Historia


Por Juan Castel

Antecedentes de la Primavera

La burocracia no renunciará de buen grado a sus privilegios, no restablecerá la democracia soviética; las masas trabajadoras de la URSS tendrán que proceder a una nueva revolución, a una revolución política, ya que su objeto no es subvertir las relaciones de producción, sino trasformar la superestructura política y dar plena expansión a la democracia soviética para garantizar a las masas la gestión y el control del estado y la economía. (Véase “La Revolución Traicionada” de León Trotsky).

Los procesos de desestalinización del régimen político en Checoslovaquia, comenzaron por pequeñas reformas introducidas desde lo alto del mismo poder durante la administración de Antonín Novotný. Este último fue también protagonista del proceso llevado a cabo por Nikita Kruschev en el “XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética” (PCUS), Congreso en el cual Kruschev entabló batalla contra los sectores más apegados al fantasma del difunto Stalin. “Tenemos que examinar muy seriamente la cuestión del culto a la personalidad. No podemos permitir que esta cuestión salga del partido, ni, sobre todo que aparezca en la prensa… No tenemos que lavar nuestra ropa sucia a la vista del enemigo”. Esta era la forma particular en que la cúpula burocrática trataba cuestiones que agobiaban a toda la sociedad soviética perseguida por el fantasma del “Stalinismo”, de sus arrestos arbitrarios, de sus persecuciones, de sus campos de trabajo y de sus purgas masivas; era la forma de decirle a millones de trabajadores en todo el mundo, que miraban en la URSS a la primera patria proletaria del planeta, que desmadejar esa tiranía no les correspondía a ellos, solo era deber y obligación de la propia cúpula burocrática que había sostenido el terror durante tanto tiempo.

Kruschev no destruía la santificación e idolatría promovida por los aparatos de propaganda hacia la personificación de Stalin por un afán de buscar la verdad, sino por el miedo fundado de la burocracia a un creciente descontento de las masas soviéticas, dadas las condiciones materiales de gran cantidad de la población, que no era sin duda más libre y que empezaba a ver una desaceleración del crecimiento y de la producción. La sociedad no quería botar estatuas de glorificación a Stalin, lo que quería y necesitaba era un cambio real, un regreso a los valores de Octubre revolucionario.

La burocracia Soviética y la checoslovaca

A esto Antonín Novotný no le adecuó muchos cambios, siguió la misma línea de los revisionistas stalinianos del PCUS, de conducir procesos reformistas desde la cúspide hacia abajo, sin involucrar en ningún momento a las capas trabajadoras de la industria y de la producción. Era necesario que los obreros fueran protagonistas en el cambio de las estructuras pútridas del estado obrero burocratizado, lo cual no era una tarea pequeña pues éstas no podrían ser barridas con un simple soplido o con un cambio de perspectiva de los mismos líderes del Partido.

En palabras del propio Lenin en su informe al último congreso del PC soviético en el que tomó parte: “Si consideramos Moscú –con 4,700 comunistas responsables- y si consideramos la maquina burocrática, esa masa enorme, ¿Quién es el que conduce y quien es el conducido? Dudo mucho que pueda decir que los comunistas conducen… sucede a veces que el vencido es el que impone su cultura al vencedor. ¿No ha sucedido algo parecido, no se ha dado el caso de que 4.700 comunistas…se vean sometidos a una cultura extranjera?” (V.I. Lenin, Informe político al XI Congreso). Al ver nacer a la burocracia en las entrañas del partido, Lenin hacía la denuncia de una capa que se aprovechaba de su labor de dirigencia y de sus puestos a lo interno del Estado para conseguir privilegios. “Durante sus últimos meses de vida política activa, Lenin se dio cuenta de que estaba en minoría en el buró político, donde no tenía por aliado más que a Trotsky, y que empleó sus últimas fuerzas en preparar, para el XXI Congreso del PCUS, una fracción junto con Trotsky, con objeto de quitarle a Stalin su puesto de secretario general y de impulsar al partido y al Estado a combatir el creciente burocratismo” (Cuadernos de Servicio de la Secretaria de Lenin, El ultimo combate de Lenin). Estas declaraciones fueron cuando la burocracia no gozaba del poder que llegó a tener como fuerza contrarrevolucionaria durante el levantamiento proletario de Alemania del Este 1953, Hungría 1956, y durante la Primavera de Praga de 1968. Sin duda una refundación del régimen por parte de los propios burócratas no cambiaría nada y un soplido no podría hacerlo, al menos que este soplido fuera el aire de las masas en levantamiento hacia una revolución política que los librara de la burocracia.

