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200 años después, necesitamos proclamar una nueva independencia en Centroamérica

Este 15 de septiembre se cumplieron los 200 años de la primera independencia de Centroamérica, proclamada por la elite criolla de Guatemala, sede de la Capitanía General. Aunque la proclamación de la independencia de Centroamérica estuvo precedida de rebeliones en casi todas las provincias, como los acontecimientos de 1811, por ejemplo, en realidad la elite criolla de Guatemala fue presionada por la proclamación de la independencia por parte de la provincia de Chiapas, ocurrida en agosto de 1821, cuyas autoridades se habían adherido al Plan de Iguala que creo el imperio de Agustín de Iturbide.

Centroamérica fue el único lugar de América Latina en el que las mismas autoridades coloniales juraron solemnemente la independencia. El Acta de Independencia refleja esta incongruencia: "siendo la independencia del gobierno español la voluntad general del pueblo de Guatemala... [optaron por mandarla] a publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso que la proclamase de hecho el mismo pueblo".

Por ello la proclamación de la primera independencia reflejó la intención de la oligarquía de adherirse al Plan de Iguala, que pretendía construir una monarquía constitucional criolla con sede en México. Se proclamó la independencia en relación al imperio español, pero inmediatamente caímos bajo el yugo del naciente imperio de Iturbide que, por dicha, no duró mucho tiempo

A pesar de la proclamación de la Independencia, se mantuvo intacto el viejo orden colonial y la opresión y explotación de los pueblos originarios. La anexión a México reflejo el profundo miedo y la incapacidad de la oligarquía para construir una nación independiente. Este es el pecado original de la nación centroamericana.

La anexión a México no trajo prosperidad ni la libertad, las tropas mexicanas invadieron Centroamérica, reprimieron las rebeliones independentistas en El Salvador y en otras provincias, cobraron impuestos, acentuando el malestar popular.

El 19 de marzo de 1823, el emperador Iturbide fue derrocado mediante una insurrección popular. La república fue proclamada en México, lo que tuvo una enorme influencia en Centroamérica, fortaleciendo a las corrientes liberales que querían hacer lo mismo. La revolución en México alentó la rebelión de las masas populares de Centroamérica.  Antes que las tropas mexicanas abandonaran el territorio centroamericano, el General Vicente Filísola trabajó arduamente para crear un gobierno transitorio, sentando las base para la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, la que finalmente se reunió en ciudad de Guatemala, el 1 de Julio de 1823.

En ese momento se produjo la proclamación de la segunda independencia de Centroamérica, al emitir un decreto donde reconocía que "la incorporación de estas provincias (de Centroamérica) al extinguido imperio mexicano... fue una expresión violenta arrancada por medios viciosos e ilegales" y que por lo tanto las provincias de Centroamérica "representadas en esta Asamblea, son libres e independientes de la antigua España, de México y de cualquier otra potencia".

Por segunda ocasión, presionada por las masas populares e indígenas, la oligarquía se vio compelida a proclamar la independencia y construir una nación y un Estado que no querían. No hallaban que hacer y cómo hacerlo. Al final, los oligarcas liberales centroamericanos se inclinaron por fusionar el modelo de Estado Federal de los Estados Unidos con las instituciones sobrevivientes del Estado colonial, especialmente después de la aprobación y corta vigencia de la Constitución de Cádiz.

Las provincias que en 1824 conformaron la República Federal de Centroamérica constituían, en realidad, una sola nacionalidad.  Tenemos un origen común desde la época colonial, y siempre hemos estado unidos por la raza, las tradiciones, la cultura, el lenguaje, etc.

Después de varias guerras civiles, el caos y la anarquía se apoderaron de la región y el Estado Federal de 1824-1838 colapsó estrepitosamente. Las causas del fracaso de este experimento todavía no han sido debidamente analizadas y asimiladas por los revolucionarios centroamericanos. Para construir una nación y un Estado federal centroamericano se requería liberar a las masas indígenas, la mayoría de la población en ese momento, de la opresión y las servidumbres heredadas de la colonia. Ninguna de las corrientes liberales quiso hacerlo, y este fue el origen del verdadero fracaso del Estado Federal.

El resultado fue la desmembración de Centroamérica en cinco pequeños países, con débiles Estados nacionales, que por separado han sido fácilmente dominadas por Estados Unidos. 200 años después de la proclamación de la primera independencia, es necesario proclamar la tercera independencia de Centroamérica, que permita liberarnos de la explotación y saqueo perpetrado por el imperialismo norteamericano, reconstruir el Estado Federal, creando una nueva forma de Estado: los Estados Unidos de Centroamérica, que reconozca los derechos de los indígenas y de las masas populares