Medio Oriente

 

Por Maximiliano Fuentes

Desde hace algunos años las sociedades árabes han venido movilizándose en contra de los regímenes totalitarios que les han gobernado. 

 

Estos procesos de movilización han dado apertura a situaciones revolucionarias en el mundo árabe, y  a pesar de las intensas jornadas de lucha y del derrocamiento de los gobiernos de Ben Ali, Hosni Mubarak y  Muamar Gadafi en Libia por el accionar combativo de las masas, estos procesos revolucionarios no han logrado culminar en la constitución de un Estado democrático. Lo anterior por diversas razones, pero sin duda por la participación de las naciones imperialistas de occidente y el papel de las direcciones de los nuevos movimientos sociales árabes.

En el caso concreto de Egipto, la Junta  militar que asumió el control del gobierno era parte medular del régimen de Mubarak, es decir, aunque el dictador fue expulsado por amplias movilizaciones y huelgas generales, el mubarakismo continuaba al frente del Estado egipcio. Evidentemente, este amplio sector del gobierno anterior ejercerá un rol transicional, dado que la orientación política para este sector es avanzar hacia la constitución de un régimen democrático burgués dejando a un lado las amplias pretensiones sociales y de participación democrática del pueblo egipcio.

Las reformas democráticas

Llama poderosamente la atención las causas que han impulsado las enormes movilizaciones en el mundo árabe, a diferencia de  algunos procesos revolucionarios gestados en la historia política de América latina o en otras regiones del mundo que son impulsados por una profunda crisis social y económica, en el mundo árabe este proceso de amplias transformaciones esta profundamente ligado a la necesidad de derrocar a los regímenes totalitarios que se han mantenido en el poder durante décadas, aboliendo la participación democrática y violentando de forma profunda los derechos humanos. 

Este proceso de reclamos populares por la abolición de los regímenes totalitarios y la constitución de Estados democráticos llama poderosamente la atención para los gobiernos imperialistas de Europa, los Estados Unidos y hasta la misma Rusia. Evidentemente, su preocupación esta determinada por las inversiones económicas y las empresas de capitales que proceden de cada uno de sus países. Es el temor a una revolución política que expropie y estatice la propiedad privada las que les hace intervenir de diversas formas en el conflicto.

La guerra civil en Siria

La guerra civil en Siria es un proceso de lucha en forma de rebelión  popular que contempla enfrentamientos sociales, políticos y de lucha armada. La misma dio inicio el 26 de enero de 2011, influida por las protestas y las grandes movilizaciones del mundo árabe. Desde sus comienzos, es decir desde las primeras movilizaciones las fuerzas represivas del Estado sirio asesinaron unos 7.000.00 civiles y miles resultaron heridos. Es legitimo señalar, que este proceso tuvo como epicentro las grandes movilizaciones de Tunéz, Egipcio y posteriormente la guerra civil en Libia. Sin embargo, “El Asad no va a dejar caer la capital en manos rebeldes, cueste lo que cueste. El presidente está determinado a retomar el control con toda la fuerza de la que es capaz su Ejército, el mejor equipado de Oriente Medio, con la ayuda de sus sanguinarias shabiha (milicias del régimen) haciendo el trabajo sucio.”

La represión como medida para la negociación 

Frente a las intensas movilizaciones, así como los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación de Siria y la participación de los diferentes organismos de insurrección  contra el régimen de Bashar Al Assad, este ha incrementado sus mecanismos de represión para negociar en mejores condiciones con las naciones imperialistas. “El Ejército sirio, apoyado por tanques y aviación, ha bombardeado este jueves varios barrios rebeldes de Alepo, escenario desde hace un mes de una encarnizada batalla entre el régimen y la rebelión siria, según militantes de esta ciudad. También en Daraya, una ciudad suní pocos kilómetros al suroeste de Damasco, los ataques de las tropas leales al régimen son desde el miércoles mucho más intensos que en semanas precedentes. Aunque no emplea toda su capacidad de fuego frente a unos insurrectos tan pobremente armados, el Gobierno está decidido a recuperar a cualquier precio Alepo, la ciudad más grande y centro comercial de Siria que en buena medida está en manos rebeldes, y a aplastar cualquier foco de rebelión en la capital.”[1]