Novotný reformó la constitución. La nueva “República Socialista Checoslovaca” (RSSC), se adhirió oficialmente a las políticas adoptadas en el Kremlin; el modelo de planificación se adaptó en base al Soviético, por consiguiente con los mismos antagonismos y el desarrollo de los mismos roles que pretendía inculcar la burocracia para incentivar la producción: el pago prebendas a los líderes fabriles, y los sindicatos y la dependencia de estos del Estado y no al revés. La economía planificada muestra el gran desarrollo que le otorga a las fuerzas productivas y el avance en la producción, pero este avance es entorpecido rápidamente cuando la burocracia se vuelve una contradicción, y se coloca sobre las masas trabajadoras; las masas tienden a rechazar la exigencia de producir más y más rápido, a cambio de recibir tan solo miseria y la cooptación de las libertades de organización.

La Primavera de Praga

Reprimiendo en las calles al pueblo que exigía más libertades y que se sumaba de manera masiva a los movimientos opositores a la burocracia, y desafiado por Alexander Dubček y el economistaOtaŠik a lo interno del PC, el régimen de Novotný no tardo mucho en desmoronarse. Novotný dimitirá el 5 de enero de 1968. Se derrumbaba el viejo símbolo del status quo stalinista.

El partido logrará cambiar sus estatutos y sus estructuras internas. Asumiría como secretario del Partido Alexander Dubček, que con el “Programa de Acción del KSC”, buscó hacer cambios económicos como equiparación del salario, promover la organización fabril y su democratización. Pero esto requirió hacer los cambios democráticos que las masas exigían: más libertad de prensa, de expresión, de circulación, rompiendo con el inapelable poder del “buró” y de la policía secreta -enemiga de los obreros desde la Gran Purga de Checoslovaquia-; por añadidura miles de estudiantes y trabajadores se organizan en las fábricas y en las universidades, instaurando organizaciones obrero-estudiantiles, que debaten la democracia socialista y la autogestión fabril a manos de los trabajadores en asambleas democrático-obreras.

La dinámica de las masas era a lo que temían los estalinistas desde el XX Congreso del PCUS, un germen que se propagaba por todo el “Campo Socialista”, que estaba dominado por los partidos comunistas que declinaban a la imposición de la cúpula del Kremlin. Este era un movimiento que se venía dando desde el levantamiento obrero en la RDA en 1953, Hungría 1956 y posteriormente en Polonia se demostraría que era constante y creciente. La excusa del stalinismo es que los obreros en todos estos casos, buscaban restaurar el capitalismo y fue con ese pretexto que se reprimió violentamente todos los intentos de la revolución política en los países donde la burocracia no estaba tan fuertemente asentada como en la URSS. A la primavera de Praga y a sus movilizaciones le bastarían ocho meses para estremecer los cimientos de la burocracia soviética “enterradora de las victorias del proletariado”.

La marcha Soviética sobre Checoslovaquia

Después de varias cumbres del “Pacto de Varsovia” -URSS, Hungría, Polonia, Bulgaria y la RDA), inclusive después de que los miembros de las dos facciones a lo interno del PC Checoslovaco le declaran fidelidad al Marxismo-Leninismo -Declaración de Bratislava- presionados por las maniobras militares efectuadas por el ejército rojo en las frontera checa, el ejército de la burocracia soviética invadió Checoslovaquia. La revolución política del estado de Checoslovaquia seria detenida durante la noche del 20 al 21 de agosto de 1968, cuando 600,000 efectivos y cerca 2,300 tanques del Pacto de Varsovia -exceptuando a Rumania- invadieron el país. La razón soviética era: detener de una vez por todas el “inconveniente checo”.

A la mañana del 21 de agosto, la ciudad se encontraba ocupada, no se hizo esperar el descontento de los checoslovacos que salieron a las calles a enfrentar los tanques de los “amigos soviéticos”, en las calles morirían esa noche y en el transcurso de los días siguientes a causa de la represión, más de cien personas y comenzaría una emigración de cerca de 70,000 personas que deseaban salir de Checoslovaquia, que estaría ocupada por más de dos décadas. El plomo y el desfilar de los tanques volvían a ser herramientas de la burocracia para liquidar la revolución política del proletariado.

La burocracia soviética se encargó, dos décadas más tarde, de realizar aquello de lo que acusaban a los obreros y estudiantes checos: restaurar el capitalismo. En estas páginas reivindicamos a todos los héroes anónimos que lucharon y dieron su vida por restaurar la democracia proletaria en Checoslovaquia hace ya 44 años.