Por Leonardo Ixim

La crisis social y política que vive Haití es un reflejo de la desintegración política y social de esta nación y por ende del Estado, traduciéndose en el auge de una serie de grupos armados denominados por la prensa como pandillas que junto a caudillos locales ejercen el poder territorial.

Ante el caos, el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas aprobó una intervención policial en materia de seguridad coordinada por Kenia para recomponer las fuerzas de seguridad pública. Sin embargo, esta crisis del capitalismo en Haití se agrava por las constantes intervenciones imperialistas.

A su vez hay una industria maquiladora sobre todo de capital gringo aglutinada en una cámara empresarial denominada CODEVI en el norte del país, allí las condiciones laborales son pésimas y no existe ninguna regulación, donde los patrones aplican altas tasas de la explotación, muchos de estos empresarios están ligados a las banda armadas.

La lucha de clases en las últimas décadas

Desde la caída del dictador Jean-Claude Duvalier (Baby Doc) en 1986 por medio de una rebelión popular Estados Unidos ha tratado de instaurar un régimen democrático limitado para desactivar las movilizaciones democráticas y que no pusieran entre dicho el carácter subordinado del país. Pese a esto las masas le dieron el triunfo al ex cura reformista Jean-Bertrand Aristide y veladamente antimperialista en 1991.  Este gobierno fue derrocado por un golpe de Estado amparado por Estados Unidos durante 1991, gobierno militar dirigido por el duvalierista Raúl Cedras que duraría dos años, hasta que intervención armada dirigida por el mismo Washington puso fin a ese gobierno militar, imponiendo nuevamente a Aristide en 1994, que con la venia gringa desaparecieron al ejército.

En 1995 llega al gobierno Rene Preval aliado del ex cura y con un Aristide domesticado EU especialmente el ala del Partido Demócrata aplica la estrategia de “reacción democrática”. En  2001 llega Aristide por tercera vez al  gobierno, tras una serie de  denuncias por fraude electoral a favor de su partido, la Familia Lavalas.

Nuevamente Aristide dio otro giro ahora la izquierda, acercándose a los países del ALBA, aplicando algunas medidas de bienestar social como aumentar el salario mínimo,  ganándose  la oposición de la rancia burguesía, que organizo una serie de movimientos civiles primero y después bandas armadas conformadas por ex militares, que derrocaron nuevamente a Aristide en 2004. Después se supo que Washington y Santo Domingo armaron a estos grupos.

 El imperialismo logra estabilizar momentáneamente la situación por medio de otra intervención militar,  ahora denominada de “paz” con la autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas denominada Misión de Estabilización de Naciones Unidas para Haití (MINUSTAH) donde además de Francia, EU y Canadá, participan con el envió de unidades militares,  los gobiernos progresistas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay siendo cómplices de esta aventura imperialista. Llega al gobierno otro conocido de la política haitiana Rene Preval ahora mas abiertamente neoliberal  y cercano a EU, entre 2006 a 2012.

El 12 de enero de 2010 un fuerte sismo de más de 7 grados golpeo este país generando una total  daño a la infraestructura del país de por si poco resistente y una cantidad se muertos inmensa,  cuyos efectos sociales se sienten hasta ahora aumentando el atraso y la pobreza. A su vez  la capacidad de la MINUSTAH para atender la emergencia fue deficitaria, al ser esta supuestamente la entidad con mayor capacidad para atender la emergencia. Una epidemia de cólera ese mismo año golpeo a la población, en el marco del desastre que dejo este sismo, la población responsabilizo a contingentes militares de la misión militar como causantes, a eso se sumó señalamiento de abusos a la población y de protagonizar violaciones sexuales, lo que levanto la ira contra la MINUSTAH. Al final la ONU puso fin a esa fatídica forma de intervención imperialista con el mote de humanitaria.

Nuevamente parecía que se estabilizaba Haití, se realizan elecciones ganadas por  el ex músico Michelle Martelly gobernando entre 2011 a 2016, con su partido Respuesta Campesina y al igual que el segundo gobierno de Preval siguió con su relación con el ALBA ingresando de hecho a  Petrocaribe, sin embargo al interior rompieron con las tímidas políticas reformistas del tercer gobierno de Aristide. En el gobierno de Martelly exploto un caso de corrupción por el uso de los fondos del acuerdo petrolero con la Venezuela chavista.

Una situación conflictiva

Y nuevamente la tan ansiada estabilidad neocolonial se rompió por los aires,  al finalizar el gobierno de Martelly este se quiso reelegir fraudulentamente y las elecciones para el Congreso (senado y diputados)  se atrasaron. Siguieron los gobiernos interinos de Evans Paul y Jocelerme Privert entre 2016 hasta febrero de 2017. Al final se logra realizar elecciones llegando al gobierno el conservador Partido Haitiano Tet Cale (PHTC), asumiendo la presidencia el 07 de febrero de 2017 Juvenal Moise un político y empresario ligado a Martelly.

El gobierno  de Moise fue tumultuoso, en febrero de 2019 la población haitiana se levantó por  el deterioro de las condiciones de vida debido a la devaluación de la moneda y el aumento de la inflación,  a eso sumo un escándalo de corrupción por el desvió de fondos de ayuda internacional por parte de altos funcionarios gubernamentales destapado el Tribunal de Cuentas, además se implicó a Moise en el desvió de fondos de Petrocaribe.

Un préstamo con el Fondo Monetario Internacional  (FMI) por un crédito de 229 millones de dólares para un Estado descalabrado y sin capacidad de recaudación fiscal,  a cambio de políticas de ajuste,  disminución del gasto público y con  una píldora de combate a la corrupción, agravo aún más la situación de la población, aumentando la deuda histórica que obliga a que lo poco que ingresa por la actividad maquilera y otras, a pagarle al FMI y a prestamistas privados internacionales. 

A eso se sumó que Moise se negó a entregar su mandato presidencial que,  según la oposición burguesa, debería terminar en febrero de 2021, realizándose nuevas movilizaciones, en ese marco las organizaciones populares lograron establecer una coordinadora. Así la oposición en la Cámara de Diputados nombra al popular juez Joseph Mecene como presidente, pero el Core Group conformado por Alemania, Brasil, Canadá, España, EU, Francia, la Unión Europea y un representante de la OEA, siguen reconociendo a Moise.

El 7 de julio de 2021 un comando ligado a una empresa de seguridad de un empresario haitiano-estadunidense asentado en Florida, conformado por colombianos  -que después se supo eran paramilitares cercano Álvaro Uribe- asesino a Moise en su residencia. Hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta quien esta atrás y se abre el interrogante de la conexión entre Florida y Colombia  y vínculos con el narcotráfico, así como el hecho que el comando entro a la residencia presidencial con facilidad. Según la constitución del país debería haber asumido el presidente del Tribunal Superior de Justicia pero ese había muerto por COVID-19.

La barbarie continúa

Asumió como presidente provisional el entonces Primer Ministro Ariel Henry el 20 de julio de 2021, quien había sido designado por el parlamento originalmente para ese cargo por el partido gubernamental PHTC, también se menciona que está implicado en el asesinato de Moise junto a sectores ligados al aparato de inteligencia.

A partir de allí inicia una explosión de las llamadas pandillas, se señala a Henry como el primer responsable en armar esas bandas, que ante la poca legitimidad y el ambiente de rebelión existente desde 2019 y que se mantiene tras el asesinato de Moise como una forma de destruir este movimiento popular.

Estas bandas irregulares cometen en los barrios todo tipo de crímenes y vejámenes contra la clase trabajadora, convertidos en muchas parte de Puerto Príncipe y otras ciudades, en mini Estado volviéndose en proveedores de servicio pero a modo de extorsión y a la vez de estar involucrados  a una serie de actividades criminales.

En ese marco se ha revivido los conflictos limítrofes con su vecino Republica Dominicana con quienes comparten la Isla de La Española. Recientemente estallo una pugna por uso del rio Masacre que divide parte de la frontera entre ambos países, en la parte norte de la isla, por la construcción de un canal de riego de parte de Haití sobre ese rio. A eso se suma la situación de discriminación de la población haitiana residente  en el vecino país, donde los políticos reaccionarios dominicanos también debido al descontento de la clase trabajadora contra el gobierno derechista de Luis Abinaer, levantan cierto sentimiento nacional ahora chauvinista por la dominación de Haití sobre Republica Dominicana en la primer mitad del siglo XIX.

En noviembre de 2023 habrá elecciones presidenciales y Henry busca ganar ahora como presiente titular conformando un nuevo partido, algunas de las bandas armadas han sido fundamental en ese proceso. Para estas elecciones hay ocho partidos en disputa y algunos como Lavalas que se sitúa a la izquierda, han sido parte de la partidocracia corrupta.

Milicias populares contra las bandas criminales

Por su parte esa nueva misión con su matiz policial es otra forma de intervención imperialista. Solo la clase trabajadora y las capas populares de ambos lados de la isla, por medio de un organismo democrático centralizado en ambos países, puede parar la intervención imperialista que pretende fortalecer a los gobiernos conservadores de Puerto Príncipe y Santo Domingo. A su vez solo por medios de milicias populares en las principales ciudades haitianas, convirtiéndose en órganos de poder, puede eliminar a esas bandas criminales e imponer un proyecto revolucionario en Haiti

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