La hipocresía del imperialismo

El conflicto de Siria esta condicionado por una variedad de factores, resulta evidente la participación de un sinnúmero de actores en el desarrollo del problema. “Las revoluciones democráticas de 2011 plantean ahora nuevos retos. Se ha abierto un peligroso periodo de inseguridad. Han surgido nuevos actores políticos, a veces desconocidos o cuyas estrategias quedan opacas. El hecho más decisivo, tanto para Estados Unidos como para los europeos y Arabia Saudí, ha sido la caída de Hosni Mubarak en Egipto. Él era el verdadero guardián del orden occidental. Y eso porque Arabia Saudí ni entendió ni aceptó el apoyo de Washington a los revolucionarios de la plaza de Tahrir. Tampoco podía aceptar una evolución democrática laica, que representaba un peligro mortal para sí misma. Razón por la cual el periodo de vacilación no duró mucho. La contraofensiva fue iniciada desde Riad; está triunfando ahora, aunque probablemente de manera coyuntural. Su concepto es claro: se trata de recuperar la revolución democrática cuya dinámica era potencialmente laica, dado que los islamistas no tuvieron un papel importante en la contienda, y transformarla en victoria del islam político.”[2]

Pero de algo debemos estar claros, en el caso concreto de Siria los Estados Unidos de Norteamérica no ha incursionado militarmente a través de una intervención directa por varias razones: la primera, por la negociación inter imperialista que esta de por medio.

La participación de Rusia es capital debido a los negocios e intereses geopolíticos en la región, así mismo, la desconfianza cimentada ante la experiencia de Libia,  dado que el imperialismo norteamericano no les permitió asegurar el control de sus empresas e inversiones. Sin embargo, ante la posibilidad de cualquier acuerdo frustrado el gobierno de Barack Obama ha lanzado amenazas de intervención, en algunos casos, empleando la excusa del uso contra armas químicas por parte del gobierno dictatorial de   El Asad, de igual forma lo ha establecido el imperialismo británico a través de su primer ministro.

 “El primer ministro británico, David Cameron, se ha unido este miércoles a la dura advertencia que lanzó el lunes el presidente de EE UU, Barack Obama, contra el uso de armas químicas por parte del régimen de Bachar el Asad. "Se llegaría a un límite si empezamos a ver movimiento o uso de armas químicas. Eso haría cambiar mis cálculos", aseguró entonces Obama.”

La división del pueblo árabe

Uno de los enormes males del pueblo árabe ha sido su división histórica. Parte de esta división es su organización tribal, condicionada por la existencia de una diversidad de grupos étnicos y culturales divididos a través de la historia.  La disensión interna en torno al califato creó una división en el Islam, entre los chiítas —quienes sólo aceptaban a los descendientes de Alí, el yerno de Mahoma, como legítimos gobernantes— y los sunitas, quienes reclamaban que los descendientes de los omeyas eran los verdaderos califas. Esta profunda división ha repercutido en las distintas luchas de transformación, sobre todo cuando intervienen las potencias occidentales quienes se han aprovechado de esta división interna para imponer sus planes de conquistas.

Es frente a la realidad histórica anterior, que los socialistas revolucionarios centroamericanos proponemos la más amplia unidad entre los trabajadores árabes, dejando a un lado sus diferencias étnicas. Son los mismos trabajadores los que deberán de constituirse en gobierno, apelando a su propia autodeterminación y proponer la transformación de los sistemas políticos a través de una Asamblea nacional constituyente que refunde el Estado sirio.

Por la unidad de los “khatibas”, las milicias populares y el Ejercito Libre de Siria

Para derrocar el régimen dictatorial de Siria se hace necesario establecer la más amplia unidad de acción militar de los Khatibas, las milicias populares y el ELS, así como el apoyo militar de los insurgentes.  Nos oponemos firmemente a cualquier intervención militar de las potencias imperialistas de occidente, así como cualquier maniobra de Irán y de los países de la Liga árabe que pretendan intervenir en el conflicto. Deberán ser los trabajadores árabes y del mundo los que deben de contribuir con el proceso de transformación política y económica de Siria.

Los trabajadores libaneses, turcos, libios, tunecinos, egipcios, iraníes deberán de contribuir al proceso de democratización de cada uno de los países que conforman la liga árabe, para tan solo después proponer la construcción de un Estado árabe que aglomere la diversidad y abogue por el respeto y la libertad en todas sus formas.

Por consiguiente, desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) proponemos: la más amplia unidad militar y de acción combativa de los trabajadores árabes contra los gobiernos dictatoriales, la refundación del Estado a través de una Asamblea nacional constituyente que asegure la defensa de las libertades democráticas y los derechos humanos.

 

[1] El Ejército sirio intensifica su ofensiva sobre Alepo y Damasco. El país. (Texto en línea) (Disponible en:  http://internacional.elpais.com/internacional/2012/08/23/actualidad/1345722146_870127.html)  (Con acceso el  25/08/12)

[2] Sami Nair. Un nuevo Paradigma. El país internacional. (Texto en línea) (Disponible en:

http://elpais.com/elpais/2012/07/23/opinion/1343061775_820143.html