boaco

Por Sebastián Chavarría Domínguez

Las elecciones municipales no llaman la atención a la mayoría de la gente, no tienen la misma importancia de las elecciones nacionales, donde se decide quién será el Presidente de la Republica, el número de diputados de cada partido dentro de la Asamblea Nacional y quienes conformaran el futuro gobierno. Sin embargo, es en los territorios donde se decide la campaña electoral nacional.

Desde abajo

Esta simple y contradictoria verdad ha sido comprendida desde hace muchos años por el gobernante  Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), quien ha iniciado una frenética pelea por mantener la hegemonía sobre los gobiernos municipales, de cara a las elecciones presidenciales del próximo año, donde está en juego al reelección del presidente Daniel Ortega.

El triunfo electoral del FSLN en el año 2006 no fue un rayo en cielo sereno, fue la culminación de un complicado proceso de centralización del poder a través de la captura del mayor número de alcaldías. En el año 2004, el FSLN conquistó 87 alcaldías (57%), en el año 2008 subió a 109 (71%) y para el año 2010 controla aproximadamente 115 alcaldías, de un total de 150 municipios.

El control de las municipalidades se vuelve un asunto crucial, sobre todo cuando en el año 2010 el 10% del presupuesto general de la república deberá ser transferido a las municipalidades. La pelea por el control del mayor número de alcaldías es un problema político muy sensible, porque desde los gobiernos municipales, con el manejo de los recursos del Estado, se organizan las elecciones nacionales y se engorda la clientela política. Este es el contexto de la actual y feroz pelea por el control de las municipalidades.

Sacudiendo el palo

La pelea por las alcaldías comenzó con la destitución de algunos alcaldes sandinistas y un alcalde liberal. En el municipio de Dolores, departamento de Carazo, cuatro concejales y la vicealcaldesa sandinista destituyeron a Yader Ramos, alcalde sandinista. Posteriormente, el vice alcalde sandinista de Jinotepe, Leonel Rojas, fue destituido por lo concejales de su propio partido. El rebelde alcalde sandinista de Ciudad Sandino, Roberto Somoza, fue destituido por concejales de su propio partido, abriendo un forcejeo por el poder dentro de la alcaldía.

Estas destituciones de alcaldes sandinistas son inusuales, y reflejan la creciente tendencia a la centralización del poder dentro del FSLN, y la escasa o nula tolerancia a las críticas y disidencias.

Destitución de alcaldes liberales

En términos generales, con la excepción del caso de Ciudad Sandino, en donde hubo cierto apoyo de masas para ambos bandos sandinistas en pugna, las destituciones se han producido en silencio, sin mayores repercusiones.

En Wiwilí, departamento de Nueva Segovia, fue destituido el alcalde liberal Octavio Ramos, en una extraña conspiración y alianza entre concejales liberales y sandinistas.

En la Alcaldía de Granada, no hubo necesidad de destituir al alcalde liberal, Eulogio Mejía, ya que éste se rindió sin dar la pelea, y pasó a colaborar abiertamente con el gobierno central.

Pero la destitución de Hugo Barquero, alcalde liberal de la cabecera departamental de Boaco, una zona campesina tradicionalmente antisandinista, catalizó el primer intento de resistencia callejera contra el gobierno de Daniel Ortega, y representó una dura lucha por el poder a nivel de las municipalidades, con repercusiones políticas a nivel nacional. Este tipo de maniobra legal fue posible por la colaboración del vice alcalde Juan Obando, miembro del PLC, quien fue el voto decisivo para destituir al alcalde Hugo Barquero.

Pugnas y debilitamiento del liberalismo

En este proceso en que avanza arrolladoramente la maquinaria sandinista, la oposición burguesa que representan el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán, y el Movimiento Vamos con Eduardo (MVE), que encabeza Eduardo Montealegre, se divide y atomiza cada vez más, acusándose mutuamente de colaborar con el sandinismo en la ofensiva contra las alcaldías liberales.

No obstante, en el caso de Boaco se produjo algún grado de resistencia por parte de la población de ese municipio, que se materializó en manifestaciones callejeras, tan fuertes, que el sandinismo no utilizó sus fuerzas de choque, sino que combinó la represión de las tropas antimotines de la Policía Nacional, con la movilización pacífica de sus partidarios. Fue una lucha eminentemente política.

Primer intento de una alianza nacional contra Ortega

Durante los 15 días que duró la lucha, Boaco se convirtió en el eje de ataque de la oposición burguesa contra el gobierno de Daniel Ortega. A las manifestaciones a favor del alcalde Hugo Barquero, asistieron delegaciones de todos los partidos políticos de la derecha. En las marchas se podían ver miembros de la antigua contra, pero también a dirigentes del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y del Movimiento por el Rescate del Sandinisno (MPRS), a Eduardo Montealegre y al propio Arnoldo Alemán.

Por su parte, el sandinismo respondió con mucha calma, con frialdad, sin violencia, utilizando con mayor peso los mecanismos institucionales, como la Contraloría General de la Republica (CGR), la Policía Nacional y el Consejo Supremo Electoral (CSE) que se ha convertido en una espada de Damocles sobre la oposición burguesa.

Se impuso el gobierno

Al final se impuso el gobierno de Ortega, las movilizaciones no fueron lo suficientemente fuertes para reinstalar el alcalde Barquero en su cargo. Esto fue posible porque el eje de ataque de la oposición  burguesa no fue movilizar al pueblo, sino canalizar electoralmente el descontento popular contra el gobierno de Ortega. Las movilizaciones en Boaco fueron utilizadas, no para defender la democracia, sino para potenciar las candidaturas presidenciales de Arnoldo Alemán y Eduardo Montealegre. Este es el verdadero origen del porque el gobierno de Ortega ha logrado imponerse en tan poco tiempo.

¿Quiénes deben destituir a los alcaldes?

Las destituciones de los alcaldes sandinistas y liberales, acusados de corrupción, y de falta de cumplimiento de sus deberes y obligaciones, traen aparejada una importante discusión sobre quienes  pueden y deben destituir a los funcionarios públicos.

El FSLN defiende la participación de los Consejos del Poder Ciudadano (CPC) como máxima expresión de la democracia, es decir, reclama y reivindica la necesidad de que el pueblo ejerza directamente el poder, nombrando y destituyendo a los funcionarios públicos.

Sin embargo, esta no es la línea que está aplicando en el proceso de absorber, controlar y mantener la hegemonía sobre las alcaldías. Ya hemos explicado que ha utilizado los mecanismos institucionales, desde las instituciones del Estado que controla férreamente. El FSLN no ha apelado a la movilización ni a la democracia directa para resolver los conflictos y erradicar el problema de la corrupción en las alcaldías.

La oposición burguesa, por su parte, defiende la democracia en abstracto, pero como hemos anotado, su mayor interés es canalizar el descontento en las elecciones nacionales del año próximo.

Por la independencia de los trabajadores

En estos conflictos entre el gobierno sandinista y la oposición burguesa, los trabajadores y los jóvenes debemos mantener una posición independiente. Debemos rescatar la democracia directa: solo el pueblo reunido en cabildos o asambleas tiene la facultad de nombrar y destituir a los alcaldes, nadie mas!!

Las movilizaciones que ha montado la oposición burguesa tienen el claro objetivo de evitar el desarrollo de una consciencia de independencia política, y más bien quieren sumergir a los trabajadores y los jóvenes en el pantano de las falsas alternativas políticas, que están fraguando de cara a la próxima campaña electoral. No podemos apoyar a ninguno de los bandos en pugna, el pueblo tiene que decidir democráticamente quienes deben permanecer en sus cargos.

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