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El reconocimiento diplomático de Cuba

Cincuenta años después tenemos el hecho histórico que el gobierno de Cuba comienza a ser reconocido diplomáticamente por los Estados Unidos. Para muchos es motivo de alegría, para unos pocos, como nosotros, es motivo de preocupación.

Siempre aspiramos a que cualquier gobierno revolucionario sea reconocido, y que no sea aislado o bloqueado criminalmente, como ocurrió con la revolución cubana. Ese cerco imperialista se fue resquebrajando en el transcurso del tiempo, muchos gobiernos de América Latina y de mundo, de manera unilateral, estableciendo relaciones diplomáticas con Cuba, pero este proceso fue nuevamente bloqueado con las leyes extraterritoriales que aprobó el Congreso de Estados Unidos, las que prohibían cualquier tipo de negocios con Cuba.

La administración Obama dio el primer paso, al iniciar el proceso de acercamiento con Cuba, que ya se venía gestando desde que Fidel Castro abandonó formalmente la presidencia de Cuba, y delego el poder en su hermano Raúl Castro.

Los resultados del bloqueo imperialista han sido desastrosos para la economía de Cuba. Las principales conquistas de la revolución, como alimentación, salud, educación, han sido erosionadas producto del bloqueo. La población esta exhausta, acorralada.

Raúl Castro ha avanzado mucho más en el proceso de apertura hacia el capitalismo, que se inició después del llamado periodo especial, cuando Cuba para sobrevivir le abrió la puerta a las transnacionales del turismo.

Entonces, el reconocimiento diplomático, hecho ocurrido en la VII Cumbre de Las Américas, realizado en Panamá, el 10 y 11 de abril del año en curso, todavía no significa el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, la apertura de embajadas y mucho menos significa la terminación inmediata del bloqueo económico decretado por Estados en 1962.

El imperialismo norteamericano en decadencia, utiliza una serie de mecanismos para mantener o recuperar el control sobre nuestros países. Está en marcha un nuevo plan para recapturar a la economía de Cuba y ponerla a funcionar bajo la conducción de la locomotora norteamericana.

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