Por Leonardo Ixim

El bloque conservador en el poder afina sus piezas para no inscribir candidaturas de carácter democrático, progresista o de izquierdas, que impulse un proyecto popular reformista; pese a que no traspasan los limites capitalistas, estas opciones electorales cuestionan el ejercicio del poder de este bloque y de las distintas fracciones burguesas y oligárquicas que lo conforman

Este bloque, por medio de esas políticas, vuelve cada vez más autoritario el régimen político encabezado por el gobierno de Alejandro Giammattei del partido VAMOS, caracterizado por el control de las diversas instituciones del Estado, incluyendo el actual Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Para las elecciones venideras el control del Estado se lo buscan repartir tres fracciones burguesas: además del partido oficial, con Manuel Conde encabezando su binomio presidencial, la alianza Partido Unionista-Valor con Zuri Ríos a la cabeza, y la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) de Sandra Torres. Esto deja por fuera otras candidaturas burguesas como la de Podemos de Roberto Arzú la cual no fue inscrita, la de Cabal de Edmund Mulet como candidato a la presidencia y la del partido CREO con Francisco Arredondo, la cual están tratando de impedir.

Por otro lado, como es sabido la candidatura del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) con Thelma Cabrera como presidenciable, al ser el partido que plantea cierta ruptura con el modelo social capitalista neocolonial, y debido al cuarto lugar que logró en las pasadas elecciones, no fue inscrita. El Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), el movimiento social que la sustenta, ha realizado una serie de movilizaciones, pero sin concitar aun la masividad necesaria. El MLP recientemente denunció esta situación, pero también la falta de certeza en el programa de trasmisión de datos desde las Juntas Receptoras de Votos, así como la presencia de elementos militares en tales juntas y las de nivel departamental y nacional.

Otro elemento de este bloqueo a candidatos progresistas es la reciente negativa de parte del TSE de inscribir la candidatura a diputado de Aldo Dávila, posicionado en el primer lugar por el distrito metropolitano por el partido Voluntad, Organización y Solidaridad, un desprendimiento por izquierda de la UNE con muchas posibilidades de reelegirse; Dávila fue electo al legislativo por el partido Winaq en 2019.

Misma situación fue aplicada a Francisco Solórzano Foppa, candidato a alcalde del municipio de la Ciudad de Guatemala bajo la alianza Semilla-URNG-Winaq, que aglutina a tres partidos de izquierda reformista, concitando apoyo en algunas organizaciones populares y cuyas posibilidades, según ciertas encuestas, se situaban en un segundo o tercer lugar. Sin embargo, el TSE resolvió inscribir a los candidatos a síndicos y concejales por esa planilla, algo que la ley electoral permite, pero bloqueando a Foppa.

Lo que tienen en común Dávila, Foppa (ex encargado de la recaudación tributaria) y Jordán Rodas (ex procurador de los derechos humanos y vicepresidenciable del MLP), es que han sido críticos y han tratado de controlar los desmanes de los corruptos del bloque conservador. Y ni que decir la candidatura de Cabrera, militante de CODECA con la propuesta del Estado Plurinacional.

Por otro lado, el binomio presidencial de CODECA, además de Arzú y Dávila, han manejado que existe un fraude electoral en proceso. Consideramos que un fraude, según la definición estricta, es la manipulación de votos al momento de las votaciones, ya sea en el material de las boletas electorales o en la transmisión digital de los resultados; por tanto, diferimos de esta opinión, y creemos que lo que se está dando es un bloqueo las candidaturas que son incómodas para el bloque conservador, retorciendo las leyes electorales. Recientemente, como se menciona, el MLP denunció que falta seguridad en sistema de trasmisión de datos

Específicamente existe un bloqueo de candidaturas democráticas, sin embargo, es peligroso que con un clásico fraude o no, los grupos de poder pretendan imponerse y cerrar totalmente el régimen político, siendo el corolario del control a las instituciones republicanas; ojo, no decimos cooptación del Estado, porque éste siempre ha estado bajo el control de las diferentes fracciones de la burguesía.

Entonces, como hemos recalcado, es necesario durante esta etapa de proselitismo electoral de los partidos de derecha, un frente único utilizando los métodos propios del proletariado, es decir la movilización popular contra esa pretensión antidemocrática de parte del oficialismo y los partidos con los que pretende repartirse el poder.

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