron, a costa de mucha sangre, dos grandes conquistas: las libertades democráticas y las milicias populares. Y ahora que la guerra civil ha terminado, la estrategia imperialista se concentra en un solo punto: desarmar a las milicias, y reclutar de entre sus miembros a los policías y soldados de las nuevas fuerzas armadas que quieren reconstruir.

El imperialismo y el CNT están desarmando las milicias

Mucho antes del ajusticiamiento de Gadafi, siguiendo los consejos de sus amos imperialistas, los títeres del CNT habían comenzado el proceso de desarme de las milicias, y de conversión de los milicianos en policías y soldados de las nuevas fuerzas armadas.

El Comité Supremo de Seguridad, que reúne a los principales líderes militares de las milicias, que reflejan en su composición a las diferentes tribus y etnias desparramadas por las ciudades libias, se había comprometido en disolver las milicias apenas terminara la guerra civil, y esta situación ha llegado. Ali Tarhouni, vicepresidente del CNT, ha declarado que “cuanto más las fuerzas policiales asumen el control, entonces la mayoría de las milicias se mueve fuera de la ciudad''.

Esta fuerza policial es la misma de la época de Gadafi, ahora nutrida con elementos provenientes de las milicias. Mohamed Ali, coordinador del grupo a cargo de la seguridad en el llamado Equipo de Estabilización del CNT, declaró que “Nuestra prioridad es unificar los cuerpos de seguridad en un solo comité. En Trípoli hay cuatro batallones bajo mando de cuatro comandantes. Pero también hay 5.000 shabab [jóvenes] de Misrata, 2.000 de las montañas de Nafusa [al suroeste de la capital] y 3.000 tripolitanos armados. Además tenemos la policía, que está regresando a las comisarías, y estamos formando la Guardia de Seguridad Nacional, recién creada por el Consejo Nacional Transitorio".

Hasta que se elija el Gobierno interino, los shabab conservarán sus armas porque esto no ha terminado todavía" Entonces se les ofrecerán empleos, dinero o cursos educativos para que entreguen el armamento. Quien quiera conservar un fusil, podrá hacerlo, pero tendrá que ser incluido en un registro. En ningún caso podrán mantener en su poder armas más potentes"(El País, 02/09/2011)

El problema tribal

Libia es una sociedad tribal, mantenida así, de manera artificial, por Gadafi para mantenerse en el poder largo tiempo. En la lucha contra la dictadura de Gadafi, de las cinco tribus principales, tres de ellas ( Warfalla, Zuwayya y Tuareg) se rebelaron, mientras que las tribus Khadafa (a la cual pertenecía el propio Gadafi) y Megarha le prestaron apoyo.

Estas dos últimas tribus son originarias de Tripolitania, la región costera oeste de Libia. Al desaparecer Gadafi, a unidad de acción que establecieron durante la insurrección y la guerra civil, puede generar tendencias centrípetas que pueden ser utilizadas por las  potencias imperialistas para debilitar la revolución, hasta aniquilarla.

Un programa para la revolución Libia

No se puede desde la distancia incidir en los acontecimientos revolucionarios, aunque si podemos discutir lo que conforme a las experiencias de la revolución centroamericana, recomendaríamos a los revolucionarios en Libia.

1.- Una vez finalizada la guerra civil, el enemigo número uno es el gobierno proimperialista del CNT. Abajo los burgueses y gadafistas conversos dentro del CNT, por un gobierno provisional de las milicias populares!

2.- No al desarme de las milicias populares, por la centralización democrática de las milicias populares. Por la disolución completa del ejército, los servicios de seguridad y la policía de la época de Gadafi. Juicio y castigo ejemplar a los asesinos del pueblo.

3.- por la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, libre, soberana y democrática, que represente a toda la población, tribus y etnias, y que discuta una nueva Constitución y como explotar la riqueza petrolera en beneficio del pueblo, y no de las transnacionales